Partida Rol por web

No sabía qué hacer. No sabían a dónde iban ni cómo iban a salir de allí, ni podían comer si no podían cazar. Lo único que podían hacer era salir del bosque para ver qué había. Además, cuando Ashley mencionaba a Dom recordaba la jugarreta que les había jugado el Anciano y le daban ganas de volver al bosque a engarrarse con la manada. -No lo sé. Igual hay alguien que pueda ayudarnos. Otro garou. No lo sé.

-Yo tampoco.

Desde el límite del bosque se veía una ciudad con sus rascacielos cuajados de luces, su tráfico, su contaminación... Y sus humanos. Humanos como los que patrullaban cerca de ellos, armados con un fusil de caza, redes y linternas, y que se echarían encima de ellos en cuestión de segundos.

-¡Corre, corre! ¡Escóndete!

Sin entender nada, Donny retrocedió de nuevo hasta la linde del bosque para esconderse de las pistolas, las luces y los rifles. Tampoco podían quedarse allí, porque la manada les encontraría y volvería a echarles. -¿Qué hacen? ¿Son cazadores? -preguntó cuando se sintió un poco a salvo.

-Eso parece... -contestó Ashley semioculta tras unos arbustos-. Pero si no nos podemos transformar no vamos a poder pararlos. Creo que estamos atrapados entre los lobos y los humanos...

Eso ya lo había oído antes. Pero puestos a elegir, era fácil notar que ningún miembro de la manada que se habían encontrado llevaba pistolas. -Prefiero probar suerte con los lobos. Si seguimos por el bosque igual nos salimos de su territorio y encontramos un sitio para... Pensar qué hacemos. Estaba seguro de que Ashley podría olfatear las marcas de la manada e identificar una zona desocupada del bosque.

-Sí, es verdad -dijo Ashley.

La Philodox comenzó a olfatear en busca de una zona libre de orina de lobo. Tuvieron que buscar mucho, durante varios kilómetros, y Ashley sólo pudo encontrar un sitio en el que el aroma lupino fuese menor, no inexistente. Para entonces, ya era casi de día y la Fenris estaba derrengada.

-Tengo que descansar un poquito, Donny. Voy a dormir... un rato, sólo.

Donny también estaba agotado, pero él solamente había estado siguiéndola hora tras hora mientras ella se dejaba la nariz en busca de pis de lobo. Se sentó junto a Ashley. Tenía hambre y sueño y sentía que hasta que no descansasen no iban a poder sacar nada en claro de aquel Reino tan horrible. -Vale. Descansa. Voy a intentar cazar algo, no me alejo. No tenía ni idea de cómo cazar solo, e incluso si lo conseguía no creía que pudiera cazar nada lo bastante para los dos. Y además a Ashley se le iba a quedar frío, lo que era todavía más desagradable que una presa recién cazada.

Donny se sumergió en el bosque en busca de presas. Solo no podría cazar una pieza muy grande, pero olía a conejo y eso no era muy difícil de atrapar. El Ahroun pudo coger uno, suficiente para que engañasen un poco el estómago, y lo llevó entre las fauces de vuelta hacia Ashley. Pero de camino pisó algo sorprendentemente frío y luego sonó un "chac" muy desagradable. Un dolor espantoso le paralizó la pata delantera. Acababa de pisar un cepo.

Soltó un aullido de dolor y se le cayó el conejo de la boca. Un cepo, ¡una trampa! Intentó sacar la pata pero sólo consiguió hacerse más daño, y no encontraba la manera de quitárselo con la boca. Empezó a gemir y a lloriquear para llamar la atención de Ashley... hasta que se dio cuenta de que podía atraer a los cazadores también. Tenía ganas de arrancarse la pata a mordiscos. Lo único que podía hacer fue mordisquear el cepo, tratando de liberarse, y esperar que Ashley le encontrara.

El sol se levantó sobre las copas de los árboles y Ashley no dio señales de vida.

Le dolía demasiado para comerse la presa y para dormir. En algún momento se había hecho de día. Llevaba no sabía cuánto intentando cambiar a cualquier otra forma, su forma verdadera con manos y dedos para abrir el cepo o la forma Crinos para poder destrozarlo, pero estaba atrapado en ese cuerpo de lobo estúpido y vulnerable. Decidió que le daba igual quién le oyera y aulló para llamar a la Philodox. Si aparecía ella, estupendo. Si venían los cazadores y añadían al cepo un tiro en la cabeza tampoco iba a quejarse.

Donny aulló dos veces y al momento vio que algo se movía entre los arbustos. Un lobo escuálido y marrón y blanco se hizo hueco entre ellos. Se acercó cojeando a Donny, dejando que el Ahroun observase que su pata delantera derecha estaba grotescamente deformada y pelada. El lobo emitió un gemido y olfateó en su dirección mientras meneaba la cola.

-¡Eh! ¡Eh! -dijo en lengua Garou-. ¿Eres un Garou? ¿Me entiendes?

-¡Sí! ¡Sí! -gimió, encantado de encontrarse con algo que conocía y tenía sentido en ese sitio-. ¡Quítame esta mierda! ¡Por favor!

El lobo cojo se acercó y olfateó el cepo.

-No sé si voy a poder, sólo tengo una pata, y necesitamos...

Una imponente loba gris se abalanzó sobre el lobo cojo y lo lanzó a un lado. Gruñendo y llena de Rabia, lo inmovilizó y puso sus dientes en torno a su cuello, amenazadora.

Quiso avanzar hacia los lupus, pero el cepo clavándose más en su pata le recordó en qué situación estaba. -¡ASHLEY NO! ¡GAROU! ¡ES GAROU!

-¡Soy un Garou! ¡Soy un Garou! -gimió el lobo-. ¡Soy Mala Pata, Galliard Metis de los Garras Rojas!

Ashley le soltó, no muy contenta, y se volvió hacia Donny.

-Vamos a ver cómo te sacamos de ahí -murmuró la Philodox. Rondó alrededor de la pata herida de Donny y buscó la manera de levantar las dos partes del cepo a la vez, pero sin codos no había modo.

El Metis, Mala Pata, se levantó y cojeó hasta ellos.

-Sí, claro, pero con uno solo no basta. Tenemos que... Si me dejas yo... -Aquel Garou era sumamente tímido y parecía bastante apaleado.

-Sí. Sí, claro, sí. Gracias.

Se encogió para no parecer amenazador. Nunca había conocido a un Garras Rojas, ni siquiera tenía claro quiénes eran esos, pero le daba igual mientras pudiera sacarles de allí.

Entre los dedos, con patas y dientes, consiguieron tirar del mecanismo lo justo para que Donny pudiese sacar la pata. Tan pronto salió de entre los dientes de metal del cepo, empezó a sanar y todo fue mucho mejor. Ashley le frotó el morro con el suyo.

-Será mejor que nos vayamos de aquí -dijo Ashley-. Ese aullido se ha escuchado hasta en mi casa.

-¡Sí, sí, vámonos, o vendrán los humanos! -exclamó el Metis-. ¡Vámonos!

Gimió de puro alivio al verse libre del cepo y probó la pata. Había sanado. Bien. Todo iba mejor. Miró el conejo muerto. Le daba igual. Alejarse era lo primero.

En cuanto pudo correr, corrió con Ashley y Mala Pata, no le importaba mucho a dónde.