Partida Rol por web

Ayla se puso lo mas guapa posible para la ocasión. Se bañó rápidamente, luego se arregló el pelo y se perfumó. Llevaba con ella el anillo Hilde Sikelion. Sabía que en muchos aspectos ella era el conjunto del anillo y su persona, ambas juntas eran Hilde Sikelion. Aún así, debía de llamarlo de algún modo. Además llevaba el colgante que le había entregado Pelenwen, y cuando estaba lista salió a la fiesta.

Saludaba a todo el que se le acercaba. Buscó a Palomire para saludarle efusivamente y darle la bienvenida a Sil Auressë, y para preguntarle por su hija y comentarle que más tarde iban a hablar, pero que ahora disfrutara de la fiesta. Y se dejó llevar por Curudae.

El senescal fue el encargado de acompañar a la Dama hacia la zona del castillo. El nuevo puente recién terminado estaba decorado con luces, y se escuchaba charla animada de los invitados en el patio del futuro castillo. En el puente les esperaba Khôradur, vestido también con sus mejores galas y esta vez sin su habitual armadura. Dentro se veían carpas y grandes mesas alargadas con abundante comida. Los andamios se habían tapado, pero seguían cerca para seguir con la construcción en cuanto se hubiera terminado el acto de aquel día.

-El cocinero Intorin se ha esforzado mucho con el banquete, indicó Curudae orgulloso. -Ha sacado partido al ninfiara que cazó Denelloth. Hay un pabellón abierto por los laterales donde están la mayoría de los invitados, que son en su mayoría padres de los alumnos. Los maestros también están presentes para saludar a los padres, quienes están ansiosos de ver a sus hijos que aún no han hecho acto de presencia.

-Los obreros tienen su propia fiesta al otro lado, cerca de la cantera. Tendrán comida y bebida, y las dos fiestas se unirán una vez terminado los actos protocolarios, comentó Khôradur.

Entre los primeros en acercar a saludarle a la Dama Aylarien estaban los arquitectos, Carumirë en cabeza, y los otros dos Domar y Ceirin. Carumirë le saludó con elegancia, y presentó a Ceirin como el artífice del nuevo edificio de la Academia que en breve iba a tener su primera visita.

Entonces les vio Cerveth, quien estaba charlando con Ionell. Ambos le señalaban a Ayla para que se acercara. En general se notaba un tono bastante informal en todo lo organizado, a pesar de la noble cuna de algunos de los invitados. -Aquí en este pabellón se encuentran los padres que han confiado la educación de sus hijos en nuestras manos, le dijo Cerveth después de saludarle con una reverencia sutil. -Están aquí como padres, y no hacemos distinción entre ellos, igual que tampoco lo hacemos entre los alumnos de un origen y otro.

Entre los presentes se pudo ver a Gildûr, el padre de Girion, además de alguna cara conocida para Ayla. Los demás maestros se reunieron junto a Cerveth. Edrec fue quien tomó la palabra para confirmar que habían elegido a Cerveth como Director de la Academia. No era una decisión que sorprendiera en exceso, pero sí se notaba un importante cambio en el recién nombrado director. Cuando lo conoció Ayla, Cerveth era algo altivo y se veía a sí mismo algunos peldaños por encima de sus compañeros, sobre todo de Ionell. Ahora estaban muy compenetrados, incluso el último en llegar, el artista Adhellin.

Entonces Ayla se fijó en una serie de pergaminos encuadernados en una mesa adjunta. Cada libreto estaba caligrafiado y decorado con esmero, y a ojo parecía que había el mismo número de cuadernos que de alumnos.

Ayla los miró uno a uno emocionada, y les dijo: -Habéis convertido la Academia de Sil Auressë en algo mas que un centro para el conocimiento. Lo habéis convertido en un hogar, y vosotros sois una gran familia. Todos habéis tomado lo que considerásteis que era la mejor elección, sobre quién debe ser el Director de la Academia. Todos os habéis valorado, y todos ..., miró a Cerveth antes de seguir, -...habríais aceptado de buena gana a cualquiera que hubiera sido elegido de entre vosotros. Ya érais virtuosos cuando vinísteis aquí, pero aquí habéis formado un grupo, una familia, lo habéis humanizado todo, y este es el magnífico resultado. !!Enhorabuena Cerveth!! Me alegro de la decisión que habéis tomado entre todos, y mucho mas que hayáis visto las virtudes de cada uno de vosotros, y los defectos, que améis tanto unos como otros, y que os conozcais mútuamente. Es extraordinario, y debéis mantenerlo, conservarlo, mimarlo, porque vosotros también representáis el espíritu de todo lo que nos rodea, y contribuís a hacerlo mas grande. Tenéis una importantísima labor. Lo que hoy enseñéis a vuestros alumnos, ellos lo aplicarán el resto de sus vidas. Estáis forjando un futuro, y de verdad, dudo que haya nadie mas capaz que vosotros para esta tarea. Os felicito a todos, por vuestro esfuerzo, y por haberos convertido en algo maravilloso.

Les abarzó y les besó a cada uno. Dejó a Adhelin para el último y cuando llegó a él, volvió a hablar: -Adhelin, el último en llegar y te has convertido en piedra angular de todo esto. Con tu magnífica obra permites extender el alcance del conocimiento acumulado por todos vosotros a todos los rincones. Me maravilla ver lo que has hecho hasta ahora.. Los dedos de Ayla acariciaban los cuadernos. -Tienes una tremenda responsabilidad, no olvides que la historia, la hacen quienes la escriben...

La ceremonia avanzaba, era el momento de las formalidades. Le había tocado ser guardián de unos pergaminos, que de seguro no se escaparían de la mesa porque él no estuviese, y en poco tiempo pasarían a ser un simple adorno en los hogares de las familias de los alumnos, que en mas de un caso se exibiria con orgullo y en otros quedaría en el olvido. Cerveth estaba siendo confirmado como director de la academia, era un título importante, al parecer se merecía esa nominación, y aún si no fuese el caso, de todos estaba bajo su ala el bien mas preciado de la dama y el motivo por el que él mismo partió desde Metraith rumbo a esta aldea un par de  meses atrás. 

Segundos después la Elfa se acercó a Adhellín, y enalteció su trabajo, a su gusto demasiado, el joven era un buen artista, apasionado y comprometido con el ideal de Sil Auressë, pero no era un historiador, no había punto de comparación con los conocimientos que había aprendido en la orden, pero eso, al menos por ahora, era un secreto bien guardado. Como los de Ayla, que seguirían así por mas que los Valar hayan querido que llegaran a él. Se inclinó levemente hacia ella cuando se le acercó, guardando los mejores modales que había aprendido en su juventud, disimulando su limitación física frente al público y a los señores de la aldea. La belleza de la dama era imponente, había un aroma solemne e inmaculado a su alrededor, y su piel parecía esculpida en la mas delicada seda, combinando firmeza y suavidad, y tal como Carumirë había presagiado, no había modo de permanecer indiferente a su lado.

La historia la hacen los que la escriben... si? ... o la hacen los bardos que la cuentan? o la hacen los héroes que la forjan? o los líderes victoriosos para guardar sus tronos? o aquellos que han sido derrotados como yo, junto con el reino de Cardolain al cual serví desde siempre?... sea como fuese, tenía un acuerdo con Arkyn, ellos escribirían la historia, y Norión estaba en el lugar adecuado para hacerlo.

Los maestros escucharon las palabras, visiblemente emocionados y contentos de todo lo que se había logrado en poco tiempo. -Hay un pergamino también para vos, Dama Ayla, dijo Cerveth mientras hizo una nueva reverencia. -Creo que lo correcto es que lo recibáis antes que el resto, por ser la que ha puesto en marcha todo esto.

Cerveth le hizo entrega de un pergamino algo distinto que el resto. Ayla lo abrió con curiosidad, y para su asombro lo que vio era un plan de formación de los alumnos de la Academia. Disciplina por disciplina, desde las lenguas élficas hasta las armas pasando por conocimientos de la fauna y de la flora, la historia de los dúnedain, sin olvidar el conocimiento de la piedra, de las hierbas, de los metales y las habilidades de campo como forrajear o espeleología. Por último, también cualquier alumno adiestrado en Sil Auressë iba a saber documentación o matemáticas básicas. El resultado era un conjunto de enseñanzas que proponían hacer de cada alumno un auténtico erudito aventurero, mezcla de conocimientos, habilidad con las armas y respeto al entorno natural. La formación era tan intensa que se podían adquirir las bases del futuro desarrollo en todos esos campos en un par de años, incluso menos si el alumno ya tenía conocimientos.

Ayla leía con atención la propuesta y la presentación de las materias, y además de las materias obligadas, los alumnos tenían posibilidad de estudiar otras materias bajo la tutela de alguno de los maestros. -Cada alumno sacará lo mejor de sí mismo, pero partiendo de una base común, añadió Ionell. -No es por presumir, pero es posible que no haya nada parecido en ningún lugar en Cardolan. Hay eruditos y maestros a la carta, pero tener una academia con maestros de distintas disciplinas trabajando conjuntamente según un plan estructurado es algo poco habitual en el Norte.

-Aún hay más, comentó Adhellin. -A lo largo del tiempo que los alumnos estudian aquí, irán adquiriendo conocimientos y también tendrán acceso a libros y tomos de sabiduría, que al finalizar se podrán llevar una copia manuscrita que les servirá de guía o de referencia. Y así siempre llevará a Sil Auressë consigo en sus viajes.

Ayla se despidió de los maestros ellos cortésmente, y se dejó guiar por Curudae. Buscó con la mirada a los enanos, Danroth, Finduilas... y observaba cómo disfruta la gente en general. Pero recordaba las palabras de Finduilas:

Puede que algunos de los invitados sean espías, mi presencia aquí les dará en qué pensar...

Buscó con la mirada a alguien que la observara, que le prestara mas atención que la debida sin desdibujar su sonrisa, pues al fin y al cabo hoy era un día de fiesta.

Antes de dejar a los maestros, Ayla les comentó la importancia de lo que estahan haciendo. Mientras terminaba de leer el pergamino, comenzaron los actos de la inauguración. Eran sencillas representaciones, con los alumnos como protagonistas, para que los padres pudieran ver todo lo que habían aprendido. También había sitio para el humor. El ambiente era distendido, y después los alumnos podían por fin reunirse con los padres. Entonces Ayla vio a un hombre que conocía de la casa de Danroth en Tharbad. Alguien de servicio, y estaba charlando con Sir y Ragi. Les dio alguna noticia, y le miró de reojo a Ayla y le saludó con la cabeza. Al parecer, Danroth no había podido acudir.

La fiesta siguió su curso, y la comida y la bebida hacían su efecto para relajar el ambiente aún más. Finduilas apareció de forma muy disimulada, y se quedó hablando con Khôradur primero y después con Edrec. Ayla observó las caras en la multitud [95], y vio a un hombre con atuendo cardolanii pero no parecía de noble cuna. Estaba un poco apartado del resto, y no se interesaba por ninguno de los alumnos, aunque saludó a algunos padres cuando pasaron cerca. Había un cierto distanciamiento en el trato con los demás, y se le notaba algo tenso. Llevaba en la solapa un escudo bordado de una flor blanca sobre fondo verde. Y no perdía de vista a Finduilas.

-Curudae, observa con discreción al hombre que está al fondo, ¿de qué Casa es el escudo que lleva? ¿Lo conocemos?

Ayla le susurró a Curudae sobre el desconocido mientras disimulaba lo mejor posible. Curudae le contestó que no sabía quién era, ni tampoco identificaba el símbolo en su chaqueta [19]. Según las instrucciones, Curudae se alejó para hablar con Denelloth y encargarle la misión de tener vigilado al hombre desconocido.

Ayla aprovechó la ocasión para hablar con el enviado de Danroth. -Lord Danroth os envía sus mejores deseos para esta nueva etapa, y lamenta que ciertos asuntos que requieren de su vigilancia le han obligado permanecer en Tharbad, pero llegado el momento oportuno sin duda os encontraréis de nuevo, citó el hombre de memoria.

La fiesta continuaba de forma informal, con música y abundante comida. De repente, la Dama Aylarien sorprendió a todos cuando se subió con movimiento ágil encima de la mesa. La charla se detuvo, la música también y todos se le quedaron mirando. 

-Queridos invitados, tal vez me salga del protocolo, pero al fin y al cabo hoy es un día de fiesta y estamos en familia. Os voy a proponer un trato, voy a elegir a tres personas de todos vosotros, y vosotros elegiréis al cuarto. Cada uno recitará una poesía y yo luego os regalaré otra. El ganador, de los que aquí suban, tendrá derecho a un baile conmigo esta noche. Maestro Ionell, subid aquí conmigo, seréis el primero. Aquel hombre de allí, el que lleva en la solapa un escudo bordado de una flor blanca... acercaos también. Girion, sube aquí también, y el cuarto... pues el primero que suba aquí voluntariamente.

De reojo Ayla había visto como Denelloth se posicionaba a su izquierda, aún lejos del supuesto espía quien parecía dirigirse hacia la salida. Para evitar que eso sucediera, ella se subió con un movimiento ágil encima de una mesa, y comenzó a hablar. Propuso un concurso de poesía ofreciendo un baile con ella como primer premio.

Ayudaron a subir a Ionell, a quien se le veía bastante animado con una gran copa de vino en la mano. El hombre con el escudo de la flor blanca se quedó parado. Al parecer se dirigía a la salida. Se detuvo, miró hacia la mesa con gesto contrariado [17] por la atención recibida. Denelloth le alcanzó, y le invitó a subir cerrándole el paso al más puro estilo dúnadan. Le sacaba dos cabezas, y aunque ninguno de los presentes iba armado, su mera presencia intimidaba bastante.

Girion, el hijo de Gildûr, se sorprendió por la invitación [39], pero su padre le alentó sonriendo y Edrec le animó a subirse al escenario improvisado. Finalmente el joven aceptó ante el deleite del público. .

Faltaba el último… Entre varios posibles, al final subió el Lugarteniente Khoradur, algo completamente inesperado y que hizo que una gran multitud se formara alrededor. La figura del umbareano de dos metros veinte de estatura y subido encima de la mesa era realmente imponente. Aunque su sonrisa era amable mientras le vitoreaban, sus ojos estaban serios mientras se posicionaba entre la Dama y el desconocido. Ayla supo que a pesar de que el desconocido estaba a pocos metros de ella, no alcanzaría a tocarle antes de que Khôradur le subyugara.