Partida Rol por web

Se pusieron manos a la obra con premura y en silencio. Aseguraron la cuerda entre dos buenos árboles, dándole doble vuelta y dejándola tan tirante como les permitían sus fuerzas. Luego, cortaron varios matojos que pudieran tapar la trampa, y cavando un pequeño hoyo en el suelo atascaron la lanza de Agnor mirando hacia la "entrada" de la trampa.

Agnor se entretuvo un poco poniendo más matorrales y ramas a los dos lados de los árboles, de forma que pareciera que la parte "de afuera" de la trampa era más tupida e incómoda. Una manera de que la parte de la cuerda pareciera más accesible y fácil, una invitación a pasar por ahí.

Luego, Agnor se acomodó el equipo. Se ajustó bien las correas y hebillas. Tomó su escudo y observó unos segundos el emblema. Tenía un gesto de honda preocupación y seriedad. Esa podía ser su última hora. Se lo puso a la espalda, quería poder disparar y moverse rápido antes del encuentro cuerpo a cuerpo. Agarró su arco compuesto y las flechas, miró a Tarbrand y asintió sin abrir la boca. La mirada lo decía todo.

Tarbrand se puso manos a la obra en cuanto encontraron el mejor sitio y Agnor sacó la cuerda, estaba bastante satisfecho con la trampa, "Si esto nos sale bien seremos los héroes de la compañía durante un tiempo", pensó sonriendo para sus adentros. Luego al ver la expresión de circunstancia de Agnor le dijo:

-Tranquilo amigo, todo saldrá bien. Recuerda bien el camino, si te pierdes entonces si que vas a estar en un buen aprieto jeje - dijo sonriéndole, esperando que la broma alegrara un poco a su amigo norteño.

-Por cierto, antes de irte ayúdame a trepar a éste árbol, no soy especialmente ducho en estas cosas. Una vez arriba se colocó en una rama segura desde la que pudiera seguir más o menos con la vista a su compañero. Cuando se acercara el troll, ya buscaría alguna más cercana a la trampa.

Se escurrió por el bosque para volver al vado, en silencio. No quería llamar la atención antes de lo debido. Se detuvo en varios puntos para comprobar qué tramos eran mejores, para huir y para atraer al troll. Observaba todo, avanzaba, volvía unos pasos, continuaba, estudiando el entorno. Agnor había estado en batallas anteriormente. Por una u otra razón su vida había estado relacionada con la guerra, y en los últimos años había matado a algunos hombres y orcos... pero nunca se había enfrentado a un monstruo como un troll. No necesitaba los cuentos de los veteranos ni a las viejas con sus historias de chimenea: para saber que un troll es terrorífico no había más que verlo.

Llegó al vado y allí estaba el monstruo ocupado en "talar". No llegó a salir al descubierto, se quedó entre los últimos árboles sin salir. Colocó una flecha en el arco y apuntó, sin prisa, tomándose su tiempo. Sabía que no podría acabar con el troll de un disparo. Ni con diez. La idea era tentarlo, molestarle, provocarlo desde una distancia segura. Con suerte, hacerle un rasguño.

Soltó aire y disparó.

Encontraron un buen sitio para la emboscada, y tensaron una cuerda entre dos árboles y la cubrieron lo mejor posible con arbustos. Se quedaba a una altura de un codo aproximadamente, lo suficiente bajo como para poder saltarlo pero teniendo en cuenta la altura del troll.

Finalmente, colocaron la lanza al otro lado de los arbustos. Con un poco de suerte, el troll se tropezaría con la cuerda para caer encima de la lanza. Con todo, la sencilla propuesta quedó más que aceptable.

Tarbrand se subió al árbol con la ayuda de Agnor. No tuvo demasiada dificultad para subir, pero la rama a una altura aceptable de unos 12 pies desde el suelo se doblaba bajo su peso. No le quedaba más remedio que permanecer pegado al tronco del árbol, porque subir más alto haría difícil el salto. En lo negativo, si el troll no caía podía golpearle desde el suelo si estaba erguido, tal era su envergadura. Y él no podría defenderse al estar aferrado al tronco.

Con todo listo, Agnor se acercó a la orilla y tensó su arco. Desde su posición, Tabrand pudo ver un poco lo que sucedía junto al río. Aunque no alcanzaba ver la posición exacta de su compañero, sí vio volar la flecha y cómo ésta pasaba lejos del troll que se agachaba lentamente para agarrar otro tronco sin darse cuenta de que le estaban disparando.

La arquería no era lo suyo. Por supuesto, cualquiera que se hubiera criado fuera de las ciudades sabía manejar un arco aunque solo fuera en lo más básico, para jugar y para ir de caza. Y además el tiro era un entretenimiento muy típico entre la baja nobleza y los hidalgos. Pero en general no era considerada una actividad seria y apropiada para un verdadero guerrero. Un hombre de verdad confía en su espada.

Agnor lo sabía y cuando vio la flecha pasar de largo no se extrañó, aunque sintió frustración. Fallar contra un monstruo de ese tamaño era vergonzoso. Volvió a cargar el arco, dispuesto a, aunque fuera, llamar la atención del troll.

Una de las flechas voló e impactó en su objetivo.

El troll dejó caer el pesado tronco en su sitio, y se giró para ir a por otro. Un par de flechas había volado cerca, pero el bosque estaba lleno de ruidos y no había prestado atención. -¿Un pájaro?. Tengo hambre. Pero son rápidos... Entonces notó algo en su hombro. Un golpe. -GRR... No le gustó, pero no se detuvo. -Grub no pensar. Pensar malo. Grub coger otro árbol...

Era mejor no detenerse, que los pequeños orcos le pegarían con sus látigos si no terminaba de mover los troncos.

...animal estúpido... pensó Agnor cuando el troll ignoró la flecha que le había impactado. Puso una más

El siguiente disparo impactó con fuerza en el cuello del monstruo, en uno de los pocos lugares donde la piel era más blanda. La flecha penetró, y llegó hasta la yugular. El troll soltó el tronco, y se quedó unos segundos de pie. Luego se tambaleó hacia delante. Seguía sin entender lo que estaba sucediendo. ¡Y cayó al suelo!

Agnor había preparado otra flecha, pero se detuvo al ver caer al troll. En cuestión de segundos se formó un enorme charco de sangre oscura a su alrededor, y ya no se movía. Emitió un ruido gutural que denotaba un atisbo de inteligencia, y luego se calló para siempre. Estaba muerto.

Agnor miró al troll tambalearse, sin entender muy bien lo que había pasado. El monstruo se derrumbó sin más. Agnor se miró las manos, mró al troll, volvió a mirar el arco, el troll... con cara de pasmo. No podía creerlo. Sonrió y sintió irse la tensión.

-Nunca hay público cuando hace falta-se dijo.

No quiso perder el tiempo. Volvió corriendo junto a Tarbrand. Había que desmontar la trampa, avisar a Aelloth y Melechtor y tomar el vado. Le disgustaba el dejar al troll ahí tirado, pero era imposible moverlo y ocultarlo.

Antes de que Agnor llegará el ya había bajado del árbol, y recibió al guerrero con una expresión de asombro y alegría, y riendo le dijo:

-Jajaja, vaya Agnor, no sabía que disparases como el mejor de los elfos, haberlo dicho antes y no hubiésemos tenido que perder el tiempo en ésta trampa.

Luego al ver como el norteño pretendía volver rápidamente con el capitán, le dijo rápidamente:

-Esperad un momento, de aquí no nos vamos hasta que recibáis vuestro merecido trofeo, nos llevaremos la cabeza del trol como prueba de vuestra gesta. Id vos desmontando la trampa, yo voy a cortarle la cabeza a la bestia; mi espada se ha quedado con las ganas de probar su sangre y no quiero dejarla con hambre jaja - dijo riendo y palmeando amigablemente la espalda de su compañero.

Él también quería ver de cerca el trol, y aunque la habilidad de su amigo le había negado la oportunidad de medirse ante semejante criatura, nada podría impedir ahora que lo degollara. Sus niveles de adrenalina eran altísimos debido a la situación que habían experimentado y no podría calmarse hasta que derramara un poco de sangre.

-Muy bien. Yo desato la cuerda. Abre los ojos, nunca se sabe. Me hubiera gustado matar a ese troll aquí, entre los árboles, para que su cadáver quedara oculto. Ahora si se acerca algún orco lo verá enseguida y dará la alarma.

Empezó a desatar la cuerda.

-Quizá uno de nosotros podría quedarse aquí vigilando mientras el otro vuelve con Aelloth. Aunque quedarse aquí solo no sería muy seguro si hay más enemigos. ¿Qué opinas?

Tarbrand se giró antes de ir a cortarle la cabeza al troll, y le respondió:

-Creo que lo mejor es que no nos separemos, si el enemigo descubre el cuerpo, que haya aquí alguien para saberlo no cambiará mucho el resultado. Además, si se encuentran al troll muerto sin explicación puede que el miedo empiece a menoscabar a las filas enemigas y si nos presentamos en la más que probable futura batalla con la cabeza del troll huirán despavoridos al vernos - dijo sonriéndole, con un optimismo algo inusual en él, al fin se sentía que hacía algo importante y eso le daba nuevas esperanzas - así que creo que quedarse aquí sólo servirá para poner en peligro a quien se quede  y que el enemigo pueda capturarlo, y en ese caso lo torturan hasta sacarle todos sus secretos.

Finalmente, la preocupación de dejar el cuerpo allí también le hizo mella a él y le dijo finalmente:

-Si lo prefieres podemos despiezar al troll con nuestras espadas, nos llevará algo de tiempo y no será agradable, pero podremos hacer desaparecer el cuerpo dejando sólo la sangre, de forma que el enemigo se asusté mucho más al ver el escenario.

-Está bien, no nos separaremos. Creo que será mejor no entretenernos en despiezar semejante bestia. Es gigantesco y duro. Si corremos el riesgo de dejar el cuerpo a la vista, quizá sea mejor dejarlo bien visible. Recojamos mis otras flechas y que parezca que el troll ha muerto de un único disparo certero y perfecto. Cualquier orco pensará que se enfrentan a un enemigo temible -sonrió. Agnor era un guerrero ni más ni menos experimentado que otros de su edad y experiencia, y nunca se había considerado temible, ni era un fanfarrón-.

-De acuerdo, pero la cabeza nos la llevamos. Concédeme al menos ese placer - dijo en un tono que no admitía mucha más discusión, pero corrgiéndose finalmente y empleando un tono algo más suplicante. Sus modales de noble a menudo hacían que diera órdenes sin admitir réplicas, pero cuando se acordaba de cual era su nuevo lugar intentaba corregirse lo mejor posible.

-Toda tuya. Que encuentren a un troll decapitado sin más heridas será tan impresionante como con una única flecha. Pero intenta que la sangre que vaya goteando no forme un rastro que puedan seguir.

Acabó con la cuerda y cogió sus armas.

-Volvamos al vado. Estemos vigilantes y no armemos ruido.

-Muchas gracias amigo. Dijo mientras le sonreía y segaba gustoso la cabeza del troll de un fuerte tajo. La recogió rápidamente para que no goteara mucho, la lavó cuanto pudo en el río y la relió varias veces en una manta para evitar que manchara con la sangre que le quedaba al resto de su bolsa. Finalmente se dirigió a Agnor y le dijo:

-Listo, movámonos pues, estoy deseando ver la cara del capitán cuando vea ésto jaja.