Partida Rol por web

-Sayaka -Renata abrazo a la pequeña kitsune mientras señalaba al Elfo. ¿Vamos a verlo?

Aaahhh se siente tan suavecito su pelaje.

-¿O vamos con la chica araña?

Casi inconscientemente había comenzado a empujar a su compañera peludita ante cualquiera de ambos.

“Desgraciadamente, aquí veo ningún papelito pudiéndome esclarecer sobre el hecho si son mufins veganos o no”, comentó Aki en susurros su intento infructuoso de hallar una declaración al respecto.

Observó un poco disgustado el manejo de Ofelia para cazar una mosca y desvió la mirada cuando está comenzó a comérsela. No podría acostumbrarse al lado carnívoro de su familiar, y prefería que la araña se hartara de dulces si no supiera que su salud sufriría del exceso de azúcar. Por consiguiente, miró de lado, y por fortuna no supo lo que estaba haciendo Ofelia cuando esta por fin se alzó a su cabeza para buscar nido en sus cabellos.

Su mirada literalmente atravesando la sala buscó a Edgar, al que sí podría preguntar sobre la consistencia nutritiva de los mufins esos, pero al no hallarlo sus ojos se pusieron en la chica pelilavanda que estaba en pie a la ventana, mirando fuera, estando sola y pareciendo contenta.

“Ofelia, he aquí una chica introvertida y contemplativa. Me gustaría conocerla. Pero ya tengo una duda: ¿cómo lo hago sin que ella crea que tengo un posible interés amoroso? Y si me introduzco y digo: ‘Hola, soy Aki, sólo busco a amigos y nada más que amigos porque no los tengo y nunca los he tenido, bueno, salvo mi familiar desde hoy – en breve, quiero saber si puedo tener amigos aquí, en la Academia, donde todo parece, y de hecho mucho realmente es, tan diferente. Repito que sólo busco amistad y nada más allá de la amistad.’ Pero...”, se interrumpió un instante, su mirada siempre fijada en la chica, “ ¿ella me creerá? No parece un poco sospechoso si un chico, primero hablando con una chica, le dice que no tiene ningún interés amoroso, y nunca lo tendrá?”

Sayaka se queda unos segundos pensando y dice a Renata:

Ummm, con quien quieras… jeje

Se lleva a la boca el ultimo trozo de pastel que tenía en la mano muy sonriente y disfrutando de la comida

Miré a mi compañero de baile, el pobre parecía estar pasándolo mal, aunque no pude evitar reirme un poco por lo bajo. Tal vez me había pasado haciendolo salir a bailar, sobretodo teniendo en cuenta que no había tenido con quien hacerlo antes. Paré de bailar y le sonreí.

-Bien, vamos a tener una clase de baile de la fabulosa bailarina que soy yo-dije con tono de burla-. Era broma, no te preocupes. Yo simplemente me muevo como me apetece, no se bailar, pero supongo que ha sido pedirte mucho. ¿Vamos a sentarnos un poco mejor?

-Prefiero moras, gracias. ¿Y qué es la rutabaga?- el nombre le había resultado, cuanto menos, gracioso. Le sonaba a "fruta vaga".

Apenas se había acordado de respirar hasta el momento en el que Joel fue a por lo que le había pedido. Fue entonces cuando se giró hacia la arachne con lágrimas en los ojos y se lanzaba a sus brazos para abrazarle. -Jo, ¡muchas gracias! ¡Me has salvado! No sabía qué hacer ni qué decir- se sujetó los mofletes con ambas manos todavía roja como un tomate.

Un gruñido se escuchó a espaldas de Aki cuando la profesora Zurghed Deadeye apareció de repente.

 -¿De verdad los muchachos y muchachas os complicáis tanto hoy en día? Cuando tenía tu edad, en mi tribu eras amigo de aquel al que le habías partido los morros con los puños y viceversa. Esa era la manera de demostrar la camaradería, compartiendo batallas amistosas sin armas.

La anciana profesora sonrió llevada unos momentos por la nostalgia. Luego volvió a centrarse en Aki.

 -Sigue mi consejo, si quieres amigos, sé directo. No es tan eficaz como una buena pelea, pero bueno, los humanos siempre habéis tenido costumbres más enravesadas que mi gente.

Ofelia se acurrucó en la cabeza de su humano haciendo ruiditos felices cuando él la llamó amiga. Luego le pinchó con la patita en la frente, teniendo cuidado de no hacerle daño, y señaló a la profesora y luego a Aetheldryd. Sin el libro con el alfabeto era algo más difícil comprender a la araña, pero con sus gestos parecía estar diciendo que el consejo de la vieja orca era bueno.

Empezando a ponerse rojo, Ismael agarró a Gaea y la sacó de la pista de baile, apresurado pero sin agarrar demasiado fuerte.

 -Sentarse me parece perfecto, ¿qué te parece allí?

Pero antes de que pudiera decir nada o incluso mirar el sitio, el chico demonio les había sentado a ambos en un cómodo banco cercano a una ventana. Sólo entonces, Ismael respiró hondo, intentando relajarse.

 -Perdona, me he acelerado un poco. ¡Pero es que hacer el ridículo me pone histérico! Que no digo que tú lo hicieras también, ¡tu bailas genial! Yo soy el que parece que va vestido con un traje de yeso...

Mientras Joel iba a por el aperitivo, Laila sonrió a su amiga y le guiñó la mitad izquierda de sus ojos.

 -Eh, tú me has ayudado con Álex, yo te ayudo con... Éste chico. Es lo que hacen las amigas, ¿no?

Porque en el fondo los ligues daban igual si tenías buenas amigas con las que compartirlo todo. O eso era lo que pensaba la arachne en esos momentos en los que su chico de fuego ideal se había ido, cabreado por el castigo que le habían impuesto.

 -Oye Sarah, ¿luego quieres ir a bailar? ¡Mi tía dice que con ocho patas es como mejor se baila el boogie y quiero ver si es verdad!

-¡Eres la mejor amiga que se pueda tener!- sonrió inmensamente feliz de haber podido conocer a Laila.

Se sentía dispuesta a ayudar a su amiga a conquistar a Álex (y sino, al menos a consolarla), a compartir momentos y secretos con ella y divertirse juntas. Todo lo que podía sentir en un momento con una persona apenas recién conocida... Y sin embargo sentía que la conocía de toda la vida.

-¡Claro! Quiero ver cómo mueves esas patas al ritmo boogie- intentó improvisar algunos movimientos aunque en esos momentos la música no acompañara precisamente para el boogie. -¿Dónde está el DJ?- miró en todas direcciones buscando al encargado de la música.

« WHA ! » Aki se sobresaltó oyendo de pronto en sus espaldas la voz de… la mujer que, por su edad, tenía que ser une profesora. Se volvió y la miró con curiosidad, curiosidad que, sin embargo, supo controlar dándose cuenta de que podría parecer como una falta de respeto.

Inclinó, desde luego, la cabeza. « Gracias por su consejo, profesora. » Y si aún habría podido dudar de si debía ponerlo en práctica, el pequeño empuje de Ofelia le convinció de lo que debería hacer. « Sí, es verdad. El acercamiento directo es el mejor, poco importa lo que ella piense de mis intenciones. Yo no puedo hacer más que exponerlas. Que la gente me crea o no. »

Dicho, hecho. Aki, inclinando otra vez la cabeza delante de la profesora, atravesó la sala poniéndose discretamente de lado de la chica pelilavanda… sí, Aetheldryd había sido su nombre. 

« Hola, ya nos presentamos. No sé qué decirte, en realidad… busco amigos, y sólo amigos : nada más allá de la amistad. Y quiero saber si, por tu carácter, podríamos trabar amistad, un cualquier día, cerca o lejeno en el futuro. Por esto… estoy aquí para hablar un poco contigo, supongo. Si quieres. Aunque no sé realmente de qué hablar…» , terminó, percatándose de que no tenía ningún tema al alcance de la mano del cual se podría discutir.

-Vamos con…

Y sin terminar su frase, Renata casi corre hacia el elfo.

-¡Arathidas, Arathidas!

Al menos así recordaba que se llamaba el elfo, aunque mientras ella estaba algo perdida en sus pensamientos y caminando a paso veloz, casi no noto que casi estaba cargando a Sayaka, aun siendo maga, su entrenamiento marcial la hacia a veces usar mas fuerza de la necesaria.

Y estando emocionada en su primera fiesta de verdad, cargar a su compañera, a quien le gustaba tanto abrazar era cosa sencilla.

El elfo sentía un calor irreconocible, sabía que las ropas que portaba no le ayudarían a sentirse cómodo, por lo que las guardó y se puso una de las ropas mas sueltas que tenia. Un negro simplista y suave hacían juego con los finos dibujos de su camisa. su pantalón, del mismo color que la camisa parecía hablar con sus zapatos (algo a lo que Arathidas no se acostumbraba era a los zapatos). Y con eso y el paso mas dudoso que las personas habían visto se fue a sentar.

el sonido de la música era algo que el no lograba familiarizar mas que por el silbido que hacia a veces esas tardes para entretenerse, aunque esa era mucho mejor. estaba por acercarse a una ventana para contemplar las estrellas justo cuando escuchó a una compañera gritar su nombre. -¿La conozco? me habla como si fuéramos conocidos desde siempre, ni siquiera se su nombre...- escuchó a la kitsune jalada por ella decir un nombre.

¿Eres Renata? -dijo con incertidumbre y curiosidad -¿Nos conocemos?

Sayaka dejándose llevar por Renata llega ante aquel elfo, ella le saluda inclinando un poco la cabeza, mientras dice:

Encantada… mi nombre es Sayaka

Decía a modo de saludo, se queda unos instantes mirando las ropas del elfo, pero rápidamente aparta la mirada para no incomodarle.

 -Pues...

La arachne miró en derredor, pero sólo vio a la orquesta fantasma tocando canciones de rock de los 50.

 -Creo que son esos instrumentos flotantes. Supongo que podemos pedirles la canción a ellos.

 -Pedídsela al profesor Witchward.

De repente y repentinamente, Joel había regresado con el vaso de refresco de moras y un canapé de atún con mahonesa.

 -La orquesta la activa él con magia y suele ser él el que elige las canciones. Y tiene un gusto bastante bueno para ser un viejo.

Le entregó el pequeño tentempié a Sarah y sonrió.

 -Aquí tienes, ideal para recuperarse de los tropezones. Y, ¿qué vais a bailar? ¿Es sólo para dos o se puede apuntar más gente?

Cuando Aki se acercó a hablar con la chica pelilavanda, Ofelia empezó a hacer ruiditos felices y a corretear por el pelo de su amigo. Y en cuanto él saludó a Aetheldryd, la araña agitó dos de sus patas izquierdas para saludar ella también. Que era una araña educada y no quería hacer quedar mal a su nuevo humano predilecto.

Había estado tan absorta en sus pensamientos que Aetheldryd dejó de percatarse de la fiesta mientras observaba el cielo. El murmullo del fondo de la música  y las conversaciones no la molestaban, y así estaba de tranquila hasta que escuchó que alguien le hablaba, por lo que se giró y al ver de quién se trataba, le sonrió con familiaridad y le escuchó con atención. Conforme hablaba se llevó una mano a su trenza, con la cual comenzó a jugar para ocultar un poco su nerviosismo.

En los años anteriores nadie se le había acercado de esa manera y, aunque se daba a la idea de que la rutina cambiaría drásticamente, no consideraba que fuera tan abrupto. ¿Sería por Renata que las cosas tendrían este curso de ahora en adelante? No le molestaba, pero sí le era extraño y agradable a la vez.

-Aki, ¿cierto? -Aethedryd sonrió y asintió-. Pero claro que podemos ser amigos. Al darte la bienvenida a la Academia también lo era para indicarte que, cuando necesitaras mi ayuda, podría brindarla-luego miró a la araña, recordando que debía ser alguna especie de familiar y continuó con ese porte educado y cordial-. Pues... si gustas podrías decirme en qué quieres especializarte de la magia y te daría consejos, si gustas, claro. 

“Oh… gracias por la pregunta”, contestó Aki, quien realmente estaba agradecido de que la chica no le intimó de alejarse lo más pronto posible, lo que había temido, sino que interactuó con el con un trato ameno. “Por ahora sigue siendo una pregunta… difícil. Lo he hablado con el profesor Cavanaugh… le he dicho que desde niño podía manipular, en cierta forma, mi cuerpo… no bebiendo, no comiendo, pero sosteniendo el mismo peso… y que a veces tenía un presentimiento que incluso podría alterar la materia en mi derredor… pero nunca me atreví… o no lo quise… ¿tal vez porque tengo un carácter de esos que llaman introvertidos? Sea. El profesor me ha dicho que quizá produzco energía o materia que me mantiene nutrido… o, otra explicación muy diferente, que de pequeño me tragué un generador mágico de energía perpetua. Tendría que hablarlo con el profesor Deadeye, quien enseña la Alteración de la Materia. Pero el profesor Cavanaugh ha dicho que, de todas formas, se trata de una rama particular dentro del espectro de la alteración de la materia que merece tener un nombre propio. Sólo que tal nombre aún no me ha ocurrido…”

Aki habló mirando fijamente a la chica, como las personas muy humildes a veces lo hacen cuando se atreven a hacer algo: su atrevimiento raja la impertinencia; porque mirar, sin pestañear, fijamente a una persona con la que hablas puede resultar bastante impertinente en la percepción de tal persona.

El chico suspiró y ladeó la cabeza, los ojos tan enormes y fijos como antes. “¿Quizá a ti te ocurre un nombre? Y… oh!” De pronto levantó una mano a la boca, como si hubiera hecho algo muy torpe. “Sólo hablo de mí! Pero dígame, ¿cual es tu tipo de magia a ti?”

Mientras a mi alrededor la gente hablaba, reía y disfrutaba de la fiesta, yo me había acercado a una ventana y desde allí observaba el cielo. Había visto a Aethel hablando con un chico que se le acercó (creo recordar que se llama Aki), así que para no interrumpirla, esperaría a que termine de hablar, y luego le diría de ir a ver las estrellas. 

Nunca dejaba de asombrarme la belleza del cielo. Podía estar horas y horas tirado, sin hacer otra cosa, y sería feliz. Recordaba las veces que nos recostábamos con Shierel en el techo de su casa, con el Príncipe (su padre) buscándonos por todos lados. Una punzada en el costado me hizo ver que la extrañaba, y ni siquiera había estado un día en la academia. Era de las pocas personas con las que compartía todo, y con quién me animaba a mostrar más mis emociones.

Si ella pudiera verme ahora, estoy seguro que estaría contenta. Había podido conocer a gente muy amable y con mucho talento, y por eso no podía estar más agradecido. "Gracias Madre, por cuidarme en esta nueva etapa de mi vida. Honraré a mi clan y nos representaré con honor, te lo prometo".