Partida Rol por web

Lysandra se alejó de los ancianos y pasó un brazo por el hombro de Viviane.

-Está ayudando en el hospital a los humanos -explicó-. Vendrá después. No ha querido venir ni dejar su trabajo. Podrías acercarte a hablar con él, ¿mmm? Estaba muy preocupado por ti.

Se detuvo para mirarla. Tenía unas marcas nuevas de preocupación en la frente y bajo los ojos, y parecía realmente exhausta.

-Tengo que pedirte una cosa, cariño.

Viv le pasó un brazo por la cintura descansando el mal trago bajo la sombra de su madre.

-Claro. En cuanto me apañen un poco y me cambie me acerco a la ciudad. Estaré bien, tranquila -aseguró con una media sonrisa.

Se detuvo con ella, escudriñando en su rostro nuevos signos que jamás había visto antes en ella. Y lo que más le aterraba era no ver esperanza en sus ojos nunca más, porque si un líder perdía la fe, todos caerían detrás. No pronunció palabra, pero asintió ligeramente.

Lysandra la tomó por los hombros, muy seria.

-Prométeme que si los Danzantes te cogen y no ves escapatoria posible, te suicidarás. Prométemelo.

La brutalidad y honestidad de sus palabras la cogió con la guardia baja, pero tenía sentido. Antes que dejarse torturar, violar, o arrancar cualquier pedazo de valiosa información, merecía la pena morir. Y precisamente por ser la hija de Lysandra, sabía que con ella podían llegar a ser especialmente imaginativos.

-Te lo prometo. Pero tú promete que si algo me pasa, que no va a pasar -puntualizó-, vas a mantener a salvo al Clan lo primero. Ahora te necesitan más que nunca, a ti y a todos los Ancianos.

Lysandra asintió y abrazó a su hija con toda la fuerza que le permitían las heridas de ésta. Su aliento calentó la nuca de Viviane.

-Gracias, gracias. Claro que sí, hija mía, te lo prometo. Si murieras con honor, sin sufrimiento innecesario, intacta... Desde luego.

Si no, bien podría caer en el mal que afectaba a muchos ancianos Garou, el Harano. Eso para empezar.

Como de costumbre, Donny no supo reaccionar al abrazo. Su primer impulso fue encogerse ante un posible ataque, pero se las apañó para estarse quieto, e incluso rodeó a Ashley con los brazos, pero eso fue todo. Pero aunque no supiera corresponderlo, después de haberse pasado toda la tarde temiendo causar la muerte de sus amigos con cada orden que daba Donny necesitaba ese gesto.

No sabía qué decir ni, a decir verdad, si hubiera podido decir algo que no sonara sarcástico, insultante o a últimas palabras. De modo que asintió, le dio un apretón cariñoso en el hombro y se marchó cojeando. Ya tendría tiempo de devolver el cumplido cuando celebrasen la victoria.

Le devolvió el abrazo con todas las fuerzas que pudo y se cobijó en sus brazos durante algunos segundos. Si algo le pasaba ninguna promesa hecha o por hacer la iba a mantener cuerda o a salvo, de modo que ya podía hacer todo lo que estuviese en su mano por no dejarse coger.

-Te quiero, mamá.

Después se separó recuperando la compostura, aunque nadie fuese a juzgarla por ello, y se despidió para volver con los suyos, descansar un poco y coger la moto de vuelta a la ciudad.

Sueño movió el hocico y levantó la vista hacia Alecto con toda la cara de circunstancia que podía poner un lobo. Había sido un animal solitario desde que tenía uso re razón, pero tras pasar un tiempo en la manada siempre se le hacía extraño que la gente se dividiera para hacer sus cosas. Eso no pasaba entre los de su especie.

Alecto había escuchado en silencio, temiendo que si abría la boca se le escapara todo lo que pensaba. Poco le había faltado para aullar y unirse a la petición de guerra inmediata de Lysandra. Aunque su cabeza le pedía serenidad, Alecto había crecido entre Furias Negras y la sangre le pedía venganza, inmediata y brutal. Pero se limitó a apretar los dientes cuando le asignaron su tarea y cuando escuchó la de Viviane.

Cuando la vio alejarse hacia los ancianos bajó la vista hacia Sueño, que la miraba desde su forma original. Alecto le puso una mano entre las orejas, haciendo presión ligeramente en un gesto afectuoso:

-No te preocupes, tooodo va a salir bien -murmuró, y por un momento no le pareció tan imposible.

Viv regresó junto a ellos tras intercambiar algunas palabras con su madre y un emotivo abrazo.

-¿Me podéis hacer una cura o algo? Tengo que ir a la ciudad a ver a mi padre y ponerme a rastrear Danzantes.

Alecto levantó la mano, pero la volvió a bajar rápidamente:

-Yo. Yo puedo. Si quieres.

-Claro. Si no estás muy cansada o eso -dijo moviendo las manos de forma errática. 

Sueño cerró los ojos un instante bajo la presión de la mano de Alecto antes de que Vivianne reapareciera. El lupus movió la cabeza para mirar a ambas con ojos curiosos. No sabía si era buena idea dejar caer que él podía curar las heridas de Viviane , o si aquel era un rito extraño que no estaba comprendiendo y que por tanto lo mejor que podía hacer era callarse...

-¡Nah! Estoy bien -dijo encogiéndose de hombros animadamente, lo que seguramente causó alguna pequeña hemorragia bajo la ropa-. Y todavía me quedan pilas curativas, así que... cuando quieras, yo puedo encargarme -volvió a encogerse de hombros, esta vez con más cuidado, y esperando que le quedaran pilas curativas.

-Vale. -Se quedó inmóvil varios segundos de más hasta que dio con algo que decir. Entonces rascó a Sueño tras las orejas y señaló en dirección a las cabañas-. ¿Nos movemos? Tengo que cambiarme de ropa y coger las llaves de la moto.

Sueño volvió a cerrar los ojos encantado. No sabía que tenían las manos de los homínidos, pero algo tenían. El lupus levantó los cuartos traseros del suelo y se estiró.

-Os dejo solas. Voy a intentar hablar con algún espíritu antes de hacer honor a mi nombre. Ve con cuidado Flecha-de-plomo.

Sueño se alejó con parsimonia.

Alecto se aclaró la garganta, haciéndole un gesto a Sueño a modo de despedida. Luego se volvió y dio un par de pasos hacia las cabañas:

-Pues te acompaño -se volvió hacia Viviane y se detuvo en seco-. No a cambiarte -aclaró rápidamente-. Te acompaño... en general, como compañera y como curandera y como acompañante.
 

Viviane esbozó una sonrisa afable mirándola de reojo, pero no añadió nada. Sencillamente asintió y siguió caminando hasta llegar a la vivienda, donde se deshizo de la chaqueta limpiándose las manos en ella antes de dejarse caer pesadamente sobre la cama con un bufido. Quería decir algo, algún comentario reseñable sobre el día, pero no había nada que decir sobre eso.

-No es que tú tengas mucho mejor aspecto que yo, ¿eh? ¿Estás bien? -comentó al levantar la mirada y reparar en ella más detenidamente.

Alecto se quedó de pie, con las manos metidas en los bolsillos:

-Comparada con todos vosotros, hecha una rosa, casi lo único que he hecho ha sido correr de un lado a otro según me íbais llamando -dijo con una pequeña sonrisa, mirándose los pies. Luego levantó la vista y su sonrisa desapareció cuando la miró a los ojos-. Seré más rápida la próxima vez.

Viv chascó la lengua.

-Ashley sigue viva gracias a ti, y el resto estamos vivos y sanos. No podemos pedir mucho más. Así que... buen trabajo, Galliard. -Suspiró-. Sé que harás también lo mismo con la tarea que te han encomendado.