Partida Rol por web

Khôradur se mantiene callado y de pie, con los brazos cruzados, escuchando atentamente el diálogo que mantienen Denelloth y Agnor. Las preguntas que hace el montaraz son acertadas y su rostro muestra curiosidad, quiere saber lo que Agnor ha de responder, mientras tanto, en su cabeza van surgiendo diversas ideas y pensamientos ante la nueva información que se le ha presentado.

"Si Agnor es conocido en Girithlin y por Echorion, puede ser una gran baza de cara a las negociaciones que tengamos que realizar con Echorion" -pensó- "una gran baza, o un gran contratiempo, depende de como hayan sido sus relaciones en el pasado."

Mientras piensa esto, Khôradur se mantiene expectante.

Agnor se pasa la lengua despacio por los dientes, sintiéndose observado.

-Ninguna deuda pendiente me espera en Girithlin y nada debo al señor Echorion. Si acaso eso es lo que os preocupa, sin duda puedo quedarme aquí cepillando los caballos, que bien me place.

Curudae intercambió una mirada significativa con Khôradur. La reacción de Agnor ante las preguntas de Denelloth le parecía adecuada. Compartía algunas de las inquietudes del montaraz acerca de esta apuesta... Y otras que guardaba para sí. Denelloth era un hombre precavido, pero era el momento de apostar. No porque el momento fuera propicio. Simplemente porque no les quedaba otra alternativa mejor.

-Agnor se ha mostrado dispuesto, y ha sido él quien nos ha informado de que ha tenido contacto con los hombres de Echorion. Teniendo en cuenta que el joven hir sin feudo ha estado reclutando hombres de armas para su causa por toda la región, dando siempre prioridad a los guerreros a caballo, es comprensible que también Angor haya sido tentado. O al menos tenga conocimiento de Echorion. Y como bien dice, su tarea es de acompañar a Arkyn y a Aelloth... Él como todos, es libre de partir en cualquier momento de aquí. Por lo tanto si su lealtad fuera con Echorion, lo sensato para él hubiera sido no desvelar nada de su pasado común.

El Senescal se tocó la barbilla con la mano cerrada en un puño. Parecía guardar un pequeño objeto en la mano, como si de un amuleto se tratara. -El tiempo apremia. Mañana tendrán que partir al encuentro de Echorion. Prepara tus cosas esta noche, Agnor. Luego le diré al Jefe de Guardia Walec para que hable con Aelloth, y si hay alguna novedad volveremos a tratar el tema contigo.

Agnor asiente, se levanta y espera permiso para salir de la sala.

Khôradur miró fijamente a Agnor, no le había gustado el tono de la respuesta del sargento a Denelloth, pero las palabras de Curudae le calmaron un poco, aún así, la miraba de Khôradur mostraba que el lugarteniente no estaba nada contento con la actitud de su sargento. Lentamente se acercó a Agnor mientras le hablaba, y aunque su rostro estaba serio, pero sereno, su mirada era de fuego.

-Denelloth está en su derecho, como todos, de expresar sus dudas. Ignorábamos que en el pasado tuvieses algún tipo de trato con Erchorion, y dado que te has presentado voluntario, y tus palabras han delatado que en algún momento vuestros caminos se cruzaron, sus preguntas son acertadas, y no sólo eso, si él no lo hubiese preguntado, yo lo habría hecho. De momento no te retires, no es la primera vez en este día tan importante que la gente se va de las reuniones sin acabarlas y ya estoy cansado de esta actitud, y tu cometido aún no ha finalizado aquí, salvo que quieras abandonar tu puesto, y seguramente marcharte de la aldea -Khôradur mira durante unos segundos al sargento esperando alguna respuesta antes de proseguir-. Hemos de acabar de organizar entre todos -Khôradur alza levemente la voz al pronunciar todos, como para remarcarlo- la defensa de Sil Auressë. Tras finalizar esta reunión, Agnor, tendrá lugar otra para planificar vuestro viaje al encuentro de Erchorion.

Dicho esto, el umbareano vuelve a su lugar pero se detiene y se gira hacia Agnor.

-Respecto a tu ofrecimiento para cepillar los caballos, se acepta, tenemos pocos y es necesario que estén bien cuidados, así que cuando regreses de la misión te encargarás de ellos, pero estarás de acuerdo conmigo en que no basta con que estén cepillados. Espero que también limpies los establos para que no cojan ningún tipo de enfermedad. -Afirmo sonriendo pero manteniendo la misma fiereza y enfado en la mirada.

Khôradur volvió a su asiento pero se mantuvo en pie.

-Nuestra prioridad en obtener más información, necesitamos enviar dos patrullas a los lugares donde han ocurrido los ataques, la granja y la caravana, a la vez que organizamos patrullas alrededor de Sil Auressë mientras preparamos unos sistemas de observación y alerta. Tenemos que darnos prisa. También es necesario revisar las defensas. Lo suelo hacer a diario pero será conveniente que lo haga con otros ojos. Amigos míos -mira a los sargentos- si creéis que hay que dar prioridad a otra cosa, no lo dudéis, decirlo, quiero escuchar vuestra experta opinión.

Denelloth continúa mirando a Agnor sin mudar el semblante. Alza la mano con gesto conciliador: -No quería ofenderte, Agnor. No dudo de tus capacidades ni de tu lealtad hacia Sil Auressë. Pero muchas veces, las pasiones que tientan a los hombres pueden pueden ser varias, y hasta contradictorias entre sí. No tengo ninguna objeción que hacer a que participes en la misión a Girithlin.

A continuación mira a todos los presentes, y alza un poco más la voz. -Disculpad, mis señores, pero debo partir lo antes posible y me gustaría saber si queda algún tema por tratar en el que yo pueda ser de alguna ayuda. La premura es evidente en las palabras del montaraz, que parece disponerse a levantarse muentras busca los ojos de Khôradur y Curudae.

Agnor, con gesto serio, le hace una señal con la mano a Denelloth.

-Os ruego que esperéis un instante, Denelloth. Tengo algo que decir. No permitiré que nadie salga de esta sala dudando de mi palabra, ni que llegue a la soldadesca el rumor de que soy desleal o de poco fiar. Para contar mi relación con el señor Echorion debo hablar de mi pasado, cosa que evito pues me es muy doloroso. Pero creo que ahora debo hacerlo. Sabed pues todos que pertenezco al linaje de los Guthild de Faerdor. A algunos ese nombre no les dirá nada, a otros quizá les suene por su historia guerrera, y los menos los recordarán como mercaderes de caballos.

No hablaré aquí del destino de mi familia. Solo diré que soy el último de mi linaje, y aunque pobre, sigo representando su nombre y nobleza. Ésta de aquí es la espada familiar. Lleva el nombre de los Guthild grabado en ella y me es muy querida. Otra cosa heredé: la fortificación de mis ancestros. Es una pequeña mota en una colina sobre una aldea muerta al noreste de Metraith. Quién sabe si alguno de los veteranos que aquí me escuchan no han disfrutado alguna noche de la hospitalidad de mi padre. Ahora está vacía y sin cuidado, atacada por la vegetación y siendo techo de intrusos, pero yo no puedo gobernarla sin hombres ni feudo.

Me preguntáis de qué conozco al joven señor Echorion. Pues bien, dejad que os diga que la casualidad quiso que me encontrara con uno de sus capitanes y su tropa en la mota, cuando en mis viajes me alojé en ella un par de noches, siendo como es mi casa. Dicho capitán parecía interesado en su situación por estar cercana al Men Ceren y pretendía ser de utilidad para su señor en la guerra que se avecina. Pudo habérmela arrebatado y dejarme allí muerto, pero agradezco su nobleza, que tanto escasea ya en Cardolan. Me instó a encontrarme con su señor, hasta cuyo campamento viajé. Hablé con él unas pocas palabras y estuve tentado de entrar a su servicio.

A quienes se preguntan si conozco al señor Echorion, diré que sí. Si me preguntan si le sirvo, diré que no. Nada le debo, ni él a mí, y sabed que nuestro encuentro fue breve y acabó respetuosamente. No hay más.

Agnor se queda en pie mirando a los hombres.

Khôradur escuchó atentamente las palabras de Agnor y el fuego de sus ojos se apaciguó, aunque la seriedad de su rostro se mantuvo.

-Entonces queda aclarado, gracias por tu confianza Agnor, por favor -le señalo con la mano su asiento- puedes sentarte si así lo deseas. Denelloth -miro al montaraz- entiendo que tengas prisa por partir, es más, tu misión es apremiante, pero considero que será mejor que te esperes un poco por si sale alguna información útil en esta reunión para la misma, además, creo recordar que me pediste si era posible una pequeña fuerza de caballería como apoyo. Será difícil, así que me temo que tendrás que valerte con lo que tienes, pero tal vez los aquí presentes puedan aportar alguna idea o sugerencia. En cuanto sea posible, saldrás, y espero que más rápido que el viento.

Agnor se sienta absorto en sus pensamientos. Ha hablado más de lo que suele hacer y confesado algo de sí mismo que suele ocultar. "Era necesario", se dice. Tarde o temprano tendría que haberlo hecho, pero hubiera preferido hacerlo con menos público. Confiaba en sus superiores pero no conocía tanto a los sargentos, y pensaba que a nadie tendría que importarle su vida.

Se queda esperando más información e instrucciones.

Curudae asiente satisfecho por las palabras de Agnor, y se sienta de nuevo también para estar pendiente de la aportación de los sargentos. Ha sido un día muy largo y duro, y la noche está ya avanzada.

-Propongo que nos centremos en tres tareas: decidir sobre esa línea de defensa y las patrullas. Para permitir la salida de Denelloth lo antes posible, sería prioritario ver si algo de ese tema primero. El segundo tema, no menos importante, es preparar la misión de Agnor y Arkyn. Este tema no es estrictamente militar, y lo puedo tratar en privado con el Lugarteniente. Por último, hay que reorganizar el ejército y preparar las defensas. Es la gran tarea del Lugarteniente Khôradur, y desde ya tiene a su disposición a este Círculo de Consejeros, al más fiel estilo de los dúnedain. Se está haciendo tarde, y la mayoría estamos agotados. Pero os pido un esfuerzo a todos para pensar en el tema de la organización, y mañana mismo se quedan fijadas las bases.

Parthil llegó a la reunión tarde, y aún manchado de barro del campo de entrenamiento. Se había quedado en un segundo plano escuchando mientras se frotaba las manos para calentarlas. Al acabar Curudae, dio un paso al frente. Hizo el saludo militar a Khôradur, y habló: 

-Sobre los puntos estratégicos para crear esa línea de defensa, podríamos repartir las zonas. Sil Auressë tiene alguna protección natural, pero podréis comprobar que hay zonas para vigilar en el norte, sur, oeste y este. Así que cuatro sargentos, cada uno que se encargue de preparar dos puntos o tres en su zona, y organizamos turnos rotatorios. Lo importante es tener el aviso a tiempo para enviar refuerzos o replegarnos. Y así poder elegir la hora y el lugar de la batalla.

Ethlor fue el primero en hablar. Era de Rhudaur, y había luchado también en Faerdor. Estaba acostumbrado a moverse por tierras altas, y se ofreció preparar las defensas del Norte. Eso sí, necesitaría un cazador o dos.

-Yo me encargo de nuestro flanco oeste, más allá de los molinos, dijo Leaniach. -Es más, puedo a partir esta misma noche con mi caballo, y puedo llevar a Denelloth conmigo un tramo, hasta donde comienzan las colinas rocosas. Otro sargento que es un buen jinete es Halbered, que está de patrulla. Propongo que él prepare una patrulla para ir al sur, hasta la granja. Y de paso prepare los puestos de una línea defensiva.

Gaerel sonrió contento y miró a Khôradur de reojo antes de continuar. -Me parece una buena idea. Parthil, tu sobrino Faelimir se encargaría de las defensas en el este, y también de controlar la zona del ataque a la caravana.

Gaerel y Parthil se encargarían de las defensas del castillo y de la selección de los nuevos reclutas. El propio adiestramiento de la milicia lo haría Domar. Agnor tiene la misión de Echorion.

Quedaba Pinto, de las Tierras Brunas.

-Pinto, si Parthil y yo estaremos sobre todo en el castillo, tú te encargarías de coordinar con Walec las defensas de la aldea, y de la patrulla para proteger la caravana cuando entra y sale de Sil Auressë. El resto del camino habrá guardias acompañando, pero necesitamos proteger la entrada principal de la aldea. Una vez estén dentro, estará Walec y sus guardias.

La propuesta era, por lo tanto, asignar a cuatro sargentos para preparar puestos de control en una primera línea defensiva, además de investigar los dos lugares de los ataques. Estos cuatro sargentos eran:

Leaniach (Oeste), Ethlor (Norte), Halbered (Sur) y Faelimir (Este).

Agnor se encargaría de la misión de Echorion.

Gaerel y Parthil ayudarían a Khôradur a preparar las defensas, la organización del ejército, etc.

Pinto estaría a cargo de los alrededores de la aldea.

Casi sin darse cuenta, los sargentos terminaron de pie alrededor de la mesa hexagonal, observando el mapa de la zona. Con sus dedos, indicaban puntos que conocían que podrían valer, y compartían información de las patrullas.

Khôradur escuchaba con atención las palabras de sus sargentos mientras seguía muy atentamente sus indicaciones encima del mapa. Sonrió. Estaba contento de ver que ante las circunstancias adversas que se presentaban, sus hombres estaban respondiendo como auténticos soldados, como los profesionales que eran.

Se acercó al Senescal y le habló

-Había pensado tener una reunión con Aelloth cuanto antes, pero como bien dices es tarde. Si eso hablaré con él para avisarle de que mañana a primera hora partirá, pero que antes hablaremos con él, y para que le den una habitación, buena comida y ropa limpia, si lo desea. Ha sido tratato como un prisionero y aunque tarde, tal vez tengamos que rectificar ese detalle. También quisiera tener una reunión con Arkyn y Aegnor para hablar de los aspectos de la misión. El tiempo apremia, pero tal vez podríamos hacerlo incluso teniendo a Aelloth presente. También es algo que le compete.

Dicho esto se dirigió hacia sus hombres

-Caballeros, da gusto ver de que la protección de Sil Auressë está en manos tan capacitadas como las suyas. Ignoro como capearemos este temporal -se detiene unos segundos- pero tengo claro que la Oscuridad no lo tendrá fácil y ¡que le haremos frente!

Tras ver la reacción de sus hombres a sus palabras se inclinó sobre el mapa.

-Por mi parte estoy de acuerdo con todo lo que habéis sugerido, así que adelante. Si no hay nada más que añadir sobre la misión de Denelloth, Leniach, parte cuanto antes y lleva a Denelloth el trecho que puedas, si no te es posible partir hoy, Denelloth irá por sus medios. El resto poneros en movimiento cuanto antes, a más tardar mañana por la mañana, salvo que haya que discutir algunos aspectos que puedan quedar pendientes, en tal caso a primera hora del día los comentaríamos.

-Si no hay nada más que comentar o añadir, levantamos la sesión y nos reuniríamos mañana, si es menester.

-Señor Denelloth, ¿estáis listo para partir?, preguntó Leaniach observando al sombrío montaraz. El dúnadan llevaba poco tiepo en Sil Auressë, y se mantenía alejado de los demás. Su cara desfigurada y sus gestos de dolor no ayudaban. Pero Denelloth se había ido ganando el respeto de los sargentos. Había sido un Faradrim Aran, un Montaraz del Norte. Y sus conocimientos iban a ser útiles sin duda para los tiempos difíciles que estaban por llegar.