Partida Rol por web

Turno 22

Bakar miró a Caldrim, su compañero y sargento. Su amigo. -¡HACIA EL FUEGO!, dijo y siguió adelante. Confiaba en volver a ver a Caldrim en el Paso. De momento se posicionó al lado de Theon, más pegado al borde de pendiete. -Yo te cubro. Si caigo, sigue sin mí. Estoy contigo, Theon.

Había aprendido a valorar el liderazgo del joven oficial, y aunque no era ni el mejor jinete ni el mejor guerrero, era sin duda un gran líder. Y Bakar era un escudero de los Jinetes de Acero.

-¡Hacia las llamas! ¡Veo fuego en el Paso!

-Turno 22

El dúnedain lo tenía difícil para reunirse con el hábil jinete Agnor, pues le costaba mantener a raya a los enemigos y a la vez maniobrar con su montura. Por ello, intentando aprovechar su falta de pericia a lomos de su fiel Centella, gritó a sus compañeros más retrasados:

-¡Vamos! ¡intentad llegar hasta aquí y luego proseguiremos para reunirnos con Agnor! -exclamaba a la vez que se quedaba a medio camino entre el líder de la unidad y los dos jinetes rezagados.

Así mismo, y sabiéndose más habilidoso con su arma que con su caballo, volvió a descargar con furia su espada bastarda sobre el orco que parecía más herido, para acabar de una vez con aquella asquerosa criatura.

Había cabalgado con tanto ímpetu que había atravesado al destacamento orco, pero también había dejado atrás a sus compañeros. Dio la vuelta con Atreo, sin saber qué hacer durante unos segundos. El paso estaba ahí, a su alcance. Pero sus compañeros estaban atrapados entre la masa de orcos. Masa ardiente y herida, pero numerosos al fin y al cabo. Y detenidos, la ventaja de la caballería no era tanta.

– ¡Maldición!

A su alrededor la batalla era encarnizada y el enemigo parecía a la defensiva. ¿Bloquearían el paso? Podría llegar y defenderlo, pero ¿qué podía hacer él solo ante una turba? Al paso debían llegar todos para poder convertirlo en una barrera infranqueable. Para eso, debía reagrupar a su unidad.

Tendría que meterse él solo en la boca del lobo. Rodearse de enemigos para encontrar a sus compañeros.

– Sé que quieres seguir adelante, Atreo, ¡pero tenemos algo pendiente! ¡A por ellos! ¡Op, op, op!

Azuzó al caballo y blandió la gran espada en una carga solitaria y potente contra la retaguardia de los orcos.

– ¡Muerteee! ¡A mí, compañeros! ¡Seguidme, hombres de Echorion! ¡Por aquí! ¡Muerteee!

Turno 22

El corazón de Eärnil palpitaba intensamente, era el momento de bajar al desfiladero a apoyar a sus compañeros, ya había pasado el tiempo de las contemplaciones. Mientras se dirige a las cuerdas que le permitan poner un poco de distancia con los arqueros orcos anima a las tropas. "Defendamos el paso desde ahí abajo y que nuestro acero beba sangre orca!!!!!!!, Ahora nos toca divertirnos a nosotros!!!" Le da órdenes a un soldado, agarra la cuerda y se dispone a bajar al paso.

Turno 22

Los Orcos estallaron en llamas bajo nuestra posición y la luz de aquellas antorchas vivas iluminó el angosto desfiladero que conducía al Paso por donde cargaban los jinetes.

En la lejanía pude distinguir a un grupo del grupo principal que se había separado del resto. Portaban un estandarte en llamas y avanzaban como relámpagos pegados a la pendiente de la loma en una procesión frenética.

Varios gritos se alzaron en medio de la confusión, pero entre todos me llegó claramente uno...un nombre que me lleno de esperanza:

Cita:

Saliendo del azoramiento que me producía la visión del fuego consumiendo la carne de los orcos a solo unos metros bajo mi posición, di un par de tirones a la cuerda y pedí al guerrero que me sostenía que tirase de mi hacia arriba.

Mis piernas todavía estaban débiles, y aunque mi corazón anhelaba bajar hacia el paso y allí luchar mano a mano con mis amigos, mi cabeza me aconsejaba algo bien distinto.
En mis condiciones no seria mas que un lastre para mis compañeros, si bajaba ahora, solo conseguiría que me matasen y tal vez comprometer seriamente a alguno de mis aliados. Todavía mantenía presente la imagen de Hasgon arrodillado a los pies del desfiladero...

No, antes necesitaba desentumecerme un poco. Mi labor estaba arriba, en lo alto del acantilado. Todavía restaban cosas por hacer y aunque de menor enjundia no por ello menos importantes.

Al llegar arriba, me crucé con el bravo guerrero que había salvado mi vida hacia tan solo unos minutos. Lo saludé al paso y le deseé buena suerte.

Que los Dioses te sonrían en esta noche eterna Eärnil, hijo de la risa...dije en clara alusión al irreverente temperamento del guerrero ...tu mano me ha sostenido en mi hora mas negra y ha sido tu voz la que ha desterrado el desaliento que asolaba mi corazón...

Si esta en mis manos habré de devolverte el favor a no mucho tardar...

Sin mas demora, cogí la bandera azul que descansaba a los pies de Cirian y empecé a ondearla en lo alto del acantilado mientras gritaba con brío y fuerzas renovadas:

¡AL PASOOO! ¡¡AL PASOOO!!...¡Ha llegado el momento! ...¡Que no flaqueen ahora vuestro corazones lobos de Sil Auressë!...¡EL Paso es nuestro!¡¡AL PASOOO!!

Justo a continuación, me acerqué al borde del precipicio para contemplar el devenir de la batalla...desde allí disponía de una visión privilegiada del conjunto de la contienda...alguien de la valía de Theon hubiese resultado muy útil desde allí dando ordenes desde la altura. Pero por desgracia, él no se encontraba allí. El destino había dado un giro caprichoso a nuestras vidas y la maza no era ahora de mas valor que el buen tino en mis manos...

Observé cuidadosamente el desarrollo de las cargas de caballería y saqué mi arco dispuesto a usarlo en caso de necesidad.

Turno 22

Finalmente habían logrado encender el estandarte, todos sabrían ahora de la caída le los líderes, los orcos comenzarían a dudar de su victoria, y las fuerzas dúnedain que intentaban tomar el control del paso podían renovar sus esperanzas. Cuando se disponían a ir hacia el paso vio como las fuerzas de Melechtor avanzaban , pudo escuchar al capitán gritando su nombre a lo lejos y dirigiendo a sus tropas hacia el paso. Caldrim y Bakar señalaron hacia adelante, había fuego en las cercanías del paso, cuerpos enemigos ardiendo y un combate con las fuerzas que habían avanzado, recién ahora podía divisar vagamente al grupo que atacaría en la retaguardia, allí estaban sus compañeros y amigos, y su corazón se regocijó al escuchar a lo lejos voces amigas.

El terreno complicaba el avance, era difícil cabalgar al borde del desnivel y las fuerzas orcas, si bien estaban desorganizadas, seguían ganando en número. Caldrim se había demorado y dividir al grupo era sentenciar a la muerte a parte de los jinetes de acero, Theon no iba a permitir que eso sucediera. Aún con la incertidumbre del terreno que tenía delante, con la visión disminuida por la noche y el polvo, optó por avanzar en línea recta hacia el fuego y atacar la retaguardia del grupo de orcos que estaba enfrentando la unidad de Agnor. Alzó su espada en dirección al paso - Jinetes, sois mis hermanos, todos estamos unidos en esto! Avancemos juntos hacia el fuego y protejamos el paso! - dijo en voz alta, reorientando al grupo mientras descendía por la rampa hacia el la hendidura - Bakar, tu guíanos hacia el fuego, seguiremos tus pasos, Caldrim, ven conmgio por detrás, es un camino incierto pero llegaremos a tiempo para unirnos al resto en el combate!- gritó y avanzó decidido.

Turno 23

Melechtor había ordenado formación libre a su unidad. Tenían al alcance el objetivo del desfiladero, pero cabalgar por el centro del desnivel era arriesgado. Una espesa capa de polvo y arena ocultaba cualquier accidente de terreno, y dificultaba la visión. Miró a sus hombres. Diecinueve habían cargado en el segundo ataque contra la retaguardia enemiga. Uno había muerto, y otros dos estaban heridos, uno de ellos de gravedad y estaba sentado detrás de un compañero.

-¡VOY A BORDEAR EL DESNIVEL!, gritó por encima del viento a sus hombres. -¡LOS QUE QUIERAN CRUZAR POR EL MEDIO Y UNIRSE A LOS HOMBRES THEON, HACEDLO! ¡NECESITAN DE VUESTRAS LANZAS EN EL PASO!

Solamente dos jinetes se separaron del resto y comenzaron el descenso hacia la "caldera". Bajo la atenta mirada de Melechtor, uno de ellos se tropezó con el caballo, y aunque el animal no se hizo mayor daño, tardó en levantarse. Pero el otro cabalgaba hacia el centro. Tal vez hallaba una ruta más segura por aquel terreno, para que otros pudieran seguirle.

Entonces algo captó su atención. Una gran nube de polvo se acercaba por detrás. En seguido supo qué era, pues los había visto antes en flanco izquierdo de la hueste orca, separados del resto.

-¡¡HUAARGOOOS!! ¡HUARGOS Y JINETES! ¡SON DEMASIADOS! ¡NO DETENERSE! ¡AL PASO!

Turno 23

Bakar bajó su caballo por aquel pendiente hacia la caldera. Detrás venía el resto de la unidad. El Jinete de Acero era un veterano de las guerras de Cardolan, y se le recordaba por haber participado en la carga nocturna que abrió la brecha en las defensas del Señor de la Guerra. Pero esto era incluso más difícil. Otro en su lugar tal vez hubiera espoleado el caballo y confiado en la suerte y en los dioses. No obstante, Bakar prefirió detenerse antes de pisar la traicionera arena. Había pedido una lanza a uno de los hombres, pues la suya se había partido en la cargia contra la unidad de mando.

Probó, y cambió de orientación, pues la lanza se hundió en la arena. -¡La arena se acumula en los bordes!, dijo. Entonces Theon le indicó una zona donde se veía piedra asomarse de entre el polvo rojizo. Avanzó con cuidado, y efectivamente se podía pasar. -¡POR AQUÍ! ¡SEGUIDME!

Justo detrás cabalgaba Theon, luego el resto de los jinetes y el último Caldrim con el estandarte. Uno de los jinetes se cayó al pisar mal el caballo, pero sin mayores consecuencias, salvo que se quedó atrasado pues Caldrim no se detuvo.

Turno 23

Caldrim avanzó con cuidado, cerrando la formación. Se ajustó el pañuelo en la boca y la nariz, como los demás. El polvo y la arena dificultaban la visión e incluso la respiración, sobre todo en la retaguardia donde se tragaba el polvo levantado por los de delante. Confiaba en Bakar para liderarlos. Era un consumado jinete y valiente como pocos.

Cuando uno de sus compañeros se cayó delante de él, lo esquivó y después pasarlo se giró para asegurarse de que estaba bien. No iba a dejar a nadie atrás, pero no podía detenerse. -¡VUELVE A MONTAR! ¡SIGUE AL ESTANDARTE DE FUEGO!, le indicó.

RESOLUCIÓN TURNO 22

Aaren agitaba frenético la bandera azul, ahora ya en lo alto del acantilado. Desde allí tuvo una visión privilegiada de todo el campo de batalla. Vio a los jinetes de Theon cruzar la Caldera, y a otros dos desde el lado de Melechtor que intentaban unirse a ese destacamento. Varias columnas de polvo suspendido se levantaron a su paso, y en la penumbra apenas era ya visible la lejana marea orca. No obstante, vio algo que le alarmó. Varias manadas de huargos y una docena de orcos montados en esos deprepadores se estaban formando a la derecha, detrás de Melechtor. El capitán también los había visto, y ahora se apresuraba para llegar hasta el Paso con su contingente.

Varios de los exploradores enemigos dispersos se estaban preparando para recibir la carga de los caballeros por ese lado, y otros habían acudido a reforzar a la unidad con la que luchaban Agnor y los de su unidad. En total, veinticinco orcos pero muchos yacían muertos o estaban malheridos, el fuego arrojado desde arriba también les había mermado.

Cathael, hijo de Caldrim, golpeó con su espada al orco más próximo^O19, y cuando estuvo a punto de recibir el ataque de otro, acudió Agnor con su caballo. Había llegado casi a tocar el Desfiladero, pero había regresado. Su espadón le impactó en la espalda al orco^O18, dejándolo al borde de la muerte.

Tarbrand siguió luchando rodeado de orcos, pero la mayoría estaban aturdidos y su espada se mancha una y otra vez de la sangre enemiga. A su lado, Aelloth le protegía el flanco. Eran dos grupos, y en medio había un muro de fuego y algunos orcos. Pero el camino hacia el Paso estaba más despejado. Y allí vieron descender a algunos de los defensores de Sil Auressë.

Liderados por Eärnil, un total de cinco hombres descendieron por las cuerdas y tomaron posición en la boca del desfiladero.

Turno 23

El jinete de huargo observó el campo de batalla. La gran hueste de Skator-Vok-Koptog había roto su formación, y ahora era una masa deforme y fuera de control. Las antiguas rencillas de las tribus podían volver en cualquier momento. 

Su intención había sido la de cargar contra la retaguardia de los jinetes, pero ahora estos optaron por ir hacia el Paso, ignorando la hueste principal. Podían haber hecho un daño tremendo, pero también se les podía haber encerrado en aquella trampa. Ahora se alejaban, y el impulso del orco era perseguirlos. No obstante, alzó la mano para frenar a los suyos. Eran una docena de jinetes de huargo, y los caballeros eran casi veinte.

-¡ESPERAD A QUE LLEGUEN LAS MANADAS! ¡¡RRAU SCARA! ¡AGUANTAD!

Con las dos manadas de grandes huargos sin jinete, sumarían cuarenta. Y cada uno valía por dos jinetes humanos.

Sonrió en medio de la oscuridad. El caudillo Ulog-Plak, su mentor, le había enseñado bien. Pensar antes que actuar. Las grandes unidades de huargos no conocían derrota en las contiendas de Cardolan.

Turno 23

El soldado con la rodilla herida cortaba otra de las cuerdas con un golpe de espada. Se escuchó el grito del orco mientras caía. -Uno menos. Pero seguirán subiendo.

Miró a Aaren, y apuntó atrás, hacia una cuerda que cruzaba el desfiladero en un punto más estrecho. -¿Ves aquella cuerda, Aaren? Allí se encuentra el sargento Halbered. Es quien lidera la defensa de la Loma. Estaban preparando piedras en lo alto para cerrar el Paso en ese punto más estrecho, o al menos dificultar que pasen máquinas o caballería. Ve a hablar con él, coordina esto. Porque pueden dejar encerrados a Eärnil, y a tus amigos.

Apretó los dientes de dolor al mover su rodilla maltrecha, y luego sonrió al ver cómo Aaren a duras penas se mantenía en pie. -Me encargo de los orcos que puedan subir por aquí. Dile a Halbered... dile... toma, dále esto.

Era una carta sellada, con el nombre de una mujer. Por debajo del yelmo completo, el anónimo defensor de Sil Auressë le miró una última vez a Aaren, y luego se dio la vuelta para cumplir con su deber hasta el final.

Turno 23

Permanecía absorto, con el arco colgando de mi mano inerte, sobrecogido por la memorable hazaña que se estaba forjando unos 300 pies por debajo de mi posición. No podía dejar de mirar, como una flor de Elanor hechizada con los primeros rayos del Alba en un día de Narvinyeë. La situación en la loma, era poco menos que desesperada, los Jinetes Huargos pronto se echarían encima de los lobos de Echorión...lobo contra lobo, pensé por un instante. Pero aquellos lobos eran muy diferentes a los que portaban aquel apelativo como parte de un espíritu de garra, pundonor y lealtad. Cualquier hombre que hubiese visto alguna de aquellas bestias en acción, sabia que en una contienda contra jinetes a caballo no tenían rival. Se trataba de lobos monstruosos, salvajes, sanguinarios y rápidos para la ira. Los caballos los temían con locura y el solo sonido de sus voces ululantes en medio de la batalla, podía sumirlos en un incontrolable frenesí que los ganaba sin remedio, transformando a sus jinetes en meros muñecos de trapo a bordo de corceles desbocados. Los Orcos lo sabían y aprovechaban este miedo para azuzar a sus monturas y penetrar en las filas enemigas como cuchillos en la mantequilla, haciendo estragos entre las unidades de caballería. Si no se producía un milagro, aquello seria una catástrofe. Fue entonces que la voz del soldado que estaba a mi lado me sacó de aquellos negros pensamientos. Era un soldado veterano, sus duras facciones asomaban por debajo del Yelmo como surcos gravados a fuego en una roca demasiado ajada. Lo escuché con atención, mientras echaba un vistazo a los Orcos que trepaban por el acantilado. Su rodilla no tenia buen aspecto, y a medida que el veterano de guerra hablaba, fui comprendiendo con amargura que no había mucha esperanza para él. Aquel hombre era consciente de que su muerte se aproximaba y en sus ultimas hora, me proporcionaba una oportunidad...no solo eso, en sus inesperadas palabras, se revelaba ahora un atisbo de esperanza, no solo para las gentes de Sil Auresse, sino también de los jinetes y hombres de bien que valerosamente luchaban abajo, en el paso. Hasta entonces desconocía por completo que un grupo de defensores planeaban bloquear el paso hacia Sil Auressë...aquello abría una nueva perspectiva. Debía llegar junto al sargento Halbered antes de que el temor o la inquietud ante la deriva de la batalla le ganasen y decidiese cerrar el paso demasiado pronto. La vida de mis compañeros y el futuro de Sil Auresse dependía de ello. Asentí a aquel hombre con gravedad, consciente del enorme sacrificio que suponía su decisión, guardé la carta en mi bolsillo y antes de echar a correr por el borde del acantilado en la dirección que me había indicado, me despedí de el.

Así lo haré. Entonces lo miré a los ojos y con mi mano en su hombro le pregunté: ¿quien debo decir que me enviá señor?... era mi forma de preguntarle su nombre. En agradecimiento y respeto por la valentía que había mostrado en la batalla, no permitiría que aquel nombre cayese en el olvido. ...si los Dioses guían mis piernas con fuerza y tino, todos sabrán por mi, quien lo hizo lo posible... hice una breve pausa para dejar que hablase y acto seguido me volví para emprender mi carrera. ...que Varda le confiera fuerza Gwalmith, no desespere... si los dioses nos son propicios regresaré antes de que esos animales lo superen...dije finalmente con el fin de proporcionar algo de optimismo en el soldado, aunque yo mismo no albergaba demasiadas esperanzas en ello. cuando ya me había alejado unos metros, un ultimo grito brotó de mi corazón para infundir valor en los corazones de ambos...y todo aquel que pudiese oírme.

¡¡De usted y de mi nacerá una nueva esperanza para Sil Auressé!! ESTEL!!! ESTEL!!!

Turno 23:

Theon avanzaba tras Bakar que abría camino en el incierto terreno. Su decisión había sido arriesgada, algunos jinetes tropezaron y eso lo inquietaba, pero aún así esperaba que todos llegasen sanos a la retaguardia del ejército enemigo, bastaba vencer solo un puñado de orcos para tomar esa posición. Escuchó a su izquierda la voz del capitán, volteó hacia ese lado pero poco pudo ver en la negrura de aquella inexplicable noche, solo divisó la silueta de algunos jinetes que se sumaban a su grupo dejando una polvareda a su paso. Luego un grito que hubiese preferido nunca escuchar se elevó por sobre el murmullo de la batalla, Huargos!... Nada bueno podía pasar si esas bestias alcanzaban a los jinetes, pero los caballos eran rápidos y la fogata guiaba a todo el grupo hacia la boca del paso, si lograban agruparse allí tal vez el terreno jugase a favor como para hacerles frente. Tomó las riendas con fuerza y aceleró el galope.

Delante pudo divisar a algunos de los que combatían, Agnor, Tarbrand y Cathael estaban allí en medio de otras siluetas que no reconoció. Se alegró al verlos y sintió deseos de combatir a su lado una vez mas - Vamos, apresuraos, nos necesitan - dijo con su espada en alto.

-Turno 23:

El montaraz vio de reojo como se acercaban Theon y los Jinetes del Acero, portando el estandarte enemigo quemado, se iban a incorporar al paso desde su lado, por lo que debían abrir todo el hueco que pudieran para posibilitarle su entrada. Por ello, encarando a su montura contra él, le golpeó desde la altura de su caballo esperando terminar con su insignificante vida, mas el cansancio empezaba a hacer mella en Tarbrand por lo que apenas pudo herirlo...

No obstante, aprovechó para animar a sus compañeros diciendo:

-¡Vayamos al paso! ¡los atacaremos por ambos flancos con la ayuda de Theon! -gritó para que la unidad saliera de su atolladero.

Turno 23

Agnor había conseguido acercarse a los compañeros. O los compañeros a él. En cualquier caso, estaban todos a la vista y a corta distancia. Solo quedaba recuperar la marcha y bloquear el paso... sobre todo antes de que llegara la masa de los orcos y huargos.

No podían dejar a Tarbrand y Aelloth encallados entre los orcos. Deberían rebajar la presión para abrirles un espacio.

– ¡Luchad! –dijo a los hombres que tenía con él–. ¡Luchad! ¡Tarbrand! ¡Aelloth! ¡Por aquí! ¡Al Paso!

Blandía la espada mientras gritaba. Debían darse prisa y salir de allí cuanto antes.

Turno 23

Eärnil se prepara junto a 3 de sus hombres para el ataque sobre los orcos mientras ordena al quinto que vaya preparando flechas para cuando él y lo suyos acaben con los orcos.

"Busca un buen sitio para colocarnos mientras acabamos con esas bestias hermano. ¡¡¡A por ellos!!! SIL AURESSË!!!!"Los soldados corrían hacia los orcos con las espadas en lo alto.

Turno 23

Aelloth se desentendió de los orcos y trató de esquivar las llamas para alcanzar la posición de Agnor. Lo logró finalmente, y se reencontró con Tarbrand junto al norteño.

TURNO 23 – RESOLUCIÓN

Aaren corría en lo alto de la meseta hacia la posición de Halbered, pero sus piernas aún estaban entumecidas por el veneno y las heridas sin curar del todo. La distancia no era más que unos cientos de metros, pero en aquel momento le parecían decenas de millas. Apretó los dientes y siguió corriendo, casi arrastrándose las piernas. No había perdido la esperanza, y confiaba en llegar a ver un nuevo día. Tanto dependía de él.

Abajo, Agnor acabó con la vida de uno de los orcos^O3, y entonces vio cargar a cuatro hombres de infantería. Por sus gritos dedujo que el que los lideraba se llamaba Eärnil, y ciertamente le sonaba el nombre y su rostro. Un veterano de las guerras de Rhudaur, Eärnil había sido uno de los reclutas más preparados que habían llegado a la convocatoria de Khôradur. Aquello parecía ahora tan lejano, porque mucho había pasado en poco tiempo.

A su lado tenía ahora a Tarbrand, quien logró zafarse de sus enemigos. Cathael acabó con la vida de otro orco^O18, y otro orco le quiso atacar al hijo de Caldrim pero su ataque era débil. Los hombres de Eärnil, salvo uno, cargaron contra los dos orcos que quedaban entre los jinetes y el Paso. Dos hombres se enfrentaron a uno de los orcos^O21, y el veterano Cirian al otro^O22. El tercero era el que acababa de matar Agnor. Eso dejó a Eärnil con el camino despejado, pero vio llegar a otro orco^O23, y detrás de ese llegaba uno más^O26.

La polvareda que habían levantado los jinetes del grupo de Theon en el centro de la Loma era ya una columna de no menos de treinta metros de alto. Y los orcos la vieron, y se asustaron, pues era como si un gusano de polvo rojo y de arena se moviera hacia ellos y en medio de aquella tormenta roja había un estandarte flamígero. Les hizo dudar unos instantes. Entonces vieron que se trataba de un grupo de jinetes de carne y hueso, pero su llegada iba a inclinar la balanza hacia el lado de los atacantes de forma decisiva. Los exploradores orcos dudaron y titubearon, y Theon ya se encontraba a cincuenta metros de la posición de Agnor y el resto.

Turno 24

Las piernas me pesaban como dos bloques de mármol enfundados en una armadura de placas.

Corría con todas mis fuerzas, pero la sensación de adormecimiento no terminaba de desaparecer. Un leve hormigueo que ascendía desde el talón hasta la parte externa de los muslos era lo único que me recordaba que mis piernas seguían allí, conmigo.

Sin dejar de correr, usé la madera de mi arco para golpearlas...quizás algo de dolor me ayudase a despertarlas más rápido.

Temía no poder llegar a tiempo, de modo que antes de llegar, empecé a gritar y a gesticular con las manos para evitar que iniciasen el corrimiento de rocas que bloquearía el Paso.

NOOOO!! NO CIERREN EL PASO!!!