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Nieve y Hambre, capítulo 1: La silueta entre los árboles

3.9 - Dag

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22/11/2016, 21:54
Dag

Su mirada baja con la tuya. Es fascinante como los niños pueden pasar de un estado a otro en meros instantes. En este caso, dudas que Dag llegue a sentir la verdadera desesperación que solo un adulto puede llegar a percibir cuando muere un ser querido. Es, sin embargo, un sentimiento diferente por derecho propio, otro tipo de congoja, más indecisa y, en cierto sentido, intensa, que parece empañar ese mundo caótico en el que todo se transforma de un día para otro. Sí, dudas que aquel pequeño entienda del todo lo que acaba de ocurrir con sus amigos, pero al mismo tiempo, su reacción es más pura, más real, que la de cualquier otro adulto.

-Ashe -Dice, tras unos segundos de silencio-, dice que la parca Verdal viaja al mundo de los vivos a recoger las almas de aquellos que mueren combatiendo como héroes.

Te mira, y notas en sus ojos cierta expresión que no alcanzas a describir, como una mezcla entre miedo, pena y esperanza.

-Puede que Poika esté con los dioses. Enseñaba muy bien. Puede que le hayan puesto a entrenar a nuevos guerreros.

Su voz se quiebra, pero no llora. Incluso los niños no pueden permitirse el lujo de llorar en las tierras del invierno.

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27/11/2016, 21:17
Bedelia

Bedelia sintió un arrebato de orgullo que sólo pudo saborear durante un instante, antes de que el dolor, afilado como un cuchillo, lacerase su alma. Los Yormef, aquellos a quien ella había ayudado, eran los causantes de que el mundo de Dag y su forma de percibirlo probablemente hubieran cambiado para siempre. Halki y Poika eran algo más que guerreros. Eran algo más que espada y escudo, que sangre y dolor. Eran personas con una vida y una familia dentro del pueblo, respetados y queridos.

La muerte no sólo afecta al que se va.

Agarró los hombros del muchacho.

-Poika está con los dioses-No se permitió quebrar la voz o derramar una sola lágrima-Y se sentiría muy orgulloso de ti.

Abrazó al muchacho, rindiéndose a aquella sensación cálida, ese instinto materno que tan bien conocía. De vivir, ¿sería su hijo como Dag? La bruma volvió a inundar su corazón. De vivir, tendría algo más de un año. ¿Estaría aprendiendo a caminar en ese momento? ¿Habría empezado a decir mamá o papá?

Le abrazó un poco más fuerte, sin dejar que sus emociones tiñeran su cara. Pasados unos segundos, se separó del muchacho y le dedicó una sonrisa velada.

-Serás un gran hombre.

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27/11/2016, 22:01
Dag

Dag te mira a los ojos y esboza una sonrisa triste. No dice nada, tampoco hace falta. El rostro de un niño es tan transparente como su alma.

Notas de juego

Cuando quieras chapamos la escena. A menos que quieras decirle algo más.