Partida Rol por web

Donny no tenía ni idea de cómo percibir el Wyrm, pero lo cierto es que olfatear en busca de corrupción cuando acababan de rajar un grupo de Perdiciones parecía una pérdida de tiempo.

-Igual en el almacén. Lo que repartan estará allí.

Viviane, cuyo camuflaje la mantenía oculta del resto, hizo acto de presencia al reunirse la manada al completo. Ella era la Ragabash y, bueno, rastreadora o lo que fuese. Imaginó que debía ser tarea suya encargarse de eso.

-Dadme un momento.

La joven echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos unos momentos. Se rascó la nariz y restregó las manos por su cara y los oídos ante el repentino bofetón sensorial. De repente los olores se mezclaban de forma mucho más intensa, y los sonidos eran tan claros que casi podía escuchar los latidos de sus compañeros. Volvió a abrir los ojos y comenzó a olfatear el aire, igual que haría un perro.

Viviane captó un ligero rastro desde aquel pasillo. La zona entera olía a Wyrm, lo que complicaba las cosas. ¿Hasta qué nivel estaba aquel almacén corrupto? ¿Hasta qué nivel lo estaban sus empleados? Siguiendo el rastro entraron en el almacén principal. Allí descubrieron que el olor provenía de un montón de cajas puestas unas sobre otras. El aroma del Wyrm se mezclaba con otro que Viviane conocía. Olía a hierbas. Algunas eran medicinales, como la manzanilla o la tila. Otras, más comunes, parecían té de clases diversas. Otras olían a café. Aquel almacén parecía uno que abasteciese a cafeterías, a supermercados y a cualquier superficie donde se vendieran aquellos productos. Y el hecho de que estuviesen corruptos no auguraba nada bueno.

-Tal y como habíamos dicho -dijo Paso-seguro-, la corrupción está aquí.

Viviane guió a sus compañeros hasta el almacén donde, por fin, dieron con el eje de todo aquello. Semejante parafernalia para un montón de cajas llenas de hierbas medicinales, de té y tilas. Una arruga asomó en su rostro: ¿tendría relación con lo que le ocurrió al jefe de Trace?

Tras echarle un vistazo y cerciorarse de que aquellas mierdas eran las que había en la tienda de la maga, decidió que quizá debieran saberlo.

-Ey, quizá debería comentaros algo. -anunció, guardando las manos en los bolsillos y buscando primeramente la mirada de su Philodox, y luego la del resto-. Tengo una amiga en la ciudad que trabaja con hierbas de estas en una tienda de tés y esas cosas. Cuando estuve en la ciudad en mi... retiro, bueno, quedé con ella y me contó que su jefe estaba un poco raro. Me dio una corazonada e indagando en la Umbra descubrí que estaba siendo acosado por una perdición. Me deshice de ella. Pensé que era algo aislado, pero quizá tenga que ver con toda esta porquería.

Sueño olisqueó aquellas cajas con diversos aromas que reconocía gustosamente y arrugó la naríz con un gesto de asco al percibir el wyrm en ellas. Se llevó la mano al mentón de forma pensativa.

- El Wyrm puede tomar diversas formas, si. Podría purificar estas cajas, pero debemos averiguar dónde está el foco que las contamina y si ha infectado a más gente.

-Puede ser algo que sirva como puente para una infección del Wyrm -dijo Ashley apretando el ceño-. Si dices que el hombre ese ya estaba siendo poseído y, por lo que dijeron los Caminantes, el camión lo estaba distribuyendo... Entonces puede que ya esté el daño hecho. Aunque quemáramos esta fábrica, ¿de dónde sale y a dónde ha ido toda esta basura?

Viviane permaneció en silencio unos segundos.

-No lo sé, pero si estamos en una fábrica debe de haber algo. Ya sabes: listas de distribuidores, de compradores, a dónde van los camiones y sus rutas -Echó un vistazo a su alrededor, tratando de buscar algún tipo de cabina o habitación donde hubiese registros. Tenían que darse prisa antes de que saltase la seguridad, si es que había-. Aunque esto apeste a Wyrm, es claramente Tejedora. La Tejedora no podría dejar sin catalogar todas esas cosas.

Alecto se acercó a las cajas y le dio a una con la punta del pie de manera tentativa:

-Creo que nos interesa más saber de dónde ha venido que a dónde ha ido después -le dijo a Ashley sin mirarla. Asintió distraídamente mientras Viviane hablaba, rodeando una pila de cajas e intentando mirar una desde todos los ángulos, buscando algún tipo de letra impresa o sello.

Las cajas estaban etiquetadas con su contenido, peso y un código alfanumérico para su catalogación. No aparecía el destino ni la procedencia. Eso quizá pudieran encontrarlo en las oficinas que se habían dejado atrás. Volviendo sobre sus pasos, husmearon en las oficinas hasta dar con lo que parecía el fichero principal. Había un ordenador y un fichero de metal que podrían abrir por las buenas o por las malas. Sobre el ordenador, eso era otro cantar.

En forma Glabro, Donny arrancó el cajón del fichero y lo pasó por encima de las cabezas de sus compañeros de manada para dejarlo encima del escritorio, donde todos pudieran tener acceso.

Alecto asintió lentamente enarcando las cejas mientras Donny dejaba el cajón en la mesa y se acercó en cuanto lo soltó.

-A ver qué tenemos por aquí... -murmuró mientras lo giraba para mirar dentro cómodamente.

Ashley, mientras tanto, se sentó en el ordenador y empezó a teclear intentando dar con una contraseña. Después de mucho resoplar y apretar los dientes, llegando a golpear exasperada el escritorio, logró desentrañarla con la ayuda de la ingeniería social y los post-it y notas que rodeaban el ordenador. Una vez en el sistema, la Fenrir entró en una de las bases de datos y leyó por encima los manifiestos de envíos y entrega y las fichas de personal.

Entre Alecto y Ashley pudieron descubrir el origen y el destino de aquellos cargamentos. Al parecer, la empresa que poseía el almacén se llamaba Callahan Co. y se ocupaba principalmente de la distribución y la gestión de los productos de té y café de Teahouse Family, filial de Young and Smith Inc, en la zona de Chicago y alrededores.

Su área de influencia cubría los condados de Dupage, Will y Kendall, con especial hincapié en las ciudades de Naperville, Bolingbrook, Aurora y Chicago. Llevaban actuando por lo menos cinco meses y, por lo visto, habían movido cantidades enormes de mercancía. A estas alturas era más que probable que la basura de Teahouse Family estuviese en las estanterías de decenas, si no cientos, de establecimientos. La infección había empezado ya.

¿Cómo podía ser que no hubieran visto esto antes? Era cierto que la influencia en el mundo humano, al menos en lo que a economía y empresas se trataba, no era cosa ni de Hijos de Gaia ni de Furias Negras. Pero si unos forasteros habían podido percibir el Wyrm de pasada, ¿por qué no lo habrían notado los Garou de la zona?

La Ragabash, ceñuda y especialmente molesta por toda la mierda que se había colado ante sus narices, revisó junto con Alecto los papeles del archivador tratando de darle una explicación. Después del tiempo que pasaba en la ciudad, ni ella ni Donny, y tampoco la manada Urbana, habían sentido nada.

-Lo siento, no me lo explico -bufó con un notable enfado que iba dirigido más a su falta de imaginación.

-Hay que destruir este lugar -dijo el Philodox-. Hay que destruir toda esa mercancía antes de que puedan seguir moviéndola. Tenemos los destinos, ¿no? Sacad lo que haya en el ordenador y guardadlo. Esto nos va a llevar tiempo, pero hay que evitar que lleven a cabo sus planes. ¡Imaginad cuántos humanos pueden ser afectados por la corrupción!

Sueño salió de su ensimismamiento mientras revisaba por encima lo que habían encontrado.

- Paso-seguro tiene razón. Debemos actuar rápido y difundir esta información cuanto antes.

-Imprimiendo -informó Ashley al tiempo que el ruido de la impresora indicaba que así era.