Partida Rol por web

Gruñó para indicar que estaba escuchando y se echó la manta por encima. ¿Le habría contado Viviane lo de Leigh? A saber. No quería airear los asuntos de Viviane. Y tampoco tenía mucho que añadir a la historia de Alecto. Quería ingresar en la manada y le había comido la oreja a Viviane. Pues vale. Donny miró de reojo a Mala Pata. No sabía qué quería hacer el Galliard, si había pensado en quedarse o qué, pero sí que había pensado que si quería quedarse por allí podría ser el Galliard que andaban buscando. Hubiera estado bien tener otro tío en la manada, para variar, y además le había cogido cariño al Metis.

El Roehuesos le gruó como toda respuesta. Qué tio más rancio.

Estaba claro que no tenía ganas de hablar con ella, así que tras un momento de silencio, tiró de la correa de la guitarra hasta que la tuvo en el regazo y empezó a tocar sin demasiado entusiasmo, sólo para tener algo que hacer con las manos. Le preguntaría a Viviane por la razón del ya célebre viaje a la Lobera y luego intentaría hablar con Digna-hija-del-Klaive. Confiaba en que la Philodox sería más comunicativa.

Agradeció el gesto, y casi le dieron ganas de volver a abrazarla. A pesar de sus formas y las ansias por sacar todo lo bueno de ellos a toda costa, confiaba en que sería una líder en condiciones con el apoyo de todos. Por fin, de alguna extraña manera, comenzaban a entenderse.

-Oh, no me digas que te vas a poner sentimental a estas alturas -rió con sorna, aunque su mirada era cálida y libre de malicia-. No te preocupes. A tu rubia cabellera no le pasará nada.

-Ni lo sueñes -dijo Ash-. Ni era sentimental antes ni lo seré ahora. Los Fenris se pusieron muy serios conmigo en ese aspecto.

Así había combatido la pena por la muerte de Roland. Nadie iba a permitir en el Clan de su padre que llorase por una sanguijuela muerta, así que se forzó a endurecerse, a trabajar, a luchar... todo lo que le era posible con tal de dejar de pensar. Viento-furioso, un skald más guapo de lo que Ashley habría preferido, la había animado mucho en el Klaive Sangriento. Solía recordar sus palabras: "Si dejamos que el Harano nos derrote, le damos la espalda a Gaia". Por eso ponía tanto empeño en seguir peleando.

-Ya sé que envidias mi pelo, Furia Negra -sonrió-. Vámonos antes de que te pases de romántica.