Partida Rol por web

Los lobos aullaban en la linde del bosque;
los árboles al viento se lamentaban y temblaban,
y hojas errantes salvajes y sin hogar
iban a la deriva amontonándose en profundas hondonadas.

Oscuro yacía el camino a lo largo de densos valles
entre colinas ascendentes rodeadas de niebla.

El sol llegó brillante. La mañana de plata
bañada en agua resplandeciente ascendió
en el cielo desnudo, azul y elevado.

Los vientos estaban cambiando,
y el Hirgon aguardaba.
Solo y por largo tiempo ceñudo caminó.
En su pecho ardía bajo una oscura sombra
un fuego ardiente cuyo humo ahogaba;
su mente vaciló andando en un laberinto
entre el miedo y la ira.

Cuando por fin llegó el alba, Khôradur ya se encontraba en el improvisado puesto de mando donde ondeaba el gran estandarte de Sil Auressë. El pabellón estaba en un lugar elevado, con una vista panorámica al pequeño valle flanqueado por terreno más difícil. La orografía obligaba al enemigo a pasar por este lugar, donde además había un gran campo despejado.

Los primeros exploradores de la hueste enemiga habían llegado hace ya horas. Poco a poco aumentaban los efectivos enfrente. Estaban en lo alto, a bastante distancia. Y entre los dos, el campo despejado. El campo de batalla.

-Los primeros orcos llegaron hace ya unas horas, confirmó Parthil. –Se pararon al vernos aquí, preparados. Se les veía sorprendidos. Creo que han marchado toda la noche.

-Resulta extraño que hayan marchado sin descanso para llegar a las proximidades de Sil Auressë al alba, intervino Faelimir. Había llegado de patrulla después de la reunión de Othrind, y no había tenido ocasión de hablar con el comandante hasta ahora. -Más si tenemos en cuenta que hay orcos que se esconden del sol entre los árboles.

Miró de nuevo en dirección a los orcos. La colina donde cada vez había más orcos tapaba lo que podía haber detrás. Pero los ruidos eran cada vez más numerosos. No obstante, ninguno dio ni un paso más de su posición actual.

-Están esperando al resto. Va a ser un día largo…

Khôradur escuchó los informes de sus hombres y asintió

-Tal vez sea conveniente aprovechar el momento para atacar, ahora que no están todas sus fuerzas, pero también podría ser una trampa y atraernos hacia un desastre. Necesitamos más información. Que algunos hombres partan rápido alrededor de la colina para ver si hay más efectivos y cuantos son.

Khôradur contempló la escena que tenía delante de sus ojos, pensativo

-Si pudiésemos atacarles tal vez podamos comenzar a reducir sus fuerzas antes de que llegue el grueso del ejército, aunque si no sale bien podría mermar nuestro ejército y dejarlo exhausto para cuando llegue el momento decisivo

Miró a sus hombres fijamente

-Bien caballeros, ¿cual es su opinión?, ¿es prudente enviar exploradores y atacar o mejor esperamos a que la marea del destino se presente ante nosotros?

-Es una opción, afirmó Parthil pensativo. -Pero aún faltan por llegar hombres de Eliver y de Ethlor, y estamos todavía preparando las posiciones defensivas aquí. Podemos poner estacas a ambos lados, y alguna otra cosa para fortalecernos. No me gustaría perder la ventaja que nos proporciona este lugar y vernos arrastrados a una batalla desorganizada por la espesura de los bosques y por el terreno rocoso.

El sargento miró a su alrededor. Estaba claro que el lugar era el idóneo para montar la línea defensiva ante un enemigo que les superaba en número.

El jinete Leaniach también se incorporó a la reunión. Había estado comprobando la línea defensiva a ambos lados a caballo, y se le notaba ansioso por entrar en combate. -Si tuvieramos más jinetes, podríamos hacer una carga para debilitar al enemigo y hacerle retroceder, para después regresar aquí. Pero no tenemos...

Suspiró.

-Un grupo explorador estaría bien. Me gustaría saber qué está pasando al otro lado de esa colina, y ver a qué nos enfrentamos. Hay que valorar el riesgo.

-¡JINETES! ¡JINETES!, gritaban los soldados para dejar paso a cinco jinetes que llegaban a toda velocidad esquivando como podían a los soldados y a los milicianos. Se dirigían directamente al puesto de mando.

Una vez junto al pabellón, el primero de los recién llegados agarró con fuerza las riendas del caballo para detenerlo, haciendo que casi levantara las patas delanteras. Era evidente los caballos llevaban galopando un buen rato. Estaban exhaustos.

El hombre parecía de mediana edad, con el pelo corto y con una buena armadura. Bajó de su montura con un movimiento ágil, y buscó con su mirada al comandante. –Hirgon Khôradur, supongo. Su voz era áspera, y su rostro serio. Por un momento parecía dudar del rango que le correspondía a cada uno, ya que era evidente que estaba acostumbrado a llevar un puesto de mando.

-Soy Barendil, el Escudero de Lord Echorion, Protector de estas tierras, dijo a modo de presentación. Echó un rápido vistazo a los que le seguían. –Me acompañan Ullant y Milriel, dijo indicando con la mano a un hombre quien parecía cargar dos bultos en su caballo, y a una mujer ataviada también con una armadura de caballero.

-A Ragi y Eliver me imagino que no hace falta presentarlos, añadió.

Fue entonces cuando los hombres reunidos junto al pabellón se percataron del joven Ragi que se aferraba al caballo algo asustado, y no se atrevía bajar aún del animal. A su lado, cerrando el grupo, estaba el sargento Eliver.

-Me los encontré entrando en la aldea, Hirgon, aclaró el sargento. –Dicen que hay un campamento entre Metraith y Sil Auressë...

El sargento se quitó el yelmo y se secó el sudor.

Ragi saludó a los presentes con un gesto de cabeza, el paseo en caballo no había sido agradable y, ahora que acababan de llegar seguro que tendría que responder dudas.

Todo lo que quería en ese momento era visitar a su protegida en la enfermería, pero no tenía demasiadas opciones.

Khôradur asintió ante las palabras de su sargento

-Esa es nuestra debilidad, nuestros recursos son limitados y no podemos realizar una ofensiva, salvo que veamos que tengamos opciones. Enviaremos un grupo de exploración, necesitamos saber que hay allí detrás, pero que no se arriesguen demasiado. Un grupo pequeño, rápido y...

Un soldado entró con nuevas, rápidamente Khôradur salió al exterior y contempló a los recién llegados, no pudo por menos que sonreír. El primero en descabalgar se presentó como el heraldo del príncipe Echorion

-Ser bienvenido Barendil, soy el Hirgon Khôradur de Sil Auressë. -Contempló a Ragi y Evelin- Gracias por traernos de vuelta a nuestros dos hombres, temíamos por ellos. Pero por favor, pasar, pasar a mi tienda. Se ocuparán de vuestros caballos

Con un gesto hizo entrar a Barendil y a sus acompañantes saludándoles, dando indicaciones que cuidasen sus monturas y que trajesen comida y bebida. Antes de entrar Eliver le informó brevemente de la situación. Khôradur torció el gesto

-Ahora hablaremos Eliver

Sonrió a Ragi

-Me alegro mucho de verte, pero tu sitio no está aquí, te enviaré de vuelta a Sil Auressë para que protejas a Sil, pero ahora hablaremos de eso.

Al entrar en la tienda ofreció a sus invitados asiento. Se colocó en su sitio y comenzó a hablar

-Señor Barendil, no negaré que verle nos alegra el corazón en esta hora tan sombría, aunque espero que no sea una alegría vana. Envié a dos de mis hombres a hablar con vuestro señor, y deduzco que cumplieron su misión, al menos en parte, ¿me equivoco?, ¿que nuevas traéis?

Ragi escuchó con interés lo que decía Khôradur y asintió agradecido cuando supo que le mandaría junto a su protegida. Ahora, visiblemente más aliviado, decidió quedarse y escuchar los sucesos y como avanzaba todo. A pesar de no ser un gran estratega, le gustaría saber que posibilidades había y como se podría encarar el futuro.

Y cuando volviera junto a la muchacha le pediría perdón por haber faltado tanto tiempo...

-Me consta que vuestros representantes se presentaron ante Lord Echorion. Desconozco los detalles. Mi misión era otra, añadió y aceptó de buen grado la copa de vino que le ofrecieron. -Iba de camino al Vado de Sarn con Ullant cumpliendo órdenes. Fuimos sorprendidos por una manada de huargos, y buscamos refugio en el campamento que mencionó vuestro sargento. Se trata de un campamento de mercenarios de Metraith. Milriel forma parte de ese grupo.

Echó un vistazo hacia las posiciones enemigas. -Me gustaría traer nuevas de un batallón de tropas leales a Lord Echorion, pero por desgracia no es el caso. El ejército se encuentra muy lejos de aquí en estos momentos me temo.

Las palabras de Barendil fueron como un jarro de agua fría para Khôradur, el cual se mantuvo sin inmutarse

-Malas nuevas son, ya que eso significa que no podremos contar con su ayuda y nos enfrentaremos solos al enemigo que nos acecha, y que acecha a toda Cardolan

Khôradur se fijó en Milriel y Ullant antes de volver la vista hacia Barendil

-Entonces, ¿cual es el motivo de vuestra presencia señor Barendil y de vuestros acompañantes? no creo que sólo fuese para escoltar a mis hombres, cosa que agradezco enormemente. Si os puedo ayudar en algo lo intentaremos aunque como veis nos encontramos en una situación un tanto....delicada

En momentos desesperados...son mercenarios, luchan por oro pero tal vez no haya otra opción, e ignoro si se les podría pagar, en caso de acceder. No nos precipitemos, que Barendil responda y luego hablaremos de esta otra posibilidad.

El dúnadan notó la decepción en el rostro de Khôradur. Le recordaba del consejo posterior a la Batalla de Metraith, aunque no llegaron a coincidir cara a cara. Midió sus siguientes palabras con cuidado.

-Hirgon Khôradur. Vuestra situación es más delicada de lo que se pensaba, por lo que veo. Lord Echorion cuenta con Sil Auressë como un aliado de gran valor de cara al futuro, y hará lo que esté en sus manos para ayudar en estos momentos tan difíciles. Aunque no traigo tropas, tal vez mi presencia aquí puede aportar algo para esta contienda. Lucharé a vuestro lado, en nombre del Protector de estas tierras.

Le ofreció su mano al comandante de Sil Auressë antes de proseguir.

-Me acompaña Ullant. Nos dirigíamos al Vado de Sarn por un motivo concreto, pero los sucesos nos han obligado a tomar decisiones diferentes. Él es un cuidador de palomas…

Entonces Ullant puso en el suelo los dos bultos con los que cargaba, y desveló sendas jaulas de palomas mensajeras.

Ullant era un hombre callado, acostumbrado a no hacer preguntas y estar en un segundo plano. Por sus manos pasaban a menudo notas de gran importancia, y cuanto menos sabía mejor.

-No os traigo un ejército, pero si puedo aportar algo, lo haré. Y si no, al menos podré ofrecer mi espada y ponerme allí abajo junto a vuestros hombres.

Barendil hablaba en serio. Tal era su vocación que estaba dispuesto a sacrificar su vida por la causa de Echorion.

-Pero tenemos opciones. El campamento del que venimos cuenta con una veintena de buenos hombres, liderados por Belegund de Metraith. Miriel aquí puede corroborarlo, ya que ella se ha ofrecido voluntaria para acompañarnos.

-Así es. Belegund en persona los ha escogido, y nosotros sí veníamos hacia Sil Auressë hasta que los huargos nos obligaron a retroceder, dijo la guerrera.

-En estos momentos, están rescatando a vuestro sargento Punto según indicaciones de Ragi, quien ha mostrado valor e iniciativa tras las líneas enemigas.