Partida Rol por web

Cuando Dellenoth termina de hablar, miro a Ragi y le sonrío -"¿Estás preparado compañero?, vamos entonces, la aventura tan largamente soñada nos espera"-

Me dirijo hacia el punto de encuentro, al lado de mi amigo y compañero, pensando en el bosque -"Y la amplitud del bosque también, por fin..."- pienso para mis adentros sin dejar de sonreir.

Antes de caer la noche, los miembros del grupo explorador de Denelloth se reunieron a las afueras de la aldea. Russef y Eärnil, Ragi y Eben, el nórdico Wulfgar… Faltaban Norión y Girion. Y Denelloth, quien había dicho que los alcanzaría por el camino. Camino que aún desconocían. 

Entonces llegó uno de los sargentos de Sil Auressë acompañado de un soldado y un caballo. Se trataba de Eliver, un joven procedente de Rhudaur con fama de buen espadachín y con experiencia en el ejército de milicianos u hombres libres de los Cantones de Feotar.

-Saludos, dijo Eliver mirando a presentes. –Como dijo Denelloth, viajaremos ligeros. Bien, os veo preparados. Al final contaremos con tres caballos, añadió dándole una palmada al animal. Los caballos eran escasos y apreciados en Sil Auressë. Eärnil tenía el suyo listo, y Girion iba a llegar con otro. -Hemos de esperar a Norión y Girion que siguen en la aldea recabando información crucial. Pero no tardarán en llegar. En cuanto lleguen, partiremos.

A continuación, el sargento les trasladó las recomendaciones de Denelloth. Eärnil irían en cabeza como explorador, avanzando con cierta distancia de ventaja, bien a caballo o a pie. Volvería con frecuencia para reportar la situación. Luego el sargento Eliver, Russef, Eben y Ragi en la cabeza del grupo. En medio, a caballo, Norión y Girion. Y Wulfgar y el otro soldado cerrando la compañía detrás, y allí estaría también Denelloth en cuanto los alcance.

-¿Qué opináis?, preguntó el sargento Eliver. Era un grupo atípico, formado por voluntarios, alumnos de la Academia, un sabio, y reclutas recién llegados, y uno de ellos apenas hablaba oestron. Estaba claro que Eliver no podía dar por sentado con una disciplina marcial.

Asiento con la cabeza a modo de conformidad.

Después de preparar las pocas cosas que iba a llevar encima y de comer algo, Ragi había pasado la tarde tumbado en la cama, intentando dormir, aunque le había costado conciliar el sueño, algo que achacó a los nervios producidos por la misión que tenían por delante. Se había despertado algo entumecido, pero ahora se sentía en plena forma y escuchó a Eliver con interés.

La temperatura de la tarde era suave, permitiendo por el momento llevar la capa enrollada en la mochila y el arco preparado en la mano. Había encerado bien la cuerda para que no cogiera humedad, pero a lo largo de la noche tendría que revisarla y quizá incluso destensar el arco para evitar que se humedeciese.

No tenía experiencia alguna en tácticas así que no se le ocurrió ninguna crítica al plan del sargento. Pero había algo que sí quería saber: - ¿Hacia donde vamos? - preguntó al sargento cuando este terminó su explicación.
 

Muy bien, esperaremos en pos de averiguar el misterioso lugar al que nos dirigimos, dije más para mí y aguardando la llegada de los que faltaban para completar la comitiva.

Al escuchar al sargento, sentí cierto alivio, por fin nos encargaban algo e ibamos a tener algo de acción. Tanta inactividad me mata. Siempre habia sido así. Me parece bien, añado con tono marcial, no es como acostumbraba a moverme en mi unidad, pero hace bien en servirse de mi para ese cometido si no hay nadie más de mis talentos, añado con un suspiro de resignación, no le defraudare, no obstante me gustaria saber hacia donde nos encaminamos si es que voy a ir por delante.

-Nos dirigimos a un pequeño bosque en un lugar aislado, junto a uno de los afluentes del río Baranduin. De momento hemos de seguir el curso del río, añadió el sargento Eliver e hizo un gesto hacia el riachuelo que pasaba entre el castillo y la aldea. –Pero hemos de viajar campo a través, sin llamar la atención a medida de lo posible. Si partimos pronto, deberíamos llegar al sitio mañana por la noche.

Eliver miraba al cielo algo preocupado. La luna ya estaba en lo alto, y aún no habían partido. Entonces suspiró aliviado. Llegaban Norión y Girion.

Norión había bajado desde el castillo sentado en el caballo de Girion. Había sido un día intenso, y la pierna del erudito necesitaba descanso. Su piel era incluso más pálida de lo normal, y su aspecto lúgubre y el gesto serio. A su lado, el joven dúnadan Girion llevaba su armadura y su equipo de viaje, además de ayudar a cargar con lo que parecían ser apuntes o libros.

Los dos llegaron al lugar de reunión, donde les saludó el sargento Eliver. Era el elegido de Denelloth para acompañarlos a investigar el lugar que había encontrado el montaraz, quien no estaba pero iba a alcanzarlos. Además, viajaban el joven montaraz Eben, otro alumno de la Academia Ragi y nuevos reclutas del ejército: el hombre de Saralainn Russef, el guerrero Eärnil y un mercenario nórdico de nombre Wulfgar.  Eärnil estaba listo para explorar por delante del resto. Había traído su caballo. También había un soldado de confianza de Eliver, y uno de los caballos de Sil Auressë. Total, nueve personas (diez con Denelloth) y tres caballos.

El grupo estaba listo para partir. El sargento recordaba el plan a los últimos en llegar: Eärnil por delante como explorador. Luego el sargento Eliver, Russef, Eben y Ragi. En medio, a caballo, Norión y Girion. Y Wulfgar y el otro soldado cerrando la compañía detrás, y luego llegaría Denelloth a lo largo de la noche.

Alcanzó al grupo acompañado por Girión. El chico cuidaba bien de él, ese caballo les había ahorrado valioso tiempo, pues ciertamente sus piernas se habían revelado a su voluntad hacía ya un par de horas. Su rostro estaba apesadumbrado aún más de lo habitual. Por la mañana las revelaciones del Lugarteniente habían sido oscuros presagios, pero ahora que había logrado comprender mas acerca de los misterios encerrados en esos pergaminos, oscuros presagios no era un modo adecuado de nombrar la abominación a la que se enfrentaban.

Escuchó las indicaciones que el sargento dio y asintió, consciente de que tenía poco que aportar a sus compañeros, al menos hasta que llegasen al lugar del ritual. Realizó una silenciosa plegaria a Namo, para que la muerte de quienes lo acompañaban sea sin sufrimiento y que sus espíritus sean revestido de la gloria de los guerreros de antaño.

Al ver llegar al anciano y a Girion, suspiro aliviado, estaba ya deseando partir y ahora la marcha era inminente. Ibamos a caminar de noche, con la luna sobre nuestras cabezas y a mi esto me gustaba, la libertad de los espacios abiertos me reconfortaba y aprovechaba cualquier oportunidad para salir a practicar, pasear o cualquier cosa que requiriese mi estancia fuera de la ciudadela.

Me coloco en mi posición y mirando a Ragi, compañero y amigo, hago un gesto afirmativo con la cabeza, a modo de ya era hora, y una sonrisa en los labios.

Me coloco el escudo a la esplda y la lanza sujeta en la diestra, que hasta ahora habian estado apoyados en un rincón mientras esperaba, y me preparo para salir.

Turno 143-1

Partieron de la aldea en silencio, sin hacer ruido. Sin despedidas, sin llamar la atención. Una fina lluvia les acompañó mientras dejaron atrás las tierras de Sil Auressë, las granjas y los molinos junto al río. as tierras al oeste y noroeste de la aldea no se consideraba territorio peligroso, pero los numerosos rebaños de ovejas a veces llamaban la atención de manadas de lobos. Incluso había habido casos de trols que se habían adentrado en este territorio.

Avanzaron rumbo oeste sin contratiempos, cada vez más lejos del río. Pasada medianoche llegaron hasta un punto donde las quebradas les impedían seguir avanzando. Numerosas aves habían hecho sus nidos en la misma pared rocosa, y su canto resultaba algo reconfortante a la vez que molesto.

-Esperaremos por aquí a Denelloth antes de seguir rumbo noroeste, dijo Eliver. -Aprovechad para comer algo y descansar un poco.

Norión seguía en el caballo, agotado. Aunque el viaje no había sido largo, sí lo había sido el día. Estaba pensando en lo que había visto de las cartas. No había mucha información acerca de la Lengua Negra en la biblioteca, pero no dejaba de dar vueltas a las runas que había visto. Thoror, roth, vadoksam… Tres cartas, y sólo una podía descifrarla parcialmente. Las otras dos estaban hechas íntegramente en lengua negra. Había podido deducir que una de las cartas tenía que ver con algún tipo de misión muy concreta, y que era como un paso previo a algo importante. La segunda carta podría detallar el ritual, si es que esos dibujos eran lo que Norión pensaba que eran: pasos de un ritual.

Otra cosa que le preocupaba. Como escriba, sabía cuando algo era copiado. Y estas cartas había sido copiada varias veces. Por lo tanto, el enemigo seguramente tenía ya sus copias. Alguien no quería dejar nada al azar. Una oscura sombra se cernía sobre Sil Auressë. Una amenaza terrible que nacía de un odio irracional de una persona llamada Khathog.

En cuanto comenzó a llover Ragi destensó la cuerda del arco y la guardó. - 'Bien empezamos.' - pensó, arrebujándose en su capa para no calarse. La caminata bajo la lluvia hizo que la emoción inicial pronto se diluyese, y durante un buen rato caminó con un ánimo taciturno, luchando por no caerse entre la oscuridad y el barro. Había oído relatos de ataques de lobos por esos campos, pero dudaba que con ese tiempo las bestias estuvieran muy activas.

En un momento dado Eliver les dijo que hicieran un alto. Parecía que el tiempo mejoraba, al menos en ese momento no llovía, pero no así su humor, y Ragi se sentó en silencio a comer algo de fruta y unos frutos secos que había cogido de la cocina.

Paramos a comer algo según ordenes de uno de los jefes.

En silencio, como casi todo el camino, me aparté y mastiqué un poco de carne en salazón y algo de queso curado, algo duro. No me gustaba hablar mucho mientras no me preguntaban y por el momento las ordenes eran claras aunque algo insuficientes; no sabía donde ibamos y eso no me gustaba.

El camino era pesado y lento, la llovizna enfangaba el camino y hacía el andar más costoso, pero Eben estaba contento de estar a campo abierto.

Todo y saber que las posibilidades de un ataque eran  mínimas, iba alerta por si algún animal salvaje y hambriento los tomaba por un bocado "fácil".

Eben aprovechó el alto en las quebradas para dejar sus bártulos y coger algo de comida y, todavía masticando, se dirige a sentarse al lado de su amigo Ragi.

-"Levanta ese ánimo"- le digo en voz baja, ya que había estado todo el camino cabizbajo -"esto es una misión, una aventura..."- y dedicandole una sonrisa y un codazo suave en el brazo, sigo atacando mis viandas.

El buen humor de Eben hizo a Ragi reír entre dientes. - 'Tienes razón,' - dice. - 'sólo espero que no sea la última.' - Pero su cara desmentía el pesimismo de sus palabras. Las ganas de aventura de Eben eran contagiosas y Ragi volvió a sentir la fuerza de su juventud. Con un guiño a su amigo se levantó y se estiró, dispuesto a lo que pudiera venir.

- Será la última... - susurró tras las palabras del estudiante. Permaneció sentado en el caballo, bajar de él le hubiese llevado demasiado tiempo y quizás no le alcanzaran las fuerzas para volver a subir. Desde esa altura podía ver lo que sucedía unos cuantos pasos por delante, pero no tan lejos como hubiese querido, la oscuridad de la noche no cedía por más que intentara escudriñar lo que escondía.

- Caballeros, alguno sabe realmente a lo que nos enfrentamos? Les aseguro que los que logren regresar no volverán a estar de ánimo por unos cuantos años. La oscuridad de la noche se hace brillante en comparación con la negrura de las fuerzas a las que nos enfrentamos. Lamento si mis palabras no son alentadoras, pero es mas fácil que salven sus vidas si no se confían-

Todo y que me tomo las palabras de Norión en serio, pienso para mis adentros -"Bueno, no será tan malo, no debemos confiarnos, que el riesgo y el pelibro están presentes, pero si no hubiera esperanza, no estaríamos aquí..."-

Girion iba casi todoel ratoa pie. No es que le gustara demasiado, pero al paso al que iban casi era preferible andar que hacer que "viento", su joven corcel, sufriera por peso de más para este paseo.

Pese a que no lo pareciera, el joven dunadan miraba atento los cambios y variaciones que sucedieran en el camino, por si por fin se encontraban con el enemigo que esperaban encontrar. Pero en lo que más se centraba era en el grupo que conformaban. Quería conocer a sus compañeros de andanzas y necesitaba saber en qué eran más duchos unos que otros. Así escuchó varias conversaciones, pero al ver que no estaban abiertas a todos declinó seguir escuchándolas por decoro.

Una vez hubieron parado, el joven se acercó a Russef y le habló.

- Hola, soy Girion, un estudiante más de la academia- se presentó-. ¿Habías participado antes en batidas así?- preguntó a fin de conversar un poco hasta que llegara Denelloth.

Hola Girion. Alguna que otra escaramuza he hecho, sí, digo sonriendo.

Corren tiempos peligrosos y siempre hay que estar en preparado, de lo contrario mejor no salir de la protección que puede dar un poblado con sus murallas.