Partida Rol por web

18 de noviembre de 2000 - 20:00

El clima era cada vez más frío y el viento ululaba con fuerza, acuchillando las copas de los árboles a su paso por ellos. La hoguera rugía con intensidad en el centro de asambleas, pero sus llamas se movían inquietas y apenas servían para cocinar. Por este motivo había algunos que buscaban refugio entre las casetas donde se dormía. Allí era más fácil cocinar con ascuas al abrigo de las paredes de madera, pero tenían que ser cuidadosos para no provocar un incendio.

Después de cenar, la Maestra del Rito llamó a la manada y los condujo al corazón del Túmulo. Se había vestido para la ocasión con ropajes chamánicos con glifos pintados y cuentas de colores y huesos pintados. Su acólita, Kate, venía con ella vestida de modo parecido. El rostro de Danza-a-la-Luna-Creciente parecía cincelado en piedra, pues no guardaba demasiadas simpatías hacia la manada. Viviane había matado a su hija, a la que nadie había dado una cálida acogida, y Donny había obtenido un Gran Klaive que debería haber ido a parar a manos más dignas. Pero era la Maestra del Rito y estaba obligada a ayudarlos, sobre todo porque había pasado mucho tiempo estudiando a los espíritus y era un hecho que Jabalí los reclamaba para sí.

Junto al manantial, que tanta paz emanaba, Kate empezó a soplar polvo de tabaco sobre ellos cinco en tanto Mary danzaba para llamar a las fuerzas de Gaia.

-Escuchadme, espíritus. Mi nombre es Danza-a-la-Luna-Creciente y os pido vuestras fuerzas para guiar a estos jóvenes Garou al encuentro del que será su Tótem. Liberad sus espíritus y abrid sus ojos, pues deben ser capaces de encontrar la senda de Jabalí.

Kate le tendió a Mary un cuenco de madera lleno de una pasta densa y roja en la que untó los dedos y fue dibujando el glifo de Jabalí en las frentes de los cinco Cliath.

-Al igual que él os marcó, debéis ser capaces de seguir su marca. Para ello os abro los ojos.

Kate le dio otro cuenco distinto, esta vez verde, y Mary frotó los párpados de los cinco con ella. Estaba fría y pegajosa y olía raro.

-Ahora Caminad de Lado, Cliath.

Aprovechando la fina Celosía, las dos Theurge desaparecieron del Mundo Físico y esperaron al grupo en la Umbra.

Sueño había compartido una cena silenciosa con sus compañeros de manada. Estaba nervioso y no había estado muy hablador durante esta. También estaba cansado, llevaba casi todo el día de caza buscando algo con lo que poder hacer el segundo amuleto.

Iba vestido con pieles y con un par de adornos de estilo egipcio traídos de las tierras en las que se crió. Mantuvo un gesto solemne durante el inicio del rito, prestando atención a todo el proceso hasta que Mary y Kate desaparecieron al otro lado de la sombra.

El Lupus fue el primero en adelantarse. Dio unos pasos al frente y abrió camino para sus compañeros de manada. Antes de cruzar se dio la vuelta para mirarlos uno a uno.

- Adelante compañeros.

Donny no se había vestido de gala, pero al menos se había quitado la chaqueta rota, sucia y ensangrentada. No hubiera rechazado unas pieles en ese momento. Estaba pelado de frío. Y además tenía la sospecha de que Mary les estaba dibujando obsenidades en la cara para vengarse de lo de Leigh. No quería presentarse ante Jabalí con un pene rojo en la frente.

De todos modos se levantó y siguió a Sueño a la Umbra, sin sonreír. Quería terminar cuanto antes. Presentarse ante un espíritu no le importaba, pero su madre seguía en el Clan y en algún momento tendría que ir a ver cómo estaba.

Alecto entró en la Umbra totalmente descompuesta. Era la segunda vez que paticipaba en un rito como aquel, y si en la primera ya había estado nerviosa con tanto Theurge haciendo cosas raras, también conocidas por Alecto como cosas de Theurge, en esta sentía que tenía el cuerpo prácticamente del revés. Se repetía que Jabalí la había traído hasta allí y que eso debía significar algo, pero por mucho que intentaba razonar consigo misma todos sus instintos gritaban que nada bueno podía esperarle con tanto Theurge por metro cuadrado. Resignada y con palpitaciones siguió a Sueño y a Donny, intentando mantener una fachada de calma.

Ashley estaba nerviosa y entusiasmada a partes iguales. Intentó no pensar en las cosas que podrían salir mal (como por ejemplo, que Mary usase el Rito como venganza o castigo) y procuró no temblar de frío y nervios mientras dibujaba en su frente y le manchaba los párpados. Cuando terminó, siguió la senda trazada por el Theurge de la manada y se zambulló en la Umbra.

Viviane llevaba puesta una máscara de indiferencia que nada tenía que ver con lo que realmente pasaba en su mente. El hecho de tener que aceptar la ayuda de Mary no le hacía gracia en absoluto pero, por otro lado, la perspectiva de ser acogidos por Jabalí y formalizarse como manada le mantenía el ánimo arriba. Confiaba en que la profesionalidad de la Theurge no interfiriese en el ritual, y aun así, evitó su mirada en todo momento, no fuese a tomárselo como una afrenta. Cuando llegó el momento dejó que manchasen su frente y después cruzó a la Umbra siguiendo al resto. Estaban muy cerca.

Con el emplasto en los ojos fueron capaces de distinguir las huellas de Jabalí en la Penumbra. A la luz de la Media Luna brillaban con intensidad. Los cinco Garou avanzaron sobre la senda siguiendo el rastro hacia el interior de la Umbra. Cuando se dieron cuenta, Mary ya no les acompañaba. Pero ya estaban sobre la pista y el Rito era para ellos: no tenía sentido volver por mucha incertidumbre que sintiesen.

Llegaron a un cañaveral donde el aire flotaba denso y húmedo y sus pies se hundían en el barro superficial. De entre la hierba y las cañas surgió el pelaje marrón y negro, el hocico porcino y los colmillos poderosos. Ante su poder, la vegetación se dobló sin violencia. El espíritu les saludó con un gruñido alto. Era el jabalí más grande que hubiesen visto nunca, tan alto como un Hispo e igual de fiero.

-Hijos míos -dijo, con una voz tan grave que les retumbaba en los pechos-. Habéis llegado hasta aquí después de mucho tiempo. Os he esperado demasiado. ¿A qué se debe la tardanza?

-Yo soy Digna-hija-del-Klaive -se presentó Ashley, hablando por todos-. Soy la alfa de esta manada. Si no hemos venido antes es porque hasta ahora no nos hemos sentido una manada completa, pero ahora que Sueño-de-arenas-rojas está con nosotros nos sentimos dignos de presentarnos ante ti.

-Os conozco. Tú, Digna-hija, y tú, Botón-del-pánico, habéis luchado con arrojo y gran fuerza y no os habéis detenido antes la adversidad. Veo en vosotros mis propias cualidades. Pero Sueño-de-arenas-rojas y Flecha-de-plomo, aunque habéis peleado, lo habéis hecho sin la pasión y falta de contención que a mí me gusta. Y Tres-acordes: sabes bien que traicionaste mi confianza y violaste el pacto que había con tu anterior manada. Devoraste la carne de mis hijos. Sólo el hecho de que lo hicieras en la ignorancia te salva de mi ira, pero la penitencia no será más liviana.

Si realmente queréis que os guíe, tendréis que demostrar que sois dignos de que os acompañe. La fiereza y el arrojo es lo que busco. No os mentiré: aquellos que abrazan mis dones pierden la vida más rápido que otros. Los Buscadores de corrupción cayeron bajo las garras de los enemigos a los que habían dado caza durante años. La traición que anidaba en su interior, en los corazones de la gente idigna de mí, acabó con ellos. Si no sois capaces de aceptar la continua lucha, no sois dignos de llamaros jabalíes.

Por ello os daré el siguiente encargo: buscad a mis hijos más orgullosos, la manada del Martillo del Alba, y lograd que os aprueben como dignos guerreros. Luchad a su lado, sangrad con ellos y matad a sus enemigos. Cuando los cinco os acepten, yo os aceptaré. Tenéis una luna para conseguirlo o nuestros caminos se separarán para siempre.

Dicho esto, Jabalí soltó otro gruñido y desapareció entre las cañas.

Cuando Jabalí se fue, Ashley soltó una exclamación de exasperación.

-Esa manada está en el Klaive Sangriento -murmuró-. El Clan de mi padre.

Jabalí dudaba de él. Esas palabras cayeron en su espalda como un peso muerto. Se quedó en el sitio con la cabeza baja y mirando aquí y allá pero sin mirar a ningún sitio en concreto.

Era cierto, el Theurge no es precisamente un guerrero y él no era una excepción. Su fuerza no se compara en nada con la de un Arouhn, ni siquiera con la de la Ragabash. Pero había otras formas.

Por otra parte estaba la horrible falta de Alecto. No sabía qué decir. Ahora entendía su miedo a todo lo relacionado con el mundo de las sombras, pero había tenido mucha suerte, una falta como esa podría haber sido mucho peor.

Apenas escuchó a Ashley en sus cavilaciones cuando habló. Se acercó a Alecto y le puso una mano en el hombro.

- Has tenido mucha suerte de que Jabalí no te sacara las entrañas por lo que hiciste. Debías habérmelo contado, a mí o a algún Theurge del clan. Si necesitas ayuda cuenta conmigo.

La ragabash, con el ceño fruncido, se cruzó de brazos claramente molesta por las palabras tan amables que Jabalí les había dedicado, a ella y al theurge. ¿Cabía esperar, a caso, que los dos nacidos bajo la ausencia casi total de Selene fueran bravos guerreros? Y, aun así, lo que más le había enfurecido era que obviase todas esas veces en que se había lanzado con las garras por delante, llegando a aplacar la ira de Donny en frenesí. Alguien tenía que tener la sangre fría cuando entraban en batalla. Pero no, esa no era la filosofía de Jabalí. Habría que adaptarse, entonces.

Masculló algo por lo bajo, desoyendo tanto a Ashley como a Sueño. Sin embargo, la siguiente parada fue Alecto. Aquella historia no se la había contado y eso la enervó todavía más, sobre todo cuando sin apenas conocerla de nada Viviane se había atrevido a contarle todo lo ocurrido con la pobre Leigh. Dibujó una mueca de disgusto y esperó a que alguien dijera de salir de aquel lugar y fijara el siguiente destino.

Alecto bajó la mirada, avergonzada:

-Gracias... pero lo cierto es que tenía que guardar el secreto hasta ahora. Tenía miedo de que pensárais que me habían ido del clan y venía aquí a buscar cobijo tras enfadar a los espíritus. Quería que me conociéseis un poco y mostraros que era la Galliard que necesitábais antes de contaros lo que pasó... ¡y fue la chorrada más grande del mundo! ¡Un momento estoy comiendo en un McDonald y al siguiente me dicen que he roto el pacto! -se puso mortalmente seria y bajó la voz- No comáis en uno de esos nunca.

Donny apreciaba las palabras de Jabalí, porque un Cliath Roehuesos con un Gran Klaive en un clan de Furias negras no solía recibir demasiados cumplidos. Se sintió menos agradecido cuando les mandó al clan de Ashley.

Si lo que decían de la Camada era cierto, Donny iba a recibir por todas partes. Y no tenía ganas. Jabalí ya le había dado el visto bueno. ¿No podían ocuparse de eso los otros? Su madre seguía allí y tenía que esperar a que se despertara.

De todos modos la protagonista del momento era Alecto. Y como no quería echar más leña al fuego, Donny, que ya conocía los peligros de los McDonalds, le dio un golpe afectuoso en el brazo a la Galliard.

-Vamos a volver -sugirió, y acto seguido empezó a volver sobre sus pasos, hacia la Umbra del clan.

-Sí, volvamos -dijo Ashley con los hombros caídos. Pasó a Lupus de un salto y corrió de vuelta a casa. Cuando volvieron recuperó su forma de Raza y le dio las gracias a Mary y a Kate y luego ocupó el lugar reservado para su manada en la zona comunal. La Fenris estaba bastante desanimada-. Mirad, tenemos una luna, pero no quiero perder demasiado tiempo. El Clan del Klaive Ensangrentado es un sitio difícil y puede que nos puteen bastante. Miraos: sois lo que ellos más detestan. Jabalí nos ha puesto una prueba bastante jodida. Creo que lo mejor es que vayamos mañana mismo crucemos el Puente Lunar.

Donny, que se había sentado cerca del fuego, frunció el ceño.

-No puedo ir a ninguna parte. Mi madre sigue dormida, ¿os acordáis? No me muevo del Clan hasta que se despierte y vea que está bien.

Además la idea de ir a ver a la Camada no le hacía mucha gracia.

-¿Quieres que LLuvia-de-sangre te diga que eres una nenaza? -dijo Viviane mientras tomaba asiento, manteniendo su forma de homínido.

-Lluvia-de-sangre me puede tocar las pelotas un rato. Ya le he demostrado que su cara es más blanda que mi puño. Y si abandono a mi madre todas las Sirvientes se me van a echar al cuello de todos modos.