Partida Rol por web

Turno 30

El primer contacto había sido fulminante y dejó al huargo vencido y herido de muerte. Agnor había aprovechado bien el impulso que le dio su posición ventajosa y el encabritamiento buscado de Atreo, que aprovechó para darle fuerza al espadazo. La espada del legado familiar de los Guthild había demostrado que tenía sed.

Pero con ese golpe había perdido la postura ideal y no quiso esperar para recuperarla al atacar al segundo animal. Con un giro del brazo hizo silbar a la espada en el aire con un movimiento circular desde atrás hacia abajo y luego arriba que, más que hendir un órgano concreto, pretendía barrer el suelo para golpear al huargo, de modo que quedase debilitado e indefenso para los ataques de los compañeros.

-Turno 29:

El montaraz no entendió por qué había jinetes estáticos, quizás estuvieran apuntando o preparando una carga, no lo sabía, lo que sí sabía es que había dos soldados que necesitaban su ayuda, y eso para Tarbrand estaba clarísimo, por lo que sin dudarlo un instante cargó hacia los dos huargos que acosaban al dúo de caballeros, pues para eso se había internado en el aquel caos, para ayudar a aquellos que más lo necesitaran...

En cuanto estuvo más cerca, apuntó con su arco que tenía cargado, hacia uno de los jinetes de huargo, pero dada la visibilidad y su poca práctica del disparo montado, temía que no le daría...

Turno 30

Tan rápido como me fue posible, até cuerda a la gran roca que descansaba sobre el acantilado y aseguré el cabo opuesto al caballo de tiro. Me puse al lado de la bestia y así las riendas por el extremo mas cercano al filete de la cabezada. Presto para dirigir al animal en el momento preciso. Ya solo quedaba esperar...vigilar y esperar al momento, rogando a los dioses que mi sentido de los tiempos fuese lo bastante atinado como para coordinar aquella lluvia de rocas sin dañar a mis compañeros.

Turno 29-30

"Las flechas sólo van a rozar la piel de estas bestias inmundas"-Piensa Eärnil mientras se agacha para dejar su arco y coger sus otras armas. Controla su respiración y deja su mente en blanco tal como le habían enseñado... y espera la llegada de la bestia.

Turno 29 - Tarbrand

El capitán Melechtor se tapó la boca con una tela para mitigar los efectos del polvo asfixiante. Había detenido su carrera hacia el Paso, y regresado a por uno de sus hombres que cargaba con un herido en su montura. En medio de la penumbra vio las formas de dos huargos que se habían acercado. Había muchos más que perseguían a los jinetes de la unidad.

Entonces escuchó un ruido a su izquerda. Primero temió que se trataba de otro huargo, pero entonces vio la silueta de un jinete que cargó contra uno de los enemigos que se alejó unos pasos, y luego se acercó a la posición de Melechtor.

-¡Tarbrand!, dijo Melechtor. –Nos volvemos a encontrar ahora, tan cerca del fuego del Paso. Y rodeados de las fauces de esas inmundas criaturas, añadió apuntando con su espada al huargo más cercano.

Resolución turno 30 – desfiladero

Aaren ató con rapidez las cuerdas para sujetar al bloque de piedra de mayor tamaño, y según las indicaciones de Halbered las unió a la polea en su lado. Mientras tanto, el sargento preparó el mecanismo en el lado opuesto. Ya casi estaban listos. Desde su posición privilegiada, Aaren estaba al tanto de todo lo que sucedía abajo. Él iba a decidir el momento de lanzar las piedras y el fuego.

Abajo, Eärnil había cambiado armas y se movía hacia el huargo restante. El resto de los arqueros seguían pendientes del desfiladero por si venían más. Agnor y los jinetes seguían luchando contra el huargo restante. El golpe del norteño desde el lado le hizo daño, y Bakar le golpeó de nuevo también. No obstante, el animal seguía resistiendo aún estando aturdido.

Turno 31

La repulsiva bestia se resistía a los ataques, pero ya había vertido sangre. No tardaría en sucumbir, y cuanto lo hiciera, antes podrían enfrentar a otros enemigos. Viendo al huargo a la defensiva, rodeado por los defensores, Agnor atacó con todo su empeño y golpeó al lobo, pero no fue la mejor finta posible. Aunque el primer espadazo de aquella contienda había sido poderoso, tanto como para acabar con uno de aquellos monstruos de un golpe, parecía que el norteño no conseguía combatir bien desde su posición.

Turno 31

En el paso la situación parecía controlada. Al menos todo lo controlada que podría esperarse con un par de Huargos furiosos arremetiendo contra todo aquello que tuviese boca y respirase.
Agnor, el norteño, había contenido al primero de ellos con un mandoble descomunal a lomos de su montura.

Sin duda aquel primer contacto había sido crucial para el devenir de la contienda que se avecinaba. Tal vez a pie de paso, ni él mismo ni el resto de bravos guerreros que lo acompañaban fueran del todo conscientes, pero de no haber neutralizado tan rápido a aquellos lobos descarriados, su presencia entre los jinetes de Echorión hubiera supuesto un descalabro catastrófico.
Con seguridad las bestias se habrían asustado ante la presencia de los grandes lobos y la formación se habría roto, con monturas y jinetes desperdigados desordenadamente por el paso estrecho del desfiladero. La inminente llegada del grueso de la Caballeria Orca caerían entonces sobre ellos, penetrando entre las lineas aliadas como un cuchillo sobre un trozo de queso. Y no solo eso, el caos que sin duda se produciría, haría inviable arrojar las rocas al desfiladero...no al menos sin asumir un numero elevado de perdidas aliadas para detener la amenaza.

Absortó por lo que sucedía y vencido por la creciente sensación de impotencia que me producía no estar allí con ellos, me mantuve firme, esperando el momento preciso para pasar a la acción.

Turno 30

El montaraz se alegró de encontrarse con su capitán y ver que estaba de una pieza y con su habitual talante. Por ello, sonriendo pese a las enormes dificultades, le respondió diciendo:

-Siempre es un placer verle señor, pero deberíamos mejorar los lugares en los que nos encontramos -expuso sin perder su sentido del humor incluso en un momento como aquel- este es mío, mi capitán- dijo indicando que el huargo que estaba frente a él, pensaba embestirlo en solitario-ayudad vos al dúo de jinetes y proseguid hasta la brecha, yo os alcanzaré, mi montura está más descansada -dijo para advertirle que no se detuviera tras deshacerse del otro lobo gigante, lo primordial era que su superior llegase a la brecha junto con todos los jinetes que fuera posible.

Así pues, sin importarle el sacrificio que ello suponía, embistió al temible huargo que se alzaba ante él, con toda la potencia de la carga, aunque sin mucha precisión; pues en su fuero interno deseaba que el resto de su unidad continuara y no se entretuviera en auxiliarlo...

Turno 29

La lanza no llegó a dar de lleno en la criatura, pero alcanzó para lograr que se acercara. Podía pelar con él, vencerlo y dejar su cuerpo herido en la entrada para provocar a los demás, pero hacerlo solo era un desafío complicado y pronto se sumarían los otros dos. Prefirió atraer a la criatura hacia los arqueros, por lo que hizo girar al caballo y clavó sus botas en el lomo, guiándolo hacia el grupo de Agnor, galopando a toda velocidad.

Mientras avanzaba desenfundó su espada, el combate no tardaría en llegar.

Turno 31

Decide dejar golpear primero al bravo y rubio caballero que ya había terminado con uno de los huargos. Una vez que el norteño asesta el golpe Eärnil intenta acabar con el animal con un golpe de su espada larga, por el momento decide no usar su main gauché para otra cosa que no sea defender en caso de ataque.

Mientras su espada desciende nota un calambre en su mano derecha, quizá debido al descenso desde lo alto del desfiladero o a la tensión de la batalla. Teme por el desenlace del ataque y su desempeño en la batalla, se siente pequeño e insignificante, inútil, como un actor secundario de alguna representación teatral de hobbits. Sus pensamientos se oscurecen un poco más bajo la agonizante luz del sol ennegrecido.

Turno 30 – Theon

Theon maniobró con su caballo y entró por la boca del Paso. Avanzó a gran velocidad, y las paredes laterales parecían cerrarse a ambos lados y elevarse hasta el cielo oscurecido. Detrás escuchó los gruñidos del huargo al que había provocado, y un poco más lejos los otros dos. Pero había algo más. Antes de meterse en el desfiladero, Theon había visto la forma de dos jinetes aparecer entre el polvo y las sombras. Cabalgaban directos hacia él, y por lo tanto supo que no iba solo.

Además escuchó un cuerno desde lejos, y también más ruidos de huargos. En cuestión de segundos se iba a decidir quiénes llegaban antes, aunque daba la sensación de que los jinetes les tenían ventaja a los huargos.

Turno 30 (Tarbrand)

-¡Qué así sea!, gritó el capitán sin titubear. Escuchó a lo lejos un cuerno, y dijo: -¡Es el cuerno de Theon! ¡Vamos, al Paso! Ya nos han adelantado el resto de la unidad, somos los últimos, añadió.

Apresuró a los heridos, y luego echó una última mirada a Tarbrand quien se ofrecía a cubrir la retirada. -¡NOS VEMOS EN EL PASO!

Resolución turno 30 – Tarbrand

El golpe de la espada de Tarbrand no alcanzó para matar al huargo^H2, pero notó el miedo en los ojos de la bestia que se apartó confundido. El otro huargo también se quedó sorprendido por la llegada de un nuevo jinete que cabalgaba en dirección contraria a los hombres que huían. Confiando en su superioridad numérica, comenzó a desplazarse hacia la derecha de Tarbrand. Ahora el dúnadan tenía a un huargo a unos diez metros a su izquierda, y al otro un poco más lejos a su derecha, aunque no llegaban a rodearle aún.

De reojo Tarbrand vio cómo Melechtor se alejaba con los otros. Se iba a quedar solo.

Resolución turno 31 – Desfiladero

El huargo estaba herido de gravedad, pero seguía resitiendo. La espada bastarde de Agnor le hizo un corte en el pecho y comenzó a sangrar. Después de aquel golpe hizo lo propio Eärnil que había llegado a pie y se había colocado en un flanco de la bestia. Su espada larga alcanzó al huargo pero no pudo atestarle un golpe de gravedad.

Entonces llegó el ataque de Bakar. El veterano mercenario le hizo un tajo profundo en la pata del animal que seccionó carne, tendones y músculos. Sangraba abundante, y gimió de dolor.

-¡Vamos! ¡Muere! ¡VAMOS A ACABAR CON ÉL!, gritó Bakar y animó a sus compañeros. Luego se preparó para atacar de nuevo.

Entonces escucharon desde lejos de nuevo el sonido del cuerno de Theon, y el eco de sonidos que pudieron identificar. Aaren desde lo alto sí... y dejó un momento la cuerda para ver qué estaba sucediendo.

Resolución turno 31 - Aaren

Aaren vio a Theon cabalgar a gran velocidad, y detrás de él iba un huargo. Su amigo entró en el desfiladero, y en cuestión de poco tiempo llegaría a la zona de los arqueros. Le perseguía un huargo, y un poco más lejos había otros dos, pero los otros dos enemigos se iban a encontrar antes de entrar en el desfiladero con algunos jinetes que salían de las nubes de polvo. Pudo contar tres, pero no alcanzaba ver más.

Turno 32

Aquella bestia era un auténtico monstruo, capaz de resistir los ataques de varios hombres habilidosos a la vez. La estban conteniendo, pero se resistía a morir. Agnor no quería pensar lo que sería enfrentarse a varios de ellos a la vez. Y para evitarlo, había que matar a esa aberración cuanto antes.

Sobre todo, porque allá adelante, donde no se distinguía bien las sombras, había muchas de ellas, y Theon tocaba el cuerno. Agnor ya temía por la vida de los que se habían quedado en vanguardia. Podrían estar pidiendo ayuda enfrentándose a una horda de lobos, mientras ellos perdían el tiempo con uno solo de ellos.

Harto, consiguió tomar una buena posición y alzó la espada con furia.

– ¡Muere ya, monstruo! ¡Muere! ¡MUERE, MALDITA SEA!

-Turno 31:

Una vez que el capitán y sus compañeros de unidad consiguieron salir de la zona de peligro gracias a su ayuda, el montaraz respiró un poco más tranquilo. No obstante, pudo comprobar que el daño que le había causado al huargo era irrisorio, así que refrenando su impulso de darles muerte; avanzó tras Melechtor cubriendo su retaguardia y dispuesto a vérselas con cualquier alimaña que osara acercarse a él o al resto del grupo...

Turno 32

Bajo el sofocante aire de la llanura empezaba a respirarse una ligera brisa de optimismo. Agnor, Earnil y Bakar parecían haber contenido con firmeza la primera oleada de Huargos. Uno de los lobos seguía todavía con vida, pero por los aullidos lastimeros que alcanzaban el alto del paso, supe que no tardaría en caer. Entonces lo vi: Galopando como una centella expulsada de los mismísimos fuegos del infierno, Theon atravesó la linea del horizonte envuelto en un resplandor aureo. A medida que avanzaba, los haces fugitivos de aquel insólito crepúsculo solar, arrojaban destellos del blanco nuclear de su armadura y de su escudo a ambos lados de la loma. Tras su estela, a unos 40 metros, una de aquellas bestias lo perseguía como un animal rabioso que siente el olor de su presa a escasos centímetros de sus fauces. Por detrás de ellos a no mucha distancia, otro par de Huargos asomaron sus hocicos goteantes traspasando la linea imaginaria que separaba el cielo de la tierra.

¡¡HUARGOOOS!! grité a todo aquel que pudiese oírme. Los lobos mas rezagados avanzaban a otros 40 metros de su compañero. Y poca o ninguna esperanza le esperaban si no recibía pronto nuestra ayuda. Mientras gritaba, alcancé a divisar nuevas formas que surgían desde la negrura que se arremolinaba mas allá de la pendiente. Eran más jinetes, dos, quizás tres... emergieron entre nubes de polvo del desierto a ambos lados de la entrada y se fueron haciendo cada vez mas grandes hasta que parecieron confluir en una misma linea con los Huargos que les precedían...¿o era al revés? el polvo y las sombras que se habían reunido en aquellas tierras a causa de la hechicería Orca creaban extraños espejismos capaces de engañar a los ojos mas entrenados. desde mi posición parecía que los Jinetes alcanzarían el paso antes que lo animales, intercalados entre ellos y el Huargo solitario que se había adelantado a su grupo.

¡¡ARQUEROS!!... ¡¡CARGAD!!... Vociferé nuevamente cuando Theon irrumpió en los Umbrales del desfiladero como una tormenta . Los cascos de su corcel resonaban contra las paredes de la garganta como una lluvia de cascos, generando la falsa ilusión de que un ejercito de jinetes había llegado al paso. Coordinar los esfuerzos de los hombres que abajo arriesgaban sus vidas era vital para evitar que la desordenada llegada de los jinetes terminase en un caos de flechas y embestidas. Aprovechar la más mínima ventaja podría suponer la victoria o la muerte para ambos bandos.

¡¡AGUANTAD LOBOS ROJOS...!! no quería que las manos temblorosas y los dedos húmedos por el miedo pusieran en peligro la vida de mi amigo...mi voz sonaba firme y autoritaria, como el animo y el tesón que esperaba infundir en los hombres que abajo recibían mis palabras rodeados de penumbra... Pronto , muy pronto se desencadenaria el armaggedon final.

Turno 31

Theon había logrado su comentido, el huargo había caído en su provocación y lo seguía hacia una trampa letal. Notó que los otros dos huargos también habían desviado su camino para seguirle. Eso es lobos malditos, vengan tras de mí. Sacudió las riendas de su caballo, que parecía entender lo que se proponía y cabalgó lo más rápido que pudo, desviándose levemente a un lado de modo de dejar expuestas a las bestias ante la lluvia de flechas que esperaba cayese de un momento al otro.

Su espada estaba lista para ser usada, pero no era el momento, debía ser paciente para acabar con esos huargos en una situación más favorable. La tensión de la carrera por su vida se mezclaba con el sabor de la esperanza, había logrado ver al menos a dos jinetes salir de la nube de polvo, y el cuerno indicaba que tal vez había mas, y por sobre todo, que el Capitán aún estaba vivo*, lo cual reforzó sus deseos de combatir a esas criaturas y despejarles el camino a los jinetes que venían detrás.

A medida que se acercaba, escuchó la inconfundible voz de su amigo Aaren que provenía de lo alto, lo que más necesitaban era un hombre capaz en esa posición para darles la ventaja. Theon comenzaba a sentir que la hazaña era posible.