Partida Rol por web

Nahir se alejó del grupo formado por Noa, Kate y Goror después de charlar un rato con ellos. El arkaniano se paseó por el claro en el que se encontraban. Dagobah era un planeta extraño, tanta vida, tanta fuerza fluyendo a través del lugar. Pero también tenía algo inquietante, algo que conoces muy bien pero te fuerzas a olvidar y no recordar.

Poco después Draze se levantaba y dejaba a Sto meditando en la orilla del pantano. El humano encaminó sus pasos en la dirección de su compañero arkaniano con la intención de hablar con él.

Cómo odio la humedad, pensaba el muchacho humano, con este frío se te mete hasta en los mismísimos huesos. Y con calor es mucho peor.

Draze se aproximó a Nahir mientras los insectos y las aves nocturnas locales entonaban su macabra melodía. Aquel pantano era capaz de ponerle a uno los pelos de punta, con el rumor continuo de las aguas estancadas y los misteriosos seres que moraban en sus profundidades.

Pero eso no era lo que inquietaba al padawan.

—¿Qué hay, Nahir? —preguntó Draze a modo de saludo. Tanteó entonces un tronco caído y se sentó con cuidado sobre él, apartando escrupulosamente la suciedad vegetal y las ramitas secas que tenía encima. El muchacho presentaba un aspecto ciertamente lamentable, con un arañazo en su rostro y con la chaqueta prácticamente desgarrada. Todo ello cortesía, sin duda, del sistema de seguridad de los Eron en Pantora. 

El arkaniano paseaba con mas manos tras la espalda, observando las pobladas copas de los arboles que no permitían apenas dislumbrar el cielo. Ante la llegada de Draze asintió a modo de saludo, mientras lo escrutaba con sus ojos blancos y carentes de pupila.

-No mucho, estaba pensando  en que vamos a hacer a continuación, cuál sería la opción más apropiada en nuestra actual situación. Pero es tan frustrante como buscar el cielo entre todas esas ramas – Señala con uno de sus dedos terminados en garra a la bóveda de arboles –Demasiadas incertidumbres…

Draze se rascó el mentón, pensativo, y guardó silencio tras las palabras de su compañero mientras miraba distraído el cenagal. Se encontraban en un punto ciertamente pantanoso, pues aunque las líneas generales estaban claras, todavía había un montón de pormenores en los que ponerse de acuerdo.

—Sí, es una decisión difícil —dijo al fin—. Pero confío que entre todos encontraremos una buena solución.

Entonces volvió la vista hacia el arkiano y le estudió con detenimiento.

—Dime, Nahir, ¿qué tal fue el viaje para encontrar a Katkazza y a Noa? —preguntó, cambiando de tema—. ¿Muchas complicaciones?  

Nahir se sentó en el tronco caído junto a Draze.

-Mas complicado de lo esperado… la nave de Noa y su maestro se estrello y tuvimos que sacarlos de allí, por suerte el destructor imperial que les asalto no llego a encontrarles el rastro a tiempo.

-Y el encuentro con el maestro Tenkahrr y Katkazza fue bien hasta que aparecieron esos condenados androides… fue muy frustrante, entre en furia al verlos, pensando que eran los asesinos de mi maestro, y al final apenas conseguí hacerles algo… esas condenadas maquinas están muy por encima de cualquier androide de combate que haya visto. –Hace una pausa haciendo un leve gesto hacia ambos padawans -Por suerte salí bien parado… Noa se llevo un buen golpe y se quedo inconsciente y Katkazza recibió una fea herida que le ha costado un ojo.

Luego gira un poco la mirada hacia Kate -¿Qué es lo que os paso a vosotros? No he querido preguntárselo a Kate, lo último que necesita es recordar una y otra vez esa experiencia.

Un escalofrío recorrió la espalda de Draze cuando Nahir le describió la escena de los guardias negros. Ellos también habían vivido una experiencia parecida... con una excepción importante.

Era extraño, el arkiano le relataba cómo había perdido el control, lo duro qué había resultado el combate y lo malparado que había salido el wooki. Pero por el tono de sus palabras y por su rostro impertérrito, no parecía que le afectase lo más mínimo ninguno de estos sucesos. A Draze le iba a costar hacerse a la manera de hablar de su compañero, de eso no le cabía ninguna duda.

El muchacho torció el gesto cuando le preguntó por Kate. Tampoco quería recrearse en la historia, pero estaba claro que no podía evitar el tema.

Draze se masajeó las sienes y guardó silencio durante unos instantes.

—Fuimos a ver a los Eron, una poderosa familia del planeta Pantora —dijo al fin—. El plan era sencillo: entrar en la torre, encararse a ellos y asegurarse de que los Eron no vuelvan a jugársela a Zeven y a Kate.

El muchacho tomó aire e hizo una pausa, mirando de nuevo a las profundidades del cenagal.

—Pero nos la volvieron a jugar. Se habían aliado con el imperio, y dos de esas malditas cosas nos estaban esperando en el mismísimo despacho de los Eron. Salieron de la nada, acabaron los pantoranos y se enfrentaron a nosotros. Zeven se encargó directamente de uno de ellos mientras Kate y yo manteníamos ocupado al otro. Vi una oportunidad de quebrar la guardia del droide y la aproveché: le arrojé junto a un gran escritorio por el ventanal de la torre. El problema fue que el otro guarda oscuro se aferró a Zeven y… —Drazé tragó saliva. Su voz sonaba entrecortada, más queda—, y saltó con él por el agujero que hice en la cristalera. Los dos se precipitaron al vacío y ni Kate ni yo pudimos hacer nada evitarlo. Nos quedamos traspuestos por aquel suceso. De hecho apenas conseguimos escapar del lugar una vez sonaron las alarmas…

Era evidente que la perdida de Zeven todavía afectaba al humano.

Draze negó con la cebza y volvió a centrar su atención en Nahir.

—Pero bueno, conseguimos salir con vida de allí. Es mejor no pensar mucho más en ello, o eso es lo que diría Zeven. Estoy seguro. Dime, ¿cuál crees que es el mejor movimiento que podemos hacer ahora? —le preguntó, volviendo a cambiar de tema—. ¿Qué te parece la idea de ir a buscar al antiguo miembro del consejo de los Mon Calamari? 

Nahir escucho el relato sin mostrar más expresión que arquear una ceja cuando supo cómo había caído Zeven, aunque su voz siguió tan fría y carente de emoción como siempre.

-Si fue así, existe la pequeña posibilidad de que Zeven haya sobrevivido… si es que pudo desembarazarse del androide antes de estrellarse. –Comento cuando puso fin al relato –En cuanto al siguiente movimiento a realizar… La opción de buscar al alférez de Mon Calamari parece la mejor opción, tenemos un destino y un individuo con el que probar suerte, descontando que se trata de un sistema del borde exterior. Es la opción más lógica de todas las expuestas con un menor riesgo de exposición al Imperio.

Draze negó con la cabeza.

—No sobrevivió, Nahir —le interrumpió muy serio—. El droide le aferró con fuerza, y la caída fue de más de cincuenta pisos. Y si hubiera sobrevivido, hubiera podido percibirle.

El muchacho entrelazó las manos mientras su compañero le daba su opinión sobre el próximo movimiento.

—Yo también creo que puede ser un buen punto de partida. La presencia imperial es relativamente fuerte en el planeta, pero si no llamamos la atención, no deberíamos tener problemas para pasar desapercibidos. 

Nahir soltó un leve suspiro dejando de lado el tema de la muerte de Zeven

-Dime ¿Qué fue lo que hablasteis con ese alférez? ¿Crees que podría ser útil para nuestra causa?
 

El rostro del humano se relajó por un momento. Parecía que Draze agradecía el cambio de tema, pues esta vez no tardó en responder a su compañero.

—Por lo que nos contó cuando se le medio pasó la borrachera, parece que es uno de los pocos calamari que se muestran abiertamente en contra del régimen imperial. Nos dijo que fue él quien dio la voz de alarma al consejo cuando fueron traicionados por la otra raza nativa del planeta, pero al parecer no llegó a tiempo. Todos los simpatizantes de la vieja república (incluido el consejo) fueron masacrados y los que quedan están lo suficientemente asustados como para intentar hacer algo.

Draze cerró los ojos y se rascó el puente de la nariz.

—Si finalmente decidimos ir a Mon Calamari —continuó—, nuestro objetivo debe de ser devolverle la esperanza a la gente, tratar de que sean ellos quienes tomen la iniciativa por el cambio. Puede que nos lleve algún tiempo, pero cuando eso suceda, con suerte contaremos con un planeta simpatizante y una flota aliada. Aunque imagino que eso lo discutiremos más adelante. 

Nahir y Draze continúan aquí