Partida Rol por web

-Entonces todos contentos -dijo el desdentado Ragabash palmeándose los muslos-. Ya hablaremos en el próximo Consejo, que será en un par de días. Pero sobre lo que dijimos la última vez... Va bien, va bien. Ahora dejadnos solos. Tenemos cosas de las que hablar.

La joven manada se alejó cumpliendo los designios de los Ancianos y buscó el lugar que solían ocupar y que era "su territorio". Había un par de troncos que Ashley se había tomado la molestia de tallar a machetazos para que apoyar el culo en ellos fuese más agradable que de costumbre. Su pequeña hoguera, ahora apagada, había servido para calentarse el invierno anterior y para cocinar con ella las piezas de caza. Ash pidió a Viv que se ocupara de encenderla mientras ella se cambiaba de ropa y hacía algo con su pelo. Cuando volvió, había una saludable llama que paliaría el frío mordiente de inicios de noviembre.

Mientras Viviane encendía la hoguera Donny se mantuvo alejado. Estaba esperando a que Mala Pata se presentase a quien tuviese que presentarse para invitarle a sentarse con elos. Le había cogido cariño al Metis en esos días y estaba bien no ser el único sin tetas para variar.

Cuando pudo sentarse junto al fuego sacó una manta vieja y apestosa de su Fetiche y la dejó en el suelo por si quería utilizarla alguien. No solía pasar, y cuando pasaba lo que a él le parecía un tiempo razonable se envolvía con ella. Aún así hacía frío. Solía dormir en forma Lupus para protegerse de las temperaturas más bajas de la noche, y porque era cómodo, pero parecía contento con dejar que se le congelasen las yemas de los dedos.

Le preguntó a Viviane qué tal estaba y quiso hacerle alguna pregunta a Alecto, pero lo cierto es que no tenía ni idea de qué hablar con ella. Si querían saber lo que había pasado en La Lobera, estaba seguro de que Ashley iba a contarlo mejor. O Mala Pata, que no por nada era Galliard.

Viviane cogió los materiales precisos, que solían estar junto a la hoguera, y se dispuso a la tarea. Había cogido cierta práctica durante los meses pasados, de modo que no tardó en prender una pequeña llama y avivarla con paciencia y cuidado hasta que puso sostenerse por sí misma, ofreciéndoles un calor agradable. Tomó asiento junto al Roehuesos y extendió las manos hacia el fuego, tratando de disuadir el frío que se había agarrado a su cuerpo durante el viaje en moto.  De paso le felicitó por su victorioso regreso. No había avisado a Adam de su regreso al clan, principalmente porque no esperaba quedarse. Pero al llegar su manada había descubierto lo agradable que era rodearse de ellos. Volvería mañana tras la salida del sol.

Al regresar la Alfa, más presentable según su criterio, Flecha-de-plomo se levantó sacudiéndose el pantalón.

-¿Puedo hablar contigo? -preguntó en tono quedo, ladeando la cabeza para indicarle que en otro lado.

Ashley volvió con el pelo húmedo y suelto goteando sobre su sudadera limpia. Se lo había lavado en el río y, de no ser por la temperatura, se habría metido entera. Al día siguiente se pasaría por casa para ver a Jim y a su madre y para tomar una ducha caliente. Necesitaba un poco de Tejedora en su vida después de pasar tantos días perdida fuera del mundo.

Pasó junto a Donny y arrugó el gesto.

-Sabes que hacer la colada no te cuesta ni un pavo, ¿verdad? -dijo en referencia a la peste que le envolvía. No lo decía de manera hiriente, sino como quien constata un hecho evidente. La mirada de Viviane la distrajo y asintió-. Vamos.

Se alejaron de allí cruzándose con Mala Pata.

El Metis se hizo camino tímidamente hasta el grupo y divisó a Donny, que hasta ahora había sido su alfa. Emitió un gemido lastimero y avanzó en señal sumisa para luego echarse de lado y mostrar la garganta. Parecía que quería continuar con los lazos de manada y ser su miembro omega o, al menos, sentarse al fuego con él.

La Ragabash perdió la mirada en dirección al metis cojo unos segundos antes de seguir a Ashley, igual que cuando deseaba practicarle el Rito de la Herida. Guardó las manos en los bolsillos y, cuando se hubieron alejado lo suficiente se cuadró frente a ella, relajada. Se le notaba en la forma de mirar, menos crítica y más vivaracha, como solía, que empezaba a asomar las orejas para salir del bache.

-Quería hablarte de ella. Pero son estar delante, claro -empezó en tono quedo. Entonces hizo una pausa, como si recayese en algo y añadió con una sornisa-. Felicidades por el regreso, por cierto. Pero a lo que iba: Tres-Acordes andaba perdida por la ciudad. Decía que estaba buscando un nuevo clan al que servir. Pensé que estaría bien presentarla a los ancianos dada la situación que padece el nuestro, pero lo curioso fue cuando mencionó a Jabalí. Tú también recuerdas el encuentro en la Umbra, ¿verdad?

-Era Galliard, ¿verdad? -preguntó Ashley-. La verdad es que nuestra experiencia con los Danzantes Lunares ha sido bastante... decepcionante.

Miró en dirección al grupo de la hoguera. La Fenris no gustaba de nuevos añadidos en su grupo exclusivo (¡Súper exclusivo! ¡Hasta tenía Roehuesos!), pero igual que en momentos de necesidad había permitido que un Metis se uniese a Donny y a ella, quizá, si la enviaba Jabalí...

-He oído que Kate está en un retiro espiritual con Mary. Creo que está buscando a Jabalí. Y ya es hora de que nos consagremos a un Tótem. Si a esa chica la envían pues... habrá que tenerla en cuenta.

Ashley se esparció el pelo rubio con la mano para que se secase mejor.

-Escucha, Viv, he aprendido un par de cosas de lo que pasó en Chicago y sinceramente, voy a intentar reformarme. No voy a negarme a incluir a nadie siempre que se demuestre digno. Tú dirás lo que te parece esa chica. Me fío de tu criterio.

No veía el sentido de usar un dinero que podía gastarse en comida o en llamar desde una cabina en lavar la ropa. Además la peste tapaba un poco el olor a bosque, aunque ya no le resultaba desagradable como antes.

Palmeó el suelo para invitar a Mala Pata a sentarse, o tumbarse, o lo que quisiera. Entendía lo de arrastrarse y enseñar la garganta cuando eran una manada de lobos, pero ya habían salido de La Lobera. Con pedir permiso bastaba.

Viviane se sonrió. Después de todo, Chicago les había aportado algo más que horrores, también una visión generalizada de los errores particulares de cada uno, y el laxo papel que tenían como manada novata. Debían emplearse más, unirse, formarse, y también ceder en ciertos aspectos personales, tal y como estaba haciendo Ashley.

-No la conozco, la verdad. Apenas he hablado un par de horas con ella, pero tiene energía y ganas. Ha estado tocando la guitarra y daba la sensación de que calmaba a los espíritus con cada nota. Cometió un error con su antigua manada, creo, y desea esforzarse al máximo por enmendarlo, por honrar a su auspicio. No me he parado a preguntarle qué fue lo que pasó, pero estaría bien saberlo. No podemos arriesgarnos tampoco.

Sintió un pinchazo agudo en el pecho, cargado de remordimientos. Agachó la mirada hacia el suelo.

-En realidad tengo esperanzas de que sea lo que buscamos, hay algo que me lo dice, pero me siento mal conmigo misma. Es como si me urgiese la necesidad de encontrar a alguien, y eso me hace sentir que trato de reemplazar a Leigh para ocultar la catástrofe a toda costa. Hoy he vuelto al clan por primera vez, para traerla. Y si no llegáis a regresar me habría ido ya. Sé que tengo que ser más fuerte que todo eso, me lo dijo Lysandra. Pero... cuesta.

-Viviane, todo el mundo comete errores -dijo Ashley-. El problema es que cuando eres un monstruo con dientes y garras, los errores son mucho más graves. Pero oye, todo el mundo sabe lo que es el frenesí. Nadie piensa que quisieras hacerle daño a Leigh de verdad. Es sólo que están tristes.

La Philodox le apretó el hombro, intentando transmitirle confianza.

-Por lo menos no eres un hombre. Tus amigas Furias van a ser benevolentes contigo por la hermandad femenina y todo ese rollo antes o después. Dedícales a tu primogénita y se les pasará.

Sonrió. Tenía cierta gracia.

-Cuando estaba en el instituto, mis amigas decían que era la mejor amiga que pudieran tener. Pero lo único que hacíamos era hablar mal las unas de las otras cuando no estaban delante. Quisiera verlas aquí, luchando por sus vidas con sus "mejores amigas". En cambio, con vosotros... Es distinto. No tengo miedo.

Alecto observó como Ashley y Viviane se alejaban del grupo y el metis se se acercaba a Botón-del-Pánico en una actitud de sumisión total para sentarse junto a él. Por un segundo se planteó seguir su ejemplo, pero lo descartó rápidamente. No mientras él estuviera en su forma homínida, y probablemente tampoco cuando estuviera en su forma lupus, a menos que fuese su alfa. Finalmente, también como homínida, se acercó y se quedó de pie a un par de metros del chico.

-Hey -dijo, algo incómoda; el Ahroun no parecía muy dado a la conversación casual... o a la conversación, en general. Aún así se estaba helando. Y en cuanto a él, por algún sitio tendría que empezar si iban a ser compañeros. Señaló vagamente hacia la hoguera-. ¿Puedo?

-Siéntate, sí.

No le ofreció ningún sitio porque tenía sitio de sobra. ¿De dónde habría salido esta chica? ¿La había enviado Jabalí de verdad? Su encuentro con el Espíritu había sido muy breve, y la verdad, Donny estaba preocupado con otros asuntos en aquel momento.

-Soy Donny -se presentó cuando recordó que Ashley sólo había dado su nombre Garou.

-Donny Botón-del-Pánico -sonrió ella-. Es un placer. Como ya os ha dicho Viviane yo soy Alecto Tres-Acordes, Galliard de las Furias Negras.

Miró al metis que se había acomodado cerca de ellos. Otro Galliard. Uno que probablemente había luchado con ellos para salir de la Lobera, y por cómo lo contaban parecía que no había sido nada fácil. Alecto había aprendido a no subestimar los vínculos que nacían de pelear junto a otro garou. Lo único que ella había hecho había sido tomarse un café con Viviane. Pero Mala Pata no parecía demasiado interesado en hacer otra cosa que descansar; por alguna razón tenía un aire que hacía pensar que, de hecho, descansar era su único objetivo a largo plazo.

-Así que... la Lobera... -dijo para intentar entablar conversación-. He oído algo sobre ese sitio, en canciones, historias... aunque nada demasiado específico.

-Es que les gusta que sea una sorpresa.

Las ventajas de ser Galliard, claro. Les contaban todo tipo de historias. A los Theurge les enseñaban a moverse por la Umbra. La educación garou de Donny dejaba bastante que desear. Se sabía algunos puntos de la Letanía, y el resto habían sido lecciones sueltas entre sesiones de sparring.

Alecto asintió. Estaba claro que aquello no iba a ser tan fácil como hablar con la Ragabash. Tras un momento de silencio se giró un poco hacia él y volvió a intentar sacarle algunas palabras:

-¿Y a qué fuisteis a la Lobera, si se puede preguntar?

No quería contarle lo del Gran Klaive. A Ashley y a Viviane sí, las conocía. El clan iba a enterarse tarde o temprano, e iba a tener que soportar suficientes burlas y miradas. No quería que Tres-Acordes se riese de él nada más conocerle. Claro que tampoco sabía qué decirle.

-Dom, eh, nos mandó en una búsqueda espiritual. Para impresionar a los Ancianos y eso. Pero Kate está no se dónde. Kate es nuestra Theurge. ¿La has conocido?

-Ah, la otra Furia. No, aún no -miró al chico de soslayo. Otro que no sabía donde estaba su Theurge. Y si podía confiar en su instinto, tampoco sabía mentir. Quizás los habían mandado a la Lobera a por el Galliard que necesitaban. Pero si asi era, ¿por qué ocultárselo? Tenía que calmarse, se estaba poniendo paranoica-. No suena a sitio idóneo para ponerse espiritual, yo también habría vuelto bastante molesta... Aunque sinceramente, no tengo mucha idea de lo que uno hace para ponerse espiritual. Cuando Jabalí empezó a mandarme sueños proféticos creía que estaba flipando.

-¿Por eso has venido? ¿Jabalí?

Pensaba que los Ancianos iban a traer más gente al Clan. Pero bueno, si los espíritus les hacían el trabajo, mejor para ellos.

-Así es. Cogi algo de ropa, mi guitarra y bastante menos dinero del que acabé necesitando y me puse en camino. Hice la última parte del camino a base de autostop, pero al final ha valido la pena. Es decir, aún no sé si podré quedarme, pero los ancianos dicen que no debería haber problemas... y Viviene dice que necesitáis una Galliard...

¿Olían todos los Roehuesos así? Normalmente se lo habría preguntado a bocajarro, pero no quería herir ninguna sensibilidad tribal y aquella conversación ya iba bastante a trompicones.