Partida Rol por web

Turno 6

-¡ENCENDED LAS ANTORCHAS!, ordenó Barendil. Vio a un nuevo jinete dando órdenes a todas las unidades, y trató de escuchar atentamente lo que decía. Al mismo tiempo, las grandes antorchas que portaban los hombres en los laterales de las unidades se encendieron e iluminaron un poco mejor la noche oscura.

Barendil sopesó las directrices que había dado el jinete, y trató de anticipar los movimientos de los jinetes. Luego gritó otra orden, con voz firme. –Primera fila, ¡lanzas! ¡Los demás, CARGAD FLECHA!

Podemos ayudar con disparos a esa carga…

Turno 6 – Girion, Aaren y Theon

Las órdenes precisas y claras de Theon dieron alas a los defensores de Sil Auressë, sobre todo tras la caída de su comandante. Ahora de nuevo tenían un propósito, una línea de acción para cada unidad. Era lo que necesitaban los soldados.

Girion llegó con su caballo hasta la unidad de cuarenta milicianos bajo el mando de Parthil, quien había ordenado una formación cerrada de tres filas de diez y el flanco derecho reforzado. Enfrente tenían a algunos de los orcos que formaban el séquito de Zaboht, y detrás, fuera de su vista, estaban los orcos de mayor tamaño. Pudieron ver en la oscuridad las formas de algunos jinetes, pero no se distinguía bien lo que estaba sucediendo, y antes de que pudieran reaccionar, la propia inercia del movimiento les llevó a trabarse en combate con un grupo numeroso de orcos. Antes de la caída de la noche, habían visto la posición de Khôradur. No estaba lejos, pero necesitaban derrotar a esos grupos para llegar hasta él.

Detrás de la unidad de Parthil y de Girion, Theon alentó al segundo grupo de milicianos. No lo conocían, y estaban confusos y dudaron. No obstante, se detuvieron y no se retiraron más. Al ver también a sus compañeros avanzar hacia los orcos, ellos también se giraron de nuevo hacia la horda enemiga. Los veinte hombres se movieron hacia su derecha para formar un frente contra los orcos.

Más arriba, Aaren cabalgó hacia el sargento Leaniach. Solo le acompañaban ahora tres jinetes de su unidad. Habían sufrido muchas bajas con los huargos.

Turno 6

Leaniach vio desde la distancia la carga de los jinetes, y también cómo Khôradur había caído. Solo le quedaban tres jinetes, y todo el flanco de la unidad de Barendil para proteger. A su izquierda tenía al valiente Eliver, su unidad también muy diezmada pero que ahora tomaba el mando de los guardias.

-¡Luchad! ¡Hasta un nuevo amanecer!, alentó a los hombres de Eliver. Luego buscó al anciano orco que lideraba a los jinetes de huargos.

Son diez. Demasiados. Por ahora.

Entonces vio cabalgar a un nuevo jinete. Aaren lo había llamado el que había gritado las órdenes. No parecía un caballero como los de la carga, pero Leaniach se alegró de su llegada. –¡Aquí, a mi lado!, le instó mientras llegaba. Acto seguido, ordenó a los otros tres formar una única fila, con las lanzas preparadas, desafiando a los jinetes de huargos.

Turno 6

Envalentado por su triunfo en la carga anterior, el corsario dirigía ahora su caballo para ayudar a su paisano. -¡Por Umbar! ¡Por Khôradur!

Llegó veloz con el caballo, y su cimitarra mordió la carne orca. El golpe dio en el costado del orco justo cuando ésta se preparaba para atacar a Milzarak, y le dejó aturdido y sangrando.

-¡Justo a tiempo!, dijo sonriendo desde lo alto de su caballo. -¡Vamos! ¡Deja ése! ¡Khôradur nos necesita! ¡Por Umbar!

Turno 6 – Resolución zona Khôradur

La espada bastarda de Agnor barrió ahora las piernas del orco^O12 cortándole tendones y músculos. El trasgo gritó de dolor y se cayó al suelo, desde donde seguía gritando. No podía incorporarse, y seguía vivo de milagro.

Mientras tanto, el joven escudero Bergil atacó al orco que se interponía entre él y el cuerpo del Lugarteniente, pero no logró hacerle daño al orco. En cambio, sufrió un fortísimo golpe de la cimitarra del enemigo en el costado. Aunque el filo no perforó del todo el jubón de cuero, sintió el impacto y le costaba respirar. Se encontraba ahora a merced del orco.

Entonces llegó Eärnil a carrera, y se puso al lado de Bergil para enfrentarse a los orcos. Uno de esas viles criaturas^O2 le interceptó, y otro se puso a su derecha.

Cerca de Khôradur, el montaraz Tarbrand golpeó a otro  de la guardia personal de Zaboht^O6. Su espada dio en la parte alta de las piernas, pero por suerte para el orco, éste iba bien equipado igual que sus compañeros y sus grebas evitaron un daño mayor. Llegaron dos orcos^O7-O9, uno delante y otro detrás de Tarbrand. No obstante, estaban temerosos y se protegían con sus escudos con la intención de rodear al bravo guerrero dúnadan entre tres. El orco que había resistido el ataque de Tarbrand le devolvió un brutal golpe de su cimitarra que le impactó en la espalda, dejándolo herido y aturdido.

Algunos de los orcos grandes que ahora sentía el miedo. Uno^O5 comenzó a huir, y otro ya había huido. Sin su líder uruk, y ante el empuje de los hombres que buscaban llegar hasta Khôradur, se estaban viendo superados. Pero aún seguían luchando, y eran muy peligrosos. No en vano, Zaboht había seleccionado a los más fuertes de la hueste para estar protegido de los mejores.

Más lejos, hacia la derecha, unos veinte milicianos cargaban ahora contra los orcos. La unidad llevaba ahora antorchas encendidas que les permitían ver, y también ser vistos. Entre ellos iba Girion a caballo, pero él no podía ver más allá de los orcos que les cerraban el paso.

Turno 7:

El montaraz había puesto su empeño en destrozar las piernas de su enemigo, para que así pudiera desalentar aún más a sus compañeros con sus gritos de terror y su impotencia, pero había sido una estrategia totalmente infructuosa, la calidad del equipo de su enemigo en las piernas era de excelente factura, y aguantó su poderoso golpe dejando sólo una magulladura en el inmundo orco.

Así pues, como suele ocurrir en todo tipo de empresas arriesgadas como es la guerra, aquel que no aprovecha sus oportunidades lo acaba pagando... Su contrincante aprovechó el giro de su ataque para golpearle duramente en la espalda, notó como la herida hendía sus músculos y le provocaba un intenso dolor, "Ahora no, por favor dioses..., debo seguir..., no puedo caer o esta pobre gente perderá a su líder para siempre..." pensaba para sí en aras de darle ánimo para aguantar la marea creciente, pues no sólo tenía que imponerse a su duro rival, sino que había aparecido un segundo, y otro más no tardaría en llegar; era obvio que Eru había querido darle unos instantes de gloria antes de llevarse al desdichado Tarbrand a los salones de Mandos...

Así pues, sin apenas poder abrir los ojos si cabe, alzó su escudo y basó su existencia únicamente en aquel objeto, a la vez que se replegaba con las fuerzas que le restaba hacia una posición más segura.

Turno 7

Los gritos y el sonido del metal de las armas chocando contra los escudos se escuchaban en todas direcciones. Una batalla mas, un combate en desventaja, una derrota a las puertas y una voz distante, casi inalcanzable, que prometía una victoria contra todo pronostico. Tal vez fuese solo una ilusión, pero Theon lo daría todo para que ese minúsculo ejercito doblegara la supremacía orca. Aaren avanzaba hacia los jinetes que enfrentaban a los huargos, Barendil había escuchado su plan y ordenó que comenzase la carga de flechas, el jinete que portaba la cabeza del líder se mezcló con los soldados del frente imbuyendo valor en ellos. Bien, aún es posible. 

El grupo que estaba a punto de abandonar se detuvo por sus palabras, pero eso fue todo. Tras dudarlo, comenzaron a avanzar hacia la posición que les había pedido, tal vez influidos por los cuarenta soldados que ahora con valentía reanudaban el combate. Pero Theon sabía que si atacaban desorganizados serían presa fácil de esos orcos, debían formar un frente de contención para presionar a la horda hasta que Melecthor volviese a cargar y los líderes de la horda cayeran. Eran pocos y debían ser firmes, de lo contrario todo eso era un suicidio. Observó al grupo, nuevamente cargo demasiadas vidas sobre mi, pensó. El peso de esa responsabilidad era inmenso, pero en lugar de aplastarlo, lograba que su valor se incrementara. 

Avanzó con su caballo hacia el centro de la pequeña unidad - Hombres de Sil Auresse, no están solos! De Arthedain y de Girithlin han venido a combatir por vuestra aldea, y no solo eso, norteños y umbarianos se nos han sumado. La victoria se asoma frente a ustedes. Tómense de ella! Renueven su valor!- cabalgó detrás del grupo hacia un lado y luego hacia otro mientras hablaba - Esos orcos tienen sangre como nosotros, y pueden morir! Centenares han caído ya! Este estandarte es prueba de ello, yo mismo he acabado con varios de sus líderes!- ese día había combatido contra cuatro Uruk, y los cuatro perecieron, Theon no dudaba que podía contra unos cuantos orcos también. El estandarte casi deshecho apenas era visible gracias a las antorchas que los milicianos encendían, seguramente poco significaba para los soldados de Sil Auresse sin embargo todos ellos habían visto el terror que producía en los orcos - Combatid a mi lado y veréis un nuevo amanecer! Seguid mis indicaciones y veréis vuestra aldea a salvo! Armaos de valor y contareis a vuestros hijos sobre esta victoria! - Alzó su espada en alto y gritó - Por Sil Auresse! -

Luego con la misma espada volvió a dar indicaciones - Una fila de ocho con escudo y espada, otra fila de ocho atrás con lanzas. Que los escudos estén casi juntos, por el espacio entre ellos pasará el filo de vuestras espadas y las puntas de vuestras lanzas. Avanzaremos a paso lento, solo queremos contener y empujar a esas bestias hacia el río hasta que venga la caballería - luego indicó a los cuatro restantes - Dos hacia un lado y dos hacia otro, protegiendo los laterales para que no rompan la formación . Yo estaré en la tercer fila, reforzando para que ningún orco quede detrás de ustedes. Vamos!- tomó su cuerno y volvió a tocarlo, el sonido prevalecía sobre las tropas aliadas y enemigas que había alrededor. La noche y el caos del combate impedían que los orcos supiesen con claridad cuantos hombres había en ese frente, pero si verían el estandarte tras ello. Verán venir su muerte, y el que no huya probará su sabor .  

Turno 7

Agnor no acabó de matar al trasgo, pero lo dejó fuera de combate y debilitado durante unos segundos, una presa fácil para cualquiera que se lo topara y lo atravesara con la espada en el suelo.

Estaba junto a dos orcos malheridos, pero aquella no era la verdadera batalla. La defensa de Sil Auressë dependía de la defensa del comandante Khôradur. Y, de soslayo y al acabar su última finta, pudo ver que la defensa del comandante dependía de la defensa de Tarbrand. Vio al compañero recibir el impacto brutal de una cimitarra manejada con demasiada habilidad. Otros dos orcos enormes se acercaron y rodearon a Tarbrand y a Khôradur, seguros de acabar con ellos.

—¡Nunca!—gritó. Tironeó de Atreo, lo giró sobre las patas traseras, elevó su cabeza y le marcó la dirección. El bravo caballo forzó el suelo, arañándolo con los cascos para acelerar, hasta coger fuerza y salir disparado como una flecha.

Pasó de largo a Milzarak y a un muchacho que estaban enzarzados con otro trasgo, y llegó hasta la posición de Tarbrand con la precisión, la brutalidad y la fuerza del proyectil de una balista, con el brazo de la espada moviéndose durante el trayecto desde atrás hacia delante, para llegar con la punta y todo el impulso sobre los trasgos.

—¡Muerte!

Turno 7

- Gracias camarada, pensaba que este era mi último combate - agradeció al corsario que le había salvado - Vayamos junto a Khoradur, no podemos perder tiempo, te sigo.

Esquivó al orco con facilidad y se dirigió hacia donde yacía el comandante. Uno de los jinetes lo defendía frente a tres orcos y estaba perdiendo terreno. Con las pocas fuerzas que le quedaban se lanzó contra uno de los orcos esperando pillarle desprevenido. Estaba dispuesto a dar hasta su último aliento defendiendo a Khoradur, aunque su mente no pudo evitar pensar en unos ojos grises y en el pañuelo que guardaba en un bolsillo de su túnica bajo la armadura.

Turno 7

Girion sigió alentando a los que estaban en su unidad y de hecho se puso a combatir codo con codo con ellos para que vieran que él estaba igual de comprometido y que corría el mismo riesgo que ellos.

Era una batalla tremenda y esto le abrimaba al joven que nunca había participado en una confrontación de tales dimensiones. Pero ni quiso ni tenía tiempo para pensar en ello. Simplemente se limitó a seguir alentando a sus nuevos compañeros de armas y atacar al orco que tenía más cerca.

Cuando alcancé al punto donde se encontraban los jinetes, fui consciente de nuestra situación.

El comandante lideraba ahora a tan solo tres jinetes, cuatro conmigo. Y los hombres de Eliver a su izquierda no se encontraban en mejor posición.

Los Huargos eran todavía demasiados y a pesar de que seguía ejerciendo su cargo con una lealtad encomiable, pude leer en su cara que había perdido la esperanza...al menos la esperanza para los que allí nos encontrábamos.

pero aquella era precisamente mi misión. Habia llegado para brindarles esperanza y eso era lo que pensaba hacer.

Enseguida me alineé con el comandante tal y como me pedía, pero antes de dejarme llevar por el momento, me acerqué y le hable con firmeza, para transmitirle la idea que Theon habia sugerido para nosotros.

Mi señor, estoy a su servicio!! Ire a la muerte con sus hombres si usted me lo ordena... todavía existe una esperanza para todos...pero para ello deberá depositar su confianza en mi.

Entonces tan rápidamente como me fue posible, le detalle la idea de Theon de fingir una retirada, para ganar la retaguardia de los Huargos y caer sobre ellos cuando el frente principal alcanzase la salida.
El tiempo apremiaba y todo dependía de que aquel hombre confiase en lo que yo trataba de transmitirle.
El único arma del que disponía era mi determinación. La fe ciega que tenia en los palabras de mi amigo y en que mis ojos pudiesen reflejarla con veracidad a aquellos que me oian.

Turno 7

Khôradur había intentado moverse para liberar toda la sangre que podía de sus pulmones. Al principio parecía que su intento había surtido efecto, había cogido aire de nuevo, escuchaba el fragor de la batalla a su alrededor e incluso podía ver parte de la misma, pero de nuevo los pulmones se le encharcaron, de manera súbita, y le faltó el aire. Khôradur comenzó a tener espamos y una negrura le envolvió.

De nuevo estaba en el navío acercándose cada vez más a la costa. Podía ver a lo lejos lo que parecía un puerto, con torres y edificios de un blanco marfil, y una fila de navios con forma de cisne amarrados a los muelles. Normalmente al acercarse a tierra firme sentía cierta tristeza, pero en esta ocasión todo era diferente.

Dirigió su vista hacia babor y pudo observar un navío negro a lo lejos. Su oscuridad destacaba con el azul del mar y el brillo que les envolvía. Intentó centrar su mirada en ellos pero no podía ver gran cosa. Unas figuras parecían manejar el navío, y una figura alta se encontraba en el timón. Dirigió su vista de nuevo hacia los muelles...

Para encontrarse en la ceremonia de su boda. Su esposa estaba radiante, la bella Ardûkarzhet. Mostraba en su rostro el orgullo de su casa y su linaje. Ambos estaban felices, pero era una felicidad fingida. Khôradur buscaba entre los asistentes a su bella Miriel, su auténtica amada. Allí estaba, llorando y sonriendo, pero él sabía que sus lagrimas no eran de felicidad, y él sentía un dolor en su corazón, más fuerte que si lo hubiesen traspasado por una espada.

De nuevo estaba en un navío, pero no en el que se encontraba. Estaban asaltando Pelargir y él estaba al mando, a su lado su fiel Ulbanathân, Runtharok y Beleg, que no renunciaba a su nombre élfico por mucho que le hubiesen insistido. Todos asaltando el hogar de sus antepasados a la búsqueda de botín y de la ruina de Gondor.

De nuevo una negrura le envolvió....

Turno 7

El joven Bergil había atacado con todas sus fuerzas al orco que tenía delante, pero sin mucho éxito. Su espada a duras penas le hizo nada. Observó como el gran orco le gruñía antes de golpearle.

Sintió un dolor agudo en el costado que casi le hizo perder el equilibrio. Rápidamente se palpó y notó con alivio que no sangraba, pero el dolor continuaba, no podía concentrarse.

Mi señor...

A duras penas podía ver a su oponente, pero agarró con fuerza la espada, debía resistir si quería llegar junto a su señor, aunque también era consciente de que tal vez correría su misma suerte. Intentó ponerse a la defensiva, mientras se alejaba del orco, aunque sabía que esto último no le servía de nada y que el orco le atacaría sin cuartel

Turno 7

"La situación cada vez se vuelve más desesperada." Piensa Eärnil mientras avanza hacia Khôradur. Se da cuenta de que una figura se cruza en su camino, aprieta con fuerza su main gauché "Lo usaré para defenderme en caso de que se sobreviva a mi ataque". Descarga su espada contra su enemigo, aunque cuando la espada alcanza a su contrincante se da cuenta que poco daño ha causado.
Su completa inutilidad en el combate le estaba empezando a causar ansiedad. Por un lado no dejaba de pensar en que el combate abierto no era su especialidad, ni el tipo de combate en el que había sido instruido... pero no podía dejar de lado la importancia de la batalla que estaban librando.

Turno 7 - la carga de caballería

El estruendoso impacto de la carga de los caballeros contra la hueste orco no se correspondía con la veintena de jinetes que formaban la unidad principal. A pesar del cansancio y de la otra batalla anterior, cargaron con tal fuerza que las primeras filas de los orcos se vieron superadas en cuestión de pocos instantes. No obstante, la marea oscura no huyó, y trataron de hacer frente a los jinetes de Melechtor.

Las bajas de los orcos eran numerosas, y Caldrim abatió al que parecía el más fuerte de aquella unidad. En cambio, uno de los jinetes más rezagados fue abatido por los orcos que se abalanzaron sobre él. Con todo, Garan Gwalorn había logrado abrir una brecha y dividir en dos la hueste enemiga.

A medida que avanzaban hacia el río, pudieron ver cómo las primeras andanadas de flechas de la milicia de Sil Auressë caían sobre los orcos a su derecha. Eso les reconfortó, pues no estaban luchando solo.

Turno 7 – Girion, Aaren y Theon

Aaren alcanzó la posición del sargento Leaniach y le expuso el plan mientras contemplaban de reojo el avance de la unidad de Melechtor.

Girion se había unido a los milicianos de Parthil, y envalentados cargaron contra una veintena de orcos de mayor tamaño. Hasta entonces, la milicia de Sil Auressë había sido una fuerza principalmente defensiva, y los orcos no se esperaban un ataque tan directo y agresivo. Tardaron en reaccionar, y fueron arrasados por la superioridad numérica y por el empuje de los defensores de Sil Auressë.

Mataron a varios de los grandes orcos, entre ellos el que dirigía aquel flanco. Eso causó que un tercio de los orcos salieran huyendo, Parthil ordenó a la unidad seguir avanzando. De veinticinco orcos quedaban ahora una docena, y además Theon maniobraba la segunda unidad de milicianos para unirse a la lucha en breve. Habían adoptado una formación cerrada y perfectamente coordinada por Theon. Ya pudieron ver a varios de los jinetes de Garan Gwalorn detrás de las unidades de orcos. Estaban tratando de llegar hasta Khôradur, luchando cuerpo a cuerpo con los orcos más fuertes.

Turno 7 - Parthil

La maniobra de ataque había salido mejor de lo previsto, y estaban a punto de envolver a los supervivientes de la unidad de élite de los orcos. -¡YA SON NUESTROS!, gritó orgulloso de los hombres que había estado adiestrando a diario durante largos meses. Eran carniceros, albañiles, carpinteros, molineros... Hombres valientes pero que no se dedicaban al oficio de la guerra como los soldados del ejército. No obstante, cuando Sil Auressë los había necesitado, habían respondido de una forma extraordinaria.

-¡Girion! Sigue hacia Khôradur, te necesita..., le instó al joven dúnadan cuya llegada había dado ánimos a sus hombres.

Turno 7- Leaniach

-¡Lucharemos! ¡Jinetes aquí!, gritó el sargento y maniobró su caballo para dar algunas órdenes concisas a sus hombres. Aquellas órdenes las dio en voz baja, pero Aaren pudo escuchar cómo transmitía la idea de hacer una carga falsa para atraer a los jinetes de huargo a una trampa.

-¡PREPARADOS PARA LA CARGA!, gritó. Eran cinco caballeros, y enfrente tenían a los temidos jinetes de huargos.

Turno 7 - Ulog-Plak

El veterano orco vio con horror la devastadora carga de los jinetes de Garan Gwalorn. Necesitaba moverse para evitar quedarse atrapado entre el río y la avalancha que se acercaba peligrosamente. Entonces se fijó en la unidad de caballería de Sil Auressë, o más bien en los supervivientes de aquella unidad.

-¡JINETEZ! ¡VAMOZ A ATACARLEZ!

Turno 7 – Resolución zona Khôradur

La situación cerca del cuerpo de Khôradur era cada vez más desesperada. Tarbrand había sufrido un duro golpe, y trató de alejarse del peligro por todos los medios. Pero estaba aturdido, y le costaba moverse. El orco más próximo^O6 le atestó un golpe tremendamente fuerte, pero por suerte no causó mayor daño. Tarbrand se tambaleaba alejándose de los orcos, y fue entonces cuando apareció Agnor con su corcel, y la espada del norteño atravesó el yelmo del gran orco partiéndole el cráneo en dos. Aún seguía de pie unos segundos más antes de caer al suelo.

Al otro lado del cuerpo de Khôradur, Eärnil se enfrentó al orco que le bloqueaba el paso^O2. El ataque del guerrero de Arthedain impactó en la pantorrilla del enemigo quien comenzó a sangrar. No obstante, no fue suficiente para evitar que éste le devolviera el golpe al dúnadan. La cimitarra orca dio en la cabeza, y solo el yelmo de Eärnil evitó su muerte. El guerrero cayó al suelo y soltó sus armas. Todo le daba vueltas, pero seguía respirando. Al menos de momento.

De su izquierda llegó Milzarak a la carrera hasta Khôradur, y golpeó al orcoO9 quien se alejó unos pasos. Detrás de él, el escudero Bergil logró evitar el ataque del orco^O1, y ahora buscaba cómo seguir avanzando hacia Khôradur para poder ayudar a su señor.

Mientras tanto, los milicianos lograron romper las defensas orcas y cada vez estaban más cerca para poder ayudar. Entre ellos iba Girion a caballo.