Partida Rol por web

TURNO1

Denelloth llegó el primero al borde del promontorio; Eben y Girion llegaron acto seguido, envueltos en una oscuridad que el ojo experto del montaraz reconoció al momento. Respiró hondo, y con gran sigilo consiguió acercarse hasta un árbol situado entre ambos orcos. Era arriesgado si erraban sus disparos y ambos orcos lo rodeaban.

Prefirió no pensarlo. Se apoyó en el tronco, apuntó al orco que deambulaba entre los árboles y disparó.* La sucia criatura cayó de inmediato. Sin hacer ruido, el montaraz cambió la ballesta por la espada y el escudo.

Turno 1

Eben mantenía su mirada en el camino buscando los puntos con mayor oscuridad para avanzar, era una tarea a la que estaba acostumbrado, pero que, extrañamente, requería gran parte de su concentración sin dejarle tiempo para casi nada más. Era un esfuerzo extraordinario. El explorador no se explicaba por qué le costaba tanto.

Llevaba el arco tensado y sacó una flecha del carcaj, observando dónde Denelloth apuntaba para ocuparse del otro orco.

Turno 1

Ferrim se mantenía oculto, esperando alguna señal. Pudo ver a los hombres ocultarse en las sombras con maestría, casi convirtiéndose ellos mismos en esas sombras. El día estaba oscuro, en cualquier caso, más de lo normal. Una señal de días aciagos.

Él podía seguir el movimiento de los exploradores, porque sabía que estaban allí. Pero confiaba en que los orcos se mantuvieran ciegos. Solo eran dos, y no dudaba que podrían ser eliminados con facilidad, pero incluso un único orco podría dar un grito de aviso antes de morir.

​TURNO 1

Girion caminó con cuidado muy atento de donde ponía los pies, intentando hacer el menor ruido posible. Al final, gracias en gran medida a Eben que había convocado una oscuridad que les rodeaba y les ayudaba, llegaron al otro lado de la pequeña ondonada. Denelloth había llegado un poco más allá y estaba muy cerca de los orcos. Pero Girion no quiso tentar a la suerte y se quedó ahí.

Entonces asomó su cabeza y aprestó el arco que ya llevaba preparado. Escuchó como el arco del montaraz destallaba y eso solo podía significar una cosa, que había comenzado la escaramuza.

Pero el joven dunadan estaba centrado en su objetivo. Le apuntaba para no errar tan importante disparo.

Turno 1

La cabeza del mediano se asomó por detrás de las rocas. Observaba la posición de los dos orcos, pero sobre todo miraba el bosque por si había más movimiento. Pronto Denelloth y los demás iban a atacar, y a partir de ese momento ya no era necesario el sigilo para esos dos orcos, pero podría haber más enemigos entre los árboles. O en el cielo.

Turno 1

Comenzaba la acción y por el momento permanecía a cierta distancia observando como asaltaban a esos dos orcos malnacidos.

Eran tres contra dos por lo que pensé que no habría problemas en eliminarlos con relativa rapidez, puesto que contabamos con el factor sorpresa.

No obstante, tensé el arco con su correspondiente flecha por si las cosas se torcían y había que actuar de inmediato.

Turno 1: Resolución

El disparo de Denelloth le impactó al orco en la espalda. Bajó la guardia, y dio unos pasos hacia delante aturdido. El montaraz rápidamente cambió de arma.

Detrás de él, Eben y Girion tenían sus arcos listos para disparar más flechas.

Más lejos, Russef, Otho y Ferrim seguían ocultos detrás de las rocas.

Ferrim vio en el cielo a tres murciélagos. Llegaban por encima de los árboles del bosque, pero de momento no les habían visto y parece que iban a seguir hacia el oeste.

Turno 2

El enemigo siempre adquiría múltiples formas y no era posible desentenderse de ninguna. Ferrim vio aquellas sombras e hizo un gesto a Russef y Otho para señalárselas: tres grandes murciélagos volaban hacia el oeste por encima de los árboles del bosque.

¿Podrían verles? ¿Darían la voz de alarma? ¿A dónde iban y qué mensaje portaban?

TURNO 2

Era el turno de Girion. No quería que ninguno de los orcos dieran la voz de alarma. Así que se dispuso a acabar con el orco que estaba más cerca suyo (O1)

El hecho de estar apuntando dejó tiempo al joven para centrarse en su blanco y olvidar todo lo demás. Tras unos breves segundos de tensar la cuerda, aguantar la respiración mientras fijaba el blanco con sumo cuidado, escuchó el sonido del otro orco al caer le dio la señal que esperaba.

La flecha salió hacia su objetivo como guiada por un Valar. En ese momento Girion recobró el sentido de donde estaba y el nerviosismo le invadió de inmediato. Estiró el cuello para ver dónde había alcanzado a su objetivo.

A Eben cada vez le constaba más mantener la concentración, la oscuridad le invadía y notaba el peso de las sombras como una losa sobre su cabeza.

Tenía un tiro claro sobre uno de los orcos (O1) pero no se atrevió a efectuar el disparo, las sombras hacían que no se pudiera concentrar en el blanco. Mantuvo la tensión en el arco mientras una gota de sudor se deslizaba por su sien.

TURNO 2

El orco al que había disparado no terminó de caer, aunque se tambaleaba. Mientras cambiaba de armas, Denelloth vio caer al otro orco. Con una rápida mirada atrás descubrió, entre la sombras, a Girion con el arco descargado. Eben se esforzaba por mantener la penumbra en torno a ellos.

No sabía si el joven montaraz podría permitirse tirar sobre el orco herido, y en todo caso, una flecha en reserva podría resultar providencial. Decidió atacar, terminando de aprestarse mientras avanzaba, ligero y sigiloso, tras él.* La espada del montaraz encontró fácilmente la carne de su enemigo.

Turno 2 Resolución

Denelloth y Girion actuaron con una destreza y una precisión mortal. Después de disparar la ballesta, Denelloth cambió de arma y antes de que el orco pudiera reaccionar, le golpeó con fuerza en el muslo. La armadura absorbió parte del golpe, pero aún así el orco cayó inconsciente en el suelo, y además estaba sangrando de la herida del virote anterior.

Por su parte, Girion disparó su arco largo y la flecha dio en la espalda y se clavó en profundidad. El orco se quedó inmóvil, arqueando su cuerpo de forma grotesca, y se derrumbó. Seguía vivo, pero el daño era irreparable. Por suerte, no tenía fuerzas para gritar su dolor, y solamente se escuchaba un flojo quejido.

Denelloth remató al orco en el suelo mientras lanzaba una mirada a hurtadillas hacia la posición donde estaban los demás orcos. Por fortuna, parecía que habían pasado desapercibidos. Hizo una rápida seña a sus dos compañeros y al resto de la partida para que avanzasen a cubierto, bajo los árboles. Luego arrastró el cadáver del orco bajo unos matojos, en un esfuerzo por ocultarlo, intentando en lo posible que no quedasen a la vista rastros de sangre u otros de la lucha.

Tras lanzar la flecha Girion soltó el arco y sacó su espada presto a seguir con la liza para que esos orcos no delatasen su posición. Pero no hizo falta. los dos cayeron al suelo malheridos y sin poder dar la alarma.

Girion recogió su arco y lo gardó cuidadosamente mientras oteaba el terreno en busca de cualquier otro peligro que pudiera aparecer.

Al ver que Denelloth movía los cuerpos de los orcos para esconderlos y limpiar la zona, le ayudó en esta tarea para agilizarlo pues no sabía de cuanto tiempo disponían hasta que se dieran cuenta de su ausencia.

Eben destensó el arco y en silencio guardó la flecha. Había hecho bien en no disparar, la sombra que tan hábilmente había encontrado de alguna manera le impedía hacer un tiro certero.

Por fin se relajó y la sensación de agobio desapareció. Mientras Girion y Denelloth escondían los cuerpos permaneció atento a cualquier sorpresa de última hora, mientras esperaba órdenes de Denelloth para continuar la marcha.

El enemigo cayó fulminado en un par de movimientos. Ferrim respiró aliviado, esos hombres sabían manejarse en situaciones de riesgo y combate y él, un enano «civil», no podía sino agradecerlo.  Miró al cielo, pues temía encontrar algo más en las alturas, y observó también a ambos lados y atrás. Debía asegurarse el paso libre antes de avanzar.

– Adelante, debemos movernos y entrar en el bosque cuanto antes –murmuró.

Buscando las sombras de las rocas, se encaminó a donde estaba la avanzadilla.