Partida Rol por web

1 de noviembre de 2000 - 18:55

La luz ya era escasa y las copas de los pinos no ayudaban. El viento había comenzado a asediar el boun haciendo que las hojas vibraran, mientras que bajo ellos se producía una reunión de lo más deseada. Mientras Viviane y Alecto hablaban de guitarras y culpabilidad, la Philodox y el Ahroun habían regresado de su viaje umbral seguidos por un nuevo compañero, probablemente un Metis al que, por el modo en que se pegaba a Donny, debían de haber salvado en alguna situación peligrosa.

-¡Viv! ¡Por fin!

Ashley se acercó jadeando a la Furia y abrió los brazos buscando estrecharla, jadeante pero feliz. Había echado de menos a la Ragabash. En realidad, los había echado de menos a todos, hasta a Kate. La experiencia en la Lobera había resultado dura, pero didáctica, y ahora creía que conocía mejor la posición de alfa y lo que representaba. No conocía a la extraña ni le sonaba su olor, pero como si aquello importase algo. Había vuelto a casa, al verdadero hogar. Un hogar lleno de machorras Furias Negras y molestos Hijos de Gaia, pero su hogar al fin y al cabo.

Donny se acercó a Viviane y la saludó con su gesto más afectuoso: una palmada en el hombro. Había estado de un humor estupendo todo el viaje, había hablado con los Espíritus sin rechistar ni poner mala cara y parecía encantado de estar en el Clan. La Lobera no había estado tan mal, hacia el final al menos, cuando para variar era a él al que le pedían comida los demás. Y no podía negar que había sido una lección, aunque la verdad es que no era una que tuviera muchas ganas de aprender.

-Me alegro de verte. ¿Hay algo de comer?

No miró a la otra chica apenas. No pasaba bastante tiempo en el Clan para conocer a todo el mundo, y le parecía bastante posible que simplemente no se acordase de ella. Sabía que tendría que corregir eso tarde o temprano, pero sólo podía pensar en Naperville. Llevaba desde que habían salido de aquel Reino infernal soñando con sus cartones.

Con un abrazo inesperado y reconfortante, Flecha-de-plomo recibió a sus compañeros de manada como un rayo de luz atravesando la niebla. Sonrió de verdad, con ganas, algo que Alecto no había visto hasta entonces. Ella también había añorado su presencia, los silencios incómodos de Donny y algunas charlas insulsas con Ashley y Kate. Pero no, la Theurge no había vuelto con ellos.

-Me alegro tanto de veros... ¿Dónde estabais? Acabo de llegar de la ciudad y Dom sólo se hacía el enigmático -quiso saber, olvidándose por unos segundos de la presencia de la Galliard.

Miró de soslayo al metis. ¿Habían ido en busca de un Gallirad? Eso podía suponer un problema. O no, ya que el clan estaba falto de efectivos. De todas maneras, ya se ocuparían de eso más tarde. Se separó unos pasos de Digna-hija-del-klaive y le hizo una seña a Tres-Acordes para que se acercara.

-¡Ah! Ella es Alecto Tres-Acordes. Es Galliard, y Jabalí la ha traído hasta aquí.

Sus ojos buscaron los de Ashley, esperando con ansia su reacción. De ese momento dependían muchas cosas. Probablemente demasiadas.

Un Roehuesos Ahroun, una Furia Theurge y una Alfa Philodox Fenris, había dicho Viviane. El chico sólo podía ser el Roehuesos, en cuanto a la chica... Tras un instante decidió que era mejor llamar Philodox Fenris a una Theurge de las Furias que lo contrario. ¿Y aquel metis, que se mantenía cerca pero al margen?

Alecto hizo la segunda reverencia dramática del día, pero esta vez la guitarra estaba en el lado menos peligroso de su persona y pudo ejecutarla sin problemas:

-Es un placer. Vosotros debéis ser la Alfa y el Ahroun de la manada de Flecha-de-Plomo -se limitó a decir mientras volvía a ponérsela a la espalda.

Ashley estuvo cerca de interponerse entre Alecto y Viviane con ademán protector, enseñando los dientes y gruñendo en forma Lupus. Eso es lo que habría hecho una loba alfa ante una desconocida. Pero ella no era una loba alfa, era una Garou y como tal tenía que discernir entre las amenazas reales y los amigos de paso. Pese a todo, lamentó no poder olfatearla como era debido.

Le tendió la mano. Los humanos tenían rituales sociales para casos como aquellos y todos intentaban demostrar la poca hostilidad del contrario para iniciar una relación provechosa.

-Sí, así es. Yo soy Digna-hija-del-Klaive, Philodox de la Camada de Fenris, alfa de... esta manada. -Cuando Alecto le apretó la mano, Ashley lo hizo con fuerza y decisión, como midiéndose con ella-. Él es Botón-del-pánico, Ahroun de los Roehuesos. Y él -se dirigió hacia el Metis-, es Mala Pata, Galliard de los Garras Rojas. Lo rescatamos de la Lobera.

Ashley soltó a Alecto y miró a Viviane con una mueca que expresaba su Rabia.

-Dom nos engañó para que fuésemos sin saber qué pasaba allí. En la Lobera te transformas en lobo y no puedes hacer nada, no puedes cambiar. Los humanos te persiguen y te cazan. Es un sitio horrible. Podríamos haber muerto allí.

-Hola -le dijo a la nueva, y ese fue todo su saludo.

¿Viviane les estaba buscando una sustituta para Leigh? Miró a Alecto. Una Galliard pelirroja. A lo mejor hasta era una Furia Negra, también. La expresión de Donny se volvió desconfiada. Llevaba días siendo el alfa y un lobo nuevo significaba más competencia. Pero ya no era alfa, lo era Ashley. Y no era de esa desconocida de quien tenía que desconfiar. Era Dom.

-Sí, así que si tenéis algo que decirle, mejor que lo hagáis ya. ¿Sabéis dónde está?

Viviane se mantuvo al margen del saludo, quieta y sin perder detalle. Cuando Ashley le devolvió la mirada, agachó levemente le cabeza y miró hacia otro lado. Creía firmemente que Jabalí tenía algo que ver al respecto, y que si Kate hubiese estado allí habría hecho alarde de su genuina hospitalidad para con cualquier desconocido.

-Está cerca de las cabañas, con Canción-de-la-honesta-muerte -respondió tras escuchar con asombro el resumen de Ashley sobre aquel lugar.

-Donny, no puedes hacerle daño -le recordó Ashley-. La Letanía...

Pero qué demonios, ella también quería darle un repaso al viejo.

-Vamos. Pero con calma.

No iba a hacerle nada a Dom. No por la Letanía. Donny no pegaba a mujeres ni a ancianos. No mientras estuviesen en forma Homínida, al menos. Últimamente se había dado cuenta de que tampoco le gustaba la idea de patear Lupus. Pero no tenía ningún problema para soltarle un guantazo a alguien en Glabro, por ejemplo, sin importarle el sexo, la edad ni la forma original. Asintió y siguió a la Philodox en busca del Anciano.

Viviane miró de soslayo a la nueva y luego al resto de su manada. No estaba bien dejarla sola en mitad del túmulo, pero llevaba unos cuantos días sin ver a los Garous que componían su pequeña "familia" y quería enterarse de lo que había pasado exactamente. Además, luego quería tener una charla con ellos.

Avanzó un par de pasos hasta Tres-Acordes.

-Siéntete libre de explorar el túmulo. Eres bienvenida, como han dicho los ancianos. Volveré enseguida.

Y, transformándose en un lupus de denso pelaje negro, con las patas blancas y dos círculos del mismo color en los ojos y el hocico, correteó siguiendo a su manada.

Alecto se quedó mirando cómo Viviane se transformaba y seguía a sus compañeros de manada. Miró a su alrededor un momento y de nuevo a los lobos que se alejaban. No le hacía ninguna gracia que fueran a encararse a un anciano, pero mejor unirse a ellos, aunque se quedara en un humilde segundo plano, que quedarse allí sola. Cada vez le daba más miedo la manada en la que parecía que iba a quedarse. Eran la definición de caos. 

Resopló y se transformó, echando a correr tras ellos. Su pelaje era negro por completo excepto por un reguero de pequeñas motas blancas en el lomo. En algún momento había albergado la esperanza de ganarse un nombre como Lomo-Estrellado, pero eso había sido antes de conocer el sentido del humor de las ancianas del clan. 

Los cuatro Garou regresaron a la zona de cabañas, donde Dom los esperaba sonriente.

-¡Los hijos pródigos! Y en forma Homínida. ¿Habéis vuelto ya de la Lobera?

-¿La Lobera? -preguntó el Lupus en voz alta-. ¿Habéis estado en la Lobera, Cliaths?

-Sí. Dom nos dijo que fuéramos. No nos dijo lo que era -contestó Donny, seco y Rabioso.

Se reía. Se estaba riendo de ellos. A lo mejor hacía una excepción en su regla de no zurrar viejos, pero sólo porque Dom se lo estaba buscando.

-No, no os lo dije. Tampoco os informasteis, por lo que veo. Detecto una pequeña falla en el derecho a enfadaros -contestó el Ragabash calmadamente.

-Podríamos haber muerto -dijo Ashley con tono frío-. Podrían habernos matado a tiros.

-Tenéis una fascinante capacidad para que os disparen -sentenció el Anciano-. Estoy impresionado. Pero no sé a qué viene el temor a la muerte de una Fenris, una Digna-hija... ¿no? Lo que habéis hecho y logrado no pasará desapercibido. Es un logro.

-Es cierto que se trata de una prueba muy dura -dijo el Galliard, gratamente sorprendido-. Y no cualquier Homínido puede aceptarla y superarla en tan breve espacio de tiempo. Estoy contento de saber esto, y más tratándose de un Roehuesos, Botón-del-pánico. Cuentas con mi respeto.

A Donny se le presentaba un conflicto. Tenía que elegir entre seguir cabreado con Dom o mostrarse agradecido con Canción-de-la-honesta-muerte, porque no podía hacer las dos cosas al máximo de su capacidad. Decidió que no iba a olvidar la que les había olvidado Dom. No entendía al viejo, ni a ningún Luna Nueva. Estaba casi seguro de que hubiera ido a La Lobera de todos modos si Dom les hubiera explicado lo que era, ¿por qué leches tenía que hacérselas pasar canutas?

-Gracias -musitó, después de un silencio que le pareció eterno.