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Nieve y Hambre, capítulo 1: La silueta entre los árboles

E13 - No correspondido

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28/09/2017, 19:02
Saga Olrik

 

-No sé ni cómo empezar -musitó. La anticipación del momento ya le estaba poniendo trabas y ni siquiera había arrancado a hablar.

Will posó una mano con gentileza sobre la suya, y Saga pudo sentir perfectamente lo asustada que estaba. No le hacían falta poderes para ello. Llevaba días evitándola discretamente, con aquel gesto esquivo e inequívoco de cuando a uno le pesa algo demasiado. Había estado rumiándolo en silencio, durante las caminatas bajo el sol y en la soledad de la noche, sin y con cerveza en la mano, bebiendo metódicamente a estómago vacío hasta llegar a una conclusión. Y una vez había decidido qué iba a ocurrir, no pudo esperar a hacérselo saber.

Era una de esas cosas que uno tenía que quitarse de encima antes de que estallasen sin previo aviso.

-Saga… Puedes contarme lo que sea -insistió su skalmo no sin la duda impresa en el tono.

La hedense inspiró profundamente. Después apartó la mano con lentitud; un gesto ya de por sí significativo.

-No quiero que sigas viajando conmigo, Will.

La respuesta no llegó de inmediato, por supuesto, calando la verdad de sus duras palabras poco a poco en el rostro de la sureña. Había duda y confusión.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Te perdí. Te daba por muerta y cuando reapareciste te arrastré a toda esta locura…

-Saga, no me has arrastrado. -Sonrió, nerviosa-. Vine porque estamos juntas en esto. Sabes que lo habría hecho en cualquier circunstancia.

Y ese era el problema, había determinado Saga. Uno de muchos. La punta del iceberg que se extendía como una mano emponzoñada a través de todos aquellos años en los que le había consentido seguirla, luchar por ella, enamorarse hasta la médula…

-Exacto, Will. Harías lo que fuera que te pidiera. Yo… -Recuperó una bocanada de aire e hizo el inmenso esfuerzo de mirarla a los ojos. Cualquier verdad que debáis ser dicha, debía hacerse siempre mirando de frente-. Cuando supe que estabas inconsciente y que Bedelia te había arrastrado allá arriba perdí los estribos. La habría matado allí mismo, y me di cuenta de que no me podría perdonar jamás en la vida tener que llevarle tus cenizas a tus padres. Ni siquiera pude encargarme de ti cuando te encontré porque sin Dag estábamos todos muertos. Te dejé sola, Will. Y esto no acaba aquí. Esto sólo ha empezado y no puedo ponerte en peligro de esa manera.

-Pero es que no es tu elección, Saga. Es la mía. Tú misma dijiste que me necesitabas. Después de todos estos años…

-Y mira dónde hemos acabado. Will. -Cogió su mano y no supo muy bien por qué, arrepintiéndose al instante-.Will, has sido mi compañera durante todos estos años y te quiero como no he querido jamás. Pero no estoy dispuesta a sacrificarte.

-Entonces déjalo. Podemos volver a Hendell o a la costa de Pelegri. Tenías buenos contactos allí.

Lo veía en su mirada, aquel haz de desesperación al que cualquier hombre al borde de la muerte se aferraría. El miedo y la inocencia confrontadas a un mismo tiempo pero, sobre todo, aquel brillo que se apagaba y que a Saga le causaba una angustia y un dolor imperdonable.

-No se trata del trabajo para Sterki. No puedo dejar atrás mi pasado. No puedo ignorar las pesadillas ni puedo olvidar a Andrel ni todo lo que he descubierto aquí. Es mi pasado y mi vida siempre ha girado en torno a todo eso. No es tan fácil como sencillamente dejarlo atrás.

-Lo sé… Pero puedes intentarlo.

-Ya lo intenté. Lo intentaba cuando te conocí, labrarme una vida digna como intérprete. Y mira lo bien que ha funcionado. Andrel no va a desaparecer, ni la bestia. Todo el daño que ha causado… Es sólo un fragmento de lo que puede pasar si alguien no le da caza.

-Por eso quiero ir contigo. Empezamos esto juntas y quiero seguir ayudándote. Saga, tú eres mi vida. No puedes pedirme que te deje atrás. Soy tu skalmo. Soy tu amiga y tu compañera.

Saga inspiró profundamente. Había lidiado con demasiada gente y en demasiadas disputas como para no reconocer cuando uno daba con un muro impenetrable. Se pinzó el puente de la nariz con los dedos. Sabía que había ensayado aquellas líneas en su cabeza cientos de veces, pero ahora no querían acudir a su cabeza y las necesitaba. Necesitaba… No quería hacerle más daño pero no podía dar su brazo a torcer. Si lo dejaba pasar, no sabía cuándo volvería a tener el coraje suficiente como para encararla. Todo menos aquello. Cualquier cosa menos aquello. Tenía que ponerla a salvo.

-Soy más que eso para ti, Will. Lo sé. Lo he sabido mucho tiempo aunque jamás lo hayas dicho con palabras. Sé que… -La miró fijamente. Tenía unos ojos preciosos del color de las nueces y cuando sonreía se iluminaba el cielo. Y para ella siempre sonreía-. Sé que me amas. Y también sé que jamás sería capaz de corresponder a ese amor tan puro de la misma manera. Porque… Porque soy una mala persona, Will. Soy un monstruo.

-No. No eres ningún monstruo. ¿Mira a toda la gente que has ayudado? Y no necesito que me correspondas en nada. No estoy contigo por eso.

-Sí que lo estás. Will. -Apretó sus manos, endureciendo la mirada-. Will, mataste a un montón de hombres que estaban indefensos. A sangre fría.

Y lo vio. Vio algo dentro de ella resquebrajarse como el cristal y las lágrimas amenazar. Se libró de sus manos con brusquedad.

-Eso no es justo. Nos atacaron. ¡Pensaba que estabas muerta, que te había perdido para siempre!

-¡Exacto! ¿No te das cuenta? De no ser por mí jamás tendrías las manos llenas de sangre de esa manera. Si no te hubiese arrastrado conmigo…

-Tú no me arrastraste. Fui yo. Fui yo, Saga. Fui. Yo.

-… eso jamás habría pasado. A mi lado no vas a tener vida, es una batalla tras otra hasta que encuentres la muerte y yo no puedo cargar con eso en mi conciencia. No puedo cargar con tu muerte en mi conciencia. No me hagas esto, Will.

-¡Basta!

Se levantó de golpe sin previo aviso y Saga la siguió.

-¡Will, no puedo! -repitió. No la iba a dejar esquivar aquello. Tenía que enfrentarlo.

-¡Me dijiste que me necesitabas! Soy tu… roca. He estado contigo en las buenas y en las malas, Saga. Te he seguido hasta aquí y te seguiré hasta las entrañas de Moth si hace falta. Voy contigo. No me… Estoy contigo.

-No puedo, Will… ¿No lo entiendes? No puedo tenerte a mi lado. Me importas demasiado. Pero no puedo dejar esto atrás. Quiero que vuelvas a casa. Por favor, vuelve a casa. Vuelve con tu familia, sé feliz. Aléjate del norte y de sus demonios. Sé que hay un lugar para ti en algún lado, alguien que te quiera como te mereces. Esa persona no soy yo, Will. Y… Jamás lo seré.

-Pero es que no quiero nada de eso. Ese sitio no es mi hogar. Mi hogar está contigo. Yo quería viajar y ver mundo. Y quiero hacerlo a tu lado. Ver y sentir y explorar y reírnos juntas.

-Pero yo no. No quiero que vengas conmigo. No quiero que estés en peligro.

-Sé cuidarme sola, Saga. Sé cuidar de mí y de ti.

-¡Will! Escúchame. Esa no es la cuestión. La cuestión es que no te quiero a mi lado.

La Dwanense se volvió hacia ella, mirándola con fijeza, y en sus ojos Saga pudo reconocer el dolor de la verdad. Hubo un silencio largo en el que varias veces la vio intentar decir algo, muriendo las palabras en su boca. Y entonces resbaló una lágrima, y después otra, y Saga sintió que algo se moría dentro de ella.

-Saga, por favor… No me digas eso. No lo dices en serio. No…

-Lo siento. Lo siento tanto…

Quiso acercarse y abrazarla, y eso hizo susurrando mil veces perdón y lo siento, acariciando su pelo con ternura infinita, casi maternal. No sabía qué más podía hacer y todo a su alrededor empezaba a perder consistencia. Se sentía perdida; sabía que estaba perdida y no estaba dispuesta a arrastarla con ella en aquel descenso a los infiernos. Sabía que algo se había roto, algo frágil, preciado y ahora irrecuperable, y aunque esperaba que fuese para mejor no podía deshacerse de la grave sensación de haber cometido un terrible, terrible error...