Partida Rol por web

Tras la infructuosa meditación, Draze se levantó y se marchó a buscar a Katkazza pues tenía una conversación pendiente con él. Evitó pasar de momento por la sala en común, había dejado la discusión a medias y de momento era mejor que los ánimos se calmaran.

Por suerte para él, el wookie no se encontraba allí, sino que estaba en uno de los almacenes de la nave, practicando con una barra metálica que sin duda emulaba su sable láser. A diferencia de los otros padawans, Katkazza no sólo había vivido durante las guerras clon sino que había combatido en ellas antes de comenzar su instrucción jedi. Probablemente necesitara del ejercicio físico para mantener su equilibrio.

El wookie no tardó en reparar en la presencia de Draze, pero continuó con su ejercicio hasta el final. Entonces fue cuando se dirigió a él.

—Dijiste antes que querías hablar conmigo. ¿Y bien?

Draze asintió a modo de saludo al wookie y se aproximó silencioso hasta él. Contempló con curiosidad su rutina de entrenamiento mientras Katk le hablaba. Tardó un buen rato en responderle, absorto como estaba en la inquietante falta de noticias sobre el Calamari.

—¿Cómo han quedado las cosas al final sobre Ackabar, Katk? —le preguntó clavando sus ojos jaspeados en el del wookie—. ¿Qué opción crees tú que es mejor? 

—Noa sigue empeñado en volver. Para mí la visión significa que no podemos volver a Mon Calamari. Lo que pudiéramos conseguir allí ya no es posible. No debemos volver a dejar un planeta con el trabajo a medias.

Por primera vez en mucho tiempo, aún con la sintética voz, el wookie era capaz de equilibrar su lenguaje verbal con el no verbal. Una lástima que fuera en esas circunstancias.

Draze se cruzó de brazos y se apoyó contra el marco de la puerta. Asintió dubitativo a la respuesta del wookie. Entendía las razones de Noa, pero Katk tenía razón: pocas veces las visiones de la fuerza era tan claras y… uniformes. Que todos hubiesen sentido lo mismo no auguraba nada bueno para Ackbar.

—Acabo de comulgar con la fuerza, Katk —Draze suspiró y negó con la cabeza—, y no he sentido nada sobre Ackbar. Es extraño, porque cuando llego a este punto, suelo percibir leves retazos de la persona a la que trato de localizar. Y el hecho de no haber sentido nada no hace más que confirmar mis sospechas. Ackbar ya no se encuentra entre los vivos —añadió con amargura mientras torcía el gesto.

Se incorporó entonces y atravesó en silencio la sala hacia la pared opuesta, entrelazando las manos en su espalda. Se detuvo frente a una pequeña exclusa que mostraba el vacío del hiperespacio en movimiento.

—Pero no era sobre eso sobre lo que quería hablarte —dijo sin volverse hacia el wookie—. Mustafar es lo que más me preocupa ahora mismo. ¿Has estado allí antes?

Katkazza negó con la cabeza.

—¿Un wookie libre en Mustafar?

Aunque la frase se podría interpretar como ironía, era imposible de saberlo con seguridad por el traductor, quizás fuera más fácil aprender el idioma de los wookies.

—Se pelearían por hacerme esclavo. Desde el alzamiento del Imperio han sido pocas las ocasiones en las que he puesto pie en planetas civilizados.

El humano no supo cómo interpretar aquella frase del wookie tan concordante con los gestos que realizaba mientras entrenaba. No sabía gran cosa de su compañero, y mucho menos de su pasado.

—Entonces tendremos que extremar las precauciones cuando lleguemos allí. No pienso dejar que te capturen, Katk —hizo una pausa y se volvió hacia el grandullón—. Supongo que no conocerás a nadie en el planeta tampoco. ¿Alguna sugerencia de cómo deberíamos proceder? ¿Sabes cuántos asentamientos puede haber sobre la superficie? 

Katkazza se quitó el comunicador para poder reirse, o al menos eso era lo que parecía. Cualquiera entendía el lenguaje wookie.

—Precisamente yo había pensado en que me vendierais como esclavo—dijo poniéndose de nuevo el dispositivo traductor y explicando el motivo de su risa—. No sé si entre los esclavos habrá wookies que conozca o no, pero sólo una vez dentro podremos comunicarnos con ellos. Por lo demás, lo lamento pero desconozco otros datos sobre Mustafar.

Por primera vez en mucho tiempo Draze esbozó una sonrisa y no tardó en reírse a carcajada limpia de la expresión del wookie. Esa forma de… ¿encogerse de hombros? Y la manera en la que entornaba el ojo bueno le pareció demasiado buena como para reprimirse. Pero lo que de verdad acabó con su ceño fruncido y su expresión de estreñimiento perpetua fue la idea que el wookie trató de venderle después. ¿Katk como esclavo? Dudaba que su compañero pudiese aguantar mucho de esa guisa. 

—Podemos venderte como ayudante de cámara. Fijo que lo compran —dijo mientras poco a poco dejaba de reírse—. En serio, Katk, no estoy seguro de que sea un buen plan. Ahora bien, como idea es tan loca que puede que hasta funcione. ¿Te enseñó Tenkharr a comunicarte telepáticamente? Porque si es así podrías infiltrarte como esclavo y tenernos informados. 

Sin duda lo mejor sería discutir el plan con los demás. No obstante, Draze necesitaba asegurarse de que el wookie estaba conforme con esa idea suya antes de volver con sus compañeros.  

—Es la única manera en la que puedo ayudaros Draze, como wookie no podría poner un pie en Mustafar sin que intentaran capturarme. En otro caso tendría que quedarme encerrado en la nave y sinceramente, me gustaría poder dar algunos golpes de una vez—volviendo a lo que era habitual, la fiera expresión de Katkazza no pegaba nada con su sintética voz—. Si no me volveré loco. Respecto a la telepatía, sí, Tenkarr me enseñó algo. No mucho pero tendremos que conformarnos con ellos.

Draze torció el gesto, aún reacio a permitir al wookie arriesgarse tan abiertamente. Desde luego el plan, muy loco que sonase, tenía cierta cordura. Tal vez pudieran madurar la idea un poco más entre todos antes de llevarla a cabo.

—Yo tampoco podría quedarme cruzado de brazos sin hacer nada Katk —dijo el muchacho mucho más serio, recuperando la compostura y eliminando de su voz las trazas del buen humor de las bromas anteriores—. Te entiendo, y estoy seguro de que algo se nos ocurrirá para liberar a los tuyos sin que tengas que correr más riesgos de los necesarios. Y si infiltrarte en una mina es la forma más segura... bueno, que así sea.

Se acercó entonces a su compañero y se recostó contra una de las paredes, cruzándose de brazos desenfadadamente.

—Por cierto, Katk,  no hemos tenido muchas ocasiones de hablar a solas desde que empezó todo esto y hay algo que siempre he querido preguntarte… —Draze desvió entonces incómodo la mirada durante un instante antes de volver a clavarla sobre el único ojo del wookie—. ¿Qué te pasó antes de que Tenkarr te encontrara? 

El wookie se sentó en unas cajas antes de hablar con Draze.

—Trabajaba para el negocio familiar, la primera vez que vi a Tenkahrr—dijo—. Vino con su hermana, Ashara. No fue hasta años después que me enteré el motivo de la visita. Estaban buscando a alguien que asesinaba utilizando un veneno wookie. Yo ya era mayor, por lo que mi maestro no intentó llevarme con la orden para mi adiestramiento. No lo habrían permitido. Y poco después de su marcha, las Guerras Clon llegaron a Kashyyyk.

Era una pena no conocer el shyrowook, el lenguaje natal de los wookies, pues eran muchos los matices que se perdían con el traductor.

—Como la mayoría de los míos, nos enfrentamos a los separatistas y luchamos junto al ejército de la República. Al menos hasta la ejecución de la Orden 66. Los siguientes eventos fueron muy rápidos:el fin de la guerra, la proclamación del Imperio, la masacre de los Jedis… Nada de eso tenía sentido para nosotros, así que mi pueblo decidió no tragarse las mentiras que pululaban por la galaxia. Kashyyyk se convirtió en un refugio para los jedis que habían sobrevivido y nos preparamos para resistir el ataque imperial. Fue entonces cuando volví a encontrarme con Tenkahrr y me dijo que quisiera o no, iba adiestrarme en los caminos de la fuerza—el wookie esbozó una sonrisa—. ¿Cómo negarme?

Katkazza resopló entonces, haciendo un extraño sonido con el comunicador.

—Entonces ocurrió la batalla de Kashyyyk, donde fuimos aplastados por el Imperio. El resto ya lo sabes: la Orden quedó al borde de la extinción, el Imperio renombró nuestro planeta, los míos fueron esclavizados y solo unos cuantos afortunados conseguimos huir de esa masacre.

El muchacho sonrió ante el aplomo del wookie. Aunque había cierta discrepancia entre la traducción políticamente correcta del traductor y la forma en la que el wookie se movía y gesticulaba, Draze apreciaba que se sincerase así con él.

—Menuda suerte la tuya —le dijo riéndose entre dientes cuando le reveló que Tenkahrr le reclutó a las bravas—. Como muchos de nosotros, no lo has tenido nada fácil.

Se levantó entonces y comenzó a andar por la sala, como acostumbraba a hacer cuando divagaba.

—El Imperio nos lo ha arrebatado todo. Se llevó a mi familia cuando apenas era un mocoso, y poco después me separó de mis amigos y de los Sen, a quienes llegué a considerar como mis padres. Lo peor de todo es que ha minado el espíritu de las gentes honradas y ha propagado el miedo y el terror por toda la galaxia. Ha puesto la justicia al servicio de los poderosos, los criminales y de los corruptos, beneficiando a parásitos sin escrúpulos como Seggor Tels o los Eron, mientras asfixia a todos los demás. —Se paró entonces en seco y se volvió hacia Katk—. Es por eso por lo que es tan importante que la misión continúe, si nosotros no damos un paso al frente, nadie se atreverá a hacer nada. Aunque eso a veces nos lleve a asumir más sacrificios de los que estemos dispuestos a hacer. 

—No ha sido un sacrificio Draze, ha sido un error y tendremos que asimilarlo—dijo el wookie—. Ackbar ha muerto porque no terminamos lo que empezamos. O al menos así lo creo. Los métodos subrepticios no funcionan con el Imperio, tiene acceso a demasiada información. Si lo hacemos así siempre irán un paso por delante de nosotros.

Esta vez las elaboradas traducciones del comunicador le daban a las palabras de Katkazza una solemnidad inquietante.

—No podemos plantar una batalla abierta al Imperio, pero tampoco podemos movernos en las sombras. Tenemos que ser diferentes y mejores.

Puede que para Katk no fuese un sacrificio, pero sin duda él se lo tomaba como tal. No haber salvado a Ackbar fue una decisión consciente que, en último término, fue responsabilidad suya. Decidieron anteponer la misión a dar un golpe de efecto en Mon Calamari y, como resultado, Ackbar acabó desconectado de la fuerza a manos de un droide asesino.

No le dijo nada de esto a su compañero, tan sólo se limitó a torcer el gesto en una mueca cada vez más parecida a la de su maestro.

—Error o no, ya no hay vuelta atrás, Katk —le dijo al wookie dirigiéndose hacia la entrada—.  Te dejo continuar con tu entrenamiento, voy a tratar de descansar un poco antes de que lleguemos.

Entonces se detuvo un momento en el umbral de la puerta.

—Y gracias. Tienes razón cuando dices que tenemos que encontrar nuestra propia manera de plantarle cara al Imperio. Reflexionaré sobre ello. 

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