Partida Rol por web

Turno 8

La costa estaba cada vez más cerca. El resto de pasajeros estaba cada vez más alegres y el mismo Khôradur reía al notar como las olas golpeaban el casco y le mojaban la cara.

Observó como otros navios similares al que se encontraba lo seguían, eran una pequeña flota de una docena de barcos, todos con el mismo rumbo.

Dirigió su vista hacia el navío negro que se acercaba. Su presencia destacaba ante tanta luz. A lo lejos, otros navios negros le seguían, pero algo pasaba. Se fijó como alguno de ellos se detenía de súbito, le parecía escuchar gritos que procedían de su cubierta y de súbito un remolino oscuro, negro como la noche se formaba debajo suyo y lo absorvía sin dejar rastro.

Pero Khôradur se sentía tan bien que al principio no le preocuó, incluso se alegró, ya que esos navíos negros parecían no pintar nada allí.

Su negrura desentona con la belleza del lugar

Se volvió de nuevo y....

Estaba en casa, con su hijo. Tenía un año y estaba jugando con él. Su esposa cosía mientras los contemplaba. En su rostro se veía cierta felicidad, y si bien Khôradur le tenía cariño no la amaba, y sabía que lo mismo le pasaba a su esposa.

Su hijo le tiró una pelota, Khôradur la cogió y se encontró siendo un niño, en los muelles de Umbar. Estaba jugando con varios de sus amigos de la infancia con espadas de madera. Algunos de ellos morirían poco después durante un asalto de Gondor. Otros en el mar, ya adultos. De toda la pandilla de la infancia, sólo quedaban tres, incluyendo a Khôradur.

Éramos tan inocentes en esa época

Detuvo la estocada de su amigo Helzûk y de pronto se encontró de nuevo en una de las refriegas siendo un adulto. Era el asalto de un navío mercante de Gondor. Estaba luchando con un marino tan alto como él, acababa de detener su golpe y antes de atraversarle el corazón. Notó un golpe en la cabeza, fue cuando un marino le dejó incosciente durante la lucha, y de nuevo la negrura le envolvió...

-Turno 8:

Tarbrand creía que todo estaba perdido, en su internada en solitario había alcanzado gran renombre, pero también se había expuesto demasiado, su alma temeraria se había excedido esta vez, por lo que herido, desorientado y rodeado, sólo le quedaba esperar a la muerte...

No obstante, cuando todo parecía perdido, apareció un bravo guerrero a lomos de un corcel de guerra, por un momento creyó que se trataba del mismísimo Oromë, pero la realidad era mucho más agradable, pues no era sino su fiel compañero Agnor, que había acudido una vez más para salvarle el cuello, sin duda le debía mucho al norteño y esperaba algún día poder agradecerle todo lo que había hecho por él.

Así pues, contemplando como uno de sus enemigos caía en el acto gracias al letal acero del eòtheod, se movió para llegar hasta él, y así poder escapar de los dos orcos que aún tenía junto a él.

Turno 8

Bergil contempló la figura imponente del orco que tenía delante y como alzaba su arma contra él, pero ya fuese por su entrenamiento, la suerte, o los Valar, esquivó el ataque. Mantenía su espada en alto pero intentó zafarse del orco para llegar junto a Khôradur.

He de librarme de él

Sabía que no podía hacerle frente, o al menos con plenas garantías, él era un simple escudero, así que manteniendo su espada en alto, intentó librarse de él, retrocedió unos pasos, hizo un amago de ir por un lado y salió corriendo hacia el otro intentando poner tierra de por medio y llegar hasta su señor.

Turno 8

La arremetida de Agnor contra los orcos que acosaban a Khôradur y a Tarbrand fue brutal y letal para uno de ellos. Tanto, que de un único golpe le abrió la cabeza al trasgo y lo mandó a donde fuera que van los orcos cuando mueren. Si es que existía un lugar reservado para criaturas tan inmundas. Y si existía, sin duda debía ser frío, oscuro y horrendo.

El espadazo había sido tan fuerte que sintió el rebote en el hombro y lo elevó ligeramente de la silla. Arrancó el filo de cráneo perforado, lo levantó por encima de su propia cabeza y volvió a acometer, de arriba a abajo y ligeramente de lado, para barrer el aire y alcanzar al orco que se estaba enseñando con Tarbrand, situado justo al lado del que acababa de matar. El golpe, certero, solo podía diferenciarse del anterior por la distancia. De haber estado más cerca, ese trasgo habría sentido el filo de la espada de los Guthild por completo.

Turno 8

El grupo de milicianos parecía estar ganando terreno, y mientras Theon maniobraba con el segundo grupo los jinetes de la carga principal empezaron a asomar por nuestro lado. La cosa parecía ir bien, pero ahora el grupo de Huargos se disponía a cargar contra nosotros con su Capitán a la cabeza. Leniach había dispuesto ordenes para comenzar la maniobra de distracción, pero no sabia si nos daría tiempo a ejecutarla con precisión. Los Huargos nos superaban en numero ampliamente y no había mucho margen para la maniobra. A la voz de preparados del Sargento, apreté con fuerza la estrella de la mañana y me lancé a la carga con el resto de Jinetes. Sin olvidar las palabras de Theon me situé en la linea para interceptar a Ulog-Plak. Si conseguía derrotar al líder Uruk quizás hubiese una oportunidad para nosotros.

- MUEEEERTEEE! Las gotas de sudor resbalaban por la frente hasta mis cejas y los susurros del viento de la tarde se confundían con los gritos de la gente que luchaba y moría, dando lugar a un descorazonador e improvisado Requiem por las almas de los caídos...

Turno 8 

-¡Girion! Sigue hacia Khôradur, te necesita...,

Cuando el joven escuchó esa orden, no se lo pensó dos veces y se dirigió hacia el interior de la refriega, donde estaba caído Khôradur. Al observar esa pequeña parte de la refriega algo le saltó en la mente. Miró nuevamente el campo para reafirmar lo òque se mente había visto en solo unas décimas de segundo y lo volvió a ver. Su objetivo: Khôradur. Tendido en el suelo, estaba a merced de cualquier enemigo o cualquier animal.

Pero llegar hasta él no iba a ser fácil. Varios orcos le cortaban el camino, sobre todo uno había visto al joven con su montura y se dirigía hacia él para pararle y que no llegara al combate.

Azuzando a Viento Girion se sujetó ferreamente mientras dirigía con su rodillas al corcel. Tenía que llegar hasta Khôradur y ponerlo a salvo.

-¡Vamos, amigo mío! ¡Hay que llegar hasta Khôradur y ponerlo a salvo! ¡Ayúdame a llegar hasta él y luego tienes que ponerlo a salvo!

Turno 8

A su alrededor la situación se volvía favorable, había logrado alcanzar la formación que se había propuesto y las tropas de Sil Auresse habían logrado doblegar a los orcos, solo un puñado de ellos presentaba resistencia. A lo lejos apenas podía distinguir el movimiento de los jinetes pero no podía discernir como avanzaba la situación, la noche ofuscaba sus sentidos. Tampoco podía ver el estado en el que estaba Khoradur, pero sí vio como el jinete con la cabeza del líder de la horda, que había oído que respondía al nombre de Girion, se dirigía allí para fortalecer esa posición. Ubicó con facilidad al líder que tenía al mando a cuarenta soldados, había demostrado que sabía manejar a su unidad con eficacia y que tenía el coraje para enfrentarse a los orcos sin dudar, así que pensó en la posibilidad de delegarle el mando de esa ala.

- Ven como huyen? Ven como unidos logramos prevalecer? Continuad esta formación y avanzad hacia la horda al lado del grupo a su derecha. No os despeguéis de ellos y podremos alcanzar la victoria! - le dijo a la unidad que le seguía - Iré a organizar al resto de las tropas - dijo y se alejó de inmediato. A los pocos metros gritó para llamar la atención del líder de los milicianos que había comandado a Girion - Lo han hecho bien. Mantened la formación y avanzad en bloque hacia la horda hasta dejar atrás a Khoradur lo antes posible. Luego deténganse y adopten una actitud defensiva hasta que el resto de las tropas estén ubicadas. Creedme, lo lograremos! - dijo, y tras ello avanzó hacia la posición central.

Quería conocer la posición de las tropas ubicadas al norte e intentar ver con mayor claridad el estado de Khoradur y Melechtor. Confiaba en Aaren pero estaba preocupado, ya no tenía contacto visual con él y la tarea que le había encomendado era casi suicida. Por otro lado, las fuerzas al mando de  Barendil eran experimentadas, pero no podía abandonarlos a su suerte. Debía lograr ubicar esas tropas de un modo alineado con las del sur para completar el frente antes que Melechtor hiciese un segundo ataque. Aceleró el trote de su caballo mientras gritaba el nombre del líder de la unidad - Barendil!- 

Turno 8

El combate estaba equilibrado en torno a Khoradur. Pero no tenían tiempo que perder, su comandante era fuerte y pero en el estado en el que se encontraba no podría aguantar mucho tiempo. Ingnorando el dolor del hombre se lanzó con toda su fuerza contra el orco que tenía enfrente.

- ¡Por Umbar y por Sil Auressë!  - grito con fuerza mientras su alfanje bajaba con fuerza sobre el orco.

Turno 8

Estaba claro que la lucha en terreno abierto no era la especialidad e Eärnil. Siente como le cuesta respirar, su vista vidriosa apenas le permite percibir el campo de batalla. Sabe que el golpe que ha recibido ha sido tremendo, nota la cabeza mojada, "... mueve ligeramente los dedos de la mano y de los pies..." Le dice la voz de su sargento en su preparación para la guerra de Enedwaith "... te ha caído una piedra grande en la cabeza, pero no parece que te haya cascado el craneo, hazme caso intenta mover los dedos para comprobar que no haya daños internos...". Como si estuviera todavía en las montañas Eärnil mueve ligeramente los dedos de la mano y de los pies... aturdido como se encuentra y sin sus armas sólo ve una opción, el orco seguramente no sabe los daños que ha sufrido... en su estado realmente tampoco sabe si está de pie o en el suelo... decide dejarse caer y hacerse el muerto... aunque realmente no sabe si es una treta inteligente o si ya de hecho está muerto después del tremendo golpe recibido.

Turno 8 – La carga de caballería

Los caballeros siguieron con su carga y comenzaron a virar hacia su derecha. Habían logrado dibujar una línea que dividía a los orcos, y los enemigos que se habían quedado separados de la hueste principal recibían una lluvia continua de flechas de la milicia de Sil Auressë bajo el mando de Barendil.

A lo lejos pudieron ver a los jinetes de huargos, y a un grupo de caballeros que parecían querer hacerles frente. Pero aún se hallaban lejos.

Turno 8 – Melechtor

El capitán estaba satisfecho con el resultado de la carga, y por un instante pensó en dirigirla hacia su izquierda, hacia el grueso de la hueste enemiga que ahora estaba desordenada. Pero era mejor ceñirse al plan inicial. Dividir a los orcos y girar hacia la derecha antes de llegar al río.

-¡AHORA! ¡CALDRIM! ¡BAKAR!, gritó y se llevó el cuerno a la boca. Sonó dos veces, tal y como habían acordado, y se pudo escuchar por encima del ruido de la batalla.

Turno 8 - Barendil

El veterano oficial observó el avance de la caballería, y también echó un vistazo hacia la contienda junto al cuerpo de Khôradur. Recordaba las órdenes lanzadas por el jinete rubio que había llegado con la unidad de Melechtor, y pudo ver cómo sus consignas se estaban convirtiendo en una realidad.

-¡DISPARAD! ¡ALLÍ!, su espada corta les indicaba la dirección a los milicianos. Estaban bien adiestrados, y aunque de reojo estuvieron pendientes de lo que pasaba en la zona donde se hallaba su comandante Khôradur, ninguno cesó en su empeño de darles apoyo a los valientes jinetes. Flecha tras flecha voló hacia los orcos, y vio caer a algunos de los trasgos.

Entonces escuchó una voz llamándolo:

¡Barendil!

Y vio a aquel jinete aparecer en el centro, no muy lejos de Khôradur. Y con la espada apuntó a la unidad formada por los guardias de la ciudad. Iban ataviados con tabardos de malla, y armados con alabardas. Eran lo más próximo a una infantería pesada que podía tener Sil Auressë, y sus armas y sus armaduras eran de gran calidad. No en vano habían sido forjadas por enanos.

-¡Allí! ¡Tienen que ocupar el centro! ¡Mantenerse firmes allí!, trató de indicarle al jinete.

Aquella unidad debía servir de referencia para las demás, pues era como el yunque mientras la caballería podía hacer de martillo.

Turno 8 – Cathael

Al sur, a varios cientos de pasos de distancia, dos hombres se acercaban a la carrera. Se trataba de Cathael hijo de Caldrim y Sudwyll el cazador de Sil Auressë. Querían llegar a la zona protegida por los hombres de Sil Auressë, y desde su posición pudieron ver cómo se estaba formando un frente con los hombres de Parthil,  los de Barendil y  los guardias liderados por Eliver. Y a lo lejos, los jinetes de Melechtor cargaban en paralelo a ese frente hasta llegar a la zona del río.

Turno 8 – Carga Leaniach

Leaniach lideró la carga contra los jinetes de huargos que les superaban dos a uno. Además, los monstruosos huargos luchaban con ventaja sobre los caballeros, pues los caballos los temían y eran ágiles, y sus garras y sus colmillos los convertían en extremadamente peligrosos.

Aaren buscó al líder orco Ulog-Plak, y le vio rodeado de varios jinetes. Atacó con la estrella de la mañana, y le alcanzó aunque con poca fuerza. El veterano orco se alejó unos pasos y ordenó a dos jinetes rodearle, uno a cada lado.

Mientras tanto, el resto de los ataques de los jinetes de Leaniach lograron acabar con un jinete de Ulog-Plak, y herir a otro. Pero sufrieron la furia de los huargos, y dos caballos terminaron malheridos y sus jinetes cayeron al suelo. Además, algunos de los jinetes fueron alcanzados por cimitarras orcas y por fauces de los huargos. El propio Leaniach era uno de los que perdió su montura.

Turno 8 - Leaniach

-¡Recoged al jinete!, instó y apuntó al compañero caído. Luego vio la situación comprometida de Aaren, y se acercó andando a los dos huargos. -¡VAMOS! ¿Queréis luchar? ¡Aquí me tenéis!, les retó. Su objetivo era darle una oportunidad a Aaren para que volviera a atacar a Ulog-Plak antes de llevar a cabo la retirada.

De momento uno parecía girarse y ahora se encaraba con Leaniach. Pero quedaba el otro...

Turno 8 – zona Khôradur

Girion dirigió su fiel caballo Viento y salió de la formación de la milicia. Su objetivo era acercarse todo lo posible a Khôradur. De reojo vio cómo los valientes hombres bajo las órdenes de Parthil siguieron diezmando el grupo de orcos, y cómo se sumaban más guerreros desde el sur. Dejó atrás a uno de los orcos^O3 que le perseguía en vano. De reojo vio a Theon que había traído a otra unidad de milicianos para completar el ataque de Parthil. Las miradas de los dos se cruzaron brevemente, pero cada uno se dirigía a un lugar distinto. Theon necesitaba una posición central para poder ayudar a coordinar los ataques de las tropas, mientras Girion trataba de llegar hasta Khôradur.

Cerca de Theon, el escudero Bergil trató de esquivar al orco^O1 que le impedía llegar a su señor. El joven estaba aún aturdido, y sus movimientos fueron algo torpes.

El joven estaba aún aturdido, y sus movimientos fueron algo torpes, lo que le permitió al orco grande agarrarlo con fuerza de la nuca con la mano izquierda, mientras en la otra blandía su cimitarra.

Eärnil había sufrido un duro golpe en la cabeza, y ahora yacía en el suelo inmóvil. El orco que le había golpeado daba por supuesto que lo había matado, y ni siquiera se molestó en rematarlo. A su alrededor vio a más enemigos que aliados, y encima Zaboht estaba muerto. Necesitaba huir de allí, así que buscó la ruta más despejada.

Al otro lado, la espada bastarda de Agnor se clavó ahora en la pierna de otro orco^O6, cortando una arteria. La sangre salía a borbotones, y aunque el trasgo seguía en pie, iba a tardar un poco en recuperarse si es que lo lograba hacerlo. La nueva maniobra de ataque del norteño le permitió a Tarbrand separarse del peligro momentáneamente y ahora se encontraba junto a su amigo, a pocos pasos de Khôradur que yacía en el suelo. Tarbrand mejor que nadie era consciente de la gravedad de la situación del umbareano, quien necesitaba atención urgente.

Justo en ese momento, un tremendo golpe del alfanje de Milzarak rompió la caja torácica del orco^O9 más próximo, quien se quedó inmóvil durante unos segundos hasta que dejó caer su arma y se cayó hacia atrás. Estaba muerto. En el lado opuesto, el otro guerrero de Umbar acabó con otro de los orcos^O8.

Turno 9

Eliver vio acercarse al jinete al centro de las defensas de Sil Auressë, y también escuchó las palabras de Barendil. Comprendió que los guardias que ahora lideraba i ban a ser la clave. -¡Dos filas de siete!, gritó a los primeros catorce. El resto, otros diez guardias y tres soldados supervivientes de la unidad de Eliver, formaban detrás de las primeras filas. -Cinco a un lateral.

Entonces vio la situación desesperada de Leaniach y sus jinetes. -¡Cinco guardias conmigo!, gritó y comenzó a correr hacia Leaniach. Echó un último vistazo al jinete rubio, y asintió.

Espero que sepa guiarlos. No puedo dejar morir a más hombres.

Turno 9

Contra toda esperanza, 4 Jinetes comandados por el Sargento Leaniach nos lanzamos a la carga contra los terroríficos Jinetes de Huargos.
Vi dos hombres caer a mis flancos, heridas sus monturas por las fauces y las garras de los grandes lobos...no había tiempo para consideraciones. Maniobre mi cabalgadura como pude para buscar la cabeza de Ulog-Plak, pero mi acometida llego demasiado tarde...no lo se, puede que solo fuese el miedo, frenando mi brazo 1ue partía en busca de la libertad y la gloria que siempre le habían sido negadas.

Cuando pude al fin virar el rumbo, me encontré rodeado de enemigos.

A sus espaldas Leaniach gritaba ordenes para socorrer a los caídos y se acercaba a uno de los Huargos para proporcionarme un pequeño respiro...

es todo cuanto preciso...pensé

En esta ocasión, la distancia hacia inviable una nueva carga, de modo que espoleé con mesura a mi montura y enfrenté nuevamente a Ulog-Plak.
Cuando el Jinete que lo flanqueaba hizo ademan de interponerse, alcé mi voz como pocas veces solía por encima del griterío y lo amenacé con toda la determinación que albergaba en mi corazón.

Cruzate en mi camino ahora y tu horrenda cabeza terminará ensartada en una pica ardiente!!... grité aludiendo a la cabeza que Girion paseaba por el campo de batalla.

Mis ojos refulgieron con el reflejo de las antorchas lejanas y las flechas incendiarias del campo de batalla...e instantes después, mi brazo descargó todo el peso de la desesperación humana en la forma de un golpe demoledor. La cadena de mi maza restalló como un relámpago seguida de un eco atronador...

¿Que habría hecho Theon?...me pregunté una vez más...ya no importaba...tenia claro que a partir de aquel momento estaba solo, como tantas veces lo había estado antes...encontraría la forma de sobrevivir por muy difíciles que se pusieran las cosas...siempre lo hacia...aquella era mi maldición. Viviría para encontrarle y ayudarle a ver un nuevo día, de esto ultimo no estaba tan seguro, pero confiaba en que así seria .

Turno 9

Postrado en el suelo con la cabeza cubierta de sangre parece un cadáver más, Eärnil sigue mareado y decide continuar tirado hasta encontrarse algo mejor, aunque abre ligeramente los ojos para localizar sus armas.