Partida Rol por web

Al anochecer Thorir estaba dando una pequeña vuelta por Sültunge, tomando el aire u ordenando sus pensamientos. Fue entonces cuando vio a Sibjorn sentado en un banco, con su habitual expresión seria, el noble recordó que no había hablado con él desde antes de su partida hacia el bosque y decidió acercarse. 

-¿Qué tal Sibjorn?- preguntó mientras se sentaba a su lado.

-Thorir.

Se hace a un lado, para dejarte hueco en el banco. Parece que está recuperando el aliento tras haber pasado las últimas horas cortando madera, posiblemente para hacer los últimos trineos y las raquetas de viaje. Ha estado bastante atareado en los últimos días.

Haciendo gala de su ya conocido don de conversación, no responde a tu pregunta, pero notas por su postura que agradece tu compañía, aunque sea solo durante unos minutos. Los dos contempláis en silencio como el cielo, todavía de un azul oscuro, va tornándose cada vez más negro. No pasará mucho hasta que permanecer allí fuera se haga insoportable, y entonces tendréis que entrar con los demás y dejar el resto del trabajo para el día siguiente. Hasta entonces, sin embargo, os queda un breve rato en el que el frío resulta más o menos tolerable, si uno va bien abrigado.

Thorir sabía de la poca conversación de Sigbjörn, por lo que dejó que el silencio reinara durante un tiempo, en el cual el cielo comenzaba a iluminarse con las estrellas y la Luna ganaba su pulso con el Sol. El frío se posaba sobre sus hombros como una pesada losa, pero las pieles aliviaban parte de la carga. A pesar del silencio Thorir se encontraba a gusto, se sentía relajado, lo que no ocurría desde hacía mucho tiempo, y lo agradeció.

Al final, Sigbjörn rompe el silencio.

-Me alegro de que tu deuda fuera pagada. Tus actos te honran.

Se gira hacia ti, serio.

-¿Qué piensas hacer ahora?

Sin apartar la mirada del basto cielo de los Yermos Thorir sonrió, -Seguiré buscando apoyos para mi causa-, bajó la mirada buscando los ojos del norteño, -Iré con Saga, se dirige hacia la corte de un Rey, allí encontraré ayuda-, el silencio volvió y durante unos segundos solo se escuchó el sonido de algún pájaro  en la lejanía, -¿Y tu?, ¿Cuales son tus planes?- 

Sigbjörn se toma unos segundos para responder.

-Quién sabe. Sultünge, por ahora. Más allá, ya veremos. Planear el futuro es tentar a los dioses.

Nuevos segundos de silencio. Luego, vuelve a hablar.

-Si yo quisiera huir de mi pasado, este sería un buen lugar. Y siempre se necesitan manos.

No dice nada más, no es necesario. No hay que ser un genio para deducir que aquel no es un comentario al azar, sino una propuesta.

Thorir se giró hacia Sigbjörn y dibujó media sonrisa en su cara, -Te lo agradezco- apoyó su mano en el hombro del norteño, -Pero he de partir, tengo que cumplir con mi palabra-, el silencio reinaba de nuevo, -Aún así, siempre podréis contar conmigo, en especial tu, Sigbjörn, por haberme ayudado y confiar cuando nadie daba nada por mi- 

Sigbjörn asiente, y se gira hacia ti.

-Suerte, pues.

Acto seguido te ofrece la mano.

Thorir dibujó media sonrisa en su rostro y estrechó la mano de Sigbjörn, -Gracias amigo- ambos se miraron a los ojos fijamente mientras el frío crecía por momentos tras la derrota final del astro rey, la Luna reinaba ahora en el firmamento y lanzaba sus rayos sobre Sultünge y sobre los dos hombres que bajo su luz sellaban una amistad. 

El silencio, siempre presente con Sigbjörn, duró apenas unos segundos, -Os deseo lo mismo, espero que os recuperéis y todo esto quede en una historia para asustar a los pequeños en las noches a la luz de la hoguera- Thorir soltó la mano de Sigbjörn y le golpeó suavemente en el hombro, -Pasemos, puede que quede algo para brindar por el honor de los caídos y por nuestro futuro- terminó con una sonrisa en su rostro mientras se levantaba del banco.