Día estándar 1.
Nahir Seth terminaba su descenso por la lisa pared de roca. Había amanecido un par de horas antes y tras desayunar junto a su maestro, el arkaniano había salido del abandonado Monasterio B’omarr, en Teth para descender por el pilar de roca en el que se encontraba y así internarse en la jungla a comenzar los ejercicios de meditación matutinos.
Llevaban un par de meses tranquilos tras haber tenido que abandonar tan abruptamente Arkania. Era un buen lugar para esconderse o al menos eso pensaba Cuo-Thaldir, pues en el monasterio había tenido lugar una batalla durante las Guerras Clon. El equilibrio de la fuerza estaba alterado, por lo que podía ayudarles a ocultar su rastro. También ese mismo aspecto del lugar había sido valorado por Cuo-Thaldir como un paso más en el entrenamiento de Nahir, pues mantener el control en dicho lugar sería un reto mayor.
El padawan arkaniano estaba acostumbrado a ese tipo de vida. Vivir apartados, de vez en cuando visitar alguna zona habitada para hacer algún encargo y poder conseguir provisiones, y de nuevo volver a aislarse. Pero conforme su entrenamiento iba avanzando sentía la necesidad de hacer algo más que simplemente preocuparse por sobrevivir.
Cuando terminó el descenso, el arkaniano respiró el húmedo aire de la jungla y se dirigió al claro en el que realizaba sus ejercicios. Se sentó en la posición del loto, cerró los ojos y comenzó a respirar profundamente. Nahir entró en comunión con la fuerza, como hacía cada mañana.
Pero ese día fue distinto a los demás. Nahir empezó a sentirse mucho más conectado de lo que lo había estado antes, cuando llegó al punto álgido una serie de imagenes empezaron a aparecer en su cabeza.
Cuo-Thaldir tiene su sable láser activado. Frente a él se encuentran dos figuras humanoides encapuchadas. Ambas visten con ropajes harapientos de color negro. No hay forma de verles el rostro. Los dos van armados con sables de luz también activado. La figura de la derecha lleva uno color azul activado, la otra tiene dos, uno de color azul y otro de color verde. Cuo-Thaldir empieza a luchar con ellos.
Justo en ese momento la concentración de Nahir se rompió y la visión terminó. El arkaniano abrió los ojos y empezó a respirar con dificultad. Su maestro estaba en peligro.
Nahir quedo un segundo conmocionado por lo que había visto, y al segundo salto como un gamo, corriendo hacia el antiguo monasterio. ¿Quiénes eran esas personas, esbirros del imperio haciéndose pasar por jedi tal vez? No importaba, confiaba en su instinto como le había dicho su maestro tantas veces. Y ahora su instinto le decía que tenía que regresar inmediatamente a ayudar a su maestro, antes de que fuese tarde.
Corrió entre los arboles hasta la base de la columna. Después de asegurarse de que mantenía su espada laser en su cinto, tomo el arnés y las cuerdas que había usado para bajar e inicio de nuevo el ascenso tan rápido como podía.
Con toda la prisa que pudo darse, Nahir fue subiendo por el pilar para volver al monasterio. Conforme más subía, más seguro se sentía de que algo no estaba bien. Y también, mientras más ascendía, más notaba el padawan flaquear sus fuerzas, pues la subida era bastante larga y mantener el ritmo era imposible.
Finalmente, casi sin poder respirar, el arkaniano llegó a la cima. Desde fuera no había nada que le llamara la atención, nadie había entrado en el monasterio por la fuerza. Sin pararse a descansar, el padawan se internó rápidamente en el monasterio aumentando su velocidad por medio de la fuerza. Tenía que llegar a las habitaciones de su maestro aunque quedara exhausto.
Cuando llegó allí, Nahir se quedó petrificado. La habitación estaba totalmente revuelta y el suelo estaba lleno de todo tipo de cosas, muchas de ellas rotas. Había llegado tarde.
Sentado con la espalda apoyada en una pared, con la mano derecha en el vientre, se encontraba Cuo-Thaldir respirando con dificultad. El jedi tenía un hilo de sangre cayendo por la comisura del labio. Al ver a su aprendiz, sonrió, mostrando sus dientes también llenos de sangre. Con la mano izquierda le hizo un gesto a Nahir.
-Ven…-dijo con esfuerzo.-No tenemos mucho tiempo.
Nahir se hizo paso entre los escombros y mobiliario destrozado, agachándose junto a Cuo-Thaldir. Sus ojos se pasaron por un instante por la sala, buscando los cuerpos de los atacantes de su maestro, para después hablarle a este.
-¿Maestro que ha pasado?¿Donde están tus atacantes?
Una vez más, un antiguo miedo atenazo la garganta del joven arkaniano. No podía perder a su maestro, el era su única familia, la única persona que de verdad se había preocupado por él. Nahir no quería estar solo de nuevo en toda la galaxia.
-Déjame que intente curar esa herida... creo que tenemos algún equipo medico guardado...
-Mis atacantes...-dijo con dificultad Cuo-Thaldir.-Han huido.
Cuando Nahir mencionó la posibilidad de curarlo, el arkaniano agarró fuertemente al muchacho con el brazo.
-Escúchame. No hay nada que hacer.
El arkaniano metió su mano dentro de la túnica, sacó un comunicador y se lo tendió a su discípulo.
-No somos los únicos jedi de la galaxia. Hay otros cuatro caballeros en algún lugar. Búscalos. Este comunicador usa una frecuencia y codificación especial. Cuando llegues a un planeta, pulsa el tercer botón, si alguno de ellos está allí, responderá. Búscalos.
El jedi empezó a toser violentamente y se llevó la mano a la boca, la cual acabó llena de sangre.
-Al menos, le pude cortar la mano a uno de esos… El sable de luz que llevaba... debe estar por ahí, creo que no lo recuperó. Quiero que te lleves mi sable y el del atacante, ese arma era de un jedi.
La voz de Cuo-Thaldir iba perdiendo fuerza.
-Era… era muy... extraño… no sentía … la fuerza... en ellos.
La respiración del arkaniano comenzó a complicarse, con estertores y jadeos.
-Serás… un gran jedi… Que la fuerza te acompañe…-el arkaniano tomó una fuerte bocanada de aire y miró fijamente a los ojos de Nahir.-Hijo… mío…
Tras exhalar el aire, Cuo-Thaldir cerró los ojos para no volverlos a abrir nunca más.
-Maestro... no por favor..., no puedes dejarme... maestro... ¡¡maestro!! -Nahir zarandeo el cuerpo de Cuo-Thaldir, presiono la herida mientras le buscaba el pulso.
-No puedes. ¿Como voy a ser nada sin ti para guiarme?.- Nahir miro sus manos empapadas de sangre, incapaces de encontrar el pulso a su maestro y padre adoptivo. Su respiración se agito, se hizo mas rápida, irregular. Sus ojos se llenaban de lagrimas.
La oscuridad llevo a Nahir mientras sus ojos brillaban blancos y llenos de ira, miedo, rencor y venganza. Con un grito de furia contenida que resonó por todo el templo, la fuerza exploto en el ya de por si destrozado lugar, haciendo volar los despojos que había dejado el pasado combate.
Motivo: Voluntad/Ataque re-ingenieria
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 11(+5)=16 (Fracaso)
Nahir empezó a tener fuertes dolores de cabeza. Sabía lo que eso significaba, quiso respirar para poder concentrarse, pero le faltaba el aire. Empezó a sentir como su cuerpo se calentaba, la furia que brotaba de él, como la psicosis tomaba el control.
Un trozo de la pared sobre la que se encontraba apoyado el cuerpo sin vida de Cuo-Thaldir explotó. En el aire había destellos y rayos que cruzaban la habitación de punta a punta. El dolor de cabeza aumentaba, mientras su ira estallaba y algunos de los objetos que estaban en el suelo comenzaban a volar en direcciones aleatorias por la habitación de forma violenta, chocando entre sí y contra las paredes.
Finalmente, la psicosis finalizó, y Nahir se sentó junto al cuerpo de su maestro, extenuado.
Cuando la psicosis es de nivel 1, dejame a mí la descripción de los efectos, dado que no tienes ningún control sobre ellos. Cuando la psicosis sea de nivel 2, ya veremos cuando controlas tu al PJ y cuando lo controlo yo :P
Ahora estás un poco "libre", cuenta qué haces, que piensas, que sientes y que pretendes hacer.
Nahir se quedo sentado, mirando el suelo, donde estaban sus manos ensangrentadas. Ya empezaba a recuperar el control, aunque se sentía cansado, como si despertase de una noche de insomnio. Su mente era un hervidero de pensamientos "los matare a todos" "No dejare que ninguno escape de mi" "Se han ido, pero los encontrare, aunque vayan al final de la galaxia" "me vengare, vengare a mi maestro" "su muerte no será en vano" "morirán" "muerte" "venganza".
Cuando se dio cuenta de sus pensamientos respiro, aclaro su mente, entro en sintonía con la fuerza, y todos esos pensamientos desaparecieron... todos salvo las últimas palabras de su maestro.
Siguiendo sus palabras, con la cabeza vacía y prácticamente moviéndose como un autómata, Nahir busco en el suelo. Cogió el comunicador que le había tendido su maestro, y busco también las armas del atacante y de su maestro.
-Ahora estoy solo... tengo que recoger todo lo que me sea útil... y dar un digno funeral a mi maestro. Y finalmente irme de aquí... esos atacantes podrían regresar y no podre vencerlos solo.
El padawan, nuevamente huérfano pensaba estas palabras en voz alta, mientras buscaba por el lugar las armas y todo lo que le fuese de utilidad. Se sentía desamparado, había expulsado de si toda su tristeza, su ira y toda emoción. Ahora solo era una cascara vacía y fría como el espacio. Con determinación, pero sin entusiasmo.
Nahir, exhausto y casi sin energía, tomó el sable y el comunicador de su maestro, y a continuación, comenzó a inspeccionar la destrozada habitación. Lo primero que tenía que encontrar era el sable del atacante, tal y como le había pedido Cuo-Thaldir. Tardó un rato pero finalmente lo encontró, en uno de los huecos de las destrozadas paredes. La mano del agresor estaba junto al sable. Al joven arkaniano le sorprendió ver que era una prótesis robótica.
A continuación el padawan comenzó a buscar los objetos que podrían servirle y que estuvieran en buen estado. También cogió la pequeña tarjeta de créditos de su maestro, seguramente no tendría mucho dinero, nunca lo habían tenido, pero sería suficiente para poder viajar.
Su siguiente tarea fue más dura, darle un funeral a su maestro. Nahir llevó el cadáver de Cuo-Thaldir al patio principal del monasterio y reunió madera y otros materiales combustibles para poder formar la pira. Finalmente, con la ayuda de una célula de energía en mal estado, la pira comenzó a arder, consumiendo los restos del caballero jedi.
Tras el almuerzo, Nahir comenzó el descenso para abandonar el monasterio y dirigirse hacia Kajel, la pequeña ciudad a dónde él y su maestro aterrizaron el día que llegaron a Teth. Seguramente allí podría encontrar transporte.
Así comenzó un viaje a través de la jungla tethiana con una pregunta en su cabeza, ¿dónde empezar a buscar?
A añadir en el equipo:
Sable láser de Cuo-Thaldir
Sable láser misterioso
Comunicador de Cuo-Thaldir.
2000 créditos.
Raciones de comida para 2 días.
Macrobinoculares.
Un medpac.
Nahir miro al templo desde la jungla por última vez, contemplando como un pequeño hilo de humo aun ascendía hacia los cielos de Teth. Ahora la cuestión era, donde podría encontrar a los otros jedi. Posiblemente se encontrarían bien escondidos, en algún lugar del borde exterior. Tal vez los planetas del sistema Hutt sería un buen lugar para empezar a buscar.
Pero lo cierto era que no tenía la mas mínima información de su posible localización. Solo le quedaba dos opciones. Ir viajando y recabando información sobre rumores de jedi, o bien confiar en que la fuerza lo iluminase en algún momento.
Por el momento viajaría a la ciudad portuaria a la que llegaron cuando pisaron por primera vez el planeta. Tal vez en alguna cantina pueda agudizar el oído, escuchar algo u obtener algo de información.
También necesitaría una máscara. Los atacantes de su maestro podrían estar buscándolo y posiblemente sospecharían de otro arkaniano tan lejos de su planeta natal.
Día estándar 2
Después de un día viajando por la jungla, Nahir llegó pasado el mediodía a Kajel. Era la tercera vez que visitaba la ciudad desde que Cuo-Thaldir y él hubieran llegado a Teth, aunque era la primera vez que iba solo.
Lo primero que hizo el arkaniano fue comprarse una máscara que ocultara sus ojos. Así podría disimular sus facciones sin llamar en exceso la atención, cosa que ocurriría si llevaba el rostro tapado.
Posteriormente, Nahir se pasó toda la tarde visitando los bares de la ciudad. En ninguno de ellos escuchó nada sobre jedis, pero en el fondo no le extrañaba. Para la mayoría de los habitantes de la galaxia, la existencia de los jedi no era más que una leyenda, algo del pasado. No había jedis, todos fueron ejecutados tras “traicionar a la república”.
El joven padawan no sabía por dónde empezar a buscar a los cuatro caballeros, pero de todas formas algo estaba claro, tenía que salir del planeta, así que tenía que buscar una nave en la que abandonar Teth. De esta manera puso rumbo al bar del puerto espacial, el más importante de la ciudad.
Allí, Nahir le preguntó al camarero si alguna nave abandonaría la ciudad al día siguiente. El arkaniano no tenía muchas esperanzas, sabía que Kajel no era un puerto muy transitado y no todos los días partían naves, pero ese iba su día de suerte. Una de las naves se estaba preparando para abandonar el puerto al día siguiente. El propio capitán se encontraba tomando una copa en el propio bar. Nahir preguntó el nombre de ese hombre.
-Han Solo.-dijo el camarero.
Nahir se guardo la máscara, no la usaría aun, todo el mundo ya lo había visto en el planeta, por lo que no taparía su rostro hasta llegar a otro planeta, para evitar que lo relacionaran.
Se acerco al humano que el camarero le había señalado, quedando a su lado, pero de pie.
-Me han dicho que tienes una nave preparándose para salir de este planeta. ¿Aceptarías pasajeros? No preciso ni que te desvíes de tu rumbo, solo necesito abandonar este planeta.
El capitán que estaba sentado de forma cómoda y desenfadada, se quedó mirando al arkaniano mientras hablaba con él. Cuando éste terminó de hablar, se inclinó hacia adelante mientras con las manos le indicaba que no fuera tan rápido.
-¡Oye! ¡Oye! ¡Oye! No tan deprisa. Me da igual quién seas, las necesidades que tengas y el dinero que tengas. Nadie se monta en mi nave,-dijo haciendo énfasis en la palabra “mi”.-sin mi consentimiento. Mi nave no es para transportar personas, ¿sabes? Y menos cuando éstas dejan muy claro que tienen algún problema. Así que vayamos por partes chico, ¿qué problemas tienes y cuanto dinero estás dispuesto a ofrecer?
El arkaniano arqueo una ceja ante semejante respuesta y respondió de forma pausada y tranquila.
-Más bien parece que eres tu el que tenga problemas capitán, si tanto te preocupa que tenga problemas que te puedan afectar... Descuida, mi problema es sencillamente que busco a alguien que no está en este planeta, y por ello necesito abandonarlo y probar suerte en otro.
-En cuanto al dinero, depende de a donde vallas, y si vas a hacer escala en más de un planeta. Dado que no conozco exactamente la posición de las personas que busco, necesito visitar varios planetas, preferiblemente del borde exterior.
El capitán Solo comenzó a reírse al escuchar a Nahir.
-¿En serio? ¿Estás buscando a alguien por toda la galaxia sin saber dónde está? Eres todo un lumbreras chico. Más vale que esa persona no te esté buscando, porque eso sí que sería divertido.
Después el hombro se puso más serio.
-Mis problemas son míos como para tener que aguantar los de otro. Sencillamente no quiero tener a un cazarrecompensas o al ejército imperial detrás mía, porque te aseguro que si es así, me encargaré personalmente de ponerte un lacito y entregarte. ¿Te queda claro?
Han apuró su copa y se levantó de la mesa.
-Muy bien, partiremos mañana y el destino será Tatooine. El viaje te costará 300 créditos. No voy a negociar el precio, los tomas o los dejas. Si no, siempre puedes esperar a que llegue otra nave o a que tu amigo llegue a este planeta. ¡Jajajajaja!
-Tatooine... ¿ese planeta está al otro lado del espacio Hutt, no? está bien, 300 créditos me parece aceptable. Dime en que hangar esta tu nave y nos encontraremos allí mañana.