Partida Rol por web

Se adentraron en el bosque. Agnor iba observando sin hablar, con su espada en la mano, intentando caminar con cautela y en silencio.

El ambiente enrarecido y frío no le ayudaban a sentirse cómodo en aquel lugar.

Las ramas secas y los charcos hacían ruido al avanzar los dos hombres con sus armaduras y sus armas, pero a medida que caía la noche, comenzaron los ruidos propios del bosque. De vez en cuando veían alguna espada partida, o lanzas oxidadas. También varios huesos, pero a medida que se adentraban más en el bosque, eran cada vez más raros. Al rato, pudieron escuchar el sonido del agua. Ya quedaba menos para alcanzar el río que según les habían informado, atravesaba el bosque a lo largo, más o menos por la mitad.

De repente lo escucharon. Y lo sintieron. Algo muy grande y muy pesado se movía en el bosque. Se escuchaba una respiración agitada, y luego un sonido gutural, como si estuviera haciendo fuerza. Y luego… ¡¡BUUUM!! Un golpe seco de un tronco madera que impactaba contra otro tronco. Y otra vez alguien enorme resoplando. No podían muy lejos, pero el ruido venía del otro lado del río del que ya se veía el reflejo de vez en cuando entre los árboles y la espesura, a unos cien pasos. Si alzaban la vista, podían ver pájaros alejarse del lugar, y algunas copas de los árboles se movían como si alguien sacudiera al árbol.

Tarbrand se fijó en los restos de espadas y huesos que vieron durante el trayecto y le dijo a Agnor:

-¿Me crees ahora cuando te digo que aquí hubo una batalla? -  le dijo mientras le indicaba los restos señalándolos.

Mientras seguía caminando pensaba "Si la visión tenía razón en ésto quizás lo tuviera con el resto también", decididamente tenía que ir a Dol Caladir a investigar.

Luego cuando se acercaron al río y escucharon aquellos ruidos se le erizó el vello, su rostro reflejaba el peligro que les aguardaba y Tarbrand se temió lo peor. Al instante se giró hacia Agnor y le susurró:

-Creo que se trata de un troll o alguna criatura similar, estamos en un serio aprieto; debemos notificárselo al capitán en cuanto podamos. No obstante creo que no nos ha detectado aún, podemos intentar subir a alguna zona más alta e intentar averiguar algo más. Además, si es un troll normal se convertirá en piedra al llegar el alba, y si lo vigilamos ahora hasta el amanecer puede llevarnos hasta su guarida y una vez de día incendiarla o simplemente darle más detalles al capitán Melechtor. En mi opinión creo que deberíamos investigar un poco sin cruzar el río buscando una zona alta, si no la encontramos, volvemos junto a los caballos y le decimos a Aelloth que avise al capitán; y antes del alba volvemos a esta zona e intentamos ver si el troll vuelve a su guarida o no; aunque puede que entonces los sorprendidos seamos nosotros, pero creo que merece la pena intentarlo.

Tarbrand sabía que era un plan arriesgado, pero quería saber más sobre el troll, puede que se alimentara de los propios cadáveres de la batalla y por ello se había establecido allí, y de ser así puede que encontrara algo de interés entre los restos que probablemente haya acumulado en su zona y que les den más datos sobre lo acontecido en la batalla.

El temblor le dejó petrificado unos instantes, totalmente sorprendido. En cuanto vio a los pájaros salir volando se tiró al suelo, ocultándose. Aunque  no sabía de qué. Fuera lo que fuera, era enorme.

Tarbrand habló de un troll. Si eso era cierto estaban en desventaja. Y si no lo era ¿qué podría ser? Lo que estaba claro es que ellos estaban allí para asegurar e investigar la zona, no para volver al campamento dejando un posible peligro sin cubrir. Respiró profundamente, preocupado. No quería tener que encarar a un troll. Había escuchado cosas horribles sobre esas criaturas.  Pero había que hacerlo. Incluso era posible que no fuera un troll.

-Adelantémonos, Tarbrand. Busquemos una zona segura como dices y descubramos qué es eso.

Los ruidos y temblores se hacían más evidentes a medida que los dos se aproximaban al río. Buscaron un lugar algo más elevado, y entonces lo vieron. Un inmenso troll de más de tres metros de alto, gordo y de brazos enormes y cabeza grotesca y gigantesca.

Sus ojos brillaban con una inteligencia primitiva, y estaba moviendo troncos de árboles que previamente habían sido cortados. Las marcas de golpes de hacha descartaban a la bestia que apilaba lentamente sin descanso un tronco tras otro. El propósito de lo que hacía no estaba claro, pero una especie de anilla que llevaba en la nariz podría indicar que no era completamente salvaje.

Se confirmó la peor de las sospechas. Agnor recordó lo que le habían contado sobre el cautiverio de Aelloth, de cómo había sido capturada por una banda de orcos que tenían un par de trolls. ¿Sería aquel monstruo uno de aquella banda, la misteriosa SVK? Y aunque no lo fuera, parecía "domesticado", así que ¿dónde estarían sus compañeros?

Tenían ante sí un reto. Si intentaban escabullirse dejarían suelto por la zona un troll, que sin duda estaba trabajando para algo maligno. Si se enfrentaban a él, podrían morir o acabar dando la alarma a los compañeros del troll.

En cuanto vio al troll, Tarbrand se agachó y se ocultó lo más rápido posible, temiendo que el troll pudiera descubrirlos ya que se encontraban en una posición ligeramente elevada, y le dijo a Agnor:

-¡Agáchate!

En la mente de Tarbrand algunas piezas empezaron a encajar, es probable que el toll sea el causante de la destrucción del ejército, cuyos restos habían visto por el bosque; aunque seguramente habría recibido ayuda (debido a la cadena de su nariz, que reflejaba que obedecía las órdenes de alguien), seguramente de algún jefe orco con su cuadrilla que también participaría en la masacre del bosque.

Dejando de lado sus pesquisas sobre lo acontecido allí Tarbrand intentó centrarse en el troll, necesitaban informar a los demás pero tampoco podían dejar al troll a sus anchas por el bosque. Tras meditarlo sólo veía una opción y se la comentó en voz baja a Agnor:

-Vale, estamos en una situación muy complicada, creo que la prioridad debe ser avisar al ejército pero también sé que no podemos dejar al troll sin vigilancia. Por lo que tenemos dos opciones: separarnos y que cada uno se encargue de una tarea, o, ir los dos rápidamente donde los caballos, informar a Aelloth y volver rápidamente. No creo que podamos matar al troll ahora y si esperamos a ver cual es su guarida seguramente estará acompañado por su dueño, tal y como indica la argolla de su nariz, y quien sabe quién más. Me parece un riesgo demasiado grande veo mejor no separarnos, limitarnos a vigilar y que cuando el capitán Melechtor tome la decisión nos informe.

Luego miró el entorno haber si había algún factor estratégico que le ayudara contra el troll (un acantilado, una zona de derrumbe, alguna fosa) y eso le sugirió una idea que quizás funcionara. Se volvió a dirigir a Agnor rápidamente diciéndole:

-Espera, creo que tengo una idea, podemos intentar crear una trampa, como un foso con estacas, de forma que si pasamos por encima aguante nuestro peso, pero que cuando pase el troll persiguiéndonos, que se rompa y caiga en la trampa. Así que apresurémonos, vayamos a por unas palas (creo que en mi mochila tengo alguna) le contamos el plan a Aelloth y empezamos a cavar sin pausa. Mientras palmeaba la espada del norteño le dijo:

-Amigo, vete haciendo a la idea de que ésta noche no dormimos - dijo con una sonrisa de complicidad.

El trol seguía moviendo troncos. Agarraba uno y lo arrastraba hasta una pila marcada por cuatro troncos verticales. Lo dejaba caer, y se iba a por otro. Había más de una docena de troncos formando un triángulo. También se veían las huellas de un carro o algo parecido, y un camino despejado hacia el oeste.

La luna estaba en lo alto. Quedaban muchas horas de noche. Cerca del lugar donde estaba trabajando el troll, había piedras planas en el río. ¡Un vado!

-Espera, creo que tengo un plan, quizás valiéndonos de la oscuridad de la noche y la espesura que nos rodea, pudiéramos amarrar una cuerda entre dos árboles, provocar al  troll y que persiga a uno de nosotros, hacer que pase por la cuerda, tropiece y una vez en el suelo lo atravesamos con nuestras espadas, ¿qué te parece? - dije esbozando una sonrisa de complicidad. Además si conseguimos eliminar al troll tenemos ese vado despejado, hay que conseguir matarlo como sea.

-Contra un troll ningún plan es sencillo. Ese vado es lo que necesitamos para la caballería. Lo que debemos decidir es si queremos enfrentarnos con ese monstruo o simplemente alejarlo. Voto por intentar matarlo, pero tenemos que ser más listos que él o nos destrozará.

No se le ocurría gran cosa. Quizá fuera inevitable el cara a cara.

-Hagamos lo de la cuerda. Yo también tengo. Alejémoslo de aquí, que nos persiga, e intentemos que tropiece con las cuerdas y el propio bosque le haga ser torpe. Busquemos un lugar propicio para tenderle la trampa.

Tarbrand asintió conforme:

-Así sea, de todas formas hay muertes peores que ser abatido por un troll - dijo intentando ser algo optimista. Vayamos rápido con Aelloth, le contamos lo que sabemos y cogemos la cuerda; para que si nos pasa algo, al menos que el Capitán sepa lo que hemos averiguado. Luego volvemos y empezamos a prepararlo todo, ¿te parece bien así?. Además, cuando busquemos un lugar para la trampa, hay que buscar uno que oculte bastante bien la cuerda y que a la vez permita al troll ir a la carrera sobre él, dado que si no carga con la suficiente velocidad no caerá.

Los dos hombres debatían sobre el posible plan de acción. Agnor llevaba treinta metros de cuerda de calidad en la mochila, y había varios puntos donde preparar una simple emboscada para el troll. Podrían tener un primer golpe contra el monstruo, y confiar en que éste no se levantara del suelo. Los dos tenían grandes espadas que podían penetrar esa piel gruesa, pero aún así acabar con un troll era una hazaña que no estaba al alcance de todos. No en vano, se seguía ofreciendo una recompensa cuantiosa por una cabeza de troll en Cardolan incluso después de la caída del Señor de la Guerra Dagorhir.

Regresar a avisar a Aelloth era una opción, pero habían viajado varias horas por el bosque para llegar hasta aquí, y necesitaban tiempo para preparar la trampa. Podían hacerlo si uno se quedaban, pero teniendo la cuerda, ¿era necesario avisarle? Si todo saliera mal, Aelloth lo sabría de todos modos al no verlos regresar. Pero si lo lograban, ya tendrían el vado y la ruta para cruzar el bosque.