Partida Rol por web

Alecto se encontró con un colchón sucio en el suelo, el potente olor de la sangre y el espíritu del odio vibrando desde el techo, con un ansia de destrucción electrizante que abrasaba. La Galliard nunca había sentido un odio así, como aquel.

Entonces, frente a ella, un Garou en Crinos cambió de lado. Era un Metis deforme de pelo fosco y ojos abultados que gruñía en su dirección.

Las Perdiciones se lanzaron al ataque de inmediato. Las tres a la vez, como una parodia de manada, se dedicaron a entretener a cada uno de los Garou. Mientras que Ashley y Viviane lograron evitar que los daños fueran graves, recibiendo pequeñas quemaduras en los costados y los brazos, a Donny le dieron un buen mordisco en el morro y le abrasaron una pata.

Ashely rugió y se abalanzó sobre la primera Perdición. Sus garras recién afiladas cortaron la forma brumosa del espíritu, sajando su Esencia, que se desparramó en volutas. La Perdición gritó, agónica, y se enroscó sobre sí misma para devolverle el ataque.

Rugiendo de dolor e ira, Donny saltó sobre la Perdición que le había herido convertido en un remolino de dientes y plata.

Sueño agachó las orejas y el hocico antes de retroceder poco a poco, confundido y dolorido. Su cabeza, sus ojos... Los cerró esperando que se pasara. Necesitaba escudriñar para saber lo que había al otro lado.

Felcha-de-plomo, en Crinos y visible, lazó una dentellada contra la perdición.

Donny destrozó a la Perdición, que murió en el acto. Las otras dos aguantaron las embestidas del resto como mejor pudieron, chirriando y gritando llenas de Rabia.

Los espíritus, infectados de ira, redoblaron sus esfuerzos y ataques y arrancaron pedazos de carne y pelo de los hombros y el pecho de Ashley, y mordieron a Viviane con un odio abrasador.

Una vez que su presa hubo caído, Donny se volvió hacia sus compañeras. Corrió hacia ellas y se plantó entre las dos rugiendo y babeando. Gracias a la Rabia que ardía en su sangre pudo herir a ambas Perdiciones en apenas un instante.

Ashley dejó escapar un aullido de dolor. La Perdición que le arrancaba tiras de carne no pudo apartarse del espadazo de Donny, ni de la venganza de Ashley. La Fenris hundió sus afiladísimas garras dentro de su Esencia y arrancó lo que la mantenía corpórea. Llenándolo todo de bilis y sangre pútrida, Ashley partió a la Perdición en dos.

Alecto lo miró un momento. Tras un segundo de total inmovibilidad salió disparada por donde había venido. Tendría que pasar cerca de donde habían dejado al resto de la manada y confiar en que el Metis fuese más lento que ella y en que alguien lo enzarzara en la pelea de camino.

Al llegar, sin embargo, la situación estaba peor de lo que había esperado. Aunque sólo quedaba una perdición en pie, le sobró un segundo para darse cuenta de que lo último que Ashley necesitaba es que les dejara un regalo como el que traía por la espalda. Entonces vió a Viviane.

Alecto gruñó, frenando en seco a pocos metros del grupo y lanzándose sobre su perseguidor con las garras por delante.

Viviane remató la perdición de una dentellada, deshaciéndose al fin de ella y arremetiendo de inmediato contra el Danzante que Alecto batallaba.

A través de la Celosía, el Theurge vio una sala de tortura. Colgada de dos ganchos de plata que le habían clavado en los antebrazos, Ismene tenía la cabeza caída sobre el pecho y el único ojo centrado en la Danzante de la Espiral Negra Garra-Pestilente, antes conocida como Uñas-de-cristal con un odio insondable.

Casi como si hubiese notado el escudriñamiento, la Danzante giró sobre sí misma y miró al otro lado de Sueño.

-Es hora de que me marche. Disfruta del tiempo que te quede, Lengua-venenosa.

Y dicho esto, salió corriendo por las escaleras.

El Metis se alejó de los garrazos y les dedicó un gruñido burlón.

-Le he hecho un buen Metis a la zorra -dijo-. Espero que su hijo venga a verme pronto.

Y dicho esto, cambió a Lupus y echó a correr.

Sueño se preparó pensando que Uñas-de-Cristal iba a atacarle antes de recordar que se encontraban en diferentes planos. La traidora le atravesó y continuó su camino, dejando a Sueño algo trastornado aún por los gritos del espíritu y la visión. Tras reponerse avanzó hacia Ismene y la sujetó para aliviar su dolor antes de arrancar las cadenas del techo con su fuerza. La plata hacía que se le revolviese el estómago.

-Ya se ha acabado -le dijo en Garou.

A pesar de su tamaño, el Garou se las arregló para quitar los ganchos con delicadeza.

-¿Puedes cambiar?

Donny rugió y se lanzó a la caza del Danzante. Guiado por la poderosa necesidad de arrancarle la lengua y hacerle un Metis con ella, se transformó en Hispo en el aire y echó a correr, forzando su cuerpo al máximo para tratar de darle alcance antes de que se escabullera.

Alecto echó a correr tras el Metis. Si Donny no lo alcanzaba, ella lo alcanzaría deprisa y se aseguraría de que entendiese que no iba a tocar a ninguna mujer nunca más antes de enseñarle sus propias entrañas. Miró deprisa hacia atrás; tenía que agarrar a ese cabrón rápido o tendría que dar la vuelta. No podía dejar a Ashley y a Viviane solas como estaban.

Se desplomó sobre el Theurge cuando le arrancó los ganchos. Las heridas habían quedado cauterizadas por el ardor de la plata, pero era evidente que había sido torturada durante muchas horas y que todo el dolor se había cobrado un precio.

Sueño notó algo húmedo y duro contra su hombro. El rostro de Ismene, pálido y sucio, se convulsionó. Al abrir la boca dejó escapar una mezcla de gárgara y gruñido y por su barbilla fluyó la sangre. El único ojo de Ismene brilló por las lágrimas. El bulto sobre su hombro de Crinos, atravesado de lado a lado con un cordel y colgado del cuello de la Ragabash, era su lengua.

El Metis en Lupus atravesó la Penumbra y se retiró hacia la Umbra Profunda, al camino de las Lúnulas por el sendero de plata, allá donde Selene brillaba hasta de día. La luna creciente ofrecía poca luminosidad, no obstante, y el camino era difícil de seguir.

Alecto en Crinos se adelantó a Donny y trató de echarle mano al Lupus.

Sueño no se horrorizó, había comido las tripas y desgarrado los cuellos de demasiadas presas en su camino hasta esa tierra, pero la visión le confundió. ¿Qué finalidad tenía aquello? ¿Era cosa del Wyrm o los instintos homínidos de Uñas-de-Cristal, retorcidos y ampliados por la oscuridad? Si de algo se había dado cuenta era de que los humanos eran especialmente crueles entre ellos y con otras razas. Aquello hizo que se le erizase el vello de la espalda. Todos los homínidos al fin y al cabo estaban manchados por el Wyrm, sus compañeros incluidos.

A él nunca se le habría pasado por la cabeza hacer algo así, fomor o no.

-Entiendo... Voy a buscar a tus hermanas y después saldremos de aquí.

Sueño salió de la habitación con Ismene aún en brazos y se dirigió a la puerta que quedaba, en la que sabía que Alecto no había entrado, pero no encontró nada. Aprovechando que no parecía haber nadie en ese plano entró por la puerta que quedaba, esperando encontrarse a la homínido o a las sirvientes que quedaban.