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Nieve y Hambre, capítulo 1: La silueta entre los árboles

Desenlace - La guarida de la bestia

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21/09/2017, 17:08
Resmit Kruik

Permanecí tumbado en la nieve mientras las mujeres terminaban de discutir, apenas discerniendo los voces entre los susurros del viento, pero allí tumbados estaba tranquilo y en paz. El dolor se aliviaba poco a poco, ya fuese porque se pasaba o por que cada vez me hacia más a él, pero aún así taponaba la herida.

Mirando al cielo por conseguía relajarme. Con todo lo sucedido no me había dado tiempo a pensar. Todo estaba por acabar, pero ¿Qué haría yo ahora que sé que a sido de Baklar? No podía volver con su cabeza, ni siquiera con la mía, que en estos momento a duras penas se sostiene en su sitio. Mi cuerpo está entumecido, podría moverlo, pero estaba cómodo allí tirado, tomando una hálito de vida y reflexionando sobre que iba a suceder apartir de ahora.

Me la sudaba bastante si el monstruo rompía su maldición, que hiciera lo que quisiera mientras desaparezca de una vez, bastantes vidas había sesgado ya, bastante dolor había producido en los cuerpos y corazones de los presentes y del pueblo de Sültuge.

Entonces vino a mi cabeza.

Ahmel... el podría ayudarme... ¿Seguirá vivo? - Giro la cabeza y veo como le arrastran con los movimientos raros en la pierna y vuelvo a mirar al cielo mientras río a carcajadas. - 

Jajajajaja parece que ha conocido el norte... tendrá material para su libro.

Al ver como se reúnen me volteo, dejando expuesta mi espalda cubierta de nieve. Me pongo de rodillas para coger fuerza y apoyando la maza de rayos consigo ponerme de pie con dificultad. Con el movimiento vuelve el dolor, y me doy cuenta que hasta las pestañas me dolían. Avanzo al circulo medio cojeando y despacio, sujetando las heridas no fuese que asomara algo que no me gustaría y me sitúo formando el circulo.

Gracias por la ayuda - Digo con tono sarcástico y la maza por fin desaparece en un pequeño destello en mi mano. - Vamos a terminar con esto.

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21/09/2017, 17:31
Thorir Espada de Hielo

El final estaba cerca, o eso parecía, ..., por ahora todo estaba tranquilo, el cansancio de días y sus heridas habían hecho de Thorir una sombra de lo que era en realidad, ahora tocaba terminar el maldito ritual y reponer fuerzas.

El noble se acercó al resto y formó para hacer el círculo pero no estaba prestando atención a nada, ni al águila, ni a la bestia agonizante, ni a Saga, a nada, ..., tenía su mente en otros mundos más internos.

 

 

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21/09/2017, 17:40
Thorir Espada de Hielo

Pensaba en su padre, en su hogar, en su objetivo, su hermanastro, ..., todo había pasado a un segundo plano tras estos últimos días de peleas, prisión y persecución de las bestias, de toda la tragedia y del caos, pero ahora que parecía que el final estaba cerca todo eso volvió, y una sensación de tristeza inundó su corazón, sabía que no tenía nada de lo que había salido a buscar, no tenía apoyos, nada, tenía a Drunfo, pero Resmit o lo que fuera se lo arrebató, en resumen, nada. 

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21/09/2017, 17:44
Saga Olrik

En el fondo lo sabía. Era una certeza cristalina y clara como el cielo azul de la costa. Una verdad ineludible que tarde o temprano debía encarar. Una decisión entre ella y su pasado, entre lo que era justo y lo que el corazón realmente dictaba.

Alguien había dicho una vez que no existía la justicia, a menos que ellos mismo la hicieran cumplir. Los Dioses, impasibles, observaban, pero eran ellos, todos los allí presentes, quienes en última instancia, guiados por un corazón desbocado y en llamas, tomaban el destino en sus manos. Y quizás en algún punto de aquella historia no narrada había sido una buena persona, un guerrero valeroso, un marido atento y entregado. Pero ya no había rastro de aquel ser; era un monstruo sediento de sangre, maldito y deformado que encarnaba en él mismo la esencia de los horrores que ella y muchos otros habían padecido. Había matado a Einar, devorado su cuerpo y el de Jorik y el de tanta gente que sería imposible saberlo. Sus restos descansaban en aquella cueva maldita. El de ellos y cuántos otros más. Era una plaga que se extendía y que no cesaría jamás a no ser que ellos mismos le dieran muerte.

Saga sintió la garra clavarse en sus entrañas, anudándose en su garganta con fuerza. Apretó los puños, perdida en las palabras de Xier. No podía consentirlo. No podía dejarlo libre después de todo el dolor causado, después de todas las noches y las lágrimas derramadas y los recuerdos que se retorcían en su interior entre aullidos desgarradores. No después de haber sentido el dolor de Ashe, el de Eskol, el da cada uno de los habitantes de aquel lugar. Quizás fuesen una aldea insignificante, pero no se merecían haber pasado por todo aquello para dejarle libre, vivo y en perdón. ¿Y qué pensaría él mismo? ¿Cómo podría vivir con todo aquello sobre sus espaldas? Bedelia no lo veía. Bedelia sólo quería recuperar a su marido, pero no podía ni siquiera atisbar todo el daño que eso iba a traerle.

Ella sí. Ella sabía lo que era vivir con el horror, sentirlo bajo la piel y arrastrarlo allá donde fuese. Y ni siquiera había sido la causante, sólo una víctima. ¿Cuánto tardaría en arrastrarse hacia aquel vacío oscuro y profundo en el que un hombre se plantea el mismísimo sentido de seguir respirando? ¿Cuánto tardaría en dañarla a ella? ¿Cuánto tardaría en despertar de nuevo aquella mancha oscura e imborrable que de ahora en adelante iba a vivir con él para siempre.

Tenía que acabar. Tenía que acabar allí.

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21/09/2017, 17:45
Saga Olrik

La norne permaneció en silencio durante lo que pareció una eternidad, inmóvil como un árbol mas que el viento azuzaba en la ventisca. Miraba hacia un punto indeterminado cerca del águila, y la vieron agachar la cabeza sin mediar palabra. Su respiración se volvió más pausada, densa, y cuando por fin se volvió hacia sus compañeros no hicieron falta palabras para saber lo siguiente que iba a decir a continuación.

Miró a Bedelia con tristeza.

-No se puede hacer nada, Bedelia. Tiene que morir. No se puede borrar la mancha que le ha marcado... o todo lo que ha hecho.

Esta vez no hubo lo siento ni palabras que endulzaran en momento. Era lo que había. Era lo que se debía hacer.

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21/09/2017, 19:23
Bedelia

Y así moría la esperanza.

Bedelia cerró los ojos, deseando con todo su ímpetu haber oído mal aquella frase, como si creerlo con suficiente fuerza pudiera cambiar el hecho. Pero no podía, lo sabía muy bien. Si eso funcionara no estaría allí. Ni él tampoco.

Más de diez años en recuerdos se sucedieron a cámara rápida. Un helado, el sonido del agua, una sonrisa, una discusión, una carantoña, el silencio...Recordaba haber oído, o tal vez leído, que cuando morías toda tu vida se presentaba de aquella manera y la sureña no tenía duda alguna; había muerto, una parte de si misma se había ido en ese instante. Su corazón latía y el cerebro funcionaba, pero lo notaba en el pecho. Un vacío, denso, profundo e irreparable. Y un contrato que lo hacía vitalicio. Sintió un arrebato de odio hacia los dioses del norte, el dios del sur, el universo, la equidad y lo desconocido. No existía la justicia ni había alguien velando por ellos, o, de existir, era algo cruel y caprichoso. Si ni su marido ni su hijo merecían perdón no quedaba nada, no había nada más. Y ella estaba equivocada.

Tuvo que luchar contra el impulso de gritarles a todos que cerraran el círculo porque sabía que no serviría, sólo alargaría la agonía de su marido y la suya propia, y tan sólo había una opción.

Desenvainó el estoque y, en esta ocasión, el sonido le pareció un calco perfecto de la guillotina deslizando. Lo odió, y la ironía de rechazar algo que había sido un consuelo toda su vida adulta le quemó las entrañas como ácido. Aquel arma había sido una compañera, ahora sólo quería lanzarla lejos, muy lejos.

Pero no lo hizo.

Se acercó con lentitud a lo que fue su marido y le miró a los ojos. Se retorcía, gruñía y moría cubierto en su propia sangre.

-Chstt, ya. Ya está, mi amor. Estoy aquí.

Años de experiencia y la punta del estoque buscaron el corazón de la criatura y se posaron encima. Un par de gruesas lágrimas rodaron por las mejillas de la sureña, y aunque su voz sonaba quebrada también había un amor infinito en ella.

-No me traicionaste y nunca te culpé por irte. Te quería, te quiero y siempre te querré, pase lo que pase-una sonrisa trémula-. Y se que tú a mi también. Descansa, mi amor. Ya ha terminado.

El estoque se hundió sin vacilación y los estertores cesaron. Bedelia cayó de rodillas incapaz de sostenerse, y en un último impulso se giró hacia Dag. No hacían falta palabras, el niño sabía qué necesitaba. Del bolsillo sacó un pequeño anillo marital que devolvió a Bedelia. Cogió una de las garras de su marido y depositó el anillo dentro, cerrando los dedos en torno a él.

-Ya ha terminado...

E, incapaz de contenerse más, comenzó a llorar con la cabeza apoyada en su pecho. Un llanto desgarrado, profundo y visceral. Un llanto de pérdida y derrota.

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21/09/2017, 21:25
Ojos blancos

Y en el último instante, quizás mientras la luz se apaga en sus ojos, crees ver una última mirada, un último destello de consciencia. La criatura te mira, pero no es ella, no es el monstruo que devoró a inocentes, ni el cazador que intentó atraparte, ni la criatura que sembró el terror en vuestros corazones.

Por solo un instante, no es más que Fredrick.

Fredrick, que rió contigo en las tardes aburridas de otoño, cuando la lluvia os obligaba a permanecer encerrados en casa. Fredrick, que te levantó cada mañana con un beso y un "buenos días", porque él siempre dormía poco y se despertaba a las primeras luces del amanecer, daba igual lo tarde que os hubierais acostado. Fredrick, que susurró todas esas palabras de amor a tu oído, en las noches frías en las que la única fuente de calor era el cuerpo del otro, en las que amar era tan sencillo como respirar, automático, natural, completamente lógico e inevitable. Fredrick, que siempre vio en ti la persona que eras, que siempre supo atravesar el caparazón y actuar como espejo cuando todo el mundo se iba abajo y necesitabas que alguien te recordara lo maravillosa que eras. Porque a sus ojos siempre fuiste única. Porque habría ido al fin del mundo contigo. El Fredrick que te hizo parte de su vida, que formó parte de la tuya.

Solo dura un instante, tan breve que te hace dudar sobre su veracidad.

Luego la luz se apaga. El telón se cierra, y Fredrick se convierte en un recuerdo.

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21/09/2017, 21:49
La silueta de los dioses

Y al final, todo acaba.

La bestia expira, su corazón atravesado por su amada. Y el viento parece detenerse al fin. Lentamente, las nubes comienzan a dispersarse, y el cielo lanza destellos rojizos de un sol que lleváis días sin contemplar. De forma casi antinatural, la luz regresa a Sultünge, y a pesar de no ser más que la agonizante llamada de un atardecer moribundo, sus rayos son como la más dulce melodía deslizándose sobre vuestra piel.

El círculo brilla, por última vez, mientras vuestras siluetas se perfilan contra la nieve. Luego desaparece, al fin, y sólo quedáis vosotros.

El cínico.

La superviviente.

El sabio.

La enamorada.

El pasional.

El niño.

El noble.

La mística.

El solitario.

La heroína.

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22/09/2017, 00:43
Saga Olrik

No podía creerlo. Había acabado, para bien o para mal, y mientras Bedelia se encaraba a la cruda verdad que ella misma había puesto sobre sus hombros, Saga no pudo más que buscar los ojos de Will e ir hasta ella, temblando, abrazándola y susurrándole mil veces perdón. Mil veces lo siento. Mil veces no volverá a ocurrir. Y en el fondo, aunque las circunstancias lo empañasen, sabía que era mentira. La muerte de Fredrick no era sino el preámbulo de lo que acababa de comenzar. Quizá fuese el cierre para los habitantes de Sultünge. Quizá fuese el cierre para el resto de los allí presentes. Pero para ella no, y lo sabía. Lo sentía como un ardor en el pecho que no se iba jamás.

Pero en aquel instante se permitió respirar. Se permitió encontrar consuelo en unos brazos familiares. Se había acabado. La había recuperado. Les había salvado. Había hecho lo que era necesario para llevarles a todos allí, para invocar ayuda y para salvar a Dag. Habían acabado con la amenaza aunque eso significase destrozar a una mujer buena y resquebrajar su voluntad en pedazos. Al menos, se dijo, lo hizo sabiendo la verdad.

Ahora quedaban otras cosas, como regresar. Curar las heridas. Devolver a Dag junto a Ashe. Sobrevivir al duro y hambriento invierno que les esperaba entre aquellos bosques. Quemar y llorar a los muertos cuyos huesos descansaban en aquella caverna. Clamar a los dioses. Descansar...

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22/09/2017, 10:34
Thorir Espada de Hielo

A pesar de todo lo que había pasado Thorir se sentía mal por ver así a la alegre sureña, la sonrisa de Bedelia se había disuelto como la nieve con la llegada del verano, y en parte, se sentía culpable por todo ese dolor, atrás quedaba la ira y la rabia hacia la bestia, ahora allí tendida solo podía ver a un hombre inocente, victima de una maldición, culpable de la destrucción de muchas familias. 

En un acto por intentar consolar a Bedelia, el noble se quitó su capa y la puso con la mayor delicadeza que pudo sobre los hombros de la mujer, suponiendo que su calidez calmara su corazón roto. No supo que decir, nunca sabía que decir en esas situaciones, solo la miró a sus ojos rojos de llorar y le transmitió todo la tranquilidad y paz que el norteño tenía. 

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22/09/2017, 11:01
Resmit Kruik

La escena de Bedelia despidiéndose de su amado era realmente triste, no sabía que decir. Sentía pena por la mujer, un compañera de batalla más que capaz, que apesar de los engaños, mentiras y esquives, seguía perdiendo parte de ella con la ida de su amado. En parte era un sentimiento que comprendía perfectamente, la perdida de un ser querido, ya había perdido a muchos. Por otra parte, el amor marital era algo que aún, por suerte o desgracia, aún no había probado, pero no puedo evitar sentir pena por ella.

Muy al contrario que hacia la criatura, era cierto que estaba maldito, y que fuese culpa suya o no, todavía quedaba su superior, el "jijin madre". Pero el que estuviese maldito no le expiaba de sus pecados, había matado mucha gente, había atemorizado y roto familias, había acabado con Einar y Hadar y herido a Thaldein, a mi mismo y tantos otros, y lo que era peor, se había alimentado de ellos y en estos momento era más bestia que hombre. Miro al cadáver del monstruo con cierta repugnancia al ver la sangre negra.

Al final obtuviste lo que merecías, ojala hubiésemos podido salvarte, pero al no ser así todo acabó como los dioses y el destino han querido.

Bedelia estaba bien acompañada, no era necesario que la agobiara viendose rodeada.

Siento tu perdida.

Retrocedo un poco, para salir del circulo, en busca de una roca donde sentarme o apoyarme, el dolor me estaba matando y necesitaba descansar antes de partir.

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22/09/2017, 11:20
Resmit Kruik
Sólo para el director

Una vez sentado sujeto mis heridas, el dolor había remitido, pero aún era intenso, nada que unos días de descanso no arreglen. En principio miro al grupo, que consuelan a Bedelia por su reciente perdida, pero el cuerpo de la criatura me hace pensar.

Yo... también estoy maldito. Esta bestia puede ser un reflejo de mi en el futuro, de en lo que podría convertirme, de lo que he sido, de lo que puedo ser...

Debo encontrar la forma de controlar a Baklar, Nauthiz se han reído de mi. ¿Fue en aquel momento...? ¿Cuándo me enfrente a Baal...? La chispa de Thuriz me salvó aquella vez, pero es posible que aquello trajera consecuencias. Quedé como un mentiroso ante mi clan, pero en realidad soy un asesino. Acabé con mi gente y lo que es peor, abandoné mi poblado en busca de una sombra que ahora no puedo vencer, con la que no puedo acabar si no sesgo mi propia vida... ¿Cómo he llegado a esto...?

Mi abuelo, Odín Martillo de Trueno ¿Por eso no volvió después de la batalla? ¿Le sucedió lo mismo? - suspiro.

Espero que Ahmel se recupere, por muy bocazas que sea, creo que es el más inteligente de todos los que conozco, puede que él sepa como puedo acabar con mis demonios, o controlarlos... ni se te ocurra morirte, maldito idiota.

Comienzo a marearme, había perdido bastante sangre y el dolor era punzante, estaba agotado y necesitaba dormir. Intento mantener los ojos abiertos, como mi madre me enseñó "no te duermas chico. Nunca bajamos la guardia" que bien me vendría uno de sus guisos en este momento. Sigo divagando un rato.

¿Cómo me verán ahora los del pueblo? Maté a Viggo, a Drunfo y a Rorar, además de atacar a Yngrid y Jostein. Es cierto que acabé con la criatura, que he ayudado todo lo que he podido y casi he dado mi vida por esta gente. Es cierto que lo hice por que también me convenía, pero creo que aquí he hecho un buen amigo, Thaldein. ¿Era... era eso lo que me querías decir cuando te despertaste de tus heridas? Me viste matar a Viggo y no se lo dijiste a nadie, no me lo dijiste...

Por algo parecido encerraron a los yormef, aunque según dicen ellos se defendieron, cosa que no creo, pero yo ataque a esta gente sin motivo, aunque no podía controlarme. Por fin acabamos con lo bestia y ahora surge otra dentro de mi, hasta que no pueda controlar a Baklar debo estar solo. Tarde o temprano volverá y debo estar preparado. Pero... ¿Dejaré este lugar siendo un amigo o un enemigo? Jostein escapó, debió volver al pueblo, cuando lleguemos todos lo sabrán, todos me tendrán miedo, todo volverá a aquel día en que regresé de la montaña con la piel de Baal...

¿De verdad... soy un monstruo?

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22/09/2017, 15:53
Saga Olrik

Quiso hacer como Thorir y Resmit, acercarse y ofrecerle un gesto amable o unas palabras de consuelo, pero no supo como hacerlo. No todavía. Buscó entonces un punto de claridad, algo a lo que atenerse, algo de bondad genuina, y fue cuando sus ojos se posaron en la luminaria y en Xier. Eran criaturas extraordinarias, aunque las hubiesen conocido en tan terribles circunstancias. Pero de entre todos ellos, había alguien que merecía un elogio sincero, una presentación formal. Alguien que por cuya inocencia todos se habían salvado y que era demasiado joven para presenciar todo aquello.

-Dag, cielo. Ven conmigo.

Saga cogió al niño en brazos, alejándolo de todo aquello. Le dijo en un susurro cálido que quería presentarle a alguien muy importante. Un amigo que, gracias a él, había venido a ayudarles. Lo llevó junto a los espíritus y le habló de las aves de Kenaz, también llamadas luminarias. De que su propio nombre era Dag, diminutivo de Daggon que significaba amanecer, y que aquel ser era un ser de luz pura, como él. Le habló de su generosidad y su orgullo, de lo inteligentes que eran y como, aunque no pudieran hablar, eran capaces de comprender numerosos idiomas. También le habló de Xier, de lo hermosa que era a pesar de que no pudiera verla, y de cómo velaba por él. Y que si escuchaba con atención, por debajo del viento y el crujir de las hojas, podía escuchar los susurros de su voz. Que era él y no otro, quien había pedido ayuda. Que habían respondido ante él porque era un alma joven y pura, y siempre debía recordarlo. Que había seres maravillosos más allá de lo que los ojos humanos podían ver o imaginar, y que si uno quería ver, podía encontrarlos. Y que él, de entre todos, les había salvado la vida.

Después se acercó a Bedelia con la claridad del día a punto de morir definitivamente. Posó la mano sobre su cabello y le dijo que era hora de irse.

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26/09/2017, 00:02
Bedelia

La sureña tardó en calmarse. Incluso cuando consiguió dejar de llorar alejarla del cadáver de la bestia parecía imposible, tanto que sólo accedió a marcharse después de cerciorar que sería llevado hasta casi llegar al pueblo. Entendía que entrar a Sultünge con ella supondría un shock y un dolor innecesario para mucha gente, pero se negaba a dejarle allí. No le importaba el tipo de funeral, si era enterrado o incinerado, pero abandonarle de esa manera se le antojaba cruel.

Aceptó y agradeció las muestras de cariño de los que, hasta hacía tres días, eran absolutos desconocidos. Se arropó con la capa de Thorir y le dedicó algo que, con mucha imaginación, podría haberse parecido a una sonrisa. Murmuró en contestación a Resmit y sacudió la cabeza frente a Saga.

Anduvo arrastrando los pies y, cuando llegaron hasta los caballos, se agarró a uno incapaz de seguir. La pequeña parte de su cerebro que seguía funcionando con normalidad le decía que aquello era una grosería, que lo correcto sería cederle el caballo a otra persona, pero no pudo. Durante el camino permaneció callada, observando la oscuridad cerniéndose sobre ellos en lo que se le antojaba un reflejo poético de su propia alma. En el último momento, cuando la luz era casi un recuerdo, Bedelia sacó una pequeña hoja de pergamino y comenzó a garabatear.

"A mi querido Fredrick.

Siento rabia, por ti, por mi y por nosotros, por lo que ha pasado y por lo que no volverá a pasar jamás. Siento rabia por las promesas rotas en contra de nuestra voluntad y por la naturaleza de la suerte.

¿Es que nuestra vida no era más que una especie de chiste para los dioses? ¿Una broma de mal gusto? ¿Acaso todas esas muertes han sido un capricho y tu y yo sus marionetas? Nos han traicionado. Nos ha traicionado todo, aquello en lo que creíamos y en lo que no. Aquello que existe y lo que no.

Me pregunto si tal vez ésto haya sido nuestra culpa, una reacción a nuestros asesinatos en nombre de la patria, pero ninguno de nuestros pecados merecen un castigo tan cruel y nuestra deuda estaba siendo saldada. Comprendimos, redimimos, pero eso no fue suficiente.

Me siento sola, me siento perdida, me siento vulnerable y me siento miserable. Pero, sin embargo, siento también que algo ha quedado claro.

Este viaje no me ha dado paz ni perdón pero si un objetivo. Acabar con aquello que te hizo ésto, relegarlo a la memoria y evitar que alguien más deba hacer lo que he hecho yo. He sobrepasado el horizonte de sucesos y no puedo ni quiero dar marcha atrás.

Si finalmente es ésta mi misión el destino ha jugado con mucha inteligencia. Su derrota nunca fue una opción, pero tenemos una cuenta pendiente.

Y, mi Fredrick, te prometo que la saldaré de una manera u otra. Aunque el precio a pagar sea mi propia alma.

Con todo el amor de este mundo, Bedelia."

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26/09/2017, 19:46
Ojos blancos

El grupo se aleja, abandonando aquella colina maldita. Alejándose de la oscuridad, de la muerte, del dolor. Pero hay un horror más profundo, más tenebroso y poderoso que cualquiera de las bestias que moran esos bosques. Un monstruo que cada uno lleva dentro, que se alimenta de los miedos y que clama a lo más salvaje y primario. El mismo que os acompañará durante el resto de vuestras vidas, susurrando en las noches más frías esas palabras que no queréis oír. Lo que habéis hecho, lo que habéis visto, lo que habéis sentido. Animales comiendo animales, rugidos de locura, sangre y profanación en la nieve. Bajo cada uno se encuentra esa rabia, ese hambre, que clama ante la necesidad y exige un regreso al inicio, simple y brutal. Y una vez se cruza esa línea... Ya no hay marcha atrás.

Así que os alejáis, intentando olvidar sin éxito. Intentando olvidar los agravios, los compañeros perdidos. Intentando olvidar la injusticia. La arrogancia, el desprecio, el sufrimiento por los seres queridos: una escalera que desciende, en espiral, hasta recónditos lugares de la mente, parajes que no están pensados para ser explorados por personas cuerdas. Intentando olvidar la llamada de los bosques, el vaho que surge de los labios agrietados, las ramas retorcidas de los árboles. ¿O acaso son cuernos? Una deuda nunca saldada, una amiga en peligro. Inocencia desgarrada, intenciones nobles emponzoñadas por casualidades del destino y desvaríos de la razón. Un demonio interno, que muestra su presencia y engulle todo cuanto toca. Un amor destrozado, hecho añicos por la furia norteña. Decenas de historias resumidas en una visión. ¿Es vuestra imaginación, o ahí sigue? Ojos blancos en la distancia, una silueta entre los árboles. Quizás seguiréis viéndola durante muchos años. Quizás os acechará siempre.

Quizás hay un poco de dicha silueta en todos vosotros.

A lo lejos, por encima de los árboles y las montañas, a través del frío y las nubes, un sol agonizante muere plácidamente en el horizonte, lanzando sus últimos destellos sobre un paisaje nevado y un cielo rojizo.