Partida Rol por web

Turno 31 - Resolución Tarbrand

Tarbrand maniobró para alejarse de los huargos, pero sin perderlos de vista en un primer momento. Entonces uno de aquellos ágiles animales^H2 se acercó demasiado, y se llevó un buen golpe de la espada bastarda que le dejó tocado y sangrando. Era el momento de abandonar aquella contienda, y Tarbrand espoleó su caballo para alcanzar a Melechtor y al resto.

Gracias a su visión nocturna y al hecho que dos de los jinetes estaban heridos confiaba en alcanzarles antes de llegar al Paso. Echó una mirada rápida atrás, y vio a los dos huargos aún parados. Pero no eran los únicos, y ya escuchaba a otros en medio de la oscuridad. Huargos que se habían adelantado y corrían en la misma dirección que ellos.

Turno 31 - Resolución Theon

¡El cuerno de Melechtor! En efecto, era el cuerno del capitán. El sonido le dio nuevas alas a Theon quien cabalgaba a una velocidad endiablada por el estrecho desfiladero.

Entonces una voz familiar resonó en las paredes del Paso. Antes de ver a los arqueros posicionados, y a los caballeros luchando contra un huargo... Antes de todo eso, reconoció la voz de Aaren desde lo alto.

--Tuno 32:

Tarbrand se alegró al ver que el maldito huargo aprendía la lección y optaba por mantenerse alejado de él. Así pues, centró sus sentidos en intentar detectar dónde estaban su capitán y los hombres heridos, pero tal fue su empeño en dicha acción que descuido el control de su montura, lo que hizo que todo se complicara aún más...

Turno 32

Su caballo cabalgaba a gran velocidad, se había adelantado a los tres huargos que lo venían siguiendo. Había provocado a las tras bestias para que se adentraran tras él, guiándolos hacia la trampa que Agnor seguramente habría preparado. Mientras avanzaba, giró levemente hacia un lado para dejar expuesto al enemigo a la lluvia de flechas que esperaba cayera de un momento a otro. Con una mano llevaba las riendas y con la otra sostenía la espada, listo para atacar cuando fuese el momento oportuno.

Había visto a dos jinetes de Echorion entrar en la boca del desfiladero, pero aún más importante, era haber reconocido el cuerno de Melechtor detrás. El Capitán seguía vivo, y tal vez Tarbrand también. El eco de la voz de Aaren volvió a escucharse, pero esta vez pudo verlo.- Aaren!!-  No contuvo su alegría, no había visto a su amigo desde el comienzo del combate, sabía que había sido herido y si bien había escuchado su voz, ver su silueta dirigiendo el combate desde lo alto le daba una gran satisfacción. No era tiempo para abrazos y saludos, ambos lo sabían, pero disfruto del fresco sabor de la amistad en medio de la lucha por la supervivencia, porque el corazón de todos esos hombres se había templado con el valor y la entrega, a niveles que no había leído ni en las leyendas mas remotas del reino de Arnor.

- Hay diez jinetes detrás, dos ya están en el paso. Que el ataque desde lo alto lo lancen una vez que pase el décimo!- gritó, mientras galopaba. No tenía tiempo de aclarar que Melechtor y Tarbrand estaban en el grupo, ni que tal vez no llegasen a diez si alguno había caído. Theon era consciente que probablemente habría que sacrificar algún jinete de la retaguardia para salvar mas vidas en el medio del paso, el enfrentamiento con los huargos traería muchas bajas, la muerte era inevitable. La prioridad era bloquear el acceso a la aldea y salvar al Capitán, y para tomar las desiciones que se avecinaban hacía falta heroísmo y frialdad a la vez. Theon esperaba estar a la altura de ese desafío.

Turno 32

Su golpe apenas lastima a la bestia. El combate se ha convertido en una lastimera carnicería, en cierto modo a Eärnil no le desagrada la idea de hacer sufrir al engendro. Un final tortuoso para una bestia que seguramente habría causado mucho dolor en su malvada vida.

Resolución turno 32 – Tarbrand

A Tarbrand le costaba manejar la montura, pero al menos pudo orientarse bien en medio del caos. Pudo ver al menos cinco jinetes a punto de entrar en el Paso, y más próximo estaba Melechtor con los heridos. La distancia al capitán era de unos cincuenta metros aún, y la boca del desfiladero a menos de cien. Estaba casi al alcance de la mano, pero las manadas de huargos también habían llegado, y estaban rodeando a los jinetes. La situación de Melechtor parecía la más desesperada. Se había detenido, y empuñaba su espada mirando a todos lados. Aún no le habían atacado, pero había nueve huargos formando un círculo que se cerraba lentamente. Otro grupo de huargos se apresuraba a cerrar la ruta de escape del desfiladero.

Entonces sucedió algo inesperado. Una ráfaga invisible recorrió el campo de batalla, y zarandeó a varios de los huargos que lideraban los grupos. Su ferocidad desvaneció, y se quedaron inmóviles como estatuas. Y entonces comenzaron a aullar…

Era un sonido que llegaba desde las profundidades del Abismo. Primero lo hicieron unos pocos. Los más fuertes de los huargos. Pero acto seguido se unieron otros. Aullaban a una luna invisible, a un líder caído, o a la misma Oscuridad. En cualquier caso, cesaron de repente en su acoso al grupo de jinetes.

Turno 33 – Melechtor

Melechtor pensó que había llegado el fin. Tan cerca de los fuegos del Paso, tan cerca de escapar. Tan cerca… Había dejado el cuerno que había estado tocando para reagrupar a sus hombres, y ahora llevaba su espada. Iba con varios heridos, y contó nueve huargos que pacientemente les rodeaban. De reojo vio llegar a Tarbrand, manejando el caballo con dificultad.

Huye. Déjanos, nada puedes hacer aquí. Sigue hacia el Paso. Tal vez mi muerte te sirva para luchar otro día…

Pero antes de que pudiera dar la orden, sucedió algo extraño. Los lobos se detuvieron, y comenzaron a aullar.

-¡ES NUESTRA OPORTUNIDAD! ¡NO VAMOS A TENER OTRA!, gritó. Era sin duda un regalo de los valar. Una luz de esperanza en medio de aquella oscuridad. No sabía lo que iba a durar, así que apresuró a sus hombres.

-¡¡AL PAAASOOO!! ¡TARBRAND! ¡¡UN ÚLTIMO ESFUERZO!! ¡¡ANTES DE QUE SE RECUPEREN!!

Resolución turno 32 – Theon & Aaren

Theon llegaba galopando a toda velocidad, pero aún así los huargos no se quedaban atrás en la carrera por el desfiladero. Eran increíblemente ágiles y veloces, y todo parecía indicar que le iban a alcanzar justo al llegar al punto donde se había organizado la defensa del desfiladero. Quedaba un último giro…

Desde lo alto, Aaren pudo ver tanto a los defensores como la carrera desesperada de Theon. Pero nada pudo hacer para ayudar directamente a unos ni a otros, salvo estar preparado para hacer caer los bloques de piedra y el fuego para cerrar el Paso. Desde las alturas vio movimiento en la boca del desfiladero. Jinetes que llegaban… Tal vez. Y huargos. Era imposible saberlo. En cualquier caso, en cuestión de poco tiempo se iba a resolver la duda, y seguramente el desfiladero se iba a convertir en un hervidero de muerte y destrucción.

Entonces pasó algo extraño. Un sonido terrorífico a la vez que hermoso sonó por el campo de batalla, hizo eco en las paredes de la meseta, y llegó hasta los corazones de todos. Un extraño poder recorrió el lugar, y los huargos sintieron una pena y un desasosiego que no comprendieron, pero sí reaccionaron. Comenzaron a aullar. Primero unos pocos, y luego el resto. Los dos que hasta ese momento habían estado persiguiendo a Theon dejaron de correr, y se unieron al lamento espectral.

Resolución turno 32 – Eärnil & Agnor & Aaren

El huargo herido se resistía los embites de los guerreros a pesar de verse rodeado. Era realmente temible y formidable la resistencia de aquellas criaturas. Pudo evadir la peor parte del ataque de Eärnil, pero finalmente la espada bastarda de Agnor le impactó en la pata trasera cortándola del todo. La bestia cayó inconsciente, y por fin le iba a llegar la muerte.

Entonces escucharon ruidos por el desfiladero. Se aproximaban a gran velocidad, hasta que de repente se detuvieron, y se escuchó por toda la Loma un sonido que iban a tardar en olvidar.

Decenas de huargos comenzaro a aullar al unísono.

Turno 33 – Bakar

-¡Por los dioses! ¿Qué es eso? ¿Qué les sucede a los huargos?, se preguntaba Bakar sentado encima del caballo empuñando su hacha.

Turno 33 – Caldrim

-¡¿Ves algo Aaren?!, gritó Caldrim. El Jinete de Acero no había participado apenas en el primer combate contra los huargos, pero había presenciado lo difícil que resultaba acabar incluso con uno. Y pronto iban a llegar decenas y decenas de aquellas criaturas.

Turno 33 (Theon) Theon alcanzó la boca del desfiladero y desde allí dió instrucciones precisas sobre cuando se debía desatar el ataque en el paso. 10 jinetes lo seguían en la oscuridad de la meseta. Cuando el último de ellos hubiese cruzado, seria la señal para activar la trampa. Escuchar la voz de mi amigo en aquellos momentos de congoja, me infundió valor y disipó el desasosiego que dominaba mi corazón. Su voz sonaba clara y fuerte en medio del ruido de la batalla. Parecía estar de una pieza, y sus dotes de mando podian haber salvado a muchos de aquellos jinetes...confiaba en que asi fuera. ¡¡¡ADELANTE HOMBRES LIBRES!!! ¡¡AL PASO!! ¡¡NO MIRÉIS ATRAS, PUES SOLO ENCONTRAREIS LA SOMBRA!! ¡¡ADELANTE!! Mi grito iba dirigido a todos aquellos que abajo galopaban por sus vidas...aunque era consciente que solo Theon entre los jinetes que llegaban podria oirme en la distancia.

Turno 33 (Musica en el desfiladero)

Abajo Earnil y Agnor dieron cuenta del Huargo restante. Mientras, a lo lejos, el creciente rumor de una marea que amenazaba con anegarlo todo, se detuvo interrumpida por un sonido poderoso. Sus acordes rebotaron en las paredes del desfiladero y se mantuvieron vibrando hasta que se desvanecieron en un silencio, como la calma que presagia la llegada de una tormenta. Los lobos aullaron al cielo de la noche y los hombres murmuraban desconcertados...
"¿Que es eso?" Pregunto alguien. Alcé la cabeza y entorné los ojos para intentar escrutar en la lejania....

-Turno 33:

El montaraz por un segundo creyó que aquel era su final, no lo pensó con pena, sino con orgullo, moriría luchando, salvando a muchos de sus congéneres, no se le ocurría una muerte más gloriosa, quizás ya nadie recuerde su ascendencia, pero sabía que si ese era su final, su madre estaría orgullosa de las acciones que había emprendido. Siempre le quedaría la espina clavada de la venganza, pero si su final era en batalla, demostraría una nobleza y un sentido del honor que todos en su villa de nacimiento envidiarían...

No obstante, mientras aquellos pensamientos aciagos recorrían su mente, el alarido del huargo lo sacó de su ensimismamiento, a su vez, su capitán, que también estaba en una situación bastante complicada, le instó a correr ahora como nunca, era su última oportunidad, una oportunidad que el dunedain no pensaba desaprovechar...

Así pues, azuzando a su fiel centella una última vez se dispuso a ir hacia la grieta como si del mismo paraíso se tratase, había cumplido su misión, ahora sólo restaba que Eru se apiadara de él y lo recompensase...

Turno 33

Agnor rebanó de cuajo una pierna del huargo. Una herida letal, pero había costado llegar a ella. Si un huargo era capaz de resistir tanto, ¿qué oportunidad tenían ante toda una manada?

Por el tumulto que llegaba desde la entrada del paso, todo indicaba que se acercaba la hora.

– ¡Estos son los enemigos que nos esperan! ¡Sé lo que pensáis! –gritó Agnor a los hombres– ¡Sé que pensáis que son monstruos imbatibles! ¡Pero yo os digo: más vale enfrentarse a ellos de cara que huyendo! ¡Mantened la posición recta y el ánimo colérico! Sus piernas son más rápidas y nos ganarían corriendo, pero las nuestras son más firmes y soportan el acero. ¡En formación!

Manejó a Atreo para recuperar la posición ideal con los jinetes.

– ¡En formación! Algo me dice que no tardaremos en cabalgar.

Turno 33

Theon seguía cabalgando lo más rápido que su caballo le permitía, las fauces de los huargos podían sentirse cada vez mas cercanas, aún cansados eran veloces, y convertían la carrera en un desafío. Tomó con firmeza su espada, no sabía en que momento iba a tener que usarla, no podía permitir que dañaran la montura, de lo contrario ambos serían presa fácil de esas bestias.

Las palabras de ánimo de Aaren cumplieron su propósito, le permitieron concentrarse en avanzar dejando a un lado lo crítico de la situación. No faltaba mucho para llegar al punto en que había acordado con Agnor y los demás que serían las defensas. Se preguntó si los huargos que tenía delante habrían caído por las flechas o estarían aún en pie, en cuyo caso su espada tendría que rematarlos. Su pensamiento se interrumpió por los aullidos de esas criaturas, un lamento primitivo que las unía inexplicablemente. Los están llamando? Se estarán despidiendo? no estaba claro que sucedía, tal vez el líder de los jinetes las llamaba con un sonido inaudible, pero a juzgar por aquél sonido, mas bien parecían expresar un sufrimiento desgarrador.

Las criaturas se detuvieron, lo cual le permitió alejarse y recuperar la ventaja, pero no era bueno que esos huargos quedasen allí, esperando al resto de los jinetes que vendrían agotados. Volvió a provocarlos, haciendo un esfuerzo por burlarse de ellos en un momento que le inspiraba respeto - AHAHA - su risa forzada se superpuso con los aullidos - Bestias cobardes! Me tienen miedo?! AHAHA - gritó con fuerza, mientras mantenía el galope. 

Resolución turno 33 - Tarbrand

El caballo respondió a las órdenes o súplicas de Tarbrand. Era como si ambos supieran que no iban a tener otra oportunidad para salvarse de aquella ratonera de fuego y de muerte. El montaraz pudo guiar a su montura en la oscuridad, esquivando las columnas de fuego y sobre todo a los huargos en su galopada hacia Melechtor y el resto de los jinetes. Los veía, aunque ellos aún a él no.

Resultó algo solemne y sobrenatural ver a casi medio centenar de temibles huargos llorando al unísono. Porque eso estaban haciendo. Un lamento por algo que ni los humanos ni los orcos alcanzaban a comprender.

Turno 34 - Melechtor

El capitán apresuraba a sus hombres para que entrasen en el desfiladero. Había contado ocho, y ël que entraría el último.

-No estamos todos, falta uno...

Su mirada desesperada recorría el campo de batalla donde los huargos celebraban algo parecido a un funeral. No quería pensar que fuera el lugar del fin de para Tarbrand. Pero debía entrar, no podía poner en peligro a todos... Y a Sil Auressë.

¡Entonces lo vio! Apareció de la oscuridad cabalgando veloz y esquivando a los enemigos.

-¡TARBRAND! ¡POR AQUÍ! ¡SÍGUENOS!

Mas no gritó, pues no quería despertar a los huargos de su letargo. Cada segundo de ventaja que les pudieran dar era más valioso que el oro y que las joyas. Era la vida, y la esperanza para tantos. Así que se limitóa  gesticular con las dos manos, y cuando vio que Tarbrand le había visto, se adentró por fin en el desfiladero detrás del resto de sus hombres.

Resolución turno 33 - Theon & Aaren

Theon se detuvo al notar que los huargos no le perseguían más. Vio a los dos primeros parados como estatuas aullando a un dios invisible, o a la luna oculta en una noche antinatural. Un poco más lejos, estaba el tercero. Aaren observaba desde las alturas, y miraba también de reojo a los defensores que estaban a la vuelta de la esquina desde la posición de Theon.

La sinfonía de los huargos fue un momento extrañamente solemne e incluso triste, pero ni a Aaren ni a Theon se les escapaba la verdadera naturaleza de aquellos depredadores y la enorme amenaza que suponían. Al escuchar las provocaciones de Theon, se incorporaron los dos más próximos y su mirada denotaba furia y sed de sangre.

Entonces notaron cómo la tierra comenzó a temblar. Primero un poco, y acto seguido llegó un estruendo como el de una fuerte tormenta. Y continuó. Las paredes del desfiladero hicieron resonar el eco de galpe elevando el sonido cada vez más. Era el ruido de una caballería galopando a toda velocidad hacia ellos.

¡Los jinetes de Melechtor habían entrado por fin en el Paso!

Resolución turno 33 - Desfiladero

 ¡¡¡ADELANTE HOMBRES LIBRES!!! ¡¡AL PASO!! ¡¡NO MIRÉIS ATRAS, PUES SOLO ENCONTRAREIS LA SOMBRA!! ¡¡ADELANTE!!

Aaren gritaba instrucciones desde lo alto mientras los defensores liderados por Agnor por fin acabaron con el último huargo. Rápidamente los caballeros y los arqueros volvieron a tomar posición para repeler un nuevo ataque.

Las ráfagas de aire de la Loma seguián trayendo sonidos de los huargos aullando, aunque tal vez la intensidad fuera algo menor ahora. Entonces notaron cómo el suelo comenzó a temblar ligeramente, y acto seguido les llegó el sonido atronador de la caballería cabalgando en el estrecho desfiladero. Los hombres de Melechtor no tardarían en llegar, pero no sabían si venían solos o rodeados de enemigos.