Partida Rol por web

Castillo - Orthind

La reunión continuó entre cabeceos y gestos distendidos. Muchos intentaron aprovechar la coyuntura para descansar y sus respiraciones agitadas se situaron como telon de fondo de un encuentro donde aquellos mas descansados deberian llevar la carga mas pesada. Sus mentes permanecian mas ligeras y menos abotargadas que las de aquellos que habian estado en primera linea de combate. Y a ellos correspondia tomar ahora las decisiones que dirimirian el destino de todos. Pero para eso, necesitaban recopilar toda la información que pudieran de quienes habian luchado sobre el terreno. En parte, aquella era la finalidad de aquella reunión.

Sentado en un lateral de la gran sala, me mantuve en silencio. Me sorprendió escuchar a Tarbrand y comprender su verdadera posición dentro del entramado de piezas que componían el tablero de Sil Auresse. El encapuchado habia resultado ser alguien mucho más importante de lo que habia imaginado solo unos dias antes, cuando lo conocí en la granja de Huargos. En aquel momento lo habia supuesto alguien menos importante dentro del organigrama de poder, alguien como yo. Pero con el paso de las horas se habia revelado su verdadera posición. Aquello no hacía más que confirmar la buena impresión que aquel guerrero me habia causado, pues en ningun momento me habia tratado con la superioridad que podía desprenderse de su cargo, sino al contrario, siempre me habia respondido desde la confianza y el compañerismo que se habia forjado entre nosotros desde que combatimos hombro con hombro en las cuadras de la granja.

A medida que los hombres hablaban sobre ejercitos y alianzas surgió en mi la duda de una posibilidad truncada.
Pensé entonces en Thorian y en los enanos de las Ered Luin. ¿Cuan valiosos hubiesen sido tan solo un centenar de aquellos fuertes brazos ahora?...y lamenté profundamente no disponer de una mente privilegiada como la Theon que me hubiese permitido anticipar todo lo que finalmente habia acaecido.
Pero lo cierto es que cuando abandoné la compañia de Thorian y los suyos, poco podia sospechar sobre la gravedad de los acontecimientos que se estaban sucediendo al este de Eriador...y solo ahora que ya era demasiado tarde, comprendía que tal vez ellos estarían tan dispuestos como yo a defender sus dominios de la sombra...pues si los hombres sucumbian allí, ninguna fortaleza enana ni ninguna montaña podrian detener la oscuridad que se extendia por las tierras del Oeste.

CASTILLO - Othrind

Acero Rojo miró a Denelloth un largo tiempo, en silencio. No se sentía cómoda entre tanta gente extraña encerrada en una sala sin ventanas y de muros gruesos. No obstante, le reconfortaba ver la calidez de los ojos verdes y grises de aquel montaraz que le observaban por debajo de la capucha que ocultaba en parte su rostro marcado de por vida. –Sí, debo hacerlo, le contestó finalmente y se levantó para hablar de los Lobos.

-Los Lobos. Somos un grupo de personas sin familia, sin hogar, sin lealtad a nadie. Libres de ataduras. Ni siquiera usamos el nombre que nos pusieron nuestros padres. Yo soy Acero Rojo, y el líder de mi manada se llama Dos Colmillos. Llevamos años luchando contra los orcos en el sur, donde tienen sus cuevas. Cuando vimos que salían de sus madrigueras en grandes números, nos apresuramos a llevar a salvo a las gentes de las granjas. A los pastores y a otros. Tenemos refugios en las colinas.

Su voz era clara y de timbre melódico, y aunque las palabras no salían con tanta fluidez como las de otros e iban acompañadas de gestos con la mano, las usaba con corrección. –Dirigía a un grupo de hostigadores cuando nos encontramos con Ferrim, Denelloth y Eben. Les llevé al refugio, y allí nos encontramos con Arthondir, y Dos Colmillos les contó lo que sabía. Él decidió atrasar la llegada de la hueste orca que estaba atrapada en el Paso todo lo posible. Conocemos aquellos terrenos muy bien y sabemos preparar trampas y emboscadas. Pero no tenemos la fuerza necesaria para acabar con los orcos, solo podemos ganar tiempo para vosotros en esta guerra.

CASTILLO - Othrind

-A veces el tiempo es lo más valioso que tenemos, contestó Curudae. –Lo que habéis hecho los Lobos no se quedará en el olvido. Lo que habéis hecho por toda la gente que se encontraba en el camino de los orcos. Habéis salvado muchas vidas.

En cuanto a Melechtor, le agradeció su llegada y las nuevas del ejército de Sil Auressë. Dejó que fuera Gaerel quien acordara los detalles del tema militar con las fuerzas de Echorion y las espadas libres.

CASTILLO - Othrind

Belegund no había hablado apenas en toda la reunión. Saludó a Melechtor con quien había coincidido en más de una ocasión. –Yo viajaba hacia Sil Auressë con un grupo de hombres que acudían por la convocatoria de Khoradur, pero nos sorprendieron las grandes manadas de huargos. Allí me encontré con Barendil, y nos protegimos mutuamente. Él se dirigía hacia el oeste. Me imaginé entonces que hacia el Vado de Sarn, y las palabras de Arthondir en parte me confirman eso. Hubo movimientos de las tropas de Echorion en las semanas previas al Oscurecimiento. El capitán Elfwine llevó a sus jinetes hacia el sur, y Barendil en el oeste con palomas…

El hombre que coordinaba los mercenarios de Metraith era una persona de mente astuta. Su acento delataba su procedencia gondoriana, pero conocía bastante bien los entresijos de la política de Cardolan. –Es una buena noticia, si es que podemos encontrarlos. O avisarles. No sé si Elfwine ha establecido ya un palomar, pero Metraith sí puede recibir mensaje de ese modo.

CASTILLO - Othrind

Melechtor y Gaerel charlaron brevemente para concretar las funciones de las distintas fuerzas. Sil Auressë contaba en aquel momento con seis sargentos, pero Parthil estaba al mando en la aldea y Gaerel ejercía las funciones de dirgon. Quedaban Faelimir, Leaniach, Eliver y Agnor para repartir el resto de las tareas. La prioridad era preparar las defensas de la aldea, el vado y el castillo, así como un plan de acción para cuando llegaba el ejército orco desde el sur. Contaban ya que las dos huestes orcas se iban a unir en una gran fuerza. A pesar de las bajas que habían sufrido, la suma de las dos huestes triplicaba el número de efectivos presentes en Sil Auressë.

Por otro lado, contaban con muchas ventajas. Y sobre todo algo de tiempo para prepararse. Melechtor salió de Othrind con una buena impresión de los que tomaban las decisiones, y de momento no necesitaba que sus hombres que descansaban allí se le unieran. Tarbrand le acompañó cuando se dirigía al edificio de la Academia para comprobar de primera mano el estado de Ginawr y de Bakar antes regresar al vado. Los dos mantuvieron una breve charla privada.

Fue entonces cuando Denelloth puso en marcha su plan. El ave guardián “hopta” que le había acompañado y protegido en batalla aún seguía vinculado al montaraz, y sobrevolaba el castillo. Los arqueros estaban acostumbrados a su presencia, aunque les resultaba un tanto incómoda al tratarse de un buitre. Era la mejor opción, pues las palomas difícilmente podían esquivar a los murciélagos gigantes a larga distancia y además estaban adiestradas para ir de un punto prefijado a otro. El montaraz le ofreció varios trozos de carne al ave y le susurraba subido a una de las almenas de la muralla. Con la mano apuntaba hacia el este, y ante el asombro de los le vieron desde el patio de armas, el buitre salvaje se doblegó a la voluntad de Denelloth como si de un conjuro se tratara.

Durante unos instantes, el hopta se quedó en el hombro del montaraz para permitir que le atara un pequeño pergamino enrollado en la pata. Luego abrió sus alas y salió volando hacia el este. El mensaje escrito por Curudae llevaba muchas de las esperanzas de futuro para Sil Auressë y para la región, pues los cien jinetes de Elfwine podrían ser decisivos en la batalla que quedaba por librar. Aún tenían la opción de enviar a Arthondir con uno o dos jinetes más a buscarlos, pero un ave podía viajar a mayor velocidad y sobre todo desde su posición elevada podía localizar al ejército con facilidad en aquellas tierras altas escarpadas e irregulares.

La otra buena noticia llegaba desde la Casa de la Curación. Ginawr estaba estable después de que Ionell le abriera con un cuchillo para intentar salvarle la vida. Aunque seguía dormido y su recuperación iba a ser lenta. Su corazón latía débil, pero seguía con vida. Ahora dormía en la camilla al lado de Bakar quien se había despertado poco antes de la llegada de Melechtor.

CASTILLO

Vio partir al hopta y permaneció quieto, mirándolo, hasta que sus ojos dejaron de distinguir la negra silueta. Luego miró abajo, al patio, durante un buen rato. Meditaba entristecido, quizás sobre el destino de los hombres. Luego, de nuevo al horizonte, buscando algo o a alguien, o echándolo de menos.

Cuando bajó buscó a Acero Rojo, se ocupó de que se alojara convenientemente, y compartieron comida y conversación. Aunque seguían en peligro, lo peor había pasado, o eso pensaba el montaraz. Sin embargo, no parecía demasiado animado; la perspectiva de futuros combates era casi segura, y muchos hombres y mujeres de la región todavía sufrirían y morirían en las jornadas por venir. Acero Rojo se dolía mucho por ellos. Denelloth se sentía, de alguna forma que no se atrevió, no quiso o no supo concretar, incompleto.

Se despidieron con cierta tristeza; pero el castillo no era grande, y volvieron a verse al poco tiempo. Los febriles preparativos para un posible asedio mantenían a todos, de una u otra manera, enlazados entre sí y con la realidad. Hablaban, comían, dormían y arrimaban el hombro, cada uno a su manera. Cada cual descansó y se repuso como mejor pudo, temiendo verse a prueba de nuevo muy pronto.

CASTILLO - Theon y Tarbrand

La reunión en el Othrind había llegado a su fin, en esa sala se había volcado una gran cantidad de información relevante para todos, el destino de esa aldea, el de Dol Tinare y el del propio Echorion dependía en gran medida de todo lo dicho. Theon había preferido guardar silencio cuando Melechtor llegó con las buenas nuevas, pero desde ese momento había querido hablar con él. Si Caldrim había sido su maestro en el combate, el Capitán había sido su mentor en el campo de batalla, la experiencia de ambos había templado la visión que el joven noble tenía de la guerra, por ambos sentía una gran gratitud que perduraría por siempre.

Tarbrand acompañaba de cerca al Capitán cuando salieron de la reunión, el jinete de ribete rojo mostraba una gran fidelidad hacia Echorión, sus palabras en la sala habían sido audaces y Theon sintió que recién en ese momento le había conocido realmente. Recordó las conversaciones con su amigo Echorión en Fornost, cuando compartían el sueño de unir a todo Cardolán bajo un solo reinado, y como Theon y Olawen le prometieron ayudarlo a recuperar Girithlin y apoyarlo cuando llegase la hora liderar esas tierras. 

Se acercó a ambos hombres - Disculpen que los interrumpa, quería comentarle algo Capitán - dijo, haciendo un gesto al jinete para que no se alejase - Es un honor para mi estar bajo su mando, Melechtor, y colaborar no sólo en las defensas de éstas tierras, sino en todo lo que contribuya a que mi amigo Echorion ocupe el lugar que se merece - desvío su mirada hacia Tarbrand asintiendo con la cabeza y luego volvió a centrarse en el Capitán - Pero quiero solicitarle permiso para asentarme en el castillo y colaborar activamente en la defensa del lugar- dijo. Hizo una pausa, su voz sonaba temblorosa, reflejando lo difícil que le resultaba hablar de eso con él.

- Me une a esta tierra mi propia sangre, Capitán. Nací en Dol Tinaré, mi madre me llevó a Arthedain porque la gran plaga estaba matando a toda nuestra familia. Tras la muerte de mi bisabuelo, esta región perdió el rumbo y el destino de esta tierra ese tornó sombrío. Me he entrenado en la escuela militar con la intensión de algún día volver aquí y ayudar a reconstruir lo que se ha perdido...- a medida que hablaba retornaba la compostura en su voz - y ese momento ha llegado. Sigo siendo un jinete del Garan Gwalorn, y mi apoyo hacia Lord Echorión y su causa es total, pero mi lugar ahora es con Dol Tinaré - los hombres que había visto en el Othrind eran todos valientes y experimentados, pero a diferencia de Khoradur, carecían de formación academica militar, Theon se sentía en obligación de brindarles su apoyo. Comprendía que Melechtor se movía con cautela en lo político y que la decisión de que el Garan Gwalorn no interviniese directamente en los asuntos de Sil Auressë era sabia y prudente, pero Theon era descendiente del Hir, su lugar en ese momento, era con ellos - Le pido me permita asentarme en el castillo y colaborar con Gaerel, Denelloth y Curudae en la estrategia para defender la región, al menos hasta que el Lugarteniente se recupere- no iba a dejar de combatir con los jinetes de Melechtor, seguiría estando a su servicio, pero en esos días, sería más útil en el Othrind que en cualquier otro lugar.   

CASTILLO

Tras la reunión Bergil buscó la forma de ver a su señor, pero no le dejaron pasar, por lo que, con cierta frustración, marchó a descansar a sus aposentos, no sin antes que le dejasen ver la herida de su nariz, la cual había desatendido hasta el momento casi todo el tiempo.

Al llegar a sus aposentos se lavó la cara y se quitó la armadura. Al lado se encontraba la cámara de su señor y no pudo por menos que echar un rápido vistazo. Le parecía muy fría y vacía ahora que su señor no estaba allí, luchando por su vida. Luego se fue a dormir, ya que suponía que el día depararía nuevas sorprechas y peligros.

Al día siguiente volvió a vestirse como si fuese al combate, en cualquier momento aparecería una hueste de orcos y no podían por menos que prepararse para luchar de nuevo, con la esperanza de alcanzar un nuevo día. Antes de desayunar acudió de nuevo a las salas de curación para poder ver a Khôradur, sin suerte.

Desayunó rápidamente y dado que no tenía otras obligaciones se presentó ante el sargento Gaerel para que le encomendase alguna tarea.

CASTILLO - Tarbrand

El montaraz aprovechó el paseo en privado con su superior para comentarle aquel extraño asunto de la niña, puede que no significase nada, que fuese algún otro asunto que no tenía nada que ver con el panorama político de Cardolan, no obstante, su labor era informar, pues todo parecía indicar que importante debía ser, por lo que aprovechando que nadie los escuchaba le dijo a Melechtor:

-Disculpe mi capitán, hay un asunto que quería comentarle en privado, mientras he estado acompañando a los hombres de Sil Auressë he escuchado por parte de dos de sus miembros varias referencias a una niña que se encontraba en el castillo y que parecía ser de vital importancia su seguridad, pues abandonaron nuestra compañía para ir a buscar a dicha niña, y eso que nuestra situación era bastante difícil -expuso aclarando todo lo que sabía sobre el tema- puede que no sea algo que nos afecte, y tampoco a Lord Echorion, pero creí importante informarle señor -concluyó finalmente esperando haber hecho bien su trabajo.

No obstante, Theon pronto los interrumpió por lo que le habló como cambiando de tema.

CASTILLO - Tarbrand

El capitán escuchó las palabras de Tarbrand sobre la extraña niña que tanto parecía preocupar a varias de las personas influyentes de Sil Auressë. -Gracias por compartirlo, Tarbrand, le dijo pensativo. -Desconozco quién podría ser, pero está claro que algo oculta esta aldea para atraer semejantes huestes de orcos. Le informaré a Echorion en su debido momento.

Luego vio llegar a Theon y dejó el tema, pues era mejor no desviar la atención en exceso.

CASTILLO

Las palabras de Theon eran sinceras, y hablaba desde el corazón. Melechtor le puso la mano en el hombro cuando terminó de hablar. A su lado estaba Tarbrand. –Theon, te conozco desde hace pocos días, pero no dudaría un instante en poner mi vida y la de mis hombres en tus manos. Has portado con honor el ribete de Echorion, y aunque ahora te lo quites, confío en que lo guardes para el futuro. No soy un hombre de política, pero sé que con la pérdida de Hir Hallas, la tierra de Dol Tinare perdió el rumbo. En lo inmediato, los jinetes de Echorion, los originales de mi unidad, ocuparán la zona del vado, pero aquí quedarán varios entre heridos y otros. Y los que se unieron después para formar Garan Gwalorn.

Se le formó un pequeño nudo en la garganta al pensar que tal vez estaba llegando el momento de disolver aquella unión improvisada que se había formado en el campo de batalla. –Quédate en el castillo, coordina con Gaerel lo que necesite y ten informados a los que cabalgaron con nosotros. Lleves o no el ribete rojo, no dudo de tu lealtad. Y aún sin tener un estandarte, siempre serás uno de los Garan Gwalorn. No hay lazo de sangre ni voto de lealtad más fuerte que el vínculo que se forma en una batalla.

Por un instante, parecía que iba a añadir algo más, pero en vez de eso dijo: -Hablaremos luego, ahora voy a ver cómo están Ginawr y Bakar.

CASTILLO

Theon había interrumpido la charla privada de Tarbrand con su capitán.

-Sí, Melechtor, yo también quiero ver como están nuestros compañeros... -dijo en su típico tono alegre y bienintencionado cuando Melechtor había terminado de hablar.

Tarbrand escuchó atento la historia del joven Theon, sin duda era bastante interesante, por lo que teniendo en cuenta la confianza que tenía Melechtor en él, y la amistad que habían forjado durante el camino, le dijo:

-Por mi parte, sólo por ser amigo de Lord Echorion ya tienes toda mi confianza, tras lo vivido en el campo de batalla, también tienes toda mi amistad -indicó con una sonrisa- no obstante, ¿os puedo preguntar algo sobre este reino? pues yo no había salido de Arthedain hasta ahora, ¿os suena por casualidad el señorío de Dol Caladir? tengo algunas preguntas que hacer al dirigente de aquel lugar sobre mi padre, y como es obvio, agradecería cualquier ayuda que me podáis dar... -expuso con total amabilidad y mirando también al capitán por si quería aportar algo a lo que acababa de decir.

CASTILLO

El sargento Gaerel se movía de un lado a otro del castillo sin parar. No hablaba mucho, ya que prefería dar órdenes concisas y sencillas. Donde veía un punto débil, ordenaba a reforzarlo. Organizaba lo mejor posible los hombres con los que contaba. Tenía a Faelimir y a Agnor de vuelta, y con Parthil al mando de la aldea junto a Eliver, y Leaniach a caballo entre la aldea y el castillo, la situación general parecía estar bajo control. No obstante, eran las pequeñas cosas las que necesitaban de su atención. Recordaba a los que faltaban. Walec había muerto, igual que Pinto. Y Halbered estaba en la Loma, y aún no había regresado, igual que Ethlor en el norte.

Vio a Bergil, el fiel escudero de Khoradur, y se acercó al joven. –Bergil, te necesito en las Casas de la Curación. Hay muchos que acuden a ver al Comandante, pero necesita reposo. Quiero que te encargues de mantener el orden allí. Ya le he informado a Ionell que te informe de cualquier novedad. También aquellos que se recuperen diles que me busquen. Y los que no pueden luchar, tal vez necesitemos de sus armas.

CASTILLO

En las Casas de Curación, Bakar se incorporaba en su lecho y saludó a Melechtor y a Tarbrand. –Sangre y Acero, hermanos, les dijo y trató de levantarse pero rápidamente le recomendaron que se quedara de momento tumbado. En la camilla de al lado descansaba Ginawr. -Vale, me quedaré aquí hasta que se despierte. Decidle a Caldrim que ni se le ocurra salir sin mí.

CASTILLO

Theon agradeció la confianza que Melechtor le brindaba, sus palabras eran reconfortantes y lo alentaban a seguir su propio camino. Pese a todo, no iba a separarse de ese grupo de jinetes con el que había sellado una unión con sangre y acero - Gracias mi Capitán ... mi amigo - dijo, y estrechó su brazo antes de que se marchase.

Tarbrand también le brindó palabras de apoyo, las cuales fueron bien recibidas - Tarbrand, también tienes mi confianza y amistad, has sido un gran compañero y siempre afrontaste los momentos más difíciles con valor, ha sido un gusto combatir a tu lado - dijo con animosidad. Luego le consultó sobre detalles de una región que no había visitado pero que a la vez le era conocida.

- No he estado en Dol Caladir, pero es un señorío vecino a Dol Tinaré y conozco algunas cosas. Es el feudo mas rico de Cardolán, sus tierras fértiles son ideales para la agricultura. Pero si vas a adentrarte allí, tal vez no sea una buena idea llevar el ribete rojo en el brazo- dijo, a medida que su rostro se tornaba más serio - Hubo una gran enemistad entre Echorión y Finduilas, la Princesa del lugar, y a poco estuvieron de enfrentarse en una guerra. La intervención del Príncipe Pelentur tuvo mucho que ver con la renuncia de la mujer y con que ahora gobierne el feudo su Senescal, Dagobert, pero es algo reciente y poco se de él. Si bien la tensión con Echorión no parece ser tan fuerte,  si vas a adentrarte allí, te sugiero que lo hagas con prudencia - le aconsejó el joven noble al montaraz.

Luego, se despidió de ambos y dejó que continuaran su camino a visitar a los compañeros heridos. Él tenía otro tema que atender cuanto antes.

CASTILLO

Había terminado la reunión en el Othrind, los presentes se habían dispersado, algunos a ver a los heridos, otros a ocupar posiciones defensivas, y otros a recorrer el castillo por primera vez. Theon por su parte había cruzado unas palabras con Melechtor, el líder del Garan Gwalorn y la persona responsable de haber cambiado el destino de ese Castillo. Difícilmente esa aldea tuviese consciencia de lo importante de su labor, si la horda que provenía desde el sur no hubiese sido detenida y sus líderes eliminados, si el paso no hubiese sido bloqueado, si sus máquinas de asedio aún estuviesen en pie, si al caer Khoradur no hubiesen aparecido y vencido al líder enemigo, si no hubiesen protegido la vida del Lugarteniente, entonces otra sería la historia de ese lugar, puede incluso que ya no quedase nada de esas piedras que formaban el castillo y la academia. 

Deambuló dentro de las murallas, notaba las bases antiguas de la edificación entremezclada con paredes nuevas que ahora demostraban su eficacia. Acaso alguien había previsto que esto podía suceder? se preguntó al observarlas. Aguardó un tiempo prudente para acudir nuevamente a los líderes de Sil Auressë, esperaba encontrarlos junto a los sargentos, con suerte aún estarían en las cercanías del Othrind.*

Cuando consideró que era oportuno, se acercó a los líderes - Con vuestro permiso, me gustaría hablar con ustedes un momento - dijo y esperó a ser admitido por ellos - Dirgon Gaerel, he intentado colaborar en todo momento lo mejor que he podido, para poner fin a la amenaza del enemigo en la región. He actuado como jinete del Garan Gwalorn y combatido junto a grandes hombres de Sil Auressë, como los Sargentos Agnor y Faelimir, e incluso el Maestro Denelloth, todos ellos testigos de mi compromiso con la seguridad del Lugarteniente y de toda la aldea. Sin embargo, mi responsabilidad con ustedes va más allá - dijo e hizo una pausa para buscar las palabras más adecuadas.

- Por mi sangre corre el linaje del Ernil Hallas, soy un noble de Dol Tinaré que salió de estas tierras por motivo de la gran plaga y me he formado en la escuela militar de Fornost por los mejores estrategas de Arthedain. Me he prometido volver a mi tierra natal para restaurar lo que se ha perdido y me siento honrado de haber colaborado en la supervivencia de Sil Auressë. Pero es mi intensión brindarles mi completo apoyo y colaboración, poniendo a vuestra disposición mis conocimientos militares para elaborar en conjunto la mejor estrategia para defender el Castillo y obtener la victoria - con el Lugarteniente inconsciente, puede que no hubiese otro más que Theon con una formación académica militar.    

Tomó el ribete rojo que llevaba en el brazo, y lo guardó con delicadeza en un bolsillo - Mi amistad con Lord Echorion nada tiene que ver con este ofrecimiento, lo hago como hombre libre, como noble de Dol Tinaré, como soldado comprometido con este lugar y su gente. Lo he hablado con el Capitán Melechtor y me ha dado autorización para manejarme por fuera de su mando en este asunto. Espero tengan a bien este ofrecimiento y poder serles de utilidad en los tiempos por venir -

Los ojos de Theon tenían cierto brillo, su rostro contenía la emoción de quien vuelve a su tierra, de quien cumple una antigua promesa, de quien finalmente encuentra su camino.

CAMINO DESDE METRAITH

Anael miró a la pequeña y luego a los hombres que tenían delante. No sabía si la chica estaba en lo cierto, pero dada la experiencia que tenía con las premoniciones y pensamientos estaba seguro de que así era.

De todas formas no esperaba dejarla en manos de aquellos hombres. Acompañaría a ella y a Benaldamat hasta Sil Auressë. Además quería llegar cuanto antes para poder reunirse con Gildûr y con Girion. Llevaba mucho tiempo sin saber de ellos y algo le decía que no todas las noticias serían buenas.

-Cuanto antes lleguemo a Sil Auressë todos estaremos mejor -dijo escuetamente el guardaespaldas mirando a la lejanía coo si pudiera ver ya la fortaleza.

CASTILLO - Othrind

Al entrar en la gran sala en la que se desarrollaría el Othrind, Eben se sentía agobiado. Pocas veces había venido a Sil Auressë y en casi todos los casos iba de paso, sin apenas convivir con la gente.

Se notaba encerrado y totalmente fiera de su ambiente, el encontrar de nuevo a Denelloth le hizo volver a respirar. Su amigo y maestro había alcanzado sin problema la seguridad del castillo. Un problema menos.

Seguía las palabras de los asistentes, pero no se concentraba. Hablaban de batallas y las diversas luchas que se habían estado desarrollando a lo largo de los últimos días. Hablaban de estrategias, campos de batalla, compañeros perdidos...

Incluso cuando Denelloth sugirió que Sudwyll o él mismo fueran a buscar supervivientes al poblado, no reaccionó.

No conocía a casi nadie de los presentes. Vio entrar a Acero Rojo y pudo esbozar una sonrisa, la sentía ya como una compañera de los exploradores, si bien pertenecía al grupo de los lobos. La mujer expuso brevemente la labor que realizaba, lo cual fue alabado por el senescal. La verdad es que en otras circunstancias posiblemente Eben su hubiera unido a ese grupo.

Tenía ganas de verdad que aquello acabara. Necesitaba la libertad del bosque y sentir el aire fresco en la cara. Cuando al fin se tomaron las decisiones adecuadas, Eben respiró y acompañó a su mentor para apoyarle en la medida de su fuerzas en el plan que había ideado, aunque Eben poco sabía de aguilas.

Se esperaba un asedio. A Eben aquello no le hacía ninguna gracia. Su forma de atacar y moverse era entre las sombras de su amado bosque, no encerrado entre aquellos bloques de piedra. Observó de medio lado a Acero Rojo, seguramente pensaba lo mismo.

Pero cumpliría las órdenes que le dieran. Tenía el arco preparado y las flechas dispuestas para acabar con cualquier orco lo suficientemente osado como para aproximarse demasiado. Mientras, observaba los diversos fuegos en el bosque como si los tuviera sobre su propia piel, deseando que la pequeña cabaña del bosque aguantara hasta su regreso.

CASTILLO

-No soy de sangre noble, Theon, confesó Gaerel. Las palabras del joven oficial parecían sinceras, y fuertes sus convicciones. Se encontraban en la sala de Othrind, con unos pocos hombres presentes. –Sil Auressë nació para acoger a todos, sin importar el pasado de cada uno. Al mismo tiempo, la Dama Aylarien buscaba a los mejores. Como Khoradur, del que se dice que planificó el Saqueo de Pelargir. Su ausencia pesa sobre el ejército de Sil Auressë, y tal vez puedas aportar un nuevo punto de vista. Otra forma de ver las cosas. No dudo de tu compromiso, y acepto tu ofrecimiento.

CASTILLO

Aquel día terminó, y uno nuevo comenzó. Poco a poco, todos habían encontrado su sitio en el esquema de Gaerel. Tal vez no era el comandante más imponente, ni el guerrero más valiente. No obstante, entendía de cómo funcionaba un ejército, y también sabía valorar la aportación de cada uno. Le importaba poco o nada la formación académica que había recibido Theon en Fornost Erain, pero comprendía la solidez de sus conocimientos. Además, había pasado su prueba de fuego en las batallas de aquellos días. Así que ahora era habitual verle a Gaerel revisando las defensas con Theon y alguno de los Garan Gwalorn junto a él.

Denelloth, Acero Rojo, Sudwyll y Eben salían fuera para controlar el perímetro, pero sin alejarse mucho de la fortaleza. Y los caballeros de Leaniach y de Melechtor se movían entre el vado,  la aldea y el castillo.

Sobre mediodía llegó el sargento Halbered y algunos hombres más. Aquel grupo se había separado de los Garan Gwalorn tras la Batalla de la Loma y habían continuado el viaje a pie hasta regresar a la aldea. Y poco después llegó el buitre hopta, y sobrevoló el castillo hasta encontrar a Denelloth. El montaraz entró con el ave y fue a buscar a Curudae.

Nuevamente se convocó una reunión en Othrind. En realidad, la sala casi siempre estaba ocupada por alguien. Los hombres de armas entraban y salían, y pequeñas reuniones y charlas se habían sucedido. Pero a la primera hora de la tarde de aquel día, se celebró una reunión de más alto nivel. Estaban Curudae, Gaerel, Denelloth, Theon y el resto de los Garan Gwalorn,  y también el sargento Parthil y el escudero de Echorion, Barendil.

Y en la mano de Curudae un pequeño pergamino…