Día estándar 8
El Halcón Estelar surcaba el hiperespacio con destino hacia el planeta Ambria. Viajaban Nahir, Sto Lessat, y los compañeros de Zeven: Shanna, Barret y Goror. Esa misma mañana se habían despedido del jedi, de Kate y de Draze con la esperanza de que pudieran reunirse todos en el planeta Dagobah. Cuando eso ocurriera, Nahir podría dar por finalizado el encargo de su maestro. Habría reunido a los cuatro jedis.
Barret y Shanna se encontraban en cabina a los mandos de la nave mientras que Goror iba de un sitio a otro comprobando los indicadores y el comportamiento de ésta. Pese a que las reparaciones habían ido bien, el mecánico no quería arriesgarse a tener algún imprevisto.
Nahir había decidido que era un buen momento para meditar. Desde la muerte de Cuo-Thaldir había tenido frecuentes aunque breves dolores de cabeza y aunque había mantenido el control, una nave cruzando el hiperespacio no era el lugar más adecuado para sufrir uno de sus ataques. Además, debía de proseguir con su entrenamiento, por lo que el arkaniano se recluyó en una de las dos “habitaciones” que tenía la nave y comenzó con su tarea.
Un tiempo indeterminado después, el padawan escuchó primero un golpeteo metálico y a continuación como se abría la puerta. Al abrir los ojos pudo comprobar que, como imaginaba, ante él se encontraba con Sto Lessat.
El cereano puso ambas manos sobre el puño de su bastón y miró al arkaniano con gesto adusto. Las arrugas de su frente se tensaron al fruncir el ceño.
-No hay emoción, solo existe la paz.-dijo.
Era uno de los mantrass del Código Jedi. Tras darle a Nahir unos segundos para que reflexionara le preguntó:
-¿Qué significa?
Nahi se mantenía sentado en el suelo, con las manos apoyadas en las rodillas y las piernas cruzadas bajo el, en postura de meditación. Su rostro expresaba paz, pero a la vez esfuerzo. Desde la muerte de su maestro y padre adoptivo le costaba concentrarse un poco mas. Intentaba enfocarse en la Fuerza que lo rodeaba.
Mantenía los ojos cerrados, mientras a su alrededor flotaban algunos objetos pequeños que se encontraban en la habitación. Giraban en torno al Arkaniano en una órbita lenta y estable, levemente perturbada cuando los recuerdos de su maestro aparecían en su mente.
Nahir inspiro con los ojos aun cerrados y contesto al maestro.
-Significa, que a pesar de ser seres sintientes y emocionales, un Jedi no puede permitir que sus propias emociones nublen su juicio. Una mente distraída por sentimientos no está en paz, y una mente en paz no está en contacto con la Fuerza… por ello debemos enfrentarnos a nuestras emociones y dejarlas de lado, para estar así en paz con nosotros mismos y con la Fuerza.
La penetrante mirada del cereano parecía que podía taladrar la cabeza de Nahir.
-No es mala respuesta, pero no termina de ser correcta. Un jedi no tiene que dejar sus sentimientos de lado, tiene que vivir en armonía con ellos. Y eso es algo que tú no estás haciendo.
Sto se sentó en uno de los camastros y estiró la pierna herida haciendo una gesto de dolor.
-Puedo entender el dolor de tu pérdida. Cuo-Thaldir era mi amigo. Pero reprimir tus sentimientos no es vivir en armonía con ellos. No hay muerte, solo existe la Fuerza.
Nahir intento concentrarse, frunció el ceño, hasta que con un gesto de dolor dejo que los objetos que flotaban cayeran pesadamente en el suelo de la nave. Para cualquiera sensible a la fuerza, había notado su dolor, su tristeza, y algo más oscuro.
-¿Cómo puedo vivir en armonía con semejante dolor? Cada vez que recuerdo a mi maestro tendido en el suelo, mis manos manchadas de su sangre, siento pena, tristeza, dolor… se que debemos aceptar la muerte como parte de la vida, y que no debemos aferrarnos a ese dolor, si no regocijarnos de que se haya hecho uno con la Fuerza.
Nahir abre los ojos, alzando el rostro hacia el caballero jedi.
-Y aun sabiendo eso, aunque intento enfrentarme a ese dolor, toda mi ira, mi frustración y mi odio salen de mí, buscando la sangre y la vida de aquellos que me arrebataron lo que más quería de todo esta galaxia. ¿Cómo puedo lidiar con semejante dolor, si no es dejando de lado cualquier sentimiento? ¿Cómo puedo extinguir todo el odio que siento y alimenta mi deseo de venganza?
Nahir agacho la mirada al suelo, ese había sido su dilema durante todo ese tiempo. Extinguir todos sus sentimientos para no enfrentarse al dolor que lo atenazaba, o dejarse llevar por el dolo y la venganza. No podía evitar recordar las palabras del holocrón de Darth Katar, tal vez la respuesta estuviese en un equilibrio entre la luz y la oscuridad… Pero esa era una opción que aterraba al arkaniano, porque representaba aquello que su maestro le había pedido olvidar.
Durante unos instantes el cereano observó apenado a Nahir.
-No hay pasión, solo existe serenidad.
Cualquier persona sin conocimientos, podría pensar que Sto Lessat se dedicaba a pronunciar los mantras del Código de forma vacía, pero nada estaba más alejado de la realidad. Era el camino de la serenidad el que te llevaba a vivir en armonía con tus emociones.
-La venganza no es el camino de un jedi. No debes sentir odio ni ira. Lo único que tienes que sentir por aquellos que mataron a Cuo-Thaldir es lástima y compasión. Lástima porque pudieron haber elegido usar sus vidas para algo mejor. Compasión porque ellos nunca podrán entender la voluntad de la fuerza.
-Se que la venganza no debe ser nunca nuestra motivación… pero no puedo evitar sentir ese deseo. Aunque intente sentir lástima o compasión por ellos, soy incapaz de olvidar lo que han hecho.
Las palabras de Nahir se tornan algo más sensibles, como le estuviesen haciendo daño.
-Cuo Taldir era más que mi maestro, era mi padre adoptivo, y puede que la única persona por la que he llegado a sentir afecto. Entre nosotros había una conexión extremadamente profunda… y ahora no está. El se ha hecho uno con la Fuerza y yo quiero creer que sigue velando por mí… pero esa conexión que había entre nosotros está rota, no la siento como antes, y creo que eso es lo que más me duele de su perdida, es algo que casi ni puedo explicar. Y eso es lo que no les puedo perdonar.
Nahir se levantó y tomo los objetos que habían caído a su alrededor, dejándolos luego apartados sobre una mesa. Se calmo unos instantes y volvió a hablar con su voz monótona y carente de emoción.
-Me temo que este peso solo podre quitármelo cuando tenga al alcance de mi mano mi venganza, y pueda decidir si cobrarla o hacer justicia. Hasta entonces, creo que lo mejor es centrarme en el presente.
El rostro del cereano se endureció.
-Esa actitud solo tiene un destino.-dijo con voz severa.-Y entonces no solo será un vínculo lo que habrás perdido. Te habrás perdido a ti, y habrás perdido los años que Cuo-Thaldir dedicó educándote para que fueras un jedi. ¿Es así cómo quieres honrar su memoria?
Sto se levantó con otro gesto de dolor y se dirigió hacia la puerta de la habitación. Al llegar a ella se giró y miró a Nahir, su mirada era serena, aunque había una chispa en su interior.
-Uno de los nuestros casi nos llevó a la extinción. No voy a permitir que uno de nuestros aprendices sea quien termine de acabar con nosotros. Sólo espero que Ambria te haga reflexionar y cambiar de actitud.
Nahir alzo la mirada a Sto cuando le hizo aquella pregunta. ¿Cómo podía preguntarle si era así como quería honrar la memoria de su padre adoptivo, cuando era eso lo que más deseaba? Por un levísimo instante se sintió profundamente ofendido por el maestro, pero al momento sintió lastima… puede que después de todo el también llevase sus cargas al haber sido uno de los pocos supervivientes de la Orden Jedi, y eso le había llevado a decir aquellas palabras.
Habían pasado cosas terribles, y pasarían mas, algunas evitables, otras no… pero tendrían que enfrentarlas como buenamente pudieran. Seguiría las enseñanzas de Cuo-Thaldir, e intentaría seguir combatiendo contra su odio y su deseo de venganza en lo profundo de su ser… y tal vez algún día podría volver a ser como antes. Pero hasta entonces, tendría que aceptar sus circunstancia, como ocurría con todos.
-No existe el caos, existe armonía –Recito Nahir con su tono neutral.- Yo también espero poder cambiar.
Tras estas palabras, Nahir volvió a sentarse en el suelo a meditar