Partida Rol por web

Uno de los lugares más populares de la academia es sin duda la cuca cafetería de Edgar Chadburn. Decorada como una típica cafetería romántica francesa, este local ofrece sin duda alguna los mejores muffins de arándanos que hayas podido probar. Y aunque el precio de las consumiciones está incluído en la matrícula, las propinas son siempre bien recibidas.

Pero no es sólo por eso por lo que este lugar está concurrido. El encargado de la cafetería es probablemente la mejor fuente de cotilleos y de consejos amorosos que hay en 200 km a la redonda. Así que une a un delicioso muffin, una taza de té en su punto con el último cotilleo jugoso que circula por el centro. Y tendrás la fórmula perfecta para pasar esa tarde tras haber estudiado como un campeón.

Después de haber merodeado un poco, Lionel terminó dándose cuenta de cómo estaba dividido el tercer piso y de que en el segundo no había nada interesante por el momento. Por eso terminó bajando de nuevo. Hacer una visita a los sótanos pudiera haber estado bien, por eso de sentirse dentro de la tierra un rato, pero por lo que sabía en la superficie no eran muy amigos de esas cosas y debía estar todo asqueroso… Como no estaba enfermo ni era hora de comer, se decidió por la puerta con el cartel de cafetería.

El lugar era… extraño. No un extraño malo pero definitivamente diferente a cuanto conocía. Se dirigió al lugar que parecía la barra.

-Buenos días, ¿podría servirme una jarra de la bebida destilada local?

Seguro que casi ni se había notado que no era de allí.

Tras la barra de la cafetería, secando unas tazas de porcelana, estaba un hombre de estatura humana media, delgado y de aspecto delicado, de rasgos finos enmarcados por una larga y lujuriosa melena de color carmesí.

En cuanto entraste preguntando si tenían bebidas destiladas, aquel hombre se recolocó las gafas y sonrió, mostrando una hilera de dientes afilados como los de un tiburón sexy.

 -Vaya, vaya, mi primer cliente es un encantador elfo oscuro. Ven, siéntate muchacho. Bebidas destiladas no tengo, pero puedo ofrecerte un té de roca delicioso. Creo que en la infraoscuridad está muy de moda.

El té de roca te sonaba, pero no era una bebida que hubieras tomado muy a menudo.

 -Y también tengo una exquisita tarta de moras frescas, ¡las primeras de la temporada! Está recién salida del horno, ¿te apetece un trocito, guapo?

Cuando entraste en el bonito establecimiento, viste a tu compañero Lionel hablando con un hombre pelirrojo que estaba tras la barra de la cafetería.

El hombre en cuestión era de altura humana media, delgado y de rasgos delicados, con unos ojos verdes enmarcados por unas gafas de color rojo y con una larga y lujuriosa melena de color carmesí profundo. Al verle hablar también observaste que tenía unos dientes afilados como cuchillas.

Aparte de esos dos y de ti, no había nadie más en la cafetería.

El aspecto inicial rojo como una cortina de terciopelo consiguió engañar a Lionel pero, al ver aquellos dientes afilados, supo que estaba ante un depredador. Aguantó su mirada por encima de las gafas que no necesitaba en el interior del edificio y decidió actuar con normalidad a no ser que algo tomara un rumbo extraño. Desde luego encantador era algo con lo que se sentía identificado. Lo había escuchado de la boca de muchas de las amigas de su madre, acompañado de miradas que ningún chiquillo debería verse obligado a soportar. Pero claro, ese era su deber: ser hermoso y callado, ¿no?

Con los nervios por el cambio radical al que había sido sometida su vida, hubiera preferido algo más fuerte… pero si sólo podía ofrecerle un té de roca, se conformaría con eso.

-Probaré el té de roca -aceptó, pero la siguiente oferta le puso en alerta- Sólo el té estará bien. No consumo carne. Y menos de mujer.

Se quedó totalmente descolocado cuando le hablaste de la carne. Hasta que entendió a lo que te referías y se echó a reír, tapándose coquetamente la boca con una mano.

 -¡Pero qué mono! ¡No son moras de personas, son bayas!

Y para demostrarlo, le mostró la tarta que estaba en un bonito expositor junto a una de chocolate y otra de queso al limón.

 -¿Lo ves? Cien por cien libre de carne. Sólo harina, azúcar, huevos de gallina, bayas… Esas cosas que hacen que el mundo sea dulce.

Puso al fuego una tetera para hacer tu té de roca y, mientras el agua se calentaba, sortó un pedazo de la tarta de moras y te lo ofreció.

 -Prueba. Y luego ya me dices si no es lo más delicioso que has probado en tu vida.

Fue entonces cuando Edgar se dio cuenta de la nueva presencia que había en la cafetería.

 -¡Vaya, otro cliente! Adelante, pasa muchacho. ¿Qué quieres tomar?

-Hola, me gustaría un chocolate caliente, si es que tienen.- Luego, agrego -Y para comer me gustaría un muffin, por favor.-

 -Marchando.

Puso el chocolate a hacer y sirvió el muffin en un plato, con un par de cubiertos.

 -El especial de la casa, arándanos con almendras. Si me dices que has probado algo mejor, me partirías el corazón.

Tras servirte el muffin, y mientras esperaba a que el chocolate se terminara de hacer, el camarero os miró a ambos y preguntó:

 -Los dos sois elfos por lo que veo. ¿Sois nuevos? Porque me acordaría de unos muchachos como vosotros.

En ese momento la máquina avisó de que el chocolate estaba listo, así que Edgar lo sirvió en una bonita taza y se lo puso a Kyrt al lado del plato con el muffin.

-Ah, gracias.- Le dije, recibiendo mi pedido. Se veía muy apetitoso.

-Soy alumno de primer año, llegamos con los buses hace unas horas. Mi nombre es Kyrt.-

-Bayas… -repitió en voz baja en actitud reflexiva.

Sí, a veces podía parecer que acabara de caerse de un árbol. Cuando quiso darse cuenta, tenía el trozo de tarta delante. Honestamente… tenía un aspecto algo extraño y lo hubiera rechazado pero justo entonces le llegó un olor dulzón a la nariz que captó su atención. Podía probarlo. Para eso estaba allí, ¿no?

Incluso inmerso en aquella experiencia olfativa, sus finas orejas detectaron a otra persona acercarse, que identificó como su compañero de cuarto desde la primera palabra. De alguna forma no podía evitar sentirse como en una especie de trabajo de campo en el que debiera fijarse en el comportamiento de todas aquellas criaturas entre sí. Por eso cuando le incluyeron en la conversación sin previo aviso se le hizo un poco extraño pero ¿Dónde fueres, haz lo que vieres?

-Así es, somos nuevos. Lionel, tercer año.

Y, ahora que no tenía que aportar mucho más, cortó un pedacito de tarta que se llevó a la boca. Sus ojos se abrieron un poco más con sorpresa. Era… era como una especie de fiesta de cristales de caramelo de colores en la boca… pero más suave y… Vale, no tenía con qué demonios contrastar aquello. Bendita fuera la superficie y sus bayas.

Uno de los lugares más populares de la academia es sin duda la cuca cafetería de Edgar Chadburn. Decorada como una típica cafetería romántica francesa, este local ofrece sin duda alguna los mejores muffins de arándanos que hayas podido probar. Y aunque el precio de las consumiciones está incluído en la matrícula, las propinas son siempre bien recibidas.

Pero no es sólo por eso por lo que este lugar está concurrido. El encargado de la cafetería es probablemente la mejor fuente de cotilleos y de consejos amorosos que hay en 200 km a la redonda. Así que une a un delicioso muffin, una taza de té en su punto con el último cotilleo jugoso que circula por el centro. Y tendrás la fórmula perfecta para pasar esa tarde tras haber estudiado como un campeón.

Nada más entrar en el establecimiento, visteis al encargado de la cafetería charlando con dos elfos que estaban tomándose un tentempié mañanero en la barra.

 -Ya me lo imaginaba. Tengo muchísima memoria para las caras, especialmente las guapas, así que me acordaría de vosotros dos sin duda alguna.

Dicho esto os guiñó un ojo de manera coqueta.

 -Por cierto, ya sabréis que el importe de las consumiciones está incluído en la matrícula, que tenéis derecho a cinco comidas al día, sean en el comedor, la minidisco o aquí. Sin embargo si nos dais propina al viejo Yojiro o a mí nos hariáis más que felices.

En ese momento, llegaron cuatro alumnos, dos chicas y dos chicos, a la cafetería. Las chicas eran una rubia de aspecto emocionado con todo y una de cabello lavanda, más tranquila, pero alegre igualmente. Los chicos eran uno de pelo morado que rebosaba confianza y un pelirrojo de aspecto algo extraño, que parecía estar emocionado también con todo lo que estaba descubriendo en la academia.

Edgar sonrió a los recién llegados y les ofreció acercarse.

 -Venid muchachos. Aún hay sitio en la barra o podéis coger una mesa si queréis. A tres no os conozco, pero a Aethel sí que la recuerdo del año pasado. ¿Qué tal las vacaciones Aethel?

-Vaya, la próxima traeré propina entonces- Le dije a Edgar. No quería parecer maleducado, pero no se me había ocurrido ir con dinero a la cafetería, ya que suponía que estaba incluido en la matrícula.

Al darme vuelta, pude ver a los recién llegados. Recordaba haber visto a alguno de ellos en los terrenos exteriores. Mientras me sentaba en una mesa con mi chocolate y mi muffin, me los quedé observando.

Rápidamente y de forma agradable, el olor humeante de las bebidas preparadas en la Cafetería permearon el olfato de Aetheldryd para después sonreír aun más por esa bienvenida. Aún recordaba su primer día en ese establecimiento en el que Edgar le dio un café de nueces de macadamia* como recomendación del día sin cafeína debido a su edad y, por lo menos y como mínimo, dos veces por semana debía ir por una taza de café para conversar con él no solo en plan "chisme", pues sentía que el dhampiro rebosaba de energía fresca y contagiosa.

-¿Qué tal, señor Chadburn?-contestó la joven imaginándose pedir una taza de café de avellana para después acercarse a la barra más que nada para saludarlo, pero esperó a que el resto escogiera dónde sentarse y ya de última instancia ella iría con los demás-. Han sido tranquilas, gracias por preguntar... y mi abuelo le manda saludos como siempre**-cuando su abuelo le comentó que él era un niño cuando Chadburn atendía en la Academia nunca lo creyó posible dada la juventud que irradiaba Edgar, pero ya sabiendo más sobre su raza eso solo me emocionó más acerca de la magia-... y mi abuela aun insiste en que le pase la receta del muffin de arándano.

Entonces, Aetheldryd se percató que estaba en medio del grupo con el que venía y de los dos elfos que ya estaban antes de ahí. Suspiró ante el recuerdo de lo que opinaba Renata de ella y, sin que le quedara de otra, torció su sonrisa sabiendo que lo que haría a continuación solo reforzaría la mala idea que la rubia tenía sobre su persona.

-Hola... mi nombre es Aetheldryd, un placer-se presentó ante los susodichos y tragó saliva para recuperar fuerzas-... Les presento a los demás: Renata-señaló la rubia con más afabilidad-, Darrow-miró al pelimorado-.... y Robert-el pelirrojo de anteojos  al que indicó con una mirada. Miró a Edgar y suspiró una vez más, mas devolvió su atención a los elfos-. Espero no haber interrumpido algo.

Lionel, en la barra, se frotó con un dedo el final del ojo, eliminando así el pequeño rastro húmedo que había provocado aquella maravilla de masa con bayas. Por supuesto no era algo que fuera a admitir en voz alta… pero digamos que de momento la comida de la superficie aprobaba. Ni siquiera necesitaba el té de roca.

A la llegada del grupo, el elfo agachó un poco la cabeza como si eso le fuera a hacer pasar desapercibido pero no pudo evitar echar alguna mirada por el rabillo del ojo. También estaba un poco más tenso. Su “camuflaje” de comerse la tarta y fingir no estar no debió funcionar demasiado bien porque terminó metido en las presentaciones junto con el otro elfo. Haberse desentendido en ese momento hubiera estado tan fuera de lugar que, una vez tragado otro pedazo de su tarta, tuvo que girarse hacia ellos. Lo de mirar a la cara a las personas con las que hablas era una costumbre bastante arraigada allí de dónde venía, por lo que no se planteó siquiera otra opción.

-Lionel Baerne, para servirla -sonrió ligeramente y sus dientes perfectamente blancos asomaron entre sus labios oscuros… dejando a la vista la afilada punta de un par de colmillos- Y por favor, no se preocupe. No había cosa alguna que interrumpir.

Si había entendido bien, se trataba de una veterana. Puede que hubiera adoptado al resto como sus pupilos o protegidos… o que estuviera mostrándoles el lugar. Eso hubiera estado bien para no haber dado tantas vueltas buscando su habitación hace un rato.

Un gustó, me llamo Darrow saludé con un vago gesto de las manos a los dos chicos que estaban en la cafetería.

La cafetería parecía un lugar agradable para pasar la tarde y charlar.

¿Podrías darme un par de muffin? Por favor. le pedí a Edgar cuando su olor embriagó mi nariz.

¡¡¡Ella es bastante genial!!!

Sin disimulo, Aethel se había metido entre dos elfos para demostrar que estaba en mejores términos con el Dhampiro, Vampiro o lo que fuese…

Además a diferencia suya que tenia que tomar coraje para hablarle a desconocidos, ella se metio entre dos ELFOS, ¿Quién interrumpía a un elfo?

En sus ojos se veía la respuesta.

Aethel.

Sostuvo la manga de sus compañeros como una niña pequeña, completamente emocionada por la presentación de sus Posibles Futuros Amigos (PFA), incluso Darrow mostro la iniciativa de presentarse.

-Mucho gusto -Al tiempo que veía a los dos elfos y al ser sobrenatural que la hacía de Barman realizo una reverencia exagerada. Ustedes son… 

Parecía que aunque ella sostenía las mangas de Darrow y de Robert, en su lugar, ellos la retenían de saltar a ver esas orejas, tomarles fotos y querer abrazarlos.

Tranquila… si doy mala impresión Aethel podría pensar mal de mi, igual que Darrow y Robert.

-Chicos… deséenme suerte -Le susurro a sus compañeros. Son elfos…

Con una sonrisa nerviosa fue con los Elfos mientras buscaba en su bolso una P*k*b*ll, bolsita de sus galletas caseras, esperando que los elfos notaran todo el esfuerzo que le costó hacerlas.

-Li-li-onel, soy nueva, quiero decir, nueva estudiante y yo.. suelo… digo…

Miro a su compañera de cabello lavanda para tomar valor.

-Quiero que nos llevemos bien y… pues, ser… amigos… si se puede…

Extendió la bolsita esperando que la tomara, después entregaría otro al elfo que no había hablado.

Robert responde cortesmente a los presentes:

-Hola, soy Robert Lawrence de 1er curso. Un placer.

- Un espresso, por favor. -Le dice a mr. Chadburn mientras abre la bolsa de galletas que le regaló Renata sobre la barra. -A alguien más le apetece?

Viendo a Renata sacar una Elfoball bolsa de galletas recordó la Masterball que había usado para atraparle bolsa que les había regalado ella misma.

También un refresco, porfa! pedi nuevamente mientras sacaba las galletas las cuales son mi dulce favorito, aspire comi un puñado de galletas en un santiamén, las galletas desaparecían como si nadada, y antes de que me diera cuenta ya no habían más. Mire la bolsa confundido buscando donde se habrían metido el resto.

-Hola a todos, mi nombre es Kyrt.- Dije luego de haber terminado de masticar un pedazo de muffin. Realmente estaba bueno, al igual que el chocolate. Sospechaba que la magia era parte importante de la receta, pero eso no me molestaba, al fin y al cabo realmente era delicioso.

Mientras pensaba eso, una chica trataba de presentarse a nosotros torpemente. Luego, le ofreció unas galletas a Lionel. No entendía porque hablaba tan entrecortado, pero tenía hambre, así que esperaba paciente a que me ofreciera unas a mí.