Partida Rol por web

-En cualquier caso, para encontrarla me habéis propuesto contratar a un espía. Es un tema delicado, pero estáis de enhorabuena. En mis tiempos de humilde tabernero de Tharbad aprendí a moverme bastante bien entre las intrigas y conspiraciones y espionaje. No se trata de buscar a alguien y enviarlo a Dol Caladir. Lo que hay que hacer es encontrar a alguien que ya está allí. Y éste alguien debe conseguir información. Debe encontrar a un informador. Alguien del castillo. O de los alrededores. Un comerciante. Alguien. El informador o los informadores no sabrán para quién trabajan. Solamente conocerán al espía, que para ellos puede ser el posadero que le da unas monedas de más por escuchar cotilleos. Nadie debe conocer su identidad, ni siquiera vosotros dos. Porque eso pondría en peligro su misión. Esta persona, a su vez, puede que tenga que pagar a otra. Esto eleva el coste. Estamos hablando desde varias monedas de oro mensuales hasta diéz mensuales, según hasta dónde queremos llegar. Como tampoco se trata de contratar a ningún cargo importante de Dol Caladir, nos bastaría con averiguar quién podría conocer el paradero de Finduilas. Si me concedéis 5 monedas de oro para empezar, y asignaríamos un sueldo de 2-3 oros mensuales hasta final de año, nos darían un total de 12-20 monedas de oro. Con eso creo que será suficiente. Una vez averiguado lo necesario de Dol Caladir, este espía o asignación monetaria estaría disponible para otra tarea. Por desgracia, es difícil predecir cuánto se tarda en conseguir información, y si nos sirve. También acarrae cierto riesgo de represalías en caso de ser descubierto. Pero es práctica habitual y un arma valiosa.

-Es tarde ya, medita sobre el asunto esta noche. Cuando creas conveniente, me lo dices y me pongo en marcha.

-Creo que no necesito meditarlo, la decisión está tomada. He de encontrar a Finduilas, y si ella no puede venir a Sil Aüresse, entonces iremos a ella. Khoradur y yo debemos tener una última conversación con ella. Te entregaré el oro que me pides, pero nuestro informador debe saber una cosa... Murryelle es su nombre, y era la persona de máxima confianza de Finduilas, puede sernos de ayuda. Aunque el trato que tenían lo sabe mejor Khoradur. Si Khoradur no tiene inconvenientes y tu tampoco deberíamos hacerlo.

-Qué así sea entonces, dijo Curudae.

Khôradur también estaba de acuerdo, aunque se le veía serio, pensativo. -¿Entonces crees que debo acompañarte?, preguntó el umbareano. -Debemos aprovechar el tiempo desde ahora hasta nuestra partida para dejar las cosas encaminadas. Estamos a punto de empezar la construcción del castillo en serio, y hemos tenido una especie de fiesta de inauguración. Hasta ahora hemos pasado desapercibidos, pero eso está cambiando. Dejaré las defensas lo mejor posible. ¿Qué pensáis que debemos hacer con respecto a Echorion?

-Podríamos ganar tiempo preparando una carta formal para invitarle a una reunión, sin concretar, dijo Curudae refiriéndose a Echorion, -y cuando nos conteste en unas semanas, podemos aplazar la reunión para dentro de otro mes o así. Lo que no queremos es que nos visite antes de tiempo. ¿Tú qué opinas Ayla?

-Teneis razón ambos. En cuanto a lo de acompañarme Khoradur, creo me podrías ayudar bastante, pero no hemos de ser egoistas. Nos debemos a algo más grande, a Sil Aüresse. Si encontramos a Finduilas, iré yo sola a su encuentro y hablaré con ella... Con los conocimientos que nos has revelado ya has aportado tu ayuda Khoradur.

Les sonrió a ambos. -En cuanto a Echorión, veo bien lo que planteais, pero la primera invitación debería esperar un poco más. Echorión es ambicioso, impetuoso e impaciente, si desde la primera invitación le hacemos esperar demasiado, podría enfadarse y tomar algún tipo de represalia. No tiene interés en estas tierras, o de lo contrario hace tiempo que ya las habría tomado, pero si tiene interés en el provecho que puede sacar de aquí. Mientras no manifestemos abiertamente una oposición frente a él, no tendremos problemas. Él no goza de buena fama entre el resto de nobles, pero le temen un poco, porque saben que ante cualquier ofensa provocaría una nueva guerra, y esta tierra está astiada de guerras. Sil Aüresse debe ir obteniendo fuerza en silencio, sin hacerse notar. No somos más que una tierra de campesinos para él, por eso no debemos enseñarle el poder que pueda alcanzar a tener Sil Aüresse, no debe vernos como una amenaza hasta que estemos bien asentados. La mejor victoria es la que se obtiene fuera del campo de batalla...

Los tres estaban de acuerdo en que por el bien de Sil Auressë Khôradur debía permanecer allí, sobre todo ahora que se iba a empezar la construcción del castillo.

-El interés de Echorion aumentará sin duda en el momento de que lleguen noticias del comienzo de la construcción del castillo. No subestimes lo que significa una torre o un castillo. Ya no seremos simples campesinos, comentó el Lugarteniente. -Organizaremos la construcción y la defensa del castillo de tal forma que podamos asentarnos bien. Si Echorion se presenta, se las verá conmigo, pero fuera del campo de batalla.

-Decidido pues, dijo Curudae, -esperaremos noticias de Finduilas. Mientras tanto, seguiré con mis responsabilidades aquí, en el pueblo. Cuando puedas sube un día a ver a los arquitectos y confirmar el avance del castillo.

El Senescal dio por concluida la reunión, y los tres se retiraron a sus respectivos aposentos.

El día siguiente por la mañana Ayla aprovechaba para terminar de preparar los pergaminos que faltaban. Luego se quedó meditando sobre la situación, sobre Finduilas, sobre las palabras de Danroth. Tenía la sensación de que la rueda que estaba parada un tiempo se había puesto en movimiento de nuevo. Sin embargo, no consiguió ubicar a Khathog en todo esto. Aún no.

Sus reflexiones se vieron interrumpidas por alguien tocando la puerta. Era una sirvienta avisando de que Gildûr deseaba despedirse antes de partir.

-Bien, bajaré en seguida, contestó la elfa. Se arregló un poco para bajar y cuando estuvo lista se fue a despedirse de Gildûr. -Señor Gildûr, Sil Auressë y yo os estamos agradecidos por habernos honrado con su presencia y habernos tenido en consideración. Espero que siga visitándonos en el futuro y pueda ver en primera persona nuestra labor en esta tierra. Siempre recibiremos con sumo placer a un señor de Tharbad y esperaremos su regreso. Espero que haya disfrutado de su estancia tanto como nosotros de su compañía y que haya tomado una decisión en cuanto a su hijo...
 

Ayla se encontró con Gildûr en la plaza del mercado. Tenía su caballo preparado para partir. -De nuevo quiero agradecerte tu hospitalidad, tu entusiasmo, y tu visión, le dijo el dúnadan. -En cuanto a mi hijo, Girion se quedará aquí una temporada. El tiempo dirá si es una decisión acertada o no… continuó mientras escudriñaba el horizonte. -Es difícil saber lo que nos espera el día de mañana. Sé que mi destino, mi futuro, yace en Gondor, en las Tierras del Sur. No obstante, llevaré conmigo siempre una parte de Arnor, un recuerdo palpable de una gloria perdida, de un sueño desvanecido. Un sueño que yo doy perdido, pero queda su recuerdo. El recuerdo de la sombra de la grandeza de Númenor. Y ese atisbo de grandeza solamente se puede percibir en estas tierras. Yo no sabría cómo enseñárselo a mi hijo. Pero quizá Sil Auressë pueda. Quizá tú puedas, Ayla. Demuéstrale a mi hijo la majestuosidad de estas tierras, haz que vea más allá de las ruinas abandonadas, de las guerras mezquinas, de este tiempo que nos ha tocado vivir. Eres su guía, y la de todos los alumnos, en ese viaje de descubrimiento. Haz que sienta, que comprenda, el motivo que le llevó a Elendil el Alto, el más grande de los Reyes de Númenor, a elegir este Norte inhóspito para fundar su reino. El motivo por el cuál vio aquí, y no en otro lugar de la tierra, la continuación de Númenor. Ese viaje será el más importante de mi hijo antes de que se convierta en un hombre. Y quién sabe… quizá te encuentres algo en el camino, concluyó Gildûr y le besó suavemente la mano para despedirse.

Antes de partir fue a dar un último abrazo a su hijo. Aún había distancia entre los dos, pero también se pudo ver amor. Apenas habían convivido juntos, pero existían lazos fuertes e inquebrantables entre padre e hijo. Lazos de sangre.

Ayla siguió hablando un poco con él y cuando se despidió, ella se fue a ver a los arquitectos. Pero antes se acercó a la caja y recordó las palabras que le dijeron cuando se la entregaron.

Ábrela cuando la Torre esté terminada...

Ayla se preguntaba cómo estarían en Amon Lind. Les dedicó un pensamiento antes de irse a ver a los arquitectos, como si fuera una caricia dada con el corazón...

Así se quedó Girion hijo de Gildûr en Sil Auressë, a cuidado de los sabios maestros de la Academia.

Hoy Ayla tenía previsto hacer una visita al lugar de construcción del castillo. Pero antes necesitaba un poco de paz, un poco de tranquilidad. Tiempo para meditar, para reflexionar. Hace mucho que no trataba de comunicarse de verdad con Hilde Sikelion. Siempre le acompañaba, aunque su tarea actual no parecía involucrar al anillo.

Cuando Ayla tocó la caja recordaba su despedida de Amon Lind...

Uno a uno se despedía de cada uno de ellos. Se pronunciaronn pocas palabras, ya estaba todo dicho. Súlkano le miraba fijamente y dijo: -nos volveremos a ver, Ayla. Eso le reconfortaba. Le entregó una caja envuelta en una fina tela de seda. -Es nuestro regalo para ti, Ayla, explicó Lalaith. -Fëamire nos ha hablado de tus planes para establecerte, de crear un hogar. Dentro hay cosas que te serán útiles, y otras que te recordarán el tiempo que pasaste aquí. Pero no debes abrir la caja hasta que no tengas tu castillo terminado, le sonrió y se despidió de ella con un dulce beso en la frente.

Ayla acariciaba la caja como si pudiera acariciarlos a todos ellos. Se quedó quieta un rato, observando a Hilde Sikelion. Intentaba sentir su luz, sus sentimientos. Le susurró: -¿qué nos deparará el mañana compañero...? el tiempo nos va a encontrar, ¿estas preparado? Has esperado mucho tiempo, y se te brinda una segunda oportunidad. Fuiste forjado por el amor y fortalecido por la luz, igual que yo. Somos amigos y debemos traer de vuelta un alma perdida, atrapada, para que el amor, un amor de los que poco se han visto vuelva a florecer en esta tierra. Debemos actuar en silencio para que mi hermano no nos descubra o lo impedirá. Me quiere demasiado para permitirme asumir tal riesgo, pero estoy decidida y necesito todo tu apoyo, toda tu fuerza, y tú tendrás la mía..."

Lo observaba unos segundos y fortalecida salió en busca de los arquitectos...

Ayla meditó sobre el tiempo. Efectivamente, se le acababa. Se sentía más preparada, pero también abrumada por la inmensidad de la tarea que le esperaba. Y aún algo confusa. Necesitaba que Hilde Sikelion le guiara. La luz del anillo parecía menguar, aperecía con menos frecuencia, aunque con más intensidad, como más concentrado. Había algo en el interior de Ayla que le decía que lo que para ella era el comienzo de un camino, de un viaje, el suyo… para Hilde Sikelion era el fin de otro trayecto, mucho más largo. Fue forjado por el amor y fortalecido por la luz. Su destino era un círculo sin cerrar, pero cada día estaba más cerca el momento del final. El reencuentro. O el adiós. Ayla entendió que en el fondo eso no importaba. En la infinidad del Universo y el tiempo, carecía de sentido esa distinción. Lo que sí importaba era la persona, el espíritu, el sentimiento auténtico. Un alma perdida que debía tener la oportunidad de regresar. Hilde Sikelion parecía estar de acuerdo.

Con el espíritu reforzado, Ayla se dirigió al norte donde los arquitectos estaban preparando la construcción del gran castillo de Sil Auressë. Estaba a un par de horas del pueblo propiamente dicho, y el camino estaba en mal estado en muchas partes.

A medida que uno se acercaba al lugar de la antigua torre en ruinas, se podían escuchar los golpes de los martillos, de las hachas, los gritos de los capataces… Cientos de personas trabajando para levantar un sueño. Un sueño que comenzó con una visión de Ayla, pero ahora ya era compartido por más y más gente. Bajo una lona apoyada en lanzas se encontraban los tres arquitectos reunidos: Carumirë, Ceirin y Domar. Encima de la mesa había un gran plano de la zona.

Carumirë fue el primero en saludarla. -Dama Aylarien, ha llegado el momento de comenzar nuestra gran obra. La torre de Sil Auresse. El castillo que simbolizará todos los valores que se quieren promover aquí. Estás a punto de comenzar algo que está al alcance de muy pocos. Construir un castillo es muy costoso, sólo los señores muy ricos y poderosos pueden afrontar su construcción, como ya te habrás dado cuenta. Tenemos la suerte de que podemos restaurar una torre existente, al menos para aprovechar la estructura. El lugar es idóneo, como puedes ver desde aquí se pueden ver las tierras circundantes, y desde lo alto de la torre se podrá ver hasta el río Baranduin en el Oeste. Preparemos defensas para los tiempo de guerra, pero pensaremos sobre todo en los tiempos de paz. El castillo debe de abastecerse de comida y otras provisiones con facilidad, también será el centro administrativo junto a la Casa de Comercio. El castillo necesita sólidos cimientos para soportar el peso de sus fuertes muros. Y junto a las muralles, lo más importante es quizá tener una fuente de agua limpia para abastecerse durante un asedio, y durante el proceso de construcción. Todo esto lo tenemos, ahora falta decidir algunas cosas relacionados con las prioridades del proyecto. Y definir los plazos, que como sabes estamos hablando de más de un año de trabajo sin descanso.