Partida Rol por web

16 de noviembre de 2000 - 12:14

Cuando llegaron a Bolingbrook, al polígono industrial donde se hallaba el almacén de Callahan Co., había gente en todas partes. Camiones y furgonetas, el ruido de la maquinaria, las voces de los capataces. Los tres Garou parecían fuera de lugar. Tres adolescentes que nada sabían de la vida perdidos entre un montón de trabajadores que no tenían ni idea de que uno de sus vecinos era la corrupción personificada, produciendo el café que bebían por las mañanas y el té que bebían por las tardes.

Cuando llegaron al almacén, lo enontraron vacío. Nada de camiones, nada de gente. Las puertas cerradas, ninguna luz en el interior. Ninguna actividad.

La ragabash contempló el lugar con preocupación, tratando de buscar todas las opciones posibles. Ninguna de ellas le llevaba a la conclusión de que saldrían de allí con vida, pero prefirió no comentarlo. Era algo que los tres sabía, probablemente. Soltó todo el aire y se frotó las manos.

-Vale: nada de pasar a la Umbra. Esto da terror -comentó mientras buscaba cámaras o algún sistema de alarma-. Creo que lo mejor sería entrar y echar un vistazo, y creo que tú -señaló al Ahroun-, deberías pasar a lupus y tratar de encontrar el rastro de tu madre. De modo que, Alecto, prepárate para lo que se nos pueda venir encima.

El estado de ánimo de Donny no había mejorado ni un ápice desde que salieran de casa de Viviane. Al contrario, sólo había logrado asustarse más, lo que le ponía más nervioso y le acercaba más a una explosión de Rabia no deseada. Asintió, gruñó una respuesta muy vaga y buscó un sitio discreto donde cambiar de forma. Después trotó de nuevo junto a Alecto y Viviane. Llevaba la cola y las orejas tiesas. No dejaba de mirar de un lado a otro, buscando la cara de su madre entre los trabajadores. Una vez que estuvo en lupus pudo usar también la nariz para buscarla.

-No vamos a la Umbra. Está claro que es mi día de suerte -dijo, y añadió en voz baja-. Voy a aferrarme a eso.

El momento que Donny tardó en escabullirse y regresar en forma de lupus se le hizo eterno. Consideró decirle algo a Viviane, pero al final decidió no hacerlo.

-Pues cuando queráis... yo estoy lista -dijo, y esperó sonar más convincente de lo que ella se había escuchado.

Las cámaras, bien sabía Viviane, habían quedado hechas un cromo después de que le aplicase su tratamiento de garrazos. Si no había nadie en los alrededores no les costaría pegar un salto y colarse dentro como habían hecho cuatro días antes, sólo que esta vez el tiempo apremiaba. Sobre todo porque Donny percibía claramente el aroma de su madre. Había estado allí el mismo día anterior, por lo que debía de seguir con vida. O eso sería bueno pensar.

Todo apestaba a hombre, a gasolina y a petróleo, pero no parecía que hubiese nada de eso ahora. Los Danzantes no eran tan estúpidos como para no irse de allí tan pronto los descubrieron.

Viviane arrugó la nariz ante la amalgama de olores y se aupó una vez más con ayuda de Alecto para saltar la valla que los separaba de aquel pestilente lugar. Vigilando ambos flancos mientras se acercaba, rebuscó entre los bolsillos hasta dar con algo que le sirviese para abrirla cerradura. Se estaba volviendo una delincuente de cuidado, aunque nadie iba a decirle nada. Se agachó y comenzó a trastear, pero le sudaban las manos por los nervios y estaba demasiado atenta al entorno como para atinar. Finalmente, tras varios intentos desesperados, logró abrir la maldita puerta.

-Joder, por fin -masculló entre dientes mientras se limpiaba el sudor de la frente con la manga.

La puerta individual se abrió con un chirrido.

Cuando captó el rastro de su madre empezó a gruñir y gemir alternativamente. No quería pensar en lo que podía haberle pasado. Tan pronto como Viviane abrió la puerta Donny asomó la cabeza, pegando la nariz al suelo.

Alecto entró tras Donny. Si las circunstancias hubieran sido distintas habría hecho alguna broma sobre series de policías con perros entrando a sitios sospechosos, a lo mejor incluso había entrado con los dedos en forma de pistola, pero esta vez se limitó a asomarse y pasar cautelosamente. No parecía haber nadie dentro, pero por los furiosos olfateos de Donny supuso que había al menos un rastro. Se volvió hacia Viviane y le hizo un gesto para que la siguiera, aún reacia a levantar la voz.

Una vez sus compañeros hubieron entrado, se aseguró de dejar la puerta abierta para una posible retirada y siguió a la valkiria y al perro rastreador. Olfateaba el aire igual que él, aunque permanecía más atenta a lo que sus oídos pudiesen escuchar. La otra vez les habían pillado por sorpresa, pero no iba a dejar que eso ocurriese una segunda.

En el interior del edificio contemplaron el recibidor silencioso y vacío, esta vez más que la última. El ordenador ya no estaba. Por las marcas en la mesa, se diría que alguien la había tomado con ella y le había dado un par de meneos con una fuerza de levantador de peso.

Todo apestaba a lejía. Donny perdió la pista de su madre. Si había llegado a estar aquí dentro, no lo sabía. Viviane, con la nariz atestada de la peste a productos químicos, distinguió el aroma de la sangre. Se hacía más fuerte cuando llegaban a la zona de oficinas. Allí, Donny casi había muerto y los fomori lo habían hecho. La peste de su sangre contaminada, ya limpia y refrotada del suelo, seguía en el aire para la nariz experta. También quedaba alguna marca de bala de plata que Donny sintió al pasar junto a ella como si las tuviera dentro.

Las puertas de las oficinas estaban entreabiertas, pero seguía sin haber nadie. Los archivos tenían los cajones abiertos y vacíos. Faltaban las cpu de los ordenadores y cualquier efecto personal. Todo apestaba a lejía. Quien fuese se había empleado a fondo en limpiarlo todo.

Llegó un punto en el que el olor era tan intenso que tuvo que cubrirse la nariz con la manga de la sudadera, evitando volver a ver el desayuno. Los productos de limpieza no podían encubrirlo todo, y allí flotaba la peste a legía y sangre, como si alguien hubiese tratado de limpiar concienzudamente cualquier tipo de pista o rastro. Y a juzgar por los movimientos erráticos del lupus, parecía que lo habían logrado. Además, tenía la imperiosa sensación de que aquello era una trampa, pero ya era demasiado tarde para echarse atrás.

Viviane observó a Donny, esperando que él las comandara.

El olor de la lejía le quemaba la nariz, lo que no se añadía a los buenos recuerdos que tenía de aquel sitio. No le detuvo, sin embargo. Gruñó y cambió a homínido mientras corría hacia las oficinas. Si iba a desmantelar aquel sitio hasta que encontrase a su madre iba a necesitar manos.

Alecto intentó seguir a Donny de cerca manteniendo un ojo en Viviane. Aunque el sitio parecía vacío, la sensación que le causaba estar allí dentro la ponía tan nerviosa como si hubiera gente escondida detrás de cada esquina.

-¿Donny? -llamó cuando le vio pasar a homínido-. ¿Tienes el rastro?

En el almacén no quedaba nada. Todas las cajas se habían ido; también los camiones. Lo único que quedaba en el suelo era lo que parecía una trampilla. Estaba encajada, pero metiendo los dedos por el pequeño hueco que quedaba entre el suelo y la chapa podría levantarse.

-Lo he perdido -gruñó, buscando puertas que abrir y mesas que volcar.

Nada. No había nada. No estaba por ninguna parte. Donny fue hacia el almacén, tambaleándose. Le faltaba el aire, y fue verdaderamente un milagro que viese la trampilla. Se lanzó sobre ella, intentando meter sus gruesos dedos por el hueco para abrirla.

A Viviane no le pareció buena idea internarse más, tampoco que quisieran abrir aquella trampilla. Todo le daba mala espina, como si estuviesen a punto de pulsar un botón sin querer que les iba a hacer volar por los aires. Con la diferencia de que el Wyrm no actuaba así, no. Él era mucho más retorcido y macabro, y ya habían tenido ocasión de comprobarlo en aquella cocina donde habían hecho cocido de Garou... Pero no podía decirle a Donny que dejase de buscar a su madre, aunque alguien tenía que hacer algo y ella solía ser la voz de la razón.

-Deberíamos irnos -dijo, tirando la piedra al aire.

Al levantar la lámina de metal y dejarla a un lado distinguieron una escalera de mano que no llevaba muy abajo. El cuarto secreto podía alcanzarse de un salto si así se quería. Olía a sangre y a suciedad, lo que constrataba enormenente con la pulcritud del piso superior. Viviane distinguió desde arriba que no había nadie. Un par de camastros serían perfectos para que los fomori o los Danzantes durmieran. En las paredes había glifos que no había visto nunca. Al fondo, unas cuantas cadenas de plata con grilletes que servían para suspender al prisionero agónicamente.

Sobre uno de los camastros había un sobre. Con clara caligrafía decía "A la atención de Donald Garrett".

Donny saltó al agujero y estuvo a punto de tropezar. No podía pensar con claridad y estaba empezando a hiperventilar. No podía dejar de imaginar a su madre en un estofado, como el que le habían dado a Charlie. ¿Y si estaba viva? ¿Y si le atrapaban? ¿Le darían de comer a su madre con guarnición de patatas, o al revés?

Temblando de la cabeza a los pies, Donny agarró el sobre con dedos torpes y lo rasgo.

Querido Botón-del-pánico:

Como bien puedes imaginarte tengo a tu madre, aunque no supe esto hasta que no le rompí el brazo. Tranquilo, no es nada que no pueda curarse con un poco de descanso. No me interesa matarla por el momento. Me gustaría darte la oportunidad de recuperarla.

He visto que tienes el Gran Klaive de Niebla-de-verano. No se me ocurre ninguna razón por la que el Clan te la daría, más allá de que hayan perdido la cabeza del todo. En cualquier caso, veo que sabes usarlo y he decidido retarte a un duelo. Abajo te dejo una dirección: ven a verme. Tienes una hora desde el momento en que leas el mensaje.

Por supuesto, más te vale venir solo. Si no lo haces, prepárate para tener unos cuantos hermanitos más. Sabemos que ha dado a luz a un Garou: con la ayuda del Chotacabras podrá tener unos cuantos más. Por lo que he podido comprobar, es bastante receptiva cuando se la asusta lo suficiente.

¿He dicho ya que tienes que venir solo? ¿Y que tu madre será violada y sus hijos se convertirán en nuestros Parientes?

Sinceramente,

Yaoorgjj de los Danzantes de la Espiral Negra.