Partida Rol por web

22 de noviembre de 2000 - 19:23

Llegaron al Viento Ululante mucho después del anochecer, cuando las hogueras ya crepitaban altas y el olor a asado hacía rugir los estómagos. Habían estado viajando a través de la Umbra durante varias horas después de la despedida del Clan del Klaive Sangriento. Los del Martillo del Alba habían insistido en festejar su constatación como manada y les habían dado hidromiel de la que emborracha sin que uno se dé cuenta. Resacosos y aturdidos, el viaje había sido más duro de lo usual debido a ello, pero un avatar de Jabalí se había cruzado en el camino para darles la bienvenida a su "piara". Eso les había subido la moral y habían continuado adelante sin que importase de veras el dolor de cabeza y la sed.

Después de que Alecto les anunciase con un aullido se acercaron a su rincón junto a la hoguera sólo para descubrir que ya había alguien ocupándolo.

Eran cuatro Garous, todos en forma Homínida. Uno de ellos, pelirrojo y bien parecido, tocaba unos acordes de guitarra con el fuego arrancándole reflejos cobrizos de la cabellera. A su lado un chico negro y enjuto hablaba con una chica de semblante serio y hablar articulado. No muy lejos, un chico de pelo rapado y considerable musculatura meditaba en la postura del loto. Fue el único que los miró cuando llegaron, pero no hizo nada.

Donny suponía que alguien querría comunicarle a los Ancianos que ya no eran los Recaderos y que ahora formaban parte del clan de manera oficial. También sabía que ese alguien no era él. Sólo quería beber un poco de agua, comprobar si su madre estaba bien y sentarse un rato en su rincón junto a la hoguera antes de que las Furias notasen que habían regresado. Sin embargo, ya había alguien sentado en su rincón.

Sintió como si hubieran allanado su casa, lo que era extraño teniendo en cuenta que solía dormir en cajeros. Se quedó mirando a aquellos cuatro tipejos que le habían quitado lo más parecido a un establecimiento permamente que tenía y parpadeó.

-Eh -dijo a modo de saludo.

Sin saber qué más decir dejó su bolsa de deporte y su Gran Klaive en el suelo, seguro de que alguno de sus compañeros les echaría un ojo, y se volvió hacia Viviane.

-Voy a ver a mi madre -dijo, y le dio una palmada amistosa en el brazo a la Ragabash antes de alejarse.

Alecto se acercó a Donny y Vivane mientras este se despedía y se alejaba, con la guitarra a la espalda y una calavera bajo el brazo a la que iba aleccionando por lo bajo:

-Y así es como son las cosas aquí en Ululante, nadie respeta nada. Eso sí, tenemos chicas guapas y aquí serás un colega, no un objeto decorativo -se plantó al lado de Viviane y levantó la calavera con una mano mirándola de frente, como estudiándola-. ¿Crees que deberíamos llamarle Murray, Yorick o Conan? ¿O... los tres?

-Vale. Yo despejo el porche -respondió alzando la mano para despedirse.

Su mirada se centró en el grupillo nuevo que se había asentado sin permiso. Eso de ser la 'hija de Jabalí' (además de la de Lysandra) le había dado la valentía suficiente como para enfrentarse a cualquier reto, y dejar que acaparasen su tronco no era su intención. Después de que un tanque le disparase por la espalda no había nada que no se sintiese capaz de afrontar, excepto, quizá, decirle a Ashley que se había acostado con Alecto. Eso le hacía temblar de pies a cabeza, y no en el buen sentido.

-Puedes hacer una combinación. Ya sabes: Murray, hijo de Yorick, ancestro del bárbaro Conan. Algo así. Luego puedes seguir añadiéndole nombres hasta que no te acuerdes del primer -se encogió de hombros-. ¿Vienes?

Sin esperar respuesta se acercó a la manada extranjera para hacerse notar, mirando especialmente al chico pelirrojo que estaba ocupando su sitio. Sonrió brevemente y alzó la mano.

-Ey -enfundó las manos-. Nuevos, imagino. ¿Venís por la llamada?

Sueño había vuelto bastante cansado, más que los demás. No había aguantado demasiado bien lo de emborracharse y sufrir la resaca del día siguiente, por lo que se había mantenido todo el camino en silencio, deseando llegar a casa y descansar. Encontrarse gente en el lugar en el que su nueva manada siempre se había reunído no le sentó muy bien y mucho menos era lo que esperaba encontrar. Gruñó y se acercó junto a Viviane.

-Oh, por todos los... Alecto, no se te ocurrirá meter esa guarrada en la cabaña, ¿verdad?

Sólo había accedido a pedir la calavera porque estaba borracha, porque Alecto era muy pesada y porque estaba borracha. Había olvidado lo fuerte que era la cerveza y el hidromiel que destilaban los Fenris y todo el mundo parecía deseoso de que se tomase otro cuerno. Tras la muerte de Fuegofrío, el Clan necesitaba de alegrías. Que la hija de Sven fuese una Garou de pleno derecho y con una manada aceptada por el Martillo del Alba parecía una excusa tan buena como cualquier otra para olvidar. El suicidio -honorable, decían algunos; absurdo, decían otros- había ocurrido ante ojos acostumbrados a ver cosas horribles, y dado que la Philodox se hallaba en pecado y se había negado a seguir el castigo ordenado por el Jarl, poco espacio había para lamentarse. Ashley seguía tocada por ello, pero se había mentalizado a no pensar en el tema. Su mentora estaba muerta, el Metis sería criado por el Clan y puesto a prueba cuando fuese mayor y eso era todo.

Dejó que Donny se fuera y recogió su mochila y el Gran Klaive. Detestaba que lo dejase en el suelo, después de todo el esfuerzo que les había costado conseguirlo. Al ver que había nuevos Garou en el Clan -¡en su sitio!- la puso en tensión. Se plantó junto a Viviane y apoyó la punta del Gran Klaive en el suelo, mirándolos fijamente.

-¿No sabéis que esa es nuestra hoguera?

El chico se interrumpió y dejó la guitarra a un lado para ponerse de pie. Sus compañeros le imitaron, a excepción del que meditaba, que siguió observándolos con atención y prudencia.

-¿La hoguera? Nos dijeron que podíamos ocupar cualquiera de los sitios que nadie reclamara. Lo siento. -Se limpió una mano contra el pantalón antes de extenderla hacia ellas, dudoso acerca de quién ostentaba el liderazgo-. Soy Alroy Beso-de-Fuego, Galliard y Alfa de Los Protectores de Delfín. Ellos son Evey Saluda-al-sol, nuestra Philodox, Mike Rompe-la-espiral, Ragabash, y Río-que-fluye-en-calma, nuestro Ahroun. Y sí, el mensaje del Viento Ululante llegó con urgencia la semana pasada. No nos lo pensamos demasiado antes de venir, ¿verdad?

-Sonaba bastante feo -dijo el Ragabash-. La verdad es que me esperaba que las cosas estuviesen peor.

-Los Danzantes saben del paradero del Túmulo y una de las Garou de mayor rango se ha pasado al enemigo. ¿Cómo que parecía que estuvieran peor? -inquirió la Philodox.

-Me esperaba fuego. Mucho fuego.

El Ahroun, que no se movió ni un ápice, dijo, con una voz tan suave que no parecía provenir de un hombre tan alto y fuerte:

-Podéis llamarme Fred.

La Ragabash, que estaba al frente de la manada, estrechó la mano del pelirrojo que había ocupado su lugar. Decidió que, ya que su Galliard estaba muy ocupada hablando con su nueva calavera, no había nada de malo en que hiciese las presentaciones.

-Ella es Ashley Digna-hija-del-klaive, nuestra Philodox y Alfa. Sueño-de-arenas-rojas, el Theurge, y Alecto Tres-acordes, nuestra Galliard. El que se acaba de ir es Donny Botón-del-pánico, nuestro Ahroun. Yo soy Viviane Flecha-de-plomo, Ragabash y momentaneamente portavoz de los Colmillos de Jabalí. Acabamos de regresar de una misión espiritual -canturreó con orgullo y una sonrisa-. Y no sé qué fuegos esperabais pero este es nuestro, sí. Aunque yo no tengo problema en que nos acompañéis un rato siempre que me devuelvas mi sitio.

El Galliard recogió su guitarra. La Philodox murmuró "Oye, espera un momento...", pero él ya se había hecho a un lado con docilidad. Nada convencida, ella le imitó y dejó espacio suficiente para que los recién llegados se sentaran. Recogiendo su guitarra, preguntó:

-¿Qué habéis estado haciendo? Si no es mucho preguntar, claro.

Donny acudió al núcleo del Túmulo, donde su madre había sido depositada para que se recuperase con ayuda de las energías místicas. No había notado ningún aviso en su amuleto, por lo que suponía que estaba bien. Pero la última vez que la había visto se encontraba en coma. En coma es mejor que siendo violada por Danzantes hasta la muerte, pero sigue siendo un estado poco natural. Por lo que le habían dicho las Furias, podía recuperarse pronto o no. Ahora lo vería.

Le dijeron que su madre estaba en una de las cabañas. La vio sentada en un taburete cerca de un puchero que hervía vigilado por Danza-a-la-Luna-Creciente. Parecía cansada, pero a salvo. Sin embargo, tan pronto como posó sus ojos en Donny, Loretta soltó un grito y se revolvió con violencia. El puchero estuvo a punto de derramarse, pero la Furia Negra lo sujetó con las manos y se las abrasó en el proceso. Tras asegurarlo a pesar del dolor se interpuso entre la mujer y su hijo.

-Será mejor que te marches -dijo Mary con los ojos lagrimeantes y las palmas de las manos cuajadas de ampollas-. Llama a alguna de mis hermanas y que venga rápido.

No le dio tiempo ni a abrir la boca para saludar antes de tener que salir por patas. Se obligó a dejar de mirar a Mary con cara de alelado y salió de la cabaña, maldiciéndose por haber esperado que su madre se alegrara de verle o algo. Buscó a alguna de las Sirvientes y se acercó a ella a grandes zancadas llenas de Rabia contenida.

Alecto se había puesto un paso por detrás de Viviane y a su derecha, intentando poner cara de malas pulgas mientras la Ragabash hablaba. Sin embargo se relajó en cuanto vio que se imponía y los nuevos les hacían sitio. Se dejó caer con una sonrisa, poniendo especial cuidado en dejar a Murray, hijo de Yorick, descendiente de Conan a su lado con aire casual. Nunca había tenido una calavera, pero estaba segura de que no existía un sitio donde no quedara bien poner una.

-Estábamos con los Fenris -dijo vagamente, acariciando la cabeza de Murray-. En una especie de encargo para nuestro tótem.

Viviane recuperó su tronco y se acomodó cambiando a su forma lupina para conservar el calor, haciéndose una bola de pelo negro moteado. Abrió las fauces en un largo bostezo y miró el nuevo juguete de Alecto con reparo. A saber quién había sido aquella persona y por qué estaba ahora en su Clan compartiendo asiento con ellos.

-¿Y vosotros de dónde venís? -preguntó para seguir con la conversación, repasando una vez más a los integrantes de la nueva manada deteniéndose en la serenidad que desprendía el Ahroun. Con toda seguridad, Donny necesitaba pasar un rato con ese tipo, aunque no estaba segura de que el resultado fuese a ser positivo.

Dorotea cortaba leña no muy lejos de la cabaña. Cuando Donny le dijo lo que había pasado, dejó el hacha clavada en el tocón, no sin antes mirarle con sospecha. Entró a ayudar a Mary y cerró la puerta tras de sí mirándole una vez más como si el culpable de todo fuese él.

Donny acompañó a Dorotea de vuelta a la cabaña, pero no intentó entrar con ella. Respondió a la mirada con una mueca hostil, pero en cuanto se cerró la puerta desapareció el Ahroun se sentó en el suelo. Sostuvo la cabeza entre las manos y escondió la cara entre las rodillas, tratando de aplicar las lecciones de Tommy sobre controlar la Rabia en lugar de ser controlado por ella. Hubiera preferido que la cabeza de su mentor apareciera en el cielo para dedicarle unas sabias palabras, porque no lograba recordar ni una sílaba de sus sermones.

Al final lo único que se le ocurrió fue cambiar a Lupus, esperando que la mente del lobo, más simple, hiciera desaparecer todos aquellos pensamientos. Funcionó a medias, siendo generosos: se gruñó un poco a sí mismo y después se tumbó junto a la pared de la cabaña con las orejas gachas y a usar una cantidad considerable de energía para no lloriquear como un perro patada.