Partida Rol por web

Tras la pared de piedra se encuentra la sala común y las habitaciones, iluminadas por lámparas de techo de color verde con sillones de cuero negro, sillas y mesas de madera tallada cubiertas de elaborados manteles. La sala se extiende parcialmente bajo el Lago Negro, lo que le da a la sala una luz verdosa. Tiene un buen ambiente pero también es bastante frío. Está decorada con tapices que ilustran las aventuras de Slytherins medievales famosos.

La Casa de Slytherin estaba en las mazmorras, algo bastante lúgubre, la verdad. Teniendo en cuenta lo poco que me gustaban los sitios oscuros, empecé a preguntarme si no había sido un error dejarme seleccionar (si es que había tenido oportunidad de escoger) para aquella casa.

De todas maneras, había bastante iluminación y en general, el sitio me gustaba. Era sombrío... pero agradable. Oscuro, marginado y diferente al resto... un poco como yo.

Es... curioso -logré decir - y diferente a la vez.

-OHHHH QUÉ GENIAL-exclamó pisoteando el suelo repetidamente de pura emoción-¡Es como una cueva bajo el mar!¡¡Solo nos faltan los tesoros!!-se abandonó al asombro y cruzó la sala común hasta el ventanal más cercano aplastando las manos y la punta de la nariz contra el cristal. El frío de la sala en sí y el calor de su respiración crearon nubes de vaho en la superficie de vidrio que quedaron impresas como las huellas de una presencia fantasmal que se desvanecieron gradualmente.

-Esto va a ser genial, ¿no crees? Tenemos que encontrar algo para respirar bajo el agua... y para el frío. Quizá encontremos al Calamar del lago, mis padres dicen que hay uno, ¿quieres ponerle un nombre? Yo había pensado en Viscosín ¿Qué crees que comen los calamares gigantes? ¿Les gustarán los pasteles? Hm, ¿y dónde estarán las cocinas? Así tendremos acceso a toda la comida q...-no hacía pausas al hablar por la alegría y las palabras caían de su boca sin control hasta que se dio cuenta de que podía estar abrumando con toda aquella verborrea y cerró la boca con un sonido seco-ah, lo siento. A veces empiezo y no paro.

Al escuchar a Ivy sonreí. Era agradable por fin sentir que formaba parte de algo y tener al lado, al menos por el momento, a una compañera. Además, Yvi parecía muy simpática, aunque fuese parlanchina.

-Tranquila, así hablas por las dos. Yo soy más bien callada. Pues Viscosín me parece bien, pero no creo que le gusten los pasteles. Claro que si él no se los come, para eso estamos nosotras ja ja.

Después me acerqué a donde estaban los dormitorios, que estaban separados en los de los chicas y las de las chicas, y vi que junto a una de las camas, alguien había llevado ya mis cosas.

-Eh, mis cosas están ya aquí -le grité a Ivy -. Supongo que habrán sido... cómo se llaman, los elfos domésticos. Lo ley en el libro de Historia de Hogwarts.

Antes incluso de desempaquetar, me eché sobre la cama y empecé a impulsarme arriba y abajo sobre ella.

-Me-en-can-ta-es-ta-ca-ma -dije, entrecortadamente, separando las sílabas con cada salto. Después, regresé al salón -. Esto es genial.

Había vuelto a escrutar las aguas del lago cuando la voz de Altair llegó bastante más lejos modificada por la reverberación de los muros de piedra de la sala común de Slytherin. ¡Sus cosas! Se había desentendido totalmente de ese baúl infernal que pesaba más de lo que nadie podía imaginar y le sobrevino la angustia de la posibilidad de haberlo perdido.

-¿Cómo que están tus cosas?- preguntó entrando a toda prisa en los dormitorios de primer año de las chicas.-¡MI BAÚL!-se echó sobre el contenedor abrazándolo con alivio-¿has leído Historia de Hogwarts? ¿Y sigues viva? ¿Has visto alguna vez un elfo doméstico? Mis abuelos tenían una elfina pero era muy vieja y estaba ya medio sorda, mi madre siempre dice que le vendría muy bien la ayuda de uno pero mi padre le dice que se pondría hecha un basilisco si alguien que no sea ella mete las manos en casa y entonces... entonces ella se enfada de mentirijilla haciéndose la ofendida.-pestañeó y se separó del baúl-otra vez, lo siento-tenía que empezar a controlar su verborrea.

Siguió los botes de Altair con la cabeza y se subió a su cama tendiéndose como una estrella de mar.

-Oye, ¿y de dónde eres?-se interesó-¿te llaman Altair o usan un nombre más corto? 

¿Has leído Historia de Hogwarts? ¿Y sigues viva?

-Sí -dije, riéndome -. Es que como mi madre es muggle, necesitaba conocer un poco sobre todo esto. La verdad es que todavía estoy con la boca abierta.

Después, me contó una historia sobre una elfina doméstica, que yo escuché con interés, aunque sorprendida sobre todo por lo animosa que se mostraba, tanto, que vovió a disculparse por hablar demasiado.

-De verdad, no te preocupes por eso. Para mí es mejor así.

-Oye, ¿y de dónde eres? ¿te llaman Altair o usan un nombre más corto? 

-Soy de Bellingham, un pueblo muy bonito cerca de la frontera con Escocia. ¿Y tú? Hummmm, no sé. Nunca me han llamado otra cosa que no fuese Altair... que yo sepa -respondí, sonriendo. Nunca había sido demasiado popular, así que tampoco había tenido buenas amigas que me preguntasen algo así.

-Oh, yo soy escocesa, mis padres tienen una pastel...espera-rodó sobre sí misma hasta queda boca a bajo, mirando muy impresionada a Altair-¿tu madre es muggle? ¡Nunca he conocido a nadie que viviera con muggles! ¿Cómo es? ¿Cómo cocinan?Debe de ser superdifícil ser muggle, yo no me imagino vivir sin la magia.-se recogió un mechón tras la oreja, moviendo los pies arriba y abajo flexionando las rodillas de forma alterna-¿y tú sabías qué todo esto existía?

Altair se ilusionó al saber que Ivy también era escocesa, pero cuando empezó a preguntarle sobre la vida muggle, la única que había conocido ella, como si se tratase de algo extraordinario... bueno, pues no tuvo tiempo de comentar nada sobre ello. 

¿y tú sabías qué todo esto existía?

No, no, para nada. Me enteré de que era bruja cuando llegué a casa, después de casi asifixiar sin darme cuenta a un compañero de clase, un idiota que estaba molestando a otra niña. Entonces recibimos la carta de Hogwarts y... no nos lo podíamos creer.

Altair se sentó en la cama para hablar mejor con Ivy.

De todas maneras, vivir como muggle no es nada difícil. Es hacer todas las cosas por ti misma, en lugar de con la varita. Es... por ejemplo esto.

Altair se levantó, deshizo la cama y volvió a hacerla por ella misma.

-Esto es.

-¿En serio te pasó eso? ¡Ese muggle seguro que se meó encima!-le impresionaba el valor que había tenido Altair, con lo menuda que era y su aspecto dulce-se lo tenía bien merecido. ¿Le desmemoriarono algo después de eso?

Sinceramente intrigada por la demostración de Altair se apoyó sobre los codos alzando parte del tronco de la cama. Su nueva amiga tiraba de las sábanas hacia los pies, abriéndola como si fuese a meterse, pero después volvió a estirarlas hacia la cabecera con bastante más maña de la que la escocesa habría tenido.

-¿En serio hacéis eso tooodos los días?-abrió desmesuradamente los ojos-¡qué pasada!-sonrió-tengo que aprender a hacer eso. ¿Y no te cansas? ¿Y si es una cama más grande? Mis padres mueven un poco su varita y ea, mientras el desayuno se hace la cama se mueve sola y las sábanas se estiran sin nadie que lo haga...-volvió a tumbarse del todo sobre el vientre, con la barbilla sobre los antebrazos cruzados-ser muggle debe de ser muy divertido.

¿Le desmemoriaron o algo después de eso?

Pues... supongo que sí.

En realidad, no supe lo que era el conjunto desmemorizante hasta que lo leí en los libros que había comprado en el Callejón Diagon, pero estaba claro que para ella era algo completamente normal. Intenté aparentar la misma certeza.

Me hizo mucha gracia cuando se sorprendió al verme hacer la cama, y cuando me preguntó si no me cansaba, me eché a reír.

-No, no me canso... pero no siempre tengo ganas.

Ser muggle debe de ser muy divertido.

Pues... es mucho menos apasionante que ser bruja, te lo aseguro. Eso de agitar la varita, como dices tú, y que las cosas se hagan solas... es genial. Espero aprender  un montón de hechizos para no tener que volver a hacer las cosas como una muggle.

Sentía una mezcla de emociones frente a la revelación de Altair. Por un lado se sentía tremendamente fascinada por la inventiva que debían de tener los muggles (y la paciencia) para realizar tareas aburridas sin magia y por otro lado le daba mucha pena que la niña que tenía delante se hubiese perdido cosas que para ella le eran tan normales.

-¿Entonces qué te ha parecido llegar a Hogwarts?-le preguntó-yo me muero por empezar encantamientos, encontré en Flourish y Blotts un libro sobre hechizos para gastar bromas pero cuando iba a llegar al conjuro calvinizador mis padres dijeron que habíamos terminado ahí... hay un par de señores en Edimburgo que seguro que dejarían de ser tan idiotas si no tuvieran pelo... quizá cuando sea más mayor podría hacer mis propios conjuros. Si pudieses elegir un conjuro ¿qué haría? Si no existe lo crearemos. -no mencionaba que le faltaba la constancia en el estudio para lograrlo pero eso quizá le vendría con la edad. O no. Tampoco le daba mucha importancia porque requería concentrarse durante más tiempo del que ella estaba dispuesta a ofrecer.

Ivy era muy simpática y yo nunca había tenido amigas hasta ahora... ni tampoco me había sentido especial. Pero hablar de magia con ella... ni en mis mejores sueños me habría imaginado algo así.

-¿Entonces qué te ha parecido llegar a Hogwarts?

Es increíble. Es... mágico aun sin magia. ¡Imagínate! ¡Un castillo oculto a la vista de todo el mundo! Leí que cuando quieres ocultar algo, hay hechizos que te hacen recordar que tienes algo que hacer en otra parte y la gente se va sin darse cuenta -le dije, echándome a reír.  

Ivy también se reía. Era muy fácil hablar con ella. Quería aprender hechizos y estaba deseando empezar las clases de encantamientos, pero la verdad es que yo quería empezarlo todo.

-A mí me gusta todo. Para mí como cualquier cosa que me enseñen es nuevo, todo me parecerá fascinante. Pero si tuviese que aprender un hechizo... supongo que me gustaría aprender uno que me permitiese ayudar a mi madre de alguna manera. Siempre ha trabajado tanto que solo pienso en alguna forma de poder ayudarla. ¿Tus padres en qué trabajan? La mía es enfermera.

-¿Enfermera? Hala,para eso hay que tener muchas tripas. Seguro que no vomita ni nada si ve a otro potar...-rodó por la cama hasta los pies y una vez allí se incorporó para gatear de vuelta y quedarse sentada frente a Altair.-a ver,mis padreees-se agarró de los tobillos,balanceándose hacia delante y hacia atrás.-tienen una pastelería. No somos muy ricos pero bleh, ¿a quién le importa? Cuando les escriba puedo pedirles unas bolitas flotantes de chocolate,si te las comes flotas durante un rato... tampoco muy alto, como uno o dos palmos ¡Te van a encantar!

-¿Qué te gusta hacer?-se moría de ganas de llevarse a su nueva amiga a curiosear por el campo. Le llenaría las mejillas de barro y entrarían con algún bichillo escondido en los bolsillos.

Oír que mi nueva amiga tenía dinero, me dio algo de envidia, no porque fuese algo malo, sino porque ellos eran justo todo lo contrario. Pero intenté no darle mayor importancia. Después de todo, allí todas seríamos iguales, pensé.

Es más, cuando se ofreció a pedir golosinas mágicas, me hizo mucha gracia. Tenía que ser divertídisimo.

Pues la verdad es que estaría bien. Sería graciosísimo -dije

-¿Qué te gusta hacer?

Mmmm no lo sé. Nunca he hecho muchas cosas. Me gusta salir por ahí y explorar. Seguro que por aquí hay mucho que descubrir. Tendríamos que intentar hacer un mapa de Hogwarts, con sus sitios raros y todo eso. ¡Seguro que hasta hay pasadizos secretos! 

-Unnn ma-paa-separó cada sílaba agrandando la sonrisa con cada una de ellas-¡es brillante!-dio un pequeño bote en el borde de la cama y estiró las manos hacia Altair-Seguro que se puede encantar para hacerlo pequeño cuando no lo usemos. O con tinta invisible pero eso cualquiera puede verlo... Jo, ¡hay un montón de Hogwarts para explorar!-se pasó las manos por el pelo, peinándose hacia atrás al hundir los dedos desde las sienes, su nueva amiga tenía unas ideas estupendas y ahora le iba a costar conciliar el sueño de las ganas que tenía de ponerlas en marcha.-¡Podemos hacernos las exploradoras de Hogwarts! Seguro que nadie ha descubierto todo y nosotras podríamos ser las primeras. ¿Deberíamos ponernos un nombre?

Un nombre... esa idea era...

-¡¡Eso es genial!! Algo que solo nosotras sepamos, una especie de grupo secreto... como por ejemplo... "Las Merodeadoras". Y como tú dices, podemos hacerlo con tinta invisible o con un hechizo especial.

Ivy era estupenda. Tenía muchas ideas y además, su ánimo era contagioso. Ojalá todas las chicas de Slytherin fueran también así, porque sentía que tenía por primera vez una verdadera amiga.

Podríamos reclutar chicas de otras casas también, ¿no?

-¿Otras niñas? ¡Claro! Y niños,alguno habrá que no sea un montón de piojos incordiante... como los de Edimburgo,allí todos los niños son un rollo que van por ahí como si tuviesen algo bajo la nariz que huele a calcetín sucio. A lo mejor eso le ha pasado al del comedor-la vomitona de Thad,  slytherin de primer año,había sido la monda. O lo habría sido de no haber tenido que taparse los ojos y la nariz para no tener que vomitar ella también.

-¡Heyy!-en la puerta hubo una encantadora aparición de pelo cobrizo y ojos verdes. Se estiró desde su cama agitando un brazo para llamar su atención-¡bienvenida al cuarto! Busca tu baúl,tiene que ser alguno de esos... ¿no es una pasada? Habrán sido los elfos domésticos. Uy,yo soy Ivy -levantó los hombros y sonrió disculpándose-ya se lo he dicho a ella-miró a Altair dejando que se presentara-a veces hablo y no paro.-Y paró. Altair iba a ser mucho más hábil que ella en el intento de no abrumar a la compañera pelirroja. ¿Cómo se llamaba? Esperaba que no pretendiese que la llamara por su apellido y les recordara su nombre ¡No era su culpa no recordarlo!La culpa la tenía la profesora de las gafas por apelotonarlos a todos.

Kayla había llegado a la sala común de Slytherin tras la cena en el Gran Comedor. Había permanecido callada y escuchando a sus nuevos compañeros de casa. Así actuaba ella, al menos al inicio, prudencia, educación, tranquilidad... Cuando entró en la habitación que le correspondía, un remolino humano comenzó a desarrollar 200 palabras por segundo..., ¿era acaso una maldición imperdonable lo que la  graciosa muchacha ejecutaba? No existía nadie en el mundo que pudiera parlotear tanto... ¿o sí?...

- Hola..., gracias por la bienvenida..., encantada Ivy, mi nombre es Kayla Silver... ¿tú hablar mucho?...., no que va.... - respondió Kayla con una sonrisa a sus compañeras. Ivy no hablaba, respiraba a través de sus cuerdas vocales... -.... vale... mi baúl... - señaló con el dedo el objeto, el cual se situaba justo a los pies de una de las camas con dosel. Al lado estaba su lechuza metida en la jaula, los elfos domésticos cumplían bien su función -...¿de dónde sois?...., yo vengo de Oxford... - la pelirroja se fija en su otra compañera de habitación, esperando las presentaciones

Holaaa, bienvenida al hogar de las Merodeadoras -le dije a la chica que acababa de entrar. Parecía... bueno, era mucho más tranquila que Ivy, pero seguro que igualmente agradable. Al escuchar la lechuza que traía con ella, Chole revoleteó en su jaula.

-Yo soy Altair y ella... -le dije, señalando a Chloe -... es Chloe, que se ha puesto algo nerviosa al ver a tu lechuza. ¿Cómo se llama?

-Yo soy de Bellingham, un pueblecito que está cerca de la frontera con Escocia, que es de donde es Ivy, que a pesar de ser muy parlanchina es genial -le expliqué, sonriéndole a Ivy para que viese que me gustaba cómo era.

Antes de seguir hablando, saqué un poco de comida lechucil y se la di a Chloe. Estaba tan absorta hablando con Ivy que por un momento me había olvidado de que a lo mejor tenía hambre.

-¿Tus padres son muggles o magos? Los de Ivy son magos pero mi madre es muggle.

Kayla se giró hacia la otra muchacha con la que compartía habitación. Era mucho más tranquila que Ivy, le daba tiempo hasta a respirar entre frases, mostrando una actitud amable y cordial. Si así iban a ser sus compañeras de habitación era seguro que se llevarían estupendamente.

- ¿Merodeadoras?..., eso suena a cotilleos... - respondió Kayla con una sonrisa. Suscrita a Corazón de Bruja, era la reina de los chismes, le gustaba saber cuanto se cocía a su alrededor, pues según le había dicho su abuela paterna una vez, la altiva y destacada bruja, Andrómeda, la información era poder y carecer de ella, de necios.

- Encantada de conoceros a ti y a Chloe..., ella se llama Queen..., es bastante tranquila... -en realidad todas las mascotas se dice que se parecen a sus dueños, y así era, Queen permanecía tranquila, incluso pasiva a pesar de la presencia de extraños, probablemente por la seguridad que su ama le transmitía.

- Bellingham y Escocia..., nunca he estado por allí..., quizás estas vacaciones le diga a mis padres de conocer sitios nuevos, aunque son muy reacios de salir de nuestra ciudad, suelen hacer muchas fiestas y eventos sociales, no celebrar uno podría matarlos del disgusto... - comenta sonriendo, era de trato fácil -....¿tu madre...muggle?.... - titubeó sorprendida. 

Kayla le tenía un miedo atroz a los objetos muggles. Su abuela Andrómeda siempre decía que eran cosa del diablo, no servían para nada útil, tan solo para causar accidentes -... pufff..., ¿y...y usas cosas de muggle?... - Por el tono de voz ya no hace falta de que diga que es hija, nieta, bisnieta y muchas generaciones atrás de magos. Aunque parece que lo cortés no quita lo valiente. No mira mal a Altair, más bien con curiosidad, se notaba que era la primera vez que tenía delante a una bruja hija de muggles, o al menos que ella supiese...