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Nieve y Hambre, capítulo 1: La silueta entre los árboles

C1 - A mi querido Frederick

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04/02/2017, 15:09
Bedelia

A mi querido Frederick.

Ya hace un año que nuestros caminos se separaron, no así nuestras almas. Tengo historias que contarte, historias de cómo la suerte teje caminos extraños y de aliados en las horas más oscuras. Puedo hablarte de esperanza, de lucha, de valentía y de honor. Puedo hablarte de miedo, un miedo que persiste más allá de todo lo anterior. Puedo hablarte de gente, desconocidos que, sin saberlo, te inspiran para hacer algo grande.

Durante un tiempo después de su muerte pensé que no habría futuro, que todos los días serían una versión retorcida del mundo en el que vivíamos, en el que nada había cambiado y a la vez lo había hecho todo. Llegué a pensar que jamás volvería a ser feliz, y hasta cierto punto lo aceptaba. ¿Cómo, Frederick, cómo podríamos haber sido felices? ¿No sería ese, quizás, el peor de los castigos? ¿Sonreír a la vida cuando otro no puede hacerlo?

Acepté el dolor. Lo abracé, bebí de él. Dolor era lo que nos quedaba en su recuerdo, un dolor tan penetrante que impedía su muerte del todo. Un dolor que lo mantenía vivo...aunque fuera a nuestra costa.

Ya llevo un año viajando, mi amor, y he aprendido varias cosas. Entre otras que, efectivamente, ese dolor nunca desaparecerá, pero que podemos convivir con él, hacerlo pequeño, manejable. Guardarlo en algún punto a medio camino entre nuestra consciencia y nuestra inconsciencia. Viviremos con él porque ese es ahora nuestro destino, pero también disfrutaremos gracias a él, porque nos ha permitido ver las cosas desde otra perspectiva. Por eso he aprendido a abrazar la vida, a encontrar mi equilibrio dentro del caos, dentro de nuestra tormenta.

El camino que hemos emprendido es difícil, pero correcto. Queda mucho por aprender, mucho por experimentar. Quedan muchas conversaciones en el fuego hablando de lo pequeños que somos en un mundo tan grande y lo grandes que somos en un mundo tan pequeño. Queda gente por conocer, ideas que intercambiar. Quedan puertas que abrir y mares por cruzar.

Queda esperanza.

Mi Frederick, espero que nunca dejes de luchar, incluso cuando la luna se apague y el frío amenace con romper las ventanas.

Con amor, Bedelia.