Mis ojos no daban crédito a lo que veían. Ackbar de repente no sólo se había venido abajo con el plan sino que también ahora se estaba convirtiendo en un obstáculo aún mayor. Yo no lo entendía. No sabía como este mon calamari podía ser tan cabezón y negarse tanto a la única oportunidad que le había caído del cielo para dar sentido a una vida de mierda que llevaba. Me estaba produciendo bastante rabia e impotencia. Un fuego se estaba alimentando dentro de mí porque sentía que estaba fallando a mi tío y la única oportunidad de poder hacerle justicia. Quería cortarle la mano que sostenía el arma y aporrearle la cabeza a puñetazos para hacerle entrar en razón, pero también quería echarme a llorar impotente por no saber qué más decirle para hacerle entrar en razón.
Parecía que había pasado una eternidad, pero pude haber contado dos respiraciones, las justas para eliminar aquellos pensamientos pasionales y esclarecer mi mente. La idea de Noa era buena. Tal vez no le necesitáramos a él, con sólo obtener y usar la holograbación era suficiente. Además, teniendo en cuenta que a Ackbar ya no le respetaban y le consideraban un traidor agente imperial... Pues peor para él sino nos quiere ayudar. Igual podríamos entrar en su casa y... bueno, tomar prestada la holograbación. Ya hemos recabado esta información, lo prudente sería reunirnos los cinco y debatir el siguiente movimiento. Ya no podíamos hacer nada más...
— Mira Noa, déjale —dije más seria de lo normal y poniendo mi mano sobre su hombro. Tragué saliva, me costó un poco y tenía los ojos ligeramente vidriosos—. Ojalá usase su obstinación y cabezonería para esforzarse en enmendar sus errores, pero lo seguirá usando para torturarse y seguir matándose en las cantinas a base de beber—hablé como si Ackbar no estuviese delante escuchando—. Vámonos, ya hemos perdido el tiempo con este cobarde amargado. Reunámonos con nuestros compañeros y tracemos otro plan —me giré para mirar a Ackbar una última vez y esbocé una leve sonrisa que no llegó a alegrar los ojos—. Todos hemos perdido algo, la manera en la que lo afrontamos deter... —interrumpí lo que iba a decir, estaba claro que no iba a escucharnos así que iba a ser perder el tiempo—. Bah, es igual.
Hice algo de fuerza para llevarme a Noa y darle la espalda al mon calamari.
Decidí seguir a Kate. No iba a mostrar a Ackbar que Kate y yo no éramos un equipo. Además, si empezaba a conocer a Kate algo sabía que no se rendiría tan fácilmente. Buscaríamos una alternativa que no tuviera a Ackbar a día de hoy como compañero.
-Está bien Kate. Vayámonos, si quiere seguir revolcándose otros veinte años en su victimismo no podemos hacer nada para evitarlo.
En el fondo lamentaba no haber oido la respuesta de Ackbar cuando le había puesto en una situación tal delicada pero con lo cascarrabias que es... a lo mejor era bueno no conocer su reacción.
Cuando Noa y Kate se alejaron un poco el nautolano volvió a abrir la boca en voz baja.
-Gracias Kate, estaba perdiendo ya la paciencia
Finalmente Ackbar se fue por su camino y Kate y Noa por el suyo. ¿Qué demonios había pasado? Todo parecía ir bien y de pronto el mon calamari había cambiado de opinión. ¿Realmente sería cosa del Imperio? ¿Habían hecho ellos algo mal? Fuera lo que fuese ya poco importaba, iban a tener que replantear la estrategia. Ackbar no era una opción.
—Yo ya la he perdido —confesé a Noa—. No quería cometer una estupidez, me ha costado controlarme.
Tome aire y me froté el puente de la nariz para clarificar mis pensamientos.
— A ver, creo que tenemos que ir a la nave y reunirnos todos allí para trazar un nuevo plan con la información que hemos obtenido —le dije mientras caminaba fuera del distrito—. Y que los otros nos cuenten que diantres han hecho para crear tanto lío... ¿qué te parece?
-No parece que nos queden grandes opciones, además sigo preocupado por la comunicación anterior de la nave.
El nautolano miró preocupado a Kate. Su instinto le decía que algo malo había pasado en la nave y esperaba por una vez, estar en un error.
-Démonos prisa.
Una vez separados de Ackbar, Kate y Noa se pusieron en camino para volver al puerto espacial. Habían fallado con Ackbar e iban a tener que decírselo a sus compañeros. ¿Cómo se lo tomarían sus compañeros? Sin embargo no tuvieron que esperar mucho para ello, justo empezaban el ascenso a los niveles superiores cuando una vez más, el comunicador volvió a sonar.
—Ná, no creo que haya pasado nada Noa. No te preocupes —le dije al nautolano que parecía preocupado por el estado de la nave.
Unos pasos más adelante, de vuelta a la nave, volvió a sonar el comunicador. No tardé ni dos segundos en aceptar la llamada.
—¿Sí? —atendí la llamada, esta vez de manera más corta—.
Una extraña voz que parecía como acoplada fue la primera en responder. Sin duda alguna tenía que ser Katkazza y su comunicador.
—Kate, Noa—los llamó—. Tenemos que reunirnos ya. Nos veremos en la puerta de la cantina dónde nos encontramos con el quarriano.
Dado que el wookie quería que se reunieran, tenía sentido que fuera en ese lugar. La cantina seguramente sería el lugar más cercano que todos conocían. El puerto espacial quedaba demasiado lejos.
-Será mejor que nos demos prisa. No ha sonado muy alentador...
Noa miró a Kate con algo de desesperación. No habían empezado con buen pie y todo parecía ir a peor. El nautolano resopló y aceleró el paso para llegar cuanto antes.
— Vale, vamos para allá —respondí tras escuchar a ambos y cerré la comunicación.
Negué un par de veces con la cabeza. Si Noa tenía razón esto no hacía más que empeorar. Aceleré el paso en dirección a la cantina...