Partida Rol por web

-Las Sirvientes sí que deberían tocarte las pelotas. Estamos de misión espiritual, no de vacaciones. Tu madre está en el corazón del Túmulo al cuidado de un montón de Furias Negras: creo que tiene más posibilidades de que le pase algo malo en su casa que aquí. Imagínate cómo van a estar cuando volvamos del Klaive Ensangrentado con Jabalí de nuestra parte... y probablemente con un par de Cicatrices de Guerra. Somos una manada y estamos trabajando por el grupo. Pensad en el todo en lugar de en cada uno.

Ashley se toqueteó la cicatriz del cuello con nerviosismo. La última vez que había estado en Seattle, su padre casi le había arrancado la garganta, pero debió de divertirle lo suficiente como para aceptar su petición de volver a Naperville.

-Ah, genial, si voy a terminar con cicatrices vámonos.

-Debes de ser un Ahroun bastante idiota si no quieres un par de cicatrices para lucirte. Eso te da puntos frente a los Ancianos, pero tú mismo si quieres hacer el Ragabash. Sin ánimo de ofender, Viv.

El Lupus siguió a Ashley para darle las gracias a las Theurges y volvió junto a ella con el resto de la manada, ya en su forma original.

- Todo el clan se nos echaría encima si no cumplimos lo que nos pide Jabalí. Igualmente, espero tener los amuletos para vuestra parentela mañana.

Donny puso su expresión más amarga y miró a Sueño. Bajó la cabeza, pensativo. Lo cierto es que, por muy Ahroun que fuese, prefería no sangrar si no era necesario. Aún así Ashley tenía razón. Probablemente fuera seguro dejar a su madre con las Sirvientes. Probablemente.

-Bueno. Pero si el alumento da la alarma, que le den a Jabalí. Me vuelvo al Clan cagando hostias.

-Probablemente soy la última con derecho a hablar ahora mismo de lo que le conviene a la manada, pero esto es importante. Es nuestra oportunidad para convertirnos en una manada de verdad y que dejen de llamarnos recaderos. Podemos demostrar algo si conseguimos que Jabalí nos acepte. Tenemos que darlo todo. Todos juntos.

"Donny."  La voz de Alecto resonó en la mente del Ahroun. "Tienes que estar con nosotros en esto. Por muy independiente que seas, la manada no es nada sin su Ahroun.  Y no tenemos que pensar sólo en la manada, también tenemos que pensar en Ashley. ¿Cómo crees que va a quedar delante del clan de su padre siendo una alfa que es incapaz de mantener a su manada junta en una misión? Y eso tampoco nos ayudaría a ganarnos su respeto. Sé que estás preocupado por tu madre y que la opinión del Martillo del Alba no significa nada al lado de su bienestar, pero ahora mismo está en el sitio más seguro en el que podría estar, así que lo mejor que podemos hacer es acabar con la misión cuanto antes y volver al clan. Si estás de acuerdo dile a Ashley que intentemos terminar la misión deprisa y bien; si no estás de acuerdo piensa 'Alecto, sal de mi mente o te tiro el Klaive a la cabeza' alto y claro."

Donny empezó, de pronto, a mirar en todas las direcciones. Su vista se fijó en Alecto, y parecía disgustado. Muy disgustado.

-Ya he dicho que vale -dijo al cabo de unos instantes-. Por mí como si nos vamos ya mismo. Pero Alecto, sal de mi cabeza o te comes tu guitarra.

-Está bien -dijo Viviane con hosquedad-. Pues nos vamos.

La Furia Negra esperó a que el grupo de deshiciera para ir a hablar con Alecto.

La ragabash estuvo en silencio durante un buen rato hasta que la manada se disgregó, y entonces buscó a Alecto. Seguía enfadada por todo, pero dado que lo de Jabalí no tenía mucho más remedio hasta fuesen a visitar al padre de Ashley, le pidió a la Galliard dar una vuelta por los alrededores.

-Oye, podías haberlo mencionado en estas semanas, ¿no? -soltó sin preámbulo alguno.

-Probablemente, pero no es precisamente la mejor carta de presentación y tenía miedo de que no me dieseis una oportunidad, y después no encontraba la ocasión para decir 'Eh, por cierto, me echaron de mi anterior manada por comer jabalí...' -suspiró-. Aunque llevas razón, tampoco es que estuviera buscando la ocasión con muchas ganas. Debería haberlo hecho... al menos para tí.

Se cruzó de brazos, intentando seguir enfadada. Pero al final dejó caer los brazos y su tono volvió a ser amistoso.

-Sí, esperaba que lo hubieras hecho. Al menos después de contarte... lo de Leigh, nada más llegar. ¿De verdad creías que nos importaría tanto?

-No estaba muy segura... por eso pensé que era mejor dejarlo para cuando hubiese probado que podía ser una buena elección para la manada. No quería arriesgarme, después de el viaje, y todo lo que pasó con mi anterior manada. Quería estar segura al cien por cien -se miró las puntas de los pies, bajando la voz-. Y no sabes que mal lo he pasado pensando que me podríais preguntar en cualquier momento por lo que pasó en mi anterior manada, porque si lo llegáis a preguntar seguro que lo largo todo.

Viviane se encogió sobre sí misma y apretó los labios. Al momento, frente a Alecto se encontraba una loba negra y blanca que se acercó con las orejas gachas.

-Eres la mejor Galliard que podríamos tener -gimoteó en garou, pegando se hocico a sus piernas.

Alecto pasó los dedos por el pelaje espeso entre sus orejas, afectuosamente.

-Me alegro que pienses así -dijo con una sonrisa, agachándose y apoyando una rodilla en el suelo para ponerse a su nivel con una sonrisa-. Y te puedo devolver el cumplido, no te cambiaría por ninguna otra Ragabash.

La loba se aupó sobre su rodilla, levantando la cabeza y moviendo la cola de un lado a otro, animada. Después se separó para sentarse frente a ella, todavía escobando el suelo. Ladeó la cabeza y bostezó, abriendo las fauces y sacando la lengua.

-¿Cómo lo hizo la ragabash de tu Clan para obtener el favor de Jabalí? -quiso saber. Aquel tema le preocupaba mucho.

Se agazapó adoptando la forma de una esfinge egipcia, con el cuello recto y las orejas apuntando hacia arriba.

Alecto se dejó caer hacia atrás. sentándose de forma poca digna y rascándose la parte de atrás del cuello con una mueca:

-Bueno, Helena era... sorprendentemente eficaz cuando se metía en una refriega. Todas nos quedamos bastante sorprendidas. Creo que fue la única que alguna vez consiguió darle un par de toques a nuestra alfa en los entrenamientos, que era -resopló, enarcando las cejas- una máquina de abrir cabezas. Pero de verdad, no creo que debas medirte con alguien como Helena, porque no tenía ningún tipo de técnica, sencillamente estaba chalada. Es decir, verla pelear era como cuando juegas a un videojuego de peleas y le das a todos los botones a la vez y piensas, bueno, seguro que alguno le da. De hecho una vez mordió una cola y era la suya. Helena Se-Muerde-La-Cola. Toda una eminencia.

Viviane se habría reído, pero en forma lupina solamente pudo agachar el hocico y ocultarlo bajo las patas, como avergonzada.

-Al menos no se te ha pegado su locura. Tendré que dejar a un lado el subterfugio hasta que demuestre mi valía como Jabalí quiere.

Alecto se llevó la mano al cuello discretamente y se inclinó hacia la cara interior de su muñeca como un espía hablando por un micrófono oculto. Miró a su alrededor haciendo una pantomima de secretismo y dijo en voz baja, pero totalmente audible:

-El objetivo piensa que no se me ha pegado la locura. El plan sigue según lo previsto.

La ragabash agachó la cabeza y gruñó enseñando los colmillos sin dejar de mover la cola. Se agazapó, inmóvil durante unos segundos, y saltó sobre Alecto sin medir muy bien la fuerza con la que lo hacía, enganchando la manga del jersey y tirando, juguetona. Ladró y se separó, esperando una respuesta al juego.