Partida Rol por web

Donny, que estaba dando un trago, regó la mesa con su bebida y se tapó la boca con las manos para contener un terrible ataque de tos.

-¿Ni siquiera con la gótica esa, Tiffany? -La sonrisa de Ashley se agrandó-. Eso sí que se solía comentar...

-¿Pero qué coño te importa la cabeza de quién tenga yo entre las piernas? -rió-. Bebe. Vas perdiendo.

En qué clase de mundo vivían, en el que una Furia Negra podía ponerse la chaqueta que Viviane llevaba el día que la conoció y ser heterosexual a la vez. Puso la botella de cerveza en la mesa con un golpe:

-¡Pues yo sí lo soy y a mucha honra! -declaró más o menos para todo el bar.

-Perdonar -se excusó, ya casi asfixiado. Estaba muy rojo, seguramente por la tos. Sí. Por la tos.

Donny puso las manos en la mesa, se levantó a pulso y alcanzó la puerta del baño de dos zancadas. Parecía increíble que hubiera llegado tan rápido (y tan recto) habiendo bebido tanto.

-Así me gusta, respetando mis expectativas -dijo Ashley entre carcajadas-. Una Furia Negra lesbiana y pelirroja. Así es como debe ser.

Viviane volvió la cabeza hacia Alecto, aunque no pareció tan sorprendida por sus palabras como por el golpe que había dado.

-Pues muy bien -dijo-. Yo me tiré a Dave, ¿qué pasa?

Siguió al Ahroun con la vista, preguntándose que mosca le habría picado.

-Pues tú no has cumplido mis expectativas. Cuando pensaba en los Fenris me venían a la cabeza tíos enormes llenos de cicatrices, no animadoras de buen ver... -se volvió hacia Viviane-. Y no pasa nada con Dave... -Y tampoco debió de pasar mucho entonces, si no te acuerdas de su nombre. Pobre chaval, igual le hacían falta instrucciones... Se encogió de hombros- Cada cual a lo suyo.

-Mi padre es uno de esos. Gracias por el piropo, pero, por si acaso, no estoy interesada en tías-advirtió Ashley, ya que nunca estaba de más decirlo de antemano. Le interesaba mucho más la historia de Viv-. ¿Y qué pasó con el chico?

-Pues lo que suele pasar cuando un tío y una tía que no se conocen de nada acaban liados en un bar y muy calientes -respondió con sorna.

Fue a soltarle un comentario hiriente, pero recordó que a su exnovio lo habían matado durante su rito de iniciación, de modo que prefirió ahorrárselo.

-No me importó entonces y no me importa ahora. Y tampoco te importa a ti -añadió con reproche por la cantidad de preguntas que le estaba haciendo aquella noche.

-Perdoooona -dijo Ashley echándosele encima y apoyando la cabeza sobre su hombro-. Ésa es otra cosa que echo de menos. En el Clan ninguna de las chicas habla de chicos, y si hablan es para decir lo mucho que oprimen a la mujer. ¿No os cansáis nunca de quejaros?

-Puedes hablar de chicos conmigo -dijo poniéndose la mano en el pecho para enfatizar sus palabras-. Puedo pasarme tardes enteras hablando de chicos, lo hacía con las chicas del instituto todo rato. Si quieres también podemos practicar besos -dijo en un tono lleno de ironía-. Recuerda, si es sólo práctica no te hace lesbiana.

Viviane se rió y le acarició el pelo rubio a la Philodox. Era extraño estar en un ambiente tan familiar, y eso le hizo sonreír con ganas y ternura hacia su compañera de manada. Como a una hermana pequeña.

-Vete a echarte agua, anda. Te vas a quedar dormida en la mesa y luego te vas a levantar peor, y no quiero arrastrarte hasta el clan -le dijo, ayudándola a incorporarse con suavidad y acompañándola unos metros hasta la puerta del baño.

Volvió a la mesa negando con la cabeza.

-Estos Fenris... Mucho hablar y luego no aguantan nada -Miró el vaso que le había traído a Ashley y que no había llegado a tocar. Lo cogió y se lo plantó delante a Alecto-. Quedamos tú y yo. Furia contra Furia.

Alecto sonrió y aceptó el vaso de buena gana. Por alguna razón que no entendía le había sentado bastante mal la información referente al tal Dave, pero decidió achacarlo a la bebida.

-Como el primer día -dijo levantando el vaso hacia Viviane antes de llevárselo a los labios-. Creo que esto significa que has ganado el reto. No es un buen día para nuestra gloriosa líder en lo que respecta a duelos.

-No. No lo es. Espero no tener que devolverla al clan, porque pensaba dormir la mona en mi casa -comentó con cierta preocupación, mirando hacia el baño.

Tampoco esperaba que Donny la llevase. Sabía de sobra que iría corriendo a revolcarse en sus apestosos cartones, si no lo había hecho ya, huyendo de su conversación. Cogió su vaso y lo levantó hacia ella.

-Por tu recién admisión en la manada. Lo has hecho muy bien -le sonrió una vez más antes de llevarse el vaso a los labios. Empezaba a hacérsele empalagoso y pesado, pero no lo admitiría.

Alecto brindó y se quedó mirando al vaso un momento:

-¡Gracias! Me alegra haberlo conseguido, pero ahora tengo que trabajar en el siguiente objetivo. ¡Convertir a los Ángeles de Donny en la mejor manada del clan! Eso también lo conseguiré. No sé muy bien cómo, pero lo haré. Ya te dije que no te arrepentirías de llevarme hasta allí -sonrió de medio lado-. Yo siempre cumplo mi palabra. Y como dije antes, también pienso cumplir la promesa que te hice con respecto a Awen.

-Me siento mucho más tranquila sabiendo que tú y Awen estáis cerca -admitió. Después de la demostración durante el consejo no le cabía duda de las maravillas que podía lograr acariciando las cuerdas de aquella guitarra-. Aun así, no me volverá a ocurrir nada parecido. Ya he sentido el poder de la Rabia dominándome, la próxima vez sabré contenerlo.

El alcohol le hizo meditar unos segundos sobre la veracidad de aquello. ¿Podría realmente? Claro que sí. En esos instantes se sentía capaz de todo.

-Sé que podrás -dijo Alecto, mirándola fijamente, seria. Lo más raro de todo es que a pesar de todo lo que había visto desde que había llegado al clan, tenía fé en aquella manada. Creía en la manada como conjunto y creía en cada uno de sus integrantes, y sobre todo en la que la había encontrado desorientada nada más llegar y la había llevado hasta el clan. Se dio cuenta de que la mirada estaba durando demasiado, así que sonrió, intentando parecer despreocupada, y le dio un toquecito a la correa de la guitarra-. Pero hasta los mejores equilibristas trabajan con red de seguridad, sólo por si acaso.

Los ojos vidriosos de la ragabash bucearon en sus pupilas, sosteniéndole la mirada hasta que ambas sintieron que el momento se prolongaba demasiado. Le devolvió la sonrisa, azorada, y agachó la cabeza hacia el vaso.

-Gracias -musitó. Parecía una estupidez, pero realmente le reconfortaba.

Con el dedo índice empujó el hielo hasta el fondo del recipiente y observó cómo se empeñaba en flotar hasta la superficie de nuevo. Sí, se había acostado con el tal John-Dan-Dave y después de eso no había vuelto a pensar en ello. Si no hubiese ocurrido se habría quedado igual. Sin embargo, con una sola mirada y una sonrisa Alecto hacía que recobrase la confianza y la culpa se disipara. Jabalí la había llevado hasta allí como un haz de luz para iluminar el camino, y en aquel extraño momento se dio cuenta de que dar un paso adelante no era tan complicado. Kate se había ido, sí, pero estaba compartiendo una de las mejores noches de su vida con su nueva manada; los Defensores de algo. Lamentarse no valía para nada. Pero si aquella chica no se hubiese cruzado en su camino, seguramente sí tendría algo que lamentar.

Aquel pensamiento le hizo sonreír con ganas. Buscó la claridad de sus ojos marrones una vez más de forma intensa, con confianza.

-Voy a asegurarme de que el alcohol no les esté haciendo violar la Letanía -se excusó, levantándose y llevándose el dedo con sabor a ginebra a la boca.

-Vale -fue lo único que se le ocurrió decir mientras Viviane se levantaba y se alejaba con el dedo en la boca. Alecto se quedó mirando como se acercaba al baño y luego dejó caer la cabeza hasta la mesa, apoyando la frente en la superficie húmeda. La levantó un poco y la dejó caer con un leve ruido sordo, y lo volvió a hacer una vez más. Hetero. Heteeeero. Suspiró y se incorporó. Ya se le daría mejor lo de no quedarse mirando fijamente a las heteros cuando no estuviera hasta arriba de cerveza. ¿Y si se había ido porque la había asustado mirándola así? Parecía que ella  le devolvía la mirada, pero ahora la asaltaban las dudas. Decidió disiparlas acabándose su vaso y el que había dejado Donny.