Partida Rol por web

Tarbrand:

-Garan Gwalorn -dijo el montaraz en tono tranquilo y esbozando una media sonrisa, al despedirse del enigmático Arthondir.

Tras ello, y arco en mano con su flecha preparada salió con la mayor de las premuras en busca de sus presas, en estos últimos días era tal la cantidad de enemigos que había abatido que ya casi podía sentirlos antes que verlos, conocía sus movimientos, sus estrategias y se sentía relativamente cómodo en un combate que conocía por desgracia demasiado bien. Así pues, demostrando que podía ser tan hábil como los éotheod a lomos de su corcel le respondió a Ginawr diciéndole:

-No pienso dejar que me adelantes amigo Ginawr, pues de lo contrario seguro que me toca seguirte otras dos horas más para encontrarte jeje -dijo en tono gracioso pues pensaba sacarle una pequeña ventaja a su compañero.

Tarbrand

Los dos jinetes no tardaron en llegar a la zona en la que había detectado Tarbrand a los huargos. Aunque ahora no estaban, Ginawr creía haberlos visto subir a la meseta que estaba al oeste del camino.

Ahora el jinete le miraba a Tarbrand mientras cabalgaban. Podían subir a la meseta o seguir por el camino para protegerlo a la espera de que los depredadores aparezcan. 

Tarbrand

Tarbrand se giró hacia su compañero y le dijo:

-Subiremos por la meseta, ellos esperan que vengan enemigos por el camino, por lo que con un poco de suerte los pillaremos por sorpresa si conseguimos divisarlos desde arriba... -concluyó esperando que su ascenso por la meseta fuera exitoso y pillaran al enemigo desprevenido.

Aaren & Denelloth

Los jinetes se despidieron de Belkazir y tomaron rumbo hacia la posición de ataque. Se trataba del espacio que había entre el río y la colina, y desde allí podían cargar hacia su objetivo, ya fuera éste la forja, el grupo de orcos más próximo o el vado.

Cuando bajaron la pendiente, notaron cómo un extraño silencio se había hecho en el camino que les conducía hacia Sil Auressë. El día parecía aguardar expectante el desenlace de la guerra que se había desatado hacía ya unas jornadas.

Arthondir

Arthondir optó por frenar la carrera y avanzar con más cuidado hacia la aldea. Dirigió su montura para separarse del camino, y siguió casi pegado a la colina para evitar ser visto por posibles exploradores orcos.

Sin embargo, su llegada no pasó desapercibida. De repente, escuchó una voz detrás de sí.

-Alto jinete, dijo el desconocido… y no era la voz de un orco.

Tarbrand

Los dos jinetes subieron a lo alto de la meseta sin perder excesivo tiempo. Y entonces divisaron a uno de los huargos al borde de la misma, de espaldas a ellos a unos tres cientos pasos. Estaba en posición de ataque, con la cabeza agachada y listo para cargar.

En cualquier momento iba a desaparecer de la vista de Tarbrand y de Ginawr que llegaban de la retaguardia. No podían ver a los otros dos huargos, pero el que había miraba fijamente algún anpunto del camino. 

Si el huargo cargaba hacia la zona del camino, iba a quedarse fuera de la vista de momento de los jinetes de Garan Gwalorn.

-Tarbrand:

El montaraz en cuanto vio a su enemigo, no lo dudó, echó mano de su arco debidamente preparado y realizó un rápido disparo antes de que el huargo desapareciera de su vista, pero sus manos se movieron más rápidamente que su mente y acabo realizando una maniobra bastante vergonzosa para lo que se esperaba a alguien de su cargo.

Por ello, intentando no ruborizarse por semejante error, acertó a decirle a Ginawr:

-Carga compañero, yo voy tras de ti... -concluye instándole a que siga al huargo, pues él aún goza de movimilidad.

Tarbrand

En el peor momento, justo cuando Tarbrand iba a dispararle al huargo, el caballo se encabritó. No pudo completar el tiro, y a duras penas pudo controlar la montura para no caerse. A su lado, Ginawr miraba impotente cómo el huargo desapareció de su campo de visión, pero siguió avanzando.

Tarbrand

-Hay dos huargos luchando contra un grupo de tres, informó Ginawr. Tarbrand seguía con los problemas con el caballo. Pero Ginawr prefirió esperar antes de cargar solo contra dos huargos, más el tercero que estaba llegando ahora.

-Dos cazadores, y ... un enano. Están bien posicionados pero rodeados.

-Tarbrand:

El dúnedain lamentó que su caballo se encabritase en el último momento, pero tenía que entender que era algo normal, había exigido demasiado a su montura en los últimos días y cuando le tocaba hacer un último esfuerzo se rebeló por continuar persiguiendo a esos inmundos lobos cuyo olor sólo servía para encabritar a los fieles corceles.

Así pues, cuando consiguió que Centella se volviera a centrar, escuchó lo que Ginawr le comentaba y le respondió con premura:

-A la carga pues, seguramente son los compañeros que nos mencionó Arthondir, ¡debemos ayudarles! -dijo alentando a su compañero a actuar rápido a la vez que azuzaba a su caballo para llegar rápidamente.

Tarbrand espoleó su caballo para llegar hasta Ginawr. Su compañero le esperó mientras buscaba la mejor ruta para bajar por la pendiente. Los huargos eran extremadamente ágiles, mucho más que los caballos. Pero Ginawr creyó haber visto cómo bajar, y así se lo hizo saber a Tarbrand.

Abajo podían ver al grupo formado por un enano y dos montaraces (una mujer con arco y un hombre armado con una lanza). Estaban encima de una pequeña colina, y un huargo estaba en lo alto con ellos. A los pies de la colina había otro, y el tercero era el que habían estado persiguiendo Tarbrand y Ginawr y ya estaba de camino.

Unos ciento cincuenta pasos les separaban...

Tarbrand - Turno 4

-¡GAARAAAN GWALOOORN!, gritó el jinete cuando su caballo comenzó a bajar a toda la velocidad por aquella cuesta. Cuando su instinto le pedía frenar, instó a la montura ir más deprisa. Necesitaba tener suficiente fuerza para que su lanza pudiera ensartar al primero de los huargos.

-¡¡ACERO Y MUERTE!!, dijo invocando el lema que había escuchado a los Jinetes de Acero. Ginawr era un hombre de Girithlin, pero había luchado codo a codo con Caldrim y con Bakar, y quería honrarles en este momento.

Tarbrand - Turno 4:

El dúnedain profundamente arengado por su compañero, correspondió su grito de guerra gritando el mismo lema:

-¡Garan Gwalorn! ¡por Echorion! -gritó recordando al líder indiscutible de todo Cardolan- ¡preparaos para morir criaturas infernales! -concluyó con un grito profundamente encorelizado, enarbolando su espada bastarda y arengando a su montura a ir a mayor velocidad si cabe que Ginawr, pues tenía que compensar su pérdida de tiempo anterior.

Sin duda, aunque eran pocos, su maestría como jinetes no tenía duda ninguna, cabalgaban como el viento, y sus golpes a lomos de sus invencibles corceles eran una sentencia de muerte casi con toda seguridad...

Turno 4 - Resolución (parte II)

¡¡Los jinetes de Garan Gwalorn habían llegado!!

En lo alto de la pequeña colina, el enano Ferrim, el dúnadan Eben y la montaraz Acero Rojo se defendían contra tres huargos. Habían logrado por fin derrotar al primero^H1, que aunque seguía con vida estaba muy malherido. Pero se veían con dudas para hacer frente a otros dos de aquellos monstruos.

La cosa cambió con la llegada de los dos jinetes. Tarbrand y Ginawr cargaron desafiando la pendiente de la cuesta que habían seguido los huargos, y cada uno escogió un objetivo distinto. Eran excelentes jinetes, y parecían sedientes de sangre. Tarbrand alcanzó a uno de los huargos^H3 en las patas con su espada bastarda. No logró abatirlo, pero sí le hizo sangrar de forma abundante. Su compañero Ginawr cargó con la lanza de caballería contra otro de los huargos^H2, y también le barrió las piernas con fuerza.

Turno 5

La llegada de los jinetes fue providencial. Eben respiró profundamente dando gracias. El huargo que se había adelantado a los otros dos estaba malherido, por lo que se dio media vuelta para enfrentarse a los otros dos.

Intentó ensartar con su lanza al que tenía más cerca^H2 y al que el jinete había golpeado con dureza, esperando poder rematarlo.

Turno 5

Aquellas jornadas estaban demostrando que algo protegía a los defensores de la Luz, porque incluso en los momentos más arriesgados, cuando todo parecía perdido, se producían fenómenos de esperanza. La llegada de aquellos dos fieros jinetes era una muestra más.

Y Ferrim no podía sino agradecerlo. Combatir contra los huargos era un reto demasiado peligroso para un grupo pequeño donde no había grandes guerreros, sino exploradores y, bien, sí, un enano que, aunque duro y tenaz como todos los naugrim, era un mero herrero.

El huargo más atrevido se había llevado su merecido y los otros dos habían sido cogidos por sorpresa. Ferrim valoró en un segundo sus opciones. El primer lobo esta malherido y le caería la muerte en breve. El enano podría hacérsela llegar antes, pero supo que, a pesar de sus limitaciones, su papel ahora estaba ahí abajo, con los otros dos lobos.

No habría habitante de Cardolan que pudiera decir que un enano de ciudad era menos valioso y valiente que un guerrero.

Dejó atrás al huargo herido y se dispuso a bajar con toda la premura posible. Allí abajo, la presión del número sería crucial y cada brazo habilidoso tendría algo que contar en aquella historia.

-Turno 5:

Tarbrand sonrió orgulloso de la efectiva carga que acababan de realizar a través de una pendiente mortal, no obstante parecía que los defensores a los que auxiliaban sabían valérselas por si mismos, aunque nunca está de más la ayuda incesperada.

Al montaraz le hubiese gustado saludarles debidamente, pero los enemigos tenían prioridad, ya habría momento para las palabras luego. Por lo que asestó un nuevo golpe con su espada, mas esta vez se encontraba en una mala posición desde su montura y su arma apenas consiguió una pequeña parte de lo que se pretendía...

Turno 5

El jinete de Girithlin se preparó para una nueva carga con la lanza de caballería. De reojo vio llegar al joven montaraz desde la colina, y maniobró su montura para dejar al huargo^H2 a su derecha al pasar. Pero el huargo era ágil e imprevisible en los movimientos, y Ginawr perdió gran parte del impulso incial.

-¡Quédate a ese lado!, le dijo al recién llegado. -A ver si entre los dos acabamos con esta bestia.

Turno 5

Acero Rojo volvió a cargar su arco compuesto. Vio que el huargo que tenía cerca estaba gravemente herido, y aunque de momento seguía en pie, no tenía fuerzas para atacar. No era una amenaza, al menos de momento.

Con frialdad, apuntó con el arco. Vio bajar a Eben y también a Ferrim, y dudó entre los dos huargos. Finalmente, optó por el que estaba luchando con el otro jinete ya que Ferrim le seguía los pasos a Eben hacia el huargo de la izquierda^H2.

Turno 5 - Resolución

Los dos huargos aún no se habían recuperado de la sorpresa inicial de la carga de los jinetes cuando estos volvieron a atacarles. Además, de la colina llegaron a la carrera Eben y Ferrim. El dúnadan llegó con su lanza, y atacó al huargo^H2 por el flanco. Había perdido algo de tiempo en bajar la cuesta, pero aún así le llegó a provocarle una larga herida al animal en la pata trasera. No era muy profunda, pero sangraba ahora de otra herida más. El jinete Ginawr perdió maniobró su montura lo mejor que pudo, pero no era fácil situarse para atacar al esquivo huargo con una pesada lanza de caballería. Aún así, optó por quedarse junto al animal para fijar su posición y así facilitarles el ataque al montaraz y al enano. Ferrim llegaba siguiendo los pasos de Eben, pero con mucha menos agilidad en sus movimientos. No llegó a atacarle al huargo, pero sí para rodearlo. Ahora no tenía escapatoria.

Mientras tanto, Tarbrando se había quedado solo con el otro huargo^H3. Atacó con su espada bastarda confiando en dejarlo fuera de combate, pero el golpe fue débil. El huargo no lo dudó y se lanzó a por el jinete. Logró alcanzarle con las fauces, y por un momento Tarbrand temió lo peor. Pero al final el peto de cuero le salvó, y los colmillos no penetraron en profundidad. Aún así, el impacto le había dejado contusiones en todo el cuerpo, y casi lo había tirado del caballo. Eran animales feroces y peligrosos sin duda.