Partida Rol por web

Tras escuchar atentamente las presentaciones de los allí presentes, Aad Madow aprovechó un breve periodo de silencio para comunicar al Jarl quién era aquel personaje de oscura piel y blancos cabellos que se descansaba en aquella mesa y por qué se encontraba allí, por lo que se puso en pie y comenzó a hablar.

-Mi nombre es Aad Madow, soy un gran historiador, buscar, encontrar y entender los sucesos del pasado es mi único cometido. Por eso me encuentro aquí. Además, quería agradecerle la hospitalidad que nos ha ofrecido al admitirnos en su casa, mi piel no hubiera aguantado mucho más tiempo de color negro ahí fuera.

Acto seguido, Aad volvió a tomar asiento esperando ansioso la presentación del resto de integrantes.

El hombre de las cicatrices suelta una carcajada, que más bien suena a un bufido, cuando Add termina su exposición con una broma sobre el color de su piel. Einar, sin embargo, se limita a enarcar una ceja y esbozar una media sonrisa.

-Es mi deber, como anfitrión. Y, si buscáis historias, he de decir que habéis venido al lugar adecuado. Nuestra tierra respira leyenda. Hay, de hecho, otro viajero que llegó hace unos días a Sultünge, con unas intenciones similares a las vuestras. Debe ser que el oficio de historiador es más frecuente de lo que parece... Quizás podéis intercambiar impresiones, más adelante.

Tuve que apretar el paso si quería llegar al pueblo antes de que anocheciera, aun así parece que llegue tarde.

Avanzo por el camino del bosque, poco a poco vislumbro luces que salen de la espesuras de los árboles y las casas se van haciendo mas claras, sin embargo según voy avanzando no puedo evitar pensar:

 ¿Pero que...? ¿Como puede haber un pueblo en un sitio como este...? No tiene ningún tipo de ventaja estratégica y por la estrechez y lo poco cuidado del camino yo diría que no es una ruta de comercio. Esto es más bien un lugar de paso. Que loco construiría aquí un poblado...

Avanzo un poco más ya puedo ver como se distribuyen las casas, apenas una docena, lo cual me deja bastante sorprendido.

Juummm... es posible que sea un pueblo minero y que hallan encontrado la beta de algún mineral importante por aquí, bueno, a mi eso me da un poco igual, mientras pueda vender mi piel. Aunque... ¿que clase de comida tendrán...? jejejeje - sonrío.

Ya casi llego a la entrada del pueblo, me paro para observar las casas y los pocos habitantes que hay por la calle, aunque los pocos que se han percatado de mi presencia me dirigen miradas extrañas. Fijándome un poco más veo la cabaña central, que parece dos veces más grande que el resto.

Debe ser la del Jarl, que tipo de hombre será...

Avanzo poco a poco, dirigiendo la miradas a los pueblerinos del lugar, los cuales dirigen miradas extrañas hacia mi.

Según parece yo tenía razón, este lugar está tan apartado que no deben recibir apenas a viajeros.

Antes de llegar a la cabaña más grande me paro y me fijo su tuvieran algún carro o incluso caballos que pueda verificar mis sospechas de que es un pueblo minero o que tengan algún tipo de comercio, por que de lo contrario quiere decir que están alejados del mundo. Parece que no tienen muchos animales por aquí.

Mientras giro sobre mi mismo observando el pueblo, una mujer surge de la casa grande y viene en mi dirección.

- Hola -  digo cuando ya esta apenas a unos pasos de mi y espero a que se pare delante mía. -  mi nombre es Resmit Cruik, llevo viajando por las montañas durante un tiempo y les agradecería unos días de asilo para poder continuar mi viaje, puedo ayudarles aquí se lo precisan. Estando tan apartados seguro que necesitan manos jóvenes y fuertes que les ayuden. - le digo con una sonrisa en este último comentario.

La chica se presenta como Ashe y me comunica que el Jarl no está, pero que tras resolver sus asuntos se reunirá conmigo en su choza. Asiento con la cabeza con una sonrisa y le pido que me muestre el camino, que un fuego para entrar en calor me vendrá bien después del arduo camino en plena ventisca. Cuando abre la puerta de la cabaña se lo agradezco y la dejo pasar primero para que me muestre donde puedo esperar al Jarl, aunque mi sorpresa aumenta al ver que no soy el único viajero.

Soy el último en llegar por lo que parece y como es habitual para mí... ¿pero acaso esto era una reunión premeditada? En esta aldea en los yermos gélidos de Goldar aparecen siete viajeros y en la misma tarde, interesante.

Cuando me abren la puerta de la casa del jarl sacudo la nieve de mis ropajes antes de entrar y la dejo en algún lugar de la entrada, no quiero manchar nada e intento ser lo más cuidadoso posible con mi mochila. Cuando me siento echo un vistazo al resto de viajeros, hay algunos rostros más serios que otros ya sea por las heridas en los labios como por el mal humor por las inclemencias del viaje, echo una ultima mirada al salón en el que estamos antes de centrarme en las demás personas de la sala.

Me siento al lado del Daevar, caray es la primera vez que veo uno. -!Hola! Mi nombre es Hadar, encantado de conocerte. digo espontaneamente al de tez azabache mientras le saludo inclinando la cabeza y ofreciendo la mano para estrechársela, en cuanto me responde ( o no) me giro al otro viajero más cercano repitiendo el ritual -!Hola! Mi nombre es Hadar, encantado de conocerte. Cuando termino de presentarme uno por uno con todos los miembros de la sala mi atención se vuelve a centrar en el Daevar y comienzo a hablarle impulsivamente -Alaaa, nunca había visto a alguien con la piel tan negra como tú, ¿eres de raza daevar no? y además debes de tener como 300 años jajaja es broma, es broma, solo que no consigo saber cual es tu edad aproximada, yo tengo 16 años recién cumplidos pero ya me esta creciendo barba mira mira... mis palabras salen atropelladas y soy consciente de que los demás notan la emoción que me sacude por dentro ¿Cuando encuentras a un grupo tan extravagante en un lugar tan desolado como este? 

Cuando entra el Jarl mantengo el silencio y escucho atentamente las presentaciones hasta que llega mi turno, me levanto y llevo mi puño al pecho: Soy Hadar Hosling, de Haufman, estaba viajando de vuelta al norte, a mi tierra. No conozco a ninguno de los demás y entiendo que somos siete vocas que alimentar que le piden hospitalidad, solo le puedo prometer por mi parte que si hace honor a la hospitalidad del norte yo también cumpliré con la obligación del que pide cobijo. Sonrío e inclino la cabeza antes de volver a sentarme. El Jarl parece buen tipo, venga viejo dame comida.

Las puertas de la cabaña grande se abren ante mi, Ashe entra primero, pero al apartase de la puerta puedo ver que no soy el único viajero que ha llegado a este inóspito pueblo.

¿Habrá alguna fiesta estos días y por eso a venido más gente de fuera...? - sorprendido.

Miro dentro de la cabaña antes de entrar, es bastante grande y en cierto modo me recuerda a la casa del Jarl de mi pueblo, parece acogedora. Doy un par de pasos dentro y el cálido ambiente del fuego se hace notar, nada comparable al gélido aliento de las nubes que lleva susurrándome durante toda la mañana. La miradas se centran en mi cuando cruzo el umbral, unos se giran, otros apenas miran de reojo, algunos lo hacen con disimulo y es el momento que aprovecho para quitarme de encima la poca nieve que quede sobre mi abrigo de piel de lobo blanco. Para estar más cómodo me quito la capucha del mismo con la forma del rostro de la bestia y muestro mi cresta mohicana castaña, junto a los tatuajes de mi cabeza. Paso mi mano por mi barba para quitar unos poco copos de nieve y avanzo hasta la mesa donde se encuentran el resto de viajeros fijándome en la gente de la sala.

Digo un cordial  Hola  antes de sentarme y quitarme el macuto, del que sobresale aun la piel gruesa del lobo azabache recién cazado enrolla en la parte superior de la mochila. Espero a entrar en calor y por lo que parece las conversación no es muy fluida.

A lo mejor me equivoco con la fiesta y esta gente realmente no es de aquí y no se conocen -  pienso mientras me sirven una cerveza. Mientras la doy un trago no puedo evitar empezar a examinar a los viajeros, pero antes de apoyar la jarra la puerta de la casa se vuelve a abrir. Un norteño flacucho entra por la puerta y atrae la mirada de los presentes.

¿Ese es el Jarl...? menuda decepción... - No obstante, no solo los viajeros lo miran, sino los presentes también, e incluso Ashe se acerca para decirle que el Jarl no está, que espere junto a nosotros. - Otro viajero, ya somos siete, por como se comporta Ashe no deben recibir tantos viajeros con frecuencia. - sonrío - Puede ser interesante. - mientras doy otro trago de cerveza, parece joven y enérgico - eso es bueno, puedo que anime esta reunión. - Me saluda ofreciéndome la mano y yo se la estrecho, no hay razón por la que no hacerlo.

Ya por fin los examino detenidamente, especialmente al hombre que parece una chuleta carbonizada al que miro con mayor curiosidad.

Pero que le habrá pasado a este. El muy idiota seguro que durmió muy cerca del fuego y se acabo quemando, pero es la primera vez que veo quemaduras así...

Tres norteños: el gigante del mandoble, el flacucho sonriente e hiperactivo y el último parece más normálito, pero sus pieles, la cota de malla, las espadas y el estar tan arreglado me dicen que podría ser hijo de algún noble o un Jarl. Las mujeres: una norteña, no tiene pinta de escudera ¿como habrá llegado aquí ella sola? aunque es bastante guapa. La otra, aunque no es norteña parece que si lleva espada y puede que venga con el gigante, parece  que son los únicos con alguna relación. Por último, el "hombre quemado" ¿Daevar?, sus facciones no parecen muy norteñas, igual es extranjero...

Las puertas se abren, dos hombres entran y uno se sienta en la silla del Jarl, era Einar. - El otro debe ser su guardaespaldas o uno de sus mejores guerreros que ha llamado para esta reunión.

Escucho atento las presentaciones de cada uno, intentando quedarme con sus nombres, pero tras oír a Saga las dudas me invaden. 

¿Unos Bandidos...? pueden ser los que estoy buscando... -  entonces mi mirada se centra en ella

Escucho al resto, Bedelia, Drunfo, Thorir, Aad, Hadar...

Creo que es mi turno... - Me pongo en pie después de que hable Hadar y dirijo la mirada al Jarl:

- Saludos Einar, mi nombre es Resmit Cruik, hijo de Thor y Freiya, del Clan Solvgilftanden; como ya te han dicho los demás, es la primera vez que los veo, es más, me a sorprendido bastante encontrar tantos viajeros aquí. Sultünge parece un lugar apartado y poco frecuentado ¿Que hace aquí, en medio de la nada, un pueblo como este? De seguro contareis con el apoyo de los dioses verdad. Bueno, no quiero entretenerme mucho, solo estoy aquí de paso, busco a un grupo de bandidos y la falta de pistas me hicieron vagar en busca de información para poder encontrarles. Por eso, les estaría muy agradecido a todo lo que puedan decirme. - echo una mirada rápida y de reojo a Saga - No obstante, mi viaje a sido largo y le agradecería un hospedaje de unos días para reponer fuerzas. Además de cazador soy cocinero, así que si requiere de ayuda en el pueblo no dude en pedírmela.

Me siento, cojo la jarra de cerveza y la alzo en señal de brindis en dirección al Jarl como agradecimiento antes de dar un trago.

Saga había permanecido en riguroso silencio queriendo prestar atención, pero incapaz de apartar de su cabeza dos nombres: Andrel y Will. No dejaba traslucir la preocupación, e incluso había hecho el esfuerzo de repasar alguna de las historias de su libro con poco éxito.

¿Dónde estarían? Y la pregunta más vital, ¿cómo? ¿Podía Andrel morir una segunda vez? ¿Y Will?

Sus pensamientos empezaron a tomar posesión de la situación, tornando su mirada un vacío oscuro. Will hubiese sabido qué hacer, pero Will no estaba. Entonces algo llamó su atención, lo que mencionó su anfitrión sobre un viajero llegado recientemente: por eso Yngrid no había sabido de su presencia, aunque era muy prejuicioso suponer que tenía que ver con la bestia.

Saga, todavía con las manos posadas con delicadeza sobre el volumen en Arkes antiguo, levantó la cabeza hacia el último invitado dirigiéndole una mirada esperanzada. Quizá todavía puede hacer algo por Will. Tomó la jarra de cerveza y le acompañó.

-Me gustaría compartir con vos más tarde lo poco que sé sobre mis atacantes. En el peor de los casos, puede que tengan prisionera a mi skalmo. Y, por supuesto -se dirigió de nuevo al jarl-, podéis contar con mis habilidades cuanto preciséis. No puedo honraros con regalos ya que he perdido la mayor parte de mis pertenencias, pero mis manos están a disposición de vuestros campos y ganado. Además, soy escribana y erudita, sigo la tradición escalda goldariana y conozco la ley Aityr como la palma de mi mano. Sería un honor servir a vuestro pueblo de ayuda. 

Thorir escuchó con atención las presentaciones de todos los demás viajeros, sorprendentes desde luego, - ​¿Qué hacían todas esas gentes por estos lares? -, ​pensaba. Hubo dos personas a las que prestó mayor atención, Resmit del Clan Solvgilftanden y a Drunfo, -​Como me suena ese nombre-, el resto de viajeros parecen interesantes,-¿Me ayudarían en mis propósitos?, quien sabe-​Thorir esperó hasta que todos hablaran y después de la intervención de la Señorita Saga se volvió a dirigir al Jarl, esta vez solamente levantándose de su asiento, - ​Mi Señor, me gustaría hablar con vos en privado cuando le sea posible, he de tratar ciertos temas que pueden interesarle -​, seguidamente se quedó de pie esperando la respuesta del Jarl.

La atención de Bedelia se dirigió directamente hacia Hadar. ¿Qué hacía allí alguien tan joven? Ella llevaba poco tiempo en Los Yermos pero ya había comprobado que el invierno no era agradecido con nadie, y él era prácticamente un niño (aunque seguro que se consideraba todo un adulto). ¿Qué pasaba con sus padres? ¿Había llegado completamente sólo?

Frunció el ceño. Al menos parecía jovial, contento. Era mucho más de lo que la mayoría de viajeros podían decir. Los Yermos moldeaban cuerpo y espíritu a su imagen y semejanza. En aquellas tierras no había lugar para la debilidad, viniera ésta en forma de cuerpo flácido o de personalidad pusilánime. Muchos parecían solventar estas exigencias recubriéndose a sí mismos de una estoica seriedad, como si saliendo de ese papel demostraran manifiestamente sus debilidades. Como si fuera la única armadura que pudieran esgrimir.

Bedelia no creía que las cosas funcionaran así. Había valentía en sonreír conociendo todas las cosas que te impiden hacerlo.

Suspiró. Esas eran sus ideas, forjadas en su contexto, en su vida y en su tierra. Quizás no eran extrapolables a las gentes de Los Yermos. Al fin y al cabo todo el mundo trata de seguir adelante como puede, o como sabe...

Llevaba un rato perdida en su mundo interior cuando se dio cuenta de que había dejado la mirada fija en Hadar, cosa que podría haber resultado violenta. Sobresaltada por haberse abstraído de aquella manera, volvió a fijar su atención en la cerveza que estaba bebiendo y que había agarrado con ambas manos.

Einar atiende a la explicación de Hadar, y luego inclina la cabeza.

-Los hauf siempre serán bien recibidos en estas tierras. Espero que encontréis nuestra hospitalidad adecuada, y podáis sacar algo valioso de vuestra visita.

Ante la presentación de Resmit, sin embargo, frunce el ceño ligeramente, probablemente debido al torrente de palabras que han salido de la boca de este. Decidiendo ignorar varias de sus preguntas de forma deliberada, decide centrarse en el final de su exposición.

-Estoy seguro que sus habilidades como cocinero nos alegrarán este duro noviembre. Respecto al clan Solvgilftanden, he de admitir que no sé mucho de él, exceptuando el hecho de que procede del clan Ardan, uno de los treinta y dos originales. Quizás podáis obsequiarnos más adelante con algunas historias sobre vuestras tierras.

Cuando Saga interviene, el rostro de Einar recupera ligeramente la sonrisa.

-La visita de una escalda es siempre un regalo de los dioses, y más en una comunidad tan pequeña como esta.

Por último, escucha el comentario de Thorir y, esta vez, se advierte un brillo de interés en sus ojos.

-Habrá tiempo para ello, no hay por qué ser impacientes -Dice, resaltando claramente la salida de protocolo del norteño aunque con un tono suave que no llega a sonar molesto-. Sin embargo, creo recordar que, a diferencia de vuestros compañeros, ni Drunfo ni vos habéis mencionado vuestro clan de origen...

Notas que Bedelia lleva un rato mirándote. Cuando te giras, esta parece darse cuenta y rápidamente gira la cabeza para mirar a su cerveza.

El clan Solvgilftanden... Has oído hablar de él. Fue uno de los dos clanes que nacieron de la escisión del clan Ardan, uno de los clanes originales que emergieron del reino de Haufmarsormen, con héroes tan famosos como el legendario Skylar o el infame Kargeul, y del que se decía descendían del propio Uruz. Desde dicha escisión los dos clanes han mantenido un conflicto constante a lo largo de los siglos, alternando periodos de frágiles treguas con cruentas incursiones y venganzas de sangre. Actualmente, la situación entre los dos clanes es tensa, aunque sus territorios se encuentran lo suficientemente lejos como para que ello no sea preocupante en esta región.

Actualmente, el clan es dirigido por un guerrero muy respetado entre los suyos, Pragan Piel de Oso. Sabes bien poco de él, ya que el clan no es de los más importantes de Goldar y lo que has leído sobre ellos es poco, pero crees recordar que su postura respecto a dicho conflicto con el clan Yormef es relativamente diplomática, y es posible que sea gracias a él que los dos clanes todavía no han marchado a la guerra.

Solvgilftanden.... Ese nombre te resulta desagradablemente familiar.

Solvgilftanden.... Ese nombre te resulta desagradablemente familiar.

Solvgilftanden...

Resmit...

"¡Maldición! Treinta y dos clanes mayores y otros tantos menores y tiene que haber un miembro de Solvgilftanden en este mismo lugar" pensó Drunfo. "Aun así puede que sea una buena noticia, dentro de lo que cabe, nadie seria tan estúpido de revelar sus intenciones si creyera que aun puede pillarme por sorpresa."

Einar miraba atentamente a los dos norteños anónimos, aguardaba su respuesta. Si Drunfo trataba bien sus palabras puede que todo acabara pacificamente.

-Disculpe mi despiste mi señor, antaño pertenecí al clan Yormef, que como bien sabe Resmit, su clan y mi antiguo clan llevan siglos enemistados. Pero hace ya muchos años que no vivo con ellos, hace casi veinte años que no piso sus tierras, así que se podría decir que son mi antigua familia. No guardo ninguna vieja enemistad o rencor que ellos pudieran tener.

Mientras Drunfo decía estas palabras observó la reacción de todos los norteños con especial atención y la de los demás invitados. Pudiera darse el caso que sus conjeturas no fueran erróneas, entonces no sería una buena noticia.

-Ya veo... -Einar se gira hacia Resmit, con expresión impenetrable-. ¿Supone esto algún problema, Resmit?

​Vaya, Drunfo, del Clan Yormef, ya se de que lo recuerdo. ​Thorir notó la curiosidad en los ojos del Jarl y aquella pregunta le hizo reaccionar y supo que era el momento, se acercó al frente del Jarl y cuando Drunfo terminó de hablar comenzó su interlocución. -​Mi señor, discúlpeme, pero en estos tiempos hay que ser ante todo precavidos. Soy Thorir, hijo de Hakon antiguo jefe del Clan Yormef y soy el legítimo heredero del Clan, mi hermano es quien ha usurpado el poder que mi padre me otorgó en su lecho de muerte y que después la conjura de mi hermano acabó con su vida, vengo a estas tierras en busca de aliados para hacer justicia - ​tras hablar se lleva la mano al pecho en señal de respeto y mira alrededor buscando los ojos del Drunfo y de Resmit principalmente, cuando encuentra los de Drunfo asiente con la cabeza en señal de aprobación y amistad, al girarla y encontrar los de Resmit esboza una fría sonrisa.

La sorpresa se hizo patente en el rostro de Drunfo y sin aguardar un instante preguntó impacientemente:

-¿¡¿Eres Throrir hijo bastardo de Hakin hijo de Eskol?!?

La respuesta a esa pregunta podría cambiar la vida de Drunfo drasticamente.

Thorir se giró y se posicionó enfrente de Drunfo, lo miró a los ojos y asintió a la vez que decía, -​Sí, el mismo y el heredero legítimo del clan - ​Thorir con rostro serio le mantenía la mirada en todo momento y atento a cualquier movimiento que el nórdico pudiera hacer. Sabía quien era ese hombre, cada vez estaba más seguro.

Drunfo le aguantó la fria mirada.

-Tu familia es la razón por la que no puedo volver a mi hogar. Tu abuelo asesinó a mi madre e intentó matarme a mi y a mi hermano.