Partida Rol por web

Melecthor había escuchado los nombres de todos los nuevos mientras se quitaba las protecciones metálicas de sus piernas. Le incomodaban, pero eran útiles si se enfrentaban a huargos. Se quedó ahora mirando a Aelloth. Tenía tendencia a ver las cosas peores de lo que eran, y en este momento las cosas eran malas ya de por sí.  

-Vamos a ver esos planos, asintió.

La invitación de Melechtor se extendió a Theon y a Aaren que se encontraban junto a él. Habían luchado con valentía, y además Theon había mostrado abiertamente su apoyo a la causa de Echorion, aunque se declaraban espadas libres. Además, sus pertenencias se encontraban entre el botín orco.

Por lo tanto Melecthor, Agnor, Tarbrand, Aelloth, Theon y Aaren se acercaron a la mesa de madera en el pequeño cuarto. Los marcadores de las unidades estaban recogidos, así que en un primer momento no les proporcionaba una idea concreta de las fuerzas del enemigo. Había algunos papeles con cosas escritas, y planos con flechas y anotaciones.

-Son notas previas al ataque. Han utilizado exploradores, confirmó Melechtor. No sabía interpretar las anotaciones, pero era otra prueba más del nivel de preparación de esta hueste orca que había sido convocada para arrasar Sil Auressë.

-¿Alguien conoce el idioma de los orcos?, preguntó sin mucha esperanza.

Me acerqué a la mesa y me senté entre Theon y Tarbrand. Alargué mi mano hacia una de las botellas de Brandy y le di un buen trago para luego cedérsela al encapuchado.

Tras oír las palabras de Aelloth y el Capitán Melechtor, eché un vistazo curioso a los Mapas y las anotaciones para ver si lograba dar sentido a algunas de sus afirmaciones.

Cuando Melechtor preguntó si alguien conocía el idioma de los Orcos, una olvidada llama se encendió en mi interior, iluminando un pasaje remoto que descansaba ya en los recovecos más alejados de mi mente.
Recuerdos de un pasado distante...no en el tiempo, aunque ahora así me lo pareciese, sino en las emociones que me despertaba...todo parecía haber ocurrido hacia mucho...pero cada vez que oía la Lengua Negra o la oscuridad se cernía sobre mi, regresaba con fuerza para atenazar mis sentidos...

Miré a los ojos de Theon, incomodo, no me sentía a gusto hablando con los forasteros, pero él sabia de mi conocimiento de la lengua Orca...y era preciso que el grupo estuviese al corriente. Así se lo hice saber con un gesto, que mi amigo no tardo en reconocer.

El montaraz aceptó de buen grado el sorbo de whisky que le brindaba el nuevo conocido y le dio un buen trago para paliar en parte el dolor de cabeza que aún lo azotaba un tanto, y la sensación de dolor que venía de su herida.

Tras ello, con la mente un tanto "despejada" siguió con la vista las anotaciones y mapas que había en la mesa, él entendía algo del idioma de los orcos, aunque sus conocimientos escritos eran bastante básicos, por ello respondiendo a su capitán dijo:

-Yo conozco algo mi señor, pero mis conocimientos sólo alcanzan al idioma que emplean en Angmar, y de su parte escrita aún conozco menos, no obstante, si reconociera alguna palabra, podríamos descubrir alguna relación entre estos orcos y el reino del Rey Brujo, algo de suma importancia... -dijo con cierto suspense mientras removía los papeles intentando buscar algo escrito en Morlam, para luego continuar diciendo- buscad también números, quizás así podamos averiguar cuantos orcos en total pretenden atacar Sil Auressë y que cantidad tienen de infantería pesada, trolls, monturas, y demás partes de su ejército ... -concluyó en un intento de alentar a sus compañeros para al menos buscar cifras y hacerse alguna idea del tamaño de la fuerza enemiga.

Tras ello, y concentrarse un tanto en su magia de sanación, realizó varias curas sobre su compañero Agnor y sobre sí mismo para intentar restablecerse lo máximo posible.

Theon asintió en silencio a la invitación del Capitán y saludó a cada uno de los que habían combatido a su lado estrechando su mano con firmeza. No fue mas que un intercambio de nombres lo que hablaron, tenían mucho por decirse pero no hacía falta hacerlo en ese momento. 

No tardaron en llegar a los mapas que estaban sobre la mesa, notas y marcas indicaban el cruce de caminos y otras cosas que observó con detenimiento. Notó el gesto de su amigo cuando el Capitán pregunto por la lengua orca, pero antes que pudiese decir algo Tarbrand habló de Angmar y de Sil Auresse... Eso le llamó la atención, sabía de la existencia de la aldea pero le parecía inverosímil que quisieran atacar un lugar tan intrascendente para la región, lo hubiese esperado de Metraith pero no de un pueblo pequeño - Aaren puede ayudarnos con el idioma, y siempre esta el prisionero como última opción - con la motivación suficiente, pensó - Disculpen mi ignorancia, esta claro que estos orcos están organizados, pero levantar un ejército contra una pequeña aldea? que tiene de especial ese lugar para que estas bestias quieran atacarlo de un modo tan planificado?- frente a otros hubiese sido mas prudente y guardado silencio, pero no con quienes había arriesgado su vida, ni tampoco con ese capitán. Quería comprender lo que estaba sucediendo pero cada vez entendía menos. Tras su pregunta se concentró en las notas sobre la mesa. 

La mayoría de las notas seguían siendo un misterio para los presentes, pero pronto descubrieron una correlación entre los marcadores que usaban los orcos y las posiciones en el mapa. Los marcadores eran simples fichas de madera con alguna marca identificativa, pero fueron capaces de situar las tropas en tres grandes bloques. Uno más numeroso en el oeste, que parecía que tenía como objetivo avanzar hacia la aldea desde ese lado. Otro menos numeroso pero con algunas fichas cuadradas que seguramente eran las torres de asedio que ya fueron quemadas. Avanzaría desde el sur, y según las estimaciones de Theon, correspondía a la división dirigida desde esta base. El objetivo era un paso estrecho conocido como "El Paso de la Loma". El nombre lo habían escrito en oestron en las notas.

El último grupo no entendían qué propósito tenía. Se situaba en una zona poco definida entre Metraith y Sil Auressë, y aparentemente no avanzaban hacia la aldea, sino que hacían de barrera.

-Creo que son manadas de huargos, dijo Aelloth apuntando con el dedo a los marcadores de la zona noreste. -Ya hubo noticias de huargos en los alrededores hace unas semanas. Parece que su objetivo es aislar la aldea y cortar la ruta hacia Metraith.

Se agachó para ver mejor el mapa, sobre todo la zona alrededor del castillo. -Parece que el grueso de la hueste se dirige con rapidez desde el oeste hacia la aldea, con el objetivo de arrasarla. Si los aldeanos se refugian en el castillo, contaban con las máquinas que llegaban desde el sur. Si huyen, los huargos se darán un festín por la llanura en el este.

La finalidad del ataque era clara para Aelloth. La aniquilación total. Sin supervivientes.

Melecthor estaba cada vez más apesadumbrado a medida que los marcadores se iban colocando en el mapa. No había esperanza de derrotar una hueste de este tamaño con las tropas que había concedido Lord Echorion. -Cuando Agnor solicitó auxilio, nadie se imaginaba que el ataque fuera de una escala así, dijo. -Desconozco el motivo para que el enemigo considere tan importante Sil Auressë. Veo aquí marcas de distintas tribus orcas que se han unido para este cometido. Puede que Sil Auressë sea solo el primer paso para un objetivo más importante, como puede ser Metraith, o incluso el Vado de Sarn.

Se encogió de hombros. No podía cambiar la situación, y el implacable paso del tiempo le obligaba a buscar la mejor acción a tomar. -Veo que la División del Sur se dirige hacia el Paso de la Loma. Conozco el lugar, y es un punto estratégico. Lo que no sé qué defensas tiene Sil Auressë allí, pero las tropas enemigas no tardarán en atacar allí para asegurar la ruta de las máquinas.

Miraba el mapa de nuevo. Los objetivos prioritarios parecían ser el Paso y la Aldea, y luego las dos divisiones unidas podrían asediar el castillo. Si es que quedaban hombres para aguantar tanto. -Aunque Sil Auressë se ha reforzado, no creo que pueda aguantar este ataque. No aunque todos sus hombres sean como Agnor.

Antes que hombre de Echorion, Agnor había sido, y todavía lo era, uno de los sargentos de Sil Auressë, y para él lo que pudieron adivinar del mapa solo confirmaba las sospechas de las últimas semanas. Que era, básicamente, lo que le había llevado a pedir ayuda al príncipe desterrado.

El objetivo era la completa aniquilación, estaba claro. La barrera entre Sil Auressë y Metraith serviría tanto para bloquear cualquier ayuda desde la ciudad, como para destruir a cualquier grupo que pretendiera escapar de las ruinas de la aldea. Todo estaba preparado para dar un golpe absolutamente letal.

Por suerte, la columna de Melechtor ya había dado algún golpe de importancia en la retaguardia. La destrucción de las máquinas de guerra podía convertir la toma del castillo en un largo asedio... hasta que aparecieran nuevas máquinas. Pero, en cualquier caso, había servido de algo en la batalla más inmediata.

El número de efectivos no estaba claro, pero ¿podía ser tan abrumador como para que la guerra estuviera perdida? Hasta el momento, la posición del enemigo había sido discreta, solo rumores de bandas errantes y algunos ataques aislados y misteriosos. De haber sido un ejército gigantesco, no habría sido posible ocultarlo tanto tiempo.

Agnor dedujo que todavía era posible. Podían equilibrar la balanza si atacaran por la retaguardia al bloque del sur, y así liberar el paso de la loma. De este modo, el contingente de Sil Auressë podría concentrarse en hacer frente a las fuerzas del oeste.

Debia hacerse ya.

–Debe hacerse ya, capitán –dijo–. El retraso puede ser letal. Cojamos a esa escoria por la retaguardia y demostrémosles el poder de Sil Auressé y el señor Echorion.

El dúnedain observó sin perder detalle el mapa orco, mientras escuchaba atentamente la explicación de sus compañeros. Gracias al trabajo colectivo habían conseguido averiguar lo máximo posible de aquel plan de ataque, aunque no por ello se sintió más satisfecho, pues las implicaciones de todo aquello eran demasiado colosales. No obstante, el joven montaraz no se dejó llevar por el miedo, sino que rápidamente empezó a elucubrar alguna estrategia que impidiera lo mejor posible, que aquellos inmundos orcos consiguieran su malvado fin. Por lo que rápidamente empezó a exponer sus ideas, con un tono claro y seguro:

-Amigo Agnor, entiendo que apostéis por la premura, pero no la considero la vía más sensata, pues si este mapa no miente, será el enemigo quien nos aplaste a nosotros. En mi opinión, lo más urgente en este momento es informar a la ciudad de que se refugie en el castillo, pues las máquinas de asedio han sido destruidas, ¿hay alguna forma de hacerlo? ¿conocéis algún puesto de palomas mensajeras quizás? ¿o alguna forma de internarse en la villa sin ser visto? -dijo con la vana esperanza de que así fuera, aunque sabía que no sería así, por lo que continuó diciendo- también os recuerdo que de nuestro ataque a las máquinas de asedio muchos orcos huyeron, por lo que éstos no tardarán en informar, al igual que los mercenarios humanos, de momento llevamos la iniciativa, pues nos movemos a caballo, pero no dudará mucho ... -explicó un tanto pensativo- por ello, el plan que propongo, si al capitán le parece bien -dijo como muestra de respeto a su superior- es acabar con esos orcos del Paso de la Loma, quizás usando a nuestro prisionero para desviar su atención y atacarles por la retaguardia, para luego marchar hacia el ejército grande, y evaluar su tamaño, si podemos pillarles por sorpresa y vencerles lo haremos, pero si son demasiados, apuesto por una guerra de desgaste... -dijo viendo los murmullos que suscitaba su plan, por lo que prosiguió para aclararlo- pensadlo bien, nosotros gozamos de monturas, no podrán cazarnos si quieren seguir con la vía de los huargos taponada, podemos hacer mucho daño a sus provisiones, y cortarles cualquier comunicación; la batalla se alargará demasiado quizás, pero mientras ellos construyen máquinas, su número irá bajando, y en Sil Auressë, supongo que habrá reservas para resistir varios meses de asedio, ¿no? -preguntó mirando al guerrero norteño- Además, si conseguimos informar a la ciudad, y su número de efectivos es alto, quizás podamos organizar un ataque conjunto, que haga que esa escoria huya fruto del miedo.

Tarbrand no era especialista en crear planes de ataques, por lo que no se mostraba tajante en su tono, sino que su intención era sólo ayudar y que su opinión sirviera mínimamente para algo. Por ello, tras escuchar al resto debatir, volvió a lanzar una pregunta diciendo:

-Agnor, ¿qué puede tener Sil Auressë que la hace tan valiosa para los orcos? ¿es su posición? ¿sus riquezas? No soy de aquí, por lo que no entiendo muy bien que tiene esa ciudad que pueda aglutinar tanto a esos depravados seres...

Luego se giró hacia "Los espadas libres" y les preguntó con tono cordial:

-¿Y vosotros amigos? ¿Nos acompañaréis? Seguro que en dicha villa alguien pagará por los servicios prestados, y por muy difícil que esté la cosa, miradlo por el lado positivo, trabajo no os va a faltar jajaja -terminó riendo esperando que aquello incentivara a aquel nuevo grupo para ayudarles.

Por último, añadió sólo un comentario a Melechtor, en tono informativo diciendo:

-Señor, deberíamos torturar al orco cuanto antes, ¿tenéis a algún especialista? yo me ofrezco si es necesario, pero no tengo conocimientos en tales cosas -dijo para evitar perder el menor tiempo posible.

Theon observó el mapa con detenimiento, comprendía lo delicado de la situación. Era mas grave de lo que había supuesto cuando se acercó a esas tierras, y si bien la batalla que acababan de tener había resultado en una heroica victoria, lo que se avecinaba tenía un sabor mucho mas amargo, era casi imposible que esa aldea sobreviviese al ataque. Escuchó las palabras de cada uno de los que hablaron, las posiciones no eran iguales, aunque había algo razonable en cada postura. Notó ante las preguntas de Tarbrand y los comentarios de Agnor, que éste último conocía mejor Sil Auresse que el resto, y el énfasis de sus palabras denotaban que estaba muy comprometido con la supervivencia de la aldea. Theon miró un poco mas allá... Metraith, el Vado de Sam... y Echorión. Buscó con seriedad los ojos de su compañero Aaren, tenía que tomar una decisión, sabía que podía cometer un error, pero sentía que era hora de correr el riesgo.

Se adelantó y se paró frente al mapa a un lado del Capitán Melechtor. Comenzó a hablar con aplomo^(*), como en los entrenamientos estratégicos que tenía en el ejército, pensando con frialdad - La situación es crítica y aún no entendemos lo que busca el enemigo, pero sabemos que si gana la posición de Sil Auresse lo que sigue es Metraith, una ciudad con miles de habitantes o aún peor, el Vado de Sam que es nada menos que la entrada al reino de Arthedain. Esta claro que Sil Auresse no puede caer. Agnor está en lo cierto, la posición de Paso de la Loma debe ser ganada cuanto antes - estira su mano y señala el punto en el mapa - Si bien esa guarnición está debilitada por la destrucción de las máquinas de asedio y el ataque que acabamos de realizar, eso no significa que aún no haya un gran contingente esperando allí. Pero con las fuerzas de Echorion a vuestro mando podremos tomar ese punto estratégico - miró al Melechtor buscando la aprobación en su mirada y prosiguió - Por otra parte, Tarbrand, es cierto lo que dices, Sil Auresse debe ser notificada de inmediato. Si el mensaje llega a tiempo, es probable que toda la aldea se atrinchere en el Castillo con suficiente alimento, y si saben que no hay máquinas de asedio, existe una leve esperanza de que puedan resistir el ataque que viene del Oeste- señaló ahora el mapa alrededor del castillo, donde esperaba que el ejército que venía del oeste se asiente - Agnor, tu conoces la zona, creo que tu debes entregar ese mensaje a los que defienden la Aldea, acompañado de alguien mas si lo deseas, mientras el resto tomamos el paso de la Loma, en el camino podemos revisar si la mejor táctica para hacerlo es la que Tarbrand propone - los miró unos segundos a los dos y se volteó hacia Aaren, buscando apoyo en lo que iba a revelar - Abel y los jóvenes hermanos deben viajar cuanto antes al Vado de Sam con esta información, el ejército de Arthedain bajo el mando del Comandante Minastir se encuentra en esa posición. Ellos se concentrarán en defender el Vado, pero escribiré para que envíen refuerzos por el río, tal vez si saben que el próximo paso es entrar a su reino se dignen a tomar el riesgo de enviar tropas - señaló el brazo que se desprende del río Baranduin hasta Sil Auresse - Si el castillo aguanta lo suficiente, si tomamos el paso de la Loma al sur y llegan barcos de Arthedain por el norte, tal vez con un ataque coordinado podamos desmembrarlos... - era alentador pero no era suficiente, se volteó hacia Melechor - Hay posibilidades de que Lord Echorion lleve al resto de sus fuerzas hasta Metraith? Es una ciudad importante de Dol Tinaré, juraría que le interesará protegerla, e incluso podría enviar refuerzos desde allí, si al ataque coordinado le sumamos apoyo desde el Este, eso haría posible la victoria - juraría... mas que juraría, sabía perfectamente hasta donde Echorion podía llegar para proteger esa región, sus aspiraciones de realeza se basaban en el apoyo de Lord Barahir, de nada serviría que unos orcos derrotaran a su principal aliado. No buscó aprobación en sus palabras, tomó algunos papeles en blanco y una pluma para escribir un par de notas, mientras escuchaba lo que los demás tenían que decir.

Agnor escuchó las sugerencias.

– Sil Auressë está avisada –dijo–. Este es un enemigo discreto y misterioso, pero no invisible, y en Sil Auressë hace tiempo que se le sigue la pista. Sabíamos que esta granja había sido tomada por los orcos y ciertas cosas más. Hay buenos exploradores en la aldea, realmente muy buenos. El buen Aelloth puede confirmarlo. Y ahora es menos invisible que nunca, ya ha salido de su guarida para atacar. No está tanteando ni haciendo escaramuzas. Es un único golpe, rápido y certero.

Decía esto señalando las diferentes partes del mapa.

– El golpe ya está en marcha, no hay tiempo para pedir más ayudas, y os aseguro que se habrá intentado. Se me envió a parlamentar con el buen señor Echorion para solicitarle apoyo, y esta compañía de jinetes fue su respuesta. Desconozco si el príncipe hará otra aparición, pero este destacamento es lo que podemos aportar. Pero tenemos información y la oportunidad de dar un golpe inesperado. El batallón del sur se ha puesto en movimiento hacia el paso. Eso significa que todo es cuestión de uno, dos o tres días. En ese plazo se va a desarrollar la batalla. No hay tiempo para solicitar más apoyos.

Señaló el paso.

– Este batallón de orcos se dirige a tomar el paso, que debería estar defendido por nuestros aliados, dispuestos ahí, por lo que entiendo, precisamente para bloquear el camino a posibles enemigos. La defensa de Sil Auressë está dirigida por un excelente comandante y sus consejeros, todo lleva tiempo gestándose. Si atacamos por la retaguardia y por sorpresa, el enemigo se verá en dos frentes. Si los destruimos, las defensas del paso podrán apoyar a Sil Auressë en el asedio, y nosotros con ellas.

–¿Capitán? –dijo a Melechtor, pidiendo su opinión–. La batalla de Sil Auressë no es una escaramuza de paso hacia Metraith. Ningún enemigo irá a la ciudad sin antes destruir hasta el último cimiento de la aldea, y mucho menos poco tiempo después de la gran batalla de Metraith: el enemigo no es tan poderoso, aún. Sea lo que sea que desea el enemigo, tiene como objetivo total Sil Auressë.

Había hablado más de lo acostumbrado, pero era necesario.

La discusión que aquellos hombres mantenían sobre el mapa de los orcos me había desbordado por completo.

Mis motivaciones resultaban ajenas a todas las intrigas e intereses de las personalidades allí reunidas.

Había acudido a Cardolan como espada libre, no para salvaguardar las aspiraciones de los herederos al trono de de Dol Tinar o de la propia Cardolan...sino en respuesta a la petición de un amigo...una colaboración ineludible donde ambos resultábamos beneficiados:
Yo obtendría respuestas a las preguntas que me atormentaban y el ganaría un aliado para luchar contra la sombra allí donde esta se manifestase...
El bando desde donde lo haríamos no era importante para mi...y sus conjuras poco me importaban, pero si que lo eran para Theon y el resto de los muchachos. Eso era algo que sabia, y podía comprender las posibles consecuencias de ignorarlo, de modo que me cuidaría bien de exponer mis ideas al respecto.

Mientras observaba el mapa algo desconcertado, escuché con atención los comentarios del resto.

Parecía obvio para todos que los Orcos se habían organizado en torno a Sil Auresse, con la clara intención de lanzar un ataque masivo contra ella...

Lo que no podía entender, era como se había llegado a tal punto. Hubiese tenido sentido para mi si la ciudad sitiada fuese Metraith...las principales tribus Orcas se apostaban al norte, las distintas facciones eran numerosas y muy beligerantes, pero de todos era conocido que era muy difícil verlas colaborar...algo muy gordo debia mover sus intenciones si ese era el caso.

Tal vez como Mellechtor aventuraba, aquel solo fuese el primer paso para capturar Metraith o tal vez hacerse con el vado de Sarn...pero a mis ojos tampoco aquello tenia demasiado sentido. En caso de organizar sus huestes, un solo ataque por sorpresa desde el norte y amparándose en la superioridad numérica, como era norma entre los orcos, les hubiese dado un mejor resultado.

Pero algo parecía escapar al entendimiento de todos...fuerzas extrañas habían actuado para mantener oculta aquella elaborada estratagema de los Orcos, para asediar un emplazamiento menor. Con una importante utilidad estratégica, eso si, pero como todos parecían coincidir uno que no merecía tal atención ...¿o si?

Seguí escuchando con paciencia mientras intentaba descifrar un numero aproximado del contingente Orco cuando Theon tomo la palabra.

Asentí a todas sus indicaciones y afirmé con la cabeza cuando propuso que los chicos retornasen al Vado para dar aviso de nuestros descubrimientos.

Iré con ellos si eso es lo que quieres...le respondí, al no tener claro si pretendía que acompañase a Abel en su importante misión de correo hasta Sarn.

Cuando todos terminaron de hablar, y tras tener una visión más global del asunto, hice una única pregunta dirigida a quien quisiera contestármela.

Mucho se ha hablado del ataque de los Orcos y de la insalvable amenaza que suponen para Sil Auresse...pero ¿podría alguien decirme que cifras manejamos?

–No tenemos palomas, y no me consta que Sil Auressë tuviera un palomar, Aelloth negó con la cabeza pensativo. -No son tan habituales en Cardolan como lo son en Arthedain por ejemplo. Lord Echorion sí que tiene y las usa, así como Metraith y el Vado de Sarn.

Aelloth apuntó con el dedo al lugar donde parece que se iba a decidir una gran parte de esta contienda.

 -Sil Auressë no cuenta con fortificación en el Paso, confirmó Aelloth. Había explorado la región en busca de información sobre la aldea antes de acabar como prisionero allí. –Su feudo no alcanza tan al sur, y no tienen permiso tener un puesto permanente allí. Como mucho habrá un destacamento de unos pocos hombres para vigilar.

–Es allí donde debemos llegar lo antes posible. Y dar un golpe contundente a la retaguardia enemiga. Ningún camino es más rápido que el Paso para llegar a Sil Auressë. Por lo tanto cualquier mensaje a la aldea debe ser después de tomar el Paso.

El capitán sopesó la situación. –El tiempo apremia. Treinta fuimos los que partimos a ayudar a Sil Auressë, le contestó a Aaren. –Hemos visto batalla, y hemos perdido a un compañero y otros dos han tenido que quedarse atrás por heridas sufridas. También se nos ha unido Hasgon al que liberamos de los orcos.

Veintiocho hombres valientes.

-Detrás de nosotros viene una veintena de hombres a pie. Pasarán por aquí, y Abel y los demás prisioneros liberados que vayan a pie pueden unirse a ellos. O si preferís enviarlos hacia el Vado de Sarn, es otra opción. Pero los que vamos a caballo hemos de partir con premura, y desde luego necesitamos a todos los caballeros disponibles. Me alegra poder contar vosotros Theon y Aaren. Con vosotros dos volvemos a ser treinta.

Cogió algún papel con órdenes escuetas de los orcos. -Algo que me hace pensar que este ataque coordinado es inminente. Se han tomado muchas molestias para ocultarse hasta ahora, y ahora se mueven con rapidez. La pregunta es... ¿cuándo será?

Entonces miró en dirección del orco prisionero.

Theon tenía en la mano los papeles en blanco, y repasaba el contenido de la carta que estaba a punto de escribir mientras escuchaba las palabras de los demás. No le sorprendió ni el coraje ni la autoconfianza de Agnor, pero sabía a que lo había llevado eso antes y no dudaba que sucedería lo mismo ahora. Treinta hombres podían tomar el paso, pero no iban a ser un desafío importante para cuando las fuerzas del oeste llegaran a la ciudad. Por otro lado, el comandante de Sil Auresse podía llegar a ser un genio, pero si no contaba con los detalles de la información que ahora tenían, no podría inclinar la balanza a su favor, a menos claro que ademas fuese adivino. El norteño estaba pensando en el combate inminente y Theon en la batalla final, eran perspectivas distintas con igual finalidad, pero de algo estaba seguro, Agnor era un excelente guerrero, era mejor que pelease en el frente y enviar mensajes con Aelloth, tal vez él mismo lo acompañara, después de todo era libre y no estaba sujeto a las decisiones del capitán.

Melechtor ignoró sus comentarios sobre Minastir y Echorion, tal vez por omisión, aunque a Theon le pareció algo deliberado, hasta un novato sabría la importancia de la información que le acababa de ofrecer y del pedido que le hizo. Eso no le gustó en absoluto, y hasta cierto punto consideró la posibilidad de separarse del grupo a su mando. Pero no se apresuró, Melechor los había tenido en cuenta para el ataque y tenía claro que Aaren y él podían ser de ayuda para tomar el paso.

- De acuerdo, Aaren y yo iremos con ustedes en el grupo de jinetes, los ayudaremos a tomar esa posición. No estamos bajo el mando de Echorion ni de Sil Auresse, pero será un placer colaborar con ustedes en defender esa aldea de estas bestias. En cuanto a Abel y sus hijos, he decidido que retornen al Vado apenas se recuperen - uno de ellos estaba herido y los otros dos aún afectados por el veneno, no quería que arriesguen su vida en ese combate, prefería que dieran aviso a Minastir.

Miró a Aelloth, hablaría con él apenas terminasen el debate. Luego se dirigió al orco - Y tú, es hora de que les demuestres porqué el dejarte con vida no fue un error de mi parte - .

Tarbrand escuchó con tranquilidad el resto de preguntas y alegatos del resto de hombres, hasta que su capitán intervino y dejaron claro cual era la prioridad. Por ello, el dúnedain volvió a hablar y dijo a modo de conclusión:

-Así sea Capitán Melechtor, partiremos hacia el paso, ¿deseáis que nos adelantemos para informar o cabalgamos con el resto del grupo? -preguntó para saber si debía salir ya o podía esperar a que torturaran al prisionero- si encontramos allí a algún grupo de hombres de Sil Auressë les daremos el mensaje a ellos y que informen mientras nosotros partimos a contemplar de primera mano el tamaño del enemigo ... Pero no divaguemos, esto y los planes de guerra deberán esperar a ver la situación, preocuparnos antes es inútil -concluyó mientras esperaba la orden de marcha de su superior.

No obstante, cuando parecía que no iba a añadir nada más, dijo a modo de apreciación:

-Señor, me gustaría pedir permiso para cercenar la cabeza del líder uruk y llevarla en mi caballo, seguro que la visión de uno de sus capitanes muertos hace que cunda el pánico entre el enemigo y creerán que tras nuestro ejército se aproxima uno mucho mayor, es una estrategia que podría funcionar, ¿no os parece? -dijo un tanto optimista ante su ocurrencia.

Melechtor y los demás salieron de la sala de reuniones al patio. El fuego de los establos se había convertido en ascuas, aunque milagrosamente la estructura de piedra seguía en pie. Los hombres habían sacado los cadáveres de seis enormes huargos que ahora yacían apilados fuera del recinto de la granja.

Cuando vieron salir detrás de su capitán a Aaren, Theon, Agnor y Tarbrand, comenzaron a vitorearlos y golpear sus escudos y sus armas. Eran los héroes del momento, y gracias a su osadía habían conquistado la base enemiga y rescatado a los prisioneros.

El capitán Melechtor esperó a que se terminaran de aplaudir y celebrarlo. Lo que había visto en los mapas de los orcos significaba que pronto se verían en otra batalla mucho más difícil, y necesitaban tener la moral alta.

Le dio permiso a Tarbrand a decapitar al líder uruk. Pero antes iba a interrogar al prisionero orco. Observó cómo se lo llevaba con Aaren a la segunda planta de la granja.

-No hay tiempo que perder, indicó a los presentes. –Debemos llegar antes de que tomen el Paso.