Partida Rol por web

Me adelanto hacia el cofre y tras unos segundos mirándolo fijamente, alzo el escudo y muy lentamente levanto la tapa, sin perder de vista el interior, preparado para lo que sea que haya en el cofre, poco a poco, muy poco a poco....

Khôradur abrió la tapa con sumo cuidado, muy poco a poco. Se escuchó un ligero siseo al salir el aire de su interior. No se veía ni movimiento ni brillos, y con cuidado el lugarteniente terminó de abrir el cofre.

El contenido eran cuatro saquitos de tamaño medio (unos 30-40cm de alto), de color negro y se podía apreciar su calidad. Estaban llenos, y atados con una cuerda fina.

Al lado había tres pergaminos enrollados, en forma de cartas. Dos estaban sellados con un sello con las siguientes runas: S-V-K. La tercera carta no tenía sello.

Lentamente bajo el escudo y miro el contenido del cofre con curiosidad.

-Ragi, ¿crees que puede ser seguro?, ¿es posible que haya alguna trampa oculta? -pregunto mientras observo el interior del cofre y su contenido con detenimiento.

Khôradur y Ragi observan el cofre abierto. No parece haber mecanismos ni trampas, y los saquitos y los pergaminos están sin fijar en el interior.

Desde fuera se escucha la voz de Curudae...

La espera en el pasillo de la Academia se hizo larga, y Curudae comenzó a impacientarse. Finalmente se acerca a la puerta custodiada por los guardias, y se quedó escuchando. Al rato, tocó suavemente.

-¿Habéis podido abrirlo?, preguntó sin abrir la puerta.

-Ragi acaba de abrirlo sin problemas. Estábamos comprobando que no hubiese ninguna sorpresa en su interior. Parece seguro, podéis pasar.

Denelloth mira un momento a Curudae, como cediéndole el paso en actitud deferente, pero ante su aire distraído mira por un momento a Eben y entra en la habitación. Primero mira a los presentes, intentando advertir cualquier novedad o rareza en su aspecto o comportamiento. Sólo tras ello, echa una ojeada al contenido del cofre.

En cuanto se abre la puerta miro hacia la entrada y hago señales para que todos entren. Observo como Denelloth espera unos segundos, tal vez dejando paso a Curudae, antes de entrar.

-Parece que no hay nada importante, pero hasta que no lo revisemos no podremos estar seguros. -Señalo hacia el interior del cofre- A simple vista hay cuatro saquitos de color negro, de cierta calidad y por lo que parece están llenos. Tres pergaminos enrollados, en forma de cartas, dos están con un sello con la runas S-V-K, pero el tercero no tiene sello. ¿A alguien le suena estas runas?, ¿que pensáis que podrían significar?

Denelloth observa a los presentes en busca de algo extraño en su comportamiento... El Enemigo tiene muchas formas de doblegar la voluntad de los hombres, pero en esta ocasión el montaraz cree que tanto Khôradur como Ragi siguen siendo dueños de sus actos.

En cuanto al contenido del cofre, las runas... S-V-K... Ha oído hablar de esas runas, escritas en un estandarte. Denelloth hace memoria. Le habían hablado de un símbolo de una banda de orcos supervivientes del Señor de la Guerra que usaba esas tres runas junto a la imagen grotesca de un enano descuartizado. El que lo había dicho era Aelloth, el enviado o espía del príncipe Echorion quien ahora estaba siendo custodiado en Sil Auressë.

Admiro la mamposteria de la construcción y sin más dilación y obviando a los nordicos me dirijo hacia el lugarteniente Khoradur, tomando indicaciones de donde se encontraba de algún soldado.

Camino junto a Earnil contemplando la construcción y pensando qué peligros pudieran acontecer en la aldea para una obra de tal magnitud, quizas los mandos estaban siendo un tanto desproporcionados, o quizas solo precavidos. En cualquier caso esto no era de mi incumbencia, asi que dejé mis divagaciones a un lado.

Un grupo de nordicos nos observaban, me fijé curioso, sin darle mayor importancia, aunque no me gustaba que hablaran y no enterarme de nada.

Curudae entró en la sala donde se guardaba el cofre, y con él los demás que habían estado esperando en el pasillo. -Gran trabajo Ragi, le dijo al joven y le dio alguna palmada en el hombro. -Danroth tiene motivos para estar orgulloso de ti...

A continuación, el corpulento senescal se asomó para mirar el cofre abierto, y asintió al escuchar la observación de Khôradur. -Debemos averiguar qué significa el contenido. A simple vista no presentan un gran peligro, dijo y su mano se acercó para tocar uno de los sacos. Dudó un instante, casi como de una plegaria se tratara, y finalmente sus manos tocaron la tela, y acto seguido levantó con cuidado uno de los sacos. Nada más levantarlo, miró a Khôradur y a los demás.

-Ya sé lo que contiene, lo he tocado suficientes veces como para reconocerlo por el peso. Miró al pasillo, y vio que la puerta estaba cerrada y dentro sólo estaban Eben, Ragi, Khôradur, Denelloth y él. -Aunque no me suena haberlo visto de esta forma, salvo en pequeñas cantidades en la tienda de alquimia de Danroth. Lo que contienen los sacos es oro. Oro en polvo.

Uno de los soldados le indica a Eärnil que el Lugarteniente Khôradur se encuentra en el edificio de la Academia, al fondo. La Academia parece una construcción reciente, y jóvenes de distintas edades entran y salen, o charlan entre ellos. Puede haber dos docenas de alumnos.

Al asomar la cabeza, se ve un pasillo en forma de L, y al fondo a la izquierda hay dos guardias que impiden el paso a una parte del edificio.

-Si estáis buscando al Lugarteniente, está tratando un asunto y no podemos molestarle ahora. Esperad aquí.

-Oro en polvo, ¿tiene alguna utilidad aparte de ser usado para las transacciones comerciales?. -Miro los pergaminos y lentamente alargo la mano hacia el pergamino que no tiene ningún sello- Vamos a ver que son estos pergaminos, tal vez contengan información importante.

Curudae miró al Lugarteniente, y negó con la cabeza. Algo no encajaba. El oro en polvo no se usaba para el comercio, no tenía sentido. Trató de pensar...

Entonces, algo titubeante, agarró uno de los pergaminos. El que no llevaba el sello. Era habitual incluir en los envíos una carta sin sellar para indicar a quién iban dirigidas las otras. Desenrolló el papel, y observó el contenido. Respiró hondo.

-Algo está a punto de suceder, señores, dijo. -Debemos actuar con premura si queremos evitarlo, aún sin saber de qué se trata. Miró a Khôradur, y optó por leer en voz alta la carta. -Hay palabras que están escritas en una lengua que he visto en alguna ocasión. La de Angmar. La Lengua Negra. La he visto antes, pero pocos la entienden. A veces la usan como código. Me temo que las otras cartas van a estar escritas en esta lengua. Lo que dice ésta es:

Fieles esclavos,

Soy los ojos, la voz y el poder.

Nuestra hora se aproxima. La hora de nuestra victoria sobre el enemigo. La hora de la oscuridad. La hora de la venganza. Fha-Burzum. Aquí os doy mi kista de presentes para que podáis prepararos y uniros a la Ushatarak.

Llevad kista al Gothdush sin demora. Para que prepare el Kaushatar y la liberación del Dagul. Así lo ordeno.  Yo soy los ojos, la voz y el poder. Soy Khathog, el Inmortal, el Violador, el Destructor y el Deshacedor. Khathog el Vengador. Mi nombre perdurará en la eternidad. La hora está próxima.

Se hizo el silencio en la sala. Las palabras en Lengua Negra sonaban bruscas, horribles... malignas. Se confirmó que los otros pergaminos estaban escritos íntegramente en runas y en Lengua Negra. Ilegibles, pero en uno aparecía un símbolo:

-Conozco ese nombre. Khathog es un hechicero oscuro y enemigo de Ayla desde hace tiempo. Su mente sufre algún tipo de locura, pero no deja de ser peligroso. No sé qué trama, pero algo se está moviendo. Khôradur, conozco una persona en Sil Auressë que podría ayudarnos. Un sacerdote de los muertos, un dúnadan. Ha llegado hace poco, pero es un erudito versado en temas de los muertos, y es posible que pueda descifrar algo de todo esto. Se llama Norión. Fuera he visto que han llegado los candidatos para el ejército que han pasado las pruebas, y tienes una reunión pendiente también con Denelloth. ¿Te parece si voy con Ragi y Eben a ver a Norión a la aldea, y luego nos reunimos en la Casa de Comercio?

-He oído hablar de él, tendremos que acudir de inmediato, o mejor enviarle un mensaje y que venga a nuestra presencia, que vea lo que hay en el cofre. -Me detengo y miro el símbolo del pergamino, lo cojo y se lo enseño a Denelloth- Tu misión de exploración se ha vuelto prioritaria, tanto con los asaltantes de la caravana como en el grupo que vistes en el bosque. -Afirmo con voz grave- Reúne a los hombres que necesites, da igual si son reclutas, esto tiene prioridad absoluta Denelloth, confío en tu buen criterio. Pero antes escucharemos a ese Nórion. -Miro hacia el cofre- ¿Os suenan esa runas de los sellos?, ¿esperamos a que venga Nórion para ver que contienen los otros saquitos y los pergaminos os los abrimos ya?

Mientras tanto la preocupación asalta mi rostro, un sinfín de ideas vienen a mi cabeza, y alguna de ellas relacionada con otros asuntos que se habían postergado, tal vez demasiado.

Denelloth se cruzó de brazos, escuchando a Khôradur aún sin mirarlo. Susurró: -Sí, tal vez un grupo algo mayor de lo previsto...

Enseguida se vuelve a sus interlocutores, recordando. -S-V-K... Sí, eran las runas de un estandarte... De una tribu orca que servía a Dagorhir, pero no sé qué significan. Este dato procede de Aelloth, el enviado del príncipe Echorion; quien, por cierto, creo que está aquí.

Y tras una pausa, añade: -Puede que los otros pergaminos no sean ilegibles para alguien versado en Morbeth. "Gothdush", "Kaushatar" y "Dagul" son la palabras que más nos interesan. Algo de un espectro, pero mi angmarim no da para tanto... Lo del símbolo-garra es significativo, y preocupante. Partiré, si os parece bien, en cuanto sepamos algo más; Eben y yo lo prepararemos todo.

-Muy bien, así lo haremos Denelloth. -Me quedo pensativo unos segundos- Aelloth, precisamente hacia él se dirigía mi pensamiento últimamente, ya que su presencia aquí y las disputas de Echorion con su tío nos podían dejar en una situación comprometida, solucionar ese tema tan peliaguado era una de mis prioridas, y hete aquí que, de forma circunstancial, se entrecruza con lo que hemos encontrado. Tal vez sea hora de hablar con él.

Al sonido de la lengua negra Ragi juraría que las sombras de la habitación habían crecido, mientras un escalofrío recorría su espalda. Las palabras de Curudae le dejan absorto, y sólo atiende a medias la conversación entre Khoradur y Denelloth. - '¡Cuatro sacos de polvo de oro!.' - piensa. -'Creo que la única vez que he visto monedas de oro fue en la tienda de Danroth, solo fueron unas pocas y ya era un tesoro. ¡Con tanto oro se puede comprar un ejercito!.' -

Al fin la gravedad del tono de sus acompañantes le sacan de sus propios pensamientos. Empezaba a haber muchos implicados en este asunto. Gothdush, Kaushatar, Dagul, ... todos nombres desconocidos para él pero ya infames. Y aún más: Aelloth, el enviado de Echorion, y ese tal Norion, por lo visto un nigromante. - 'Un nigromante ... '- piensa con disgusto. - 'Bueno, al menos una cosas es segura: este oro no debe cumplir el cometido para el que fue enviado.' -

Aprovecha una pausa en la conversación para intervenir: - 'Perdonad que os interrumpa' - dice en voz baja - 'No pretendo conocer la importancia de saber para qué se iba a usar este oro pero, ¿no sería posible aprovechar la fortuna que lo ha traído hasta aquí? ¿No se podría utilizar para mejorar la posición de Sil Auressë y además evitar que se le dé cualquier mal fin? Si he entendido bien el polvo de oro no se utiliza en el comercio, pero siempre se podrá fundir en piezas sólidas ... - termina, con una mirada interrogante a Curudae.