Mientras los tres padawans continuaban charlando, la puerta de la habitación volvió a abrirse. Sorprendidos y conscientes de la situación de peligro en la que se encontraban, los tres llevaron la mano a sus sbles mientras comprobaban aliviados que Sto y Zeven habían vuelto.
El hombre sonrió al ver saltar a los aprendices como animalillos asustados.
-Bueno, al menos no será fácil cogeros desprevenidos. Quizás no hayamos hecho tan mal nuestro trabajo.-bromeó. Después dando una palmada para llamar la atención añadió.- Tenemos un plan de acción. Draze y Kate vendréis conmigo. Los pantoranos que me traicionaron pueden ser un problema así que vamos que ocuparnos de ellos. Nahir, tú viajarás con el Sto. Buscaréis al resto de los miembros de la orden. Cuando ambos hayamos terminado nuestras tareas nos reuniremos en el planeta Dagobah.
Zeven alzó las manos para indicarles a los muchachos que esperaran antes de hacer preguntas.
-Esperad y dejadme terminar.-Señalando a Kate le dijo.- No tienes que preocuparte de tu madre, va estar a salvo hasta que nos encarguemos de esos pantoranos.
A continuación señaló a Draze.
-Sí Draze, unos pantoranos nos traicionaron, por eso nos encontró el imperio. Supongo que no lo sabías.
El último al que miró fue Nahir.
-Nos reuniremos en Dagobah porque es uno de los pocos lugares dónde podremos ocultarnos. Aunque eso va por todos.-dijo mirando a los demás mientras se reía.- Y como sé que me lo vais a preguntar, os respondo ya. Mi grupo viajará en transporte comercial. Sto y Nahir lo harán en el Halcón Estelar acompañados por su tripulación. Dicho esto. ¿Alguna pregunta?
Zeven terminó su discurso con una sonrisa. Había que reconocer que para ser un jedi, era uno que hablaba mucho.
Notas a Zeven radicalmente cambiado con respecto a como han sido los últimos veinte años.
Nahir volvió a colgar de su cinto su sable doble, cuyos haces de luz no llego a encender por poco. Si os fijáis, cuando aparta las ropas para colgar de nuevo su espada en su cinto, deja al descubierto otra espada de un solo haz, algo mas oculta.
-Está claro por mi parte… ¿tenemos alguna pista de donde pueden estar los otros maestros?
Draze dio un respingo en cuanto escuchó la puerta abrirse de golpe y se llevó la mano a su sable. Se sorprendió al comprobar lo afilados que también estaban los reflejos de los otros aprendices. Esbozó una tímida sonrisa al reparar quién estaba tras el umbral y volvió a apoyarse contra la pared, visiblemente más relajado.
Una vez Zeven hubo expuesto el plan de acción, Draze asintió. No le gustaba la idea de separarse de su maestro, pero eso le daría la oportunidad de conocer mejor a los otros miembros de la extinta orden. Todo estaba bastante claro, así que no añadió nada más.
Aprovechó un instante de silencio para establecer un vínculo telepático con su maestro, tal y como él le había enseñado.
—Hablemos después —pensó Draze.
Aclaro por aquí, que queda sospechoso. No es para conspirar, sólo para despedirse antes de separarse.
Elijo 10 como resultado, a nivel técnico de juego y eso :P
Los tres nos sobresaltamos de golpe y me sorprendió positivamente la rapidez y la sincronización con la que los tres nos pusimos en guardia. Sonreí aliviada cuando era Zeven quién entraba por la puerta. Comenzó a explicar su plan y cruzada de brazos lo escuché...
Ya estaba inclinada hacia adelante dispuesta a protestar pero Zeven me dejó con la boca entre abierta dispuesta a pronunciar palabra. Debió leer mi preocupación en mi cara. Me eché hacia atrás y no llegué a articular la frase. Tampoco estaba contenta con la respuesta, no tenía mucho sentido. Primero tendríamos que encontrarlos pero mientras tanto habría un pequeño lapso de tiempo que estaría desprotegida.
Por lo visto y según el plan de mi tío, nos tocaba abandonar a nuestros compañeros de casi toda la vida. Sin duda iba a echar de menos a Shanna y a Barret, pero sobreotodo a Goror y compartir tiempo en su taller con sus enseñanzas. Tardé milisegundos en empezar a dibujar en mi cabeza qué herramientas coger y guardar en mi mochila de viaje.
Por otro lado, me fijé en que el humor de Zeven había mejorado bastante. Probablemente el hecho de compartir tiempo con un compañero suyo le hacía sonreír más y mantener una actitud más alegre y jovial. Me alegré por él y mostrarse tan confiado sobre su plan también me ayudaba en mantenerme tranquila con respecto al tema de mi madre. Por mi parte no tenía preguntas así que giré mi cabeza hacia Nahir y esperé la respuesta que pudiesen darle.
Fue el cereano quien respondió a la respuesta de Nahir.
-Existen algunos lugares que aún podemos considerar “santuarios” para los jedi.-dijo.- Uno de esos lugares se encuentra en el planeta Ambria.
En el manual “El poder de los jedi” viene descrito “El cañón de la meditación de Ambria”. Draze lo conoce. Nahir y Kate pueden elegir si lo han visitado o no.
Zeven, quizás pensando que a lo mejor no terminaban de entender los motivos por los que ir a ese lugar, decidió dar algunas explicaciones más.
-Si alguno de nuestros compañeros sintió la conmoción en la fuerza, es posible que vaya a alguno de esos lugares en busca de uno de nosotros. O simplemente esté en uno de esos lugares refugiándose.
Tras la explicación de Zeven, Sto Lessat volvió a tomar la palabra.
-Si no tenéis más preguntas, acompáñame fuera Draze.-dijo mirando a su aprendiz.- Necesito hablar contigo.
Tras sus palabras, el cereano se dirigió a la puerta de la habitación. Mientras caminaba se escuchaba el repiqueteo metálico de su bastón, el cereano tenía una fuerte cojera que le hacía andar despacio. Detrás de él iba Draze, y juntos abandonaron el lugar, dejando a los demás allí.
Recordaba el cañón de Ambria, cómo olvidar aquel viaje. Fueron dos semanas bastante duras en el árido clima del continente sur del planeta Ambria. Pero una vez llegaron al cañón… aquellas paredes estaban llenas de historia. Fue como entrar en comunión con todos aquellos jedi que meditaron allí antes que él.
Draze esperaba que Zeven tuviese razón y que los otros supervivientes acudiesen a la llamada. Si el imperio había vuelto su atención –y sus nuevos asesinos- hacia ellos, la opción más sensata era reagruparse y decidir un curso de acción.
Esperó a que Sto saliese de la habitación y se marchó detrás de él.
El anciano cereano tenía un aire distinto, revitalizado. Más resuelto. Draze estaba seguro de que reencontrarse con Zeven le había devuelto sus fuerzas y despertado en él viejos sentimientos. Un jedi debe ser desapasionado, sí, pero ante todo eran personas, y en su opinión era importante no olvidarlo. Como Sto Lessat le dijo largo tiempo atrás, “la clave no está en suprimir tus emociones, sino en estar en armonía con ellas”.
—Maestro —dijo una vez estuvieron fuera—, no me gusta la idea de separarnos. Entiendo que Nahir ha sufrido un duro golpe, aunque no lo aparente, y que una visita a Ambria puede serle muy útil. Pero Zeven… —miró al suelo e hizo una pausa, como ordenando sus ideas—. Dijiste que era alocado e impulsivo, y no seré yo quien niegue su arrojo y valor pero… ¿crees que es una buena idea?
Draze levantó la vista y miró fijamente a su maestro, buscando alguna reacción en su expresión.
El cereano emitió una ronca expiración. Podía cortar la discusión, no era necesaria, pero sabía que esa no era forma de despedirse de su aprendiz.
-¿Sabes que fue lo primero que pensé el día que conocí a Zeven? Pensé que cómo era posible que la Orden había permitido que entrara a alguien como él. Míralo ahora. Es uno de los últimos jedi y ha podido esquivar al Imperio durante los últimos veinte años. Y no sólo eso, también ha podido transmitir su conocimiento a alguien más joven que él. Somos diferentes, eso está claro, pero no queda duda de mi error al juzgarle el día que le conocí.
Como a modo de conclusión, Sto añadió:
-Ya me queda poco por enseñarte aprendiz. Pero creo que con Zeven aún puedes aprender alguna cosa más.
Draze esbozó una media sonrisa. Sólo un cereano se mostraría tan crítico hacia si mismo.
—Tened mucho cuidado, maestro —el muchacho hizo una breve pausa y clavó sus ojos en los de Sto Lessat—. Te voy a echar de menos.
Acto seguido se precipitó sobre el cereano y le dio un abrazo. Habían pasado por muchas cosas juntos. Sto había sido como el padre que nunca tuvo, severo y un poco huraño tal vez, pero siempre atento y conciliador.
El abrazo fue breve, pues sabía que su maestro no era dado a los sentimentalismos. No era propio en un jedi.
Dame paso a la otra escena cuando lo creas oportuno ^^U