Partida Rol por web

Arkyn sigue subido en lo alto de la muralla, así que Norión está a solas con Adhellin. Con esmero, hacen los acabados de cada diploma. Cada pergamino es una obra de arte. En estos tiempos, la mayoría de los escritos son antiguos. Poco quedará para las futuras generaciones de nuestro paso por esta tierra, comenta Adhellin mientras su mano dibuja el escudo de Sil Auressë en otro de los treinta diplomas.

Mientras trabajan, Norión sigue pensando en lo que le ha dicho Casumirë sobre Ayla. El término "avari" puede referirse tanto a los elfos silvanos como a los sindar. Pero parecía estar convencido de que no se trataba de una noldo. No obstante, los escritos que la misteriosa fundadora de Sil Auressë había consultado y copiado eran de los noldor sin duda.

Norión traspasa los nombres de cada uno de los estudiantes a un libro de registros, con comentarios de cada uno - Lo que dices es verdad, quizás esta academia sea de las pocos legados que podamos dejar por estos tiempos -. Su mente seguía intentando comprender ciertas cosas que aún se le escapaban.

-Dime Adhellín, esta claro que eres muy bueno en el arte de la pintura, cada dibujo que haces en los diplomas da gusto verlo... que te llevó a ser bibliotecario de Sil Auressë? -

Sin levantar la vista del pergamino, y trazando con sumo cuidado las formas con su pluma, Adhellin le contesta: -No soy exactamente un bibliotecario. Cuando Ayla comenzó a buscar maestros para su Academia, yo me presenté. Además de pintura, escultura y demás artes, también puedo enseñar poesía. Aunque hasta hace poco, mis dibujos se usaban más en lo militar que en lo artístico. Planos, mapas, planes de ataque... Mucho de lo que hacemos se puede plasmar en una simple hoja.

El artista arquea sus cejas, observando el resultado. Parece conforme, y continúa hablando: -Cuando la conocí, pensé que había sido el destino. Un artista, de cualquier tipo, siempre busca un atisbo de la verdad, de lo que hay detrás de todo esto. Yo había tenía la suerte, hace muchos años, de visitar Siragalë, y conocer a algunos de los Primeros Nacidos. Aunque después seguí trabajando para las guerras de Cardolan, mi corazón anhelaba algo más. Entonces llegó ella, y la oportunidad que estaba esperando. Me rechazó en un primer momento, y el golpe fue duro. Pero poco después me envió una carta, y acudí a su llamada.

- Lo que hago aquí, de momento, es tener un taller donde intentamos dejar constancia de lo que aquí se está haciendo, para que la obra perdure en el tiempo. Los textos de Ayla, las enseñanzas de la Academia... Incluso se ha hablado de vender, llegado el momento, algunos tomos de interés general.

La mención de Siragalë le saca de sus pensamientos a Norión. Estaba repasando posibles sitios donde Ayla podía haber consultado antiguos escritos de los noldor, y no conocía ninguno en Cardolan. Estas tierras siempre habían sido más de paso para los Primeros Nacidos, entre Lindon en el oeste y los refugios escondidos como Rivendel cerca de las Montañas Nubladas. Los textos originales eran de Eregion, y cuando cayó Ost-in-Edhil, los altos elfos huyeron tratando de rescatar todo lo posible. Ninguno de esos sitios era muy dado a compartir o permitir el acceso a la sabiduría que sin duda poseían. Ni siquiera a la Orden de los Anamartar.

Siragalë era el nombre ancestral de las tierras al oeste de Baranduin, cerca de Cardolan. Pertenecían a Arthedain, pero en realidad las dejaban estar en su mayor parte porque se decía que aún vivían elfos allí. Recientemente, una parte de esas tierras ubicadas cerca del Bosque Viejo, habían sido entregadas por el Rey de Arthedain al pueblo de los medianos, que llevaban siglos viajando de un lado a otro sin hogar.

Las ideas agolpaban en la cabeza de Norión, pero no le acercaban a aclarar el misterio.

Arkyn permanece impasible, sin exteriorizar ninguna emoción, fruto de muchos años actuando en tabernas y posadas.

- Desconocía que aquí se jugase a esas cosas, más propias de la corte de un noble señor - comenta con tranquilidad mirando a los ojos de su interlocutor. - Pero tenéis razón en una cosa, la gente nunca tiene una sola intención. Quizás no las sepa o quizás las oculte, pero mi experiencia me indica que nadie se marca un solo objetivo en la vida, ni siquiera a corto plazo.

El bardo estudia al senescal durante unos segundos, intentando hacerse a la idea de qué tipo de persona es.

- Pero creo que has formulado mal tus preguntas, senescal. Pueden interesarte mis intenciones pero mis intenciones brotan como las setas en otoño. Volátiles como las hojas al viento, algunas duran unos instantes y otras toda la vida. Intenciones tengo muchas, pero no las compartiré con vos - Arkyn hace un gesto tranquilizador ante sus propias palabras. - No por ahora, por lo menos, pues no os conozco bien. Toda persona tiene un pasado y, si bien ahora sois el senescal de Sil Auressë, bien podéis tener un pasado distinto - continúa mientras se ayuda de gestos manuales para enfatizar sus comentarios - como granjero, pastor... o mercenario - concluye haciendo hincapie en la última palabra, de forma deliberada pero sutil.

El bardo deja pasar un par de segundos para que el senescal evalúe sus palabras y continúa:

- No, lo que os debe interesar ahora mismo es si mis intenciones son buenas o no. Y por ello no debéis temer ya que vengo solamente a amenizaros la fiesta en nombre de un amigo, al cual le hago un favor.

Aprovechando otra breve pausa hace un gesto señalando a su alrededor.

- Pero sí es cierto que habéis construido aquí algo especial. Algo único - prosigue volviendo a mirar a los ojos de Curudae. - He viajado mucho y sé apreciar la mano de los eldar cuando la veo. Preguntábais por mis intenciones, ¿no es verdad? - Arkyn abre las manos mostrando que no lleva espada, hacha o arco alguno. - Me gustaría conocer a la dama Aylarien, si ella tiene a bien recibirme...

-No sé si jugar a estas cosas se puede considerar noble. No me suelen atribuir ese calificativo. En Cardolan, el juego de intrigas siempre ha estado presente. Una partida compleja donde muchos príncipes han participado, y que se ha jugado en muchos lugares, y no sólo en las Cortes y los palacios.

El viento menea la capa de Curudae.

-Todos tenemos un pasado. Y unas metas que pueden cambiar según las circunstancias. Me interesaban tus intenciones más inmediatas, por si habías acudido aquí por mandato de alguien. No tenemos muchos enemigos, de momento. Aunque eso puede cambiar, por ejemplo esta noche…

El Senescal se queda en silencio, algo sorprendido por sus propias palabras. Parece haber desvelado más de lo que tenía previsto, o puede que todo forme parte de una estrategia premeditada.

-Te creo cuando dices que sólo vienes aquí a amenizar, aunque también te creo capaz de algo más que eso. Las victorias más importantes las logran a menudo personas que esconden sus armas, añade mirando las manos vacías de Arkyn. -¿Quieres conocer a la Dama Aylarien? Sí, eso lo puedo arreglar. No la he visto en muchos días, pero debo ir en su encuentro ahora. ¿Quieres acompañarme y conocerla antes de la fiesta?

Disimuladamente, el Senescal guarda la ficha de ajedrez en uno de los bolsillos. Una medio sonrisa se dibuja en el rostro casi inescrutable de Curudae.

El bardo asiente con solemnidad y se dispone a seguir a Curudae.

- He pasado media vida buscando, senescal, pero no eran enemigos lo que ansiaba encontrar. Hay hombres que creen en el azar y otros que creen en el destino. Uno de ellos me trajo aquí y, quizás haya una razón o quizás no, pero no tengo prisa por averiguarlo.

Arkyn comienza a divagar con la mirada perdida, como le suele ocurrir a veces.

- He viajado mucho y he visto muchas cosas pero ahora mis pies están cansados y mis manos piden una lumbre en la que calentarse por la noche. Comida caliente, vino especiado y unas mantas sobre un mullido colchón. Mis dedos recorriendo las cuerdas al ritmo de una antigua melodía, buscando aplausos de los presentes y sonrisas de alguna dama - Arkyn sonríe aunque por un instante sus ojos han recorrido la zona buscando, sin éxito una cara conocida. - ¿Qué mas quiere un bardo, senescal?

Curudae se le queda mirando un rato largo. - ¿Qué más queremos todos, amigo? Este lugar se fundó con la idea de que el pasado de cada uno no importa, y entre todos podíamos construir un futuro en esta tierra devastada por las guerras mezquinas y por las epidemias. Una esperanza. Un hogar. La gente de aquí sólo desea vivir y trabajar en paz, y queremos brindarle esa posibilidad. Pero como me dijo Khôradur en una ocasión, nos tenemos que hacer frente al mundo tal y como es, no como nos gustaría que fuera.

El Senescal baja por las escaleras y se queda esperando a que Arkyn haga lo mismo.

-Espero y deseo que aquí encuentres el hogar que andas buscando tras tus largos viajes. Y que puedas amenizarnos las noches en las tabernas. Sólo queremos seguir trabajando en nuestro sueño, pero hay cosas que pueden poner en peligro lo que aquí se quiere construir. Me temo que las fichas se están moviendo de nuevo en un tablero que ya estaba desmoronada. Sil Auressë no quiere formar parte de todo eso, pero tampoco se va a doblegar a los intereses mezquinos de otros. Por eso vamos a hacer una apuesta arriesgada, pero necesaria.

Curudae echa un último vistazo al patio del castillo, para dar el visto bueno a lo que se ha estado montando. El cocinero jefe Intorin está preparando una ninfiara para el banquete.

-En ese juego vil pero necesario para nuestra supervivencia, me gustaría tener un apoyo. Alguien que amenice las veladas de la aldea, efectivamente, y que hable con los recién llegados. Que hable, y que escuche. Y observe. Quizá también que haga lo mismo en otros sitios, donde podría interesarnos echar un ojo... Entre otras cosas, he regentado una posada en Tharbad muchos años. Sé valorar la importancia de un bardo. No te pediré más de lo que quieras darme. De momento que hables con la Dama Aylarien, y después volvemos a hablar tú y yo.  

- intentas dejar un legado, mas allá de tu vida... casi todos lo intentan... pero como saber si el legado será valorado o se perderá? ya no respirarás para saberlo... - la muerte le parecía tan natural y tan omnipotente, que todo intento de trascenderla era un absurdo para él, aunque hacía poco tiempo, comenzaba a sentir que estaba equivocado. - Pero Adhellin, ojalá lo logres, admiro tu determinación y tu devoción preservar y divulgar el conocimiento- Lo continuó ayudando hasta terminar con todos los diplomas.

- Y dime, fue en Siragalë que conociste a Ayla? o como fue?- los misterios de esa mujer no dejaban que su mente descanse ni un segundo, poco a poco, conocerla se convirtió en su mas anhelado sueño.

- Muy bien - respondió el bardo. - Cuando haya hablado con ella volveremos a vernos y tendrás una respuesta, senescal.

Decidió no agregar nada más y continuó siguiendo a Curudae mientras su mente fraguaba las preguntas que le haría a la dama Aylarien.

-No fue en Siragalë, responde Adhellin. - La conocí en Tharbad, este mismo año. Veo que tienes mucho interés en la Dama... Te aconsejo que vayas con cuidado, añade sonriente, -por si tus ojos o tu corazón no están preparados a contemplar a alguien tan hermosa. Porque sin duda ella lo es.

El pintor termina de enrollar los pergaminos, y al rato le dice: -Vamos, es hora de estrenar el comedor del castillo. A partir de hoy, los alumnos de la Academia, los maestros y otra gente residirán aquí arriba, así que la cocina se ha trasladado aquí.

Adhellin le lleva por una puerta lateral temporal del propio castillo en construcción que da a un gran salón. Antes de entrar echa un último vistazo al patio por si ve a Arkryn para invitarle, pero parece que se ha ido. Dentro hay bastante ajetreo con los preparativos de la fiesta de esta noche, y seis cocineros trabajan a destajo. En varias mesas hay gente comiendo, y también se ven a los alumnos de la Academia ayudando y sacando bandejas y retirando platos. Entre ellos, Norión ve a Caäniza.

-Que así sea, Arkyn. Yo tengo que atender unos asuntos en mis aposentos, aprovecha y come algo que la noche será larga sin duda. Y recoge tus cosas y prepárate ya para la actuación, porque después de hablar con la Dama Aylarien no tendrás tiempo. Nos vemos en la Casa del Comercio a la tarde.

Arkyn se quedó observando cómo el Senescal cruzaba el puente para comenzar el descenso hacia la aldea. En el castillo, por lo que podía ver, la gente entraban por una pequeña puerta lateral y salían con comida o se quedaban a comer dentro por el ruido de cubiertos que se escuchaba cada vez que esa puerta se abría. Parece ser que Adhellin y Norión ya estaban comiendo, porque no los veía. La otra posibilidad era bajar hasta la aldea y comer allí antes de ir a la Casa del Comercio.

Norión acompaño a Adhellin por las escaleras, el pintor era amable con él, eran un equipo en esa academia. La sala estaba poblada de alumnos y cocineros, aunque aún restaban personas por llegar. Se sentó al lado de Adhellin, su rodilla le ordenó que lo hiciera, y no se demoró. 

Observó a los que estaban llegando a la mesa, algunas caras le parecieron conocidas, de haberlas visto cuando llegó a Sil Auressë. Cuando vio a Caäniza le hizo un gesto con la mano, a modo de saludo. La niña le caía bien, aunque el efecto del ungüento ya se había perdido.

Arkyn se decidió por el castillo.

Queda más cerca y es más probable que ella se encuentre allí.

Echó a andar hacia la puerta lateral con la intención de hablar con Caäniza, más preocupado de verla que de comer algo.

Después de todo no sería la primera vez que paso un día sin comer.

Sonrió al recordar las palabras del senescal sobre recoger sus cosas. Había dejado el petate con sus cosas en casa de Adhellin pero tenía todo lo que necesitaba allí con él. Rara vez se separaba de su laúd y ésta no era una excepción. A pesar de que sentía su peso a la espalda alargó la mano para tocar el estuche y verificarlo.

En breve conocería a la misteriosa Aylarien y volvería a hablar con un eldar después de tanto tiempo. Y después pasaría una agradable velada en medio de la música y la fiesta.

Ya sólo falta verla y será un día redondo.

Y con ese pensamiento penetró en el castillo.

Norión y Adhellin disfrutan de una comida ligera acompañada de pan recién hecho. Como prácticamente han terminado su parte de los preparativos, disfrutan de una sobremesa tranquila y placentera. Observan a los soldados, guardias, maestros, artesanos y otros comensales, y también a los alumnos y cocineros trabajando.

Caäniza trabaja en equipo con un joven dúnadan al que Adhellin identifica como Girion. Norión le había saludado con la mano al llegar, y ella le había respondido tímidamente al saludo. Pero el resto del tiempo había estado en otra parte del comedor, y sobre todo en la cocina donde ya estaban preparando los aperitivos de la velada.

Entonces entra Arkyn por la puerta. La tarde está algo avanzada, y ya quedan pocos comensales pero el ajetreo sigue. Adhellin le invita a sentarse con ellos, y se levanta a buscar a Caäniza a ver si le puede sacar alguna cosa de la cocina...

El bardo escudriña la habitación durante unos segundos mientras sus ojos se habitúan a la luz. Al ver a Adhellin hacerle señas se encamina hacia allí intentando abrirse paso entre la gente. Al llegar le hace una leve inclinación de cabeza a modo de saludo y, por un momento, parece que vaya a continuar pero se detiene al ver que éste se incorpora y se dirige hacia Caäniza. Viendo la situación decide no dejar solo a Norión y se sienta junto a él en la mesa.

- Hay más gente de lo que me esperaba - comenta señalando a su alrededor. - Parece que todo esto es bastante más importante de lo que le correspondería a un sitio de este tamaño.

Tras hacer una breve pausa, y sin esperar respuesta por parte de Norión ya que parece haber sido una frase destinada a iniciar una conversación trivial, Arkyn baja la voz:

- Norión, ¿conocéis a la dama Aylarien? ¿habéis hablado con ella alguna vez?

Norión disfruta de la presencia del bardo, pero no hace ningún comentario al respecto, no sabía si estaba junto a él por afecto o por lástima, y ambas emociones le eran ajenas. El lugar estaba muy poblado a su gusto, por suerte este tipo de celebraciones no se daban con frecuencia, definitivamente no era lo suyo. 

La pregunta de Arkyn lo tomó por sorpresa, tal parece que ambos compartían la misma inquietud - En persona no, aunque creo que ya se mas de ella que muchos que dicen conocerla- los dioses quisieron poner frente a el los mas oscuros secretos de esa dama, pero solo a él le dieron ese conocimiento y Norión pensaba respetar esa voluntad - según parece todo quien la ve queda deslumbrado por su inigualable belleza , tu la has visto?-

Música, comida, amigos, y un buen sitio donde estar, no se podía pedir más, cuando pudo disponer de un poco de tiempo se acerco  la mesa ocupada por Arkyn y los demás y compartió una copa, mientras disfrutaban de los eventos preparados para ese día.

Caäniza aprovecha un rato de descanso para sentarse en la mesa y compartir una copa de vino. En ese momento, Norión y Arkyn estaban hablando sobre la misteriosa Dama Aylarien, la fundadora de Sil Auressë.

Adhellin está junto a la puerta de la cocina y sujeta con una mano una bandeja de dulces y con la otra la sigue cargando disimuladamente.