Partida Rol por web

25 de Noviembre, año 990 D.C.

Hay veces en la vida en las que uno no sabe a donde ir.

Mientras caminas en silencio bordeando un riachuelo medio congelado por la llegada del invierno, tu mente divaga por los hechos ocurridos a lo largo de las últimas semanas. Búsquedas infructuosas, encogimientos de hombros, rastros de pistas que parecen encerrar la verdad que ansías descubrir, pero que acaban borrándose en la nieve como una sombra que nunca existió. Restaurar el honor no es tarea sencilla, así está escrito en las leyes de la tierra, y solo esperas que los dioses contemplen tus esfuerzos, pues sigues firme en tu convicción pese a todos los fracasos.

Si tuvieras algo más... Pero solo cuentas con un nombre, Baklar, y el extraño recuerdo de un estandarte ondeando una calavera al viento. Y, por supuesto, en ningún lado saben de qué hablas. "Podría ser cualquiera", afirmó una joven campesina en el último pueblo en el que estuviste. Y es verdad: Con esa descripción, poco más vas a sacar en claro. Hay más Baklar de los que te gustaría en Goldar, y no sería la primera vez que tus pasos te llevan hasta la persona equivocada. Y en cuanto al estandarte... Corren tiempos difíciles. Cualquier loco puede hacerse un estandarte y salir a luchar junto con su banda de maleantes. No son más que migas de pan, que no forman ningún rastro. Al menos, no uno que puedas discernir.

De repente, te detienes. El río va a desembocar a una pequeña laguna, también parcialmente congelada, de cuya orilla salen tres caminos distintos, en diferentes puntos del claro. La verdad, ni siquiera has pensado en el lugar al que te vas a dirigir ahora. Habiendo agotado todas las opciones que te quedaban para reunir algo de información en la cordillera de Miürenheim, el siguiente paso a dar resulta algo borroso y difícil de discernir. Te sientas sobre un tronco caído, junto a la laguna, para meditar sobre el asunto...

El camino había sido largo y cansado, lo mejor era pararse un momento a pensar cual sería mi siguiente objetivo y hacia donde dirigirme. Hacía frío, el agua estaba helada, sin embargo gracias a la piel de lobo no pasaba muchos problemas. Me senté en el tocón.

Y ahora ¿que hago? ¿Hacia donde voy? - pensaba mientras observaba a mi alrededor y analizando los tres caminos para no tener que retroceder. - No puedo volver deshonrado junto a los míos, pero nadie me cree, así que tampoco puedo contar con más apoyos que yo mismo - Alzo la vista y miro al lago.

- Lo mejor será buscar algo para cenar. - digo mientras me levanto.

Busco unos gusanos bajo la tierra helada y cojo unas pequeñas ramas, me acerco al lago y con mi maza hago un agujero en el hielo y le doy forma afilada a las ramas en forma de pequeños garfios para incrustar los gusanos. - Con suerte pescaré algo para cenar...

Tras la pesca improvisada observo mas detenidamente a mi alrededor, busco principalmente dos cosas: una es algún tipo de señal, letrero o indicador que me digan hacia donde se dirigen los caminos o incluso si hay huellas que indiquen que camino es más transitado. Lo segundo que busco es una piedra grande para poder resguardarme del viento y del frío durante la noche, con la mayor de las suertes una cueva, con el fuego que haga me servirá de pantalla y guardaré mejor el calor.

 - Debo asegurarme de encontrar un buen sitio donde acampar antes de que oscurezca y me quede durmiendo al raso. Además, con suerte algún animal vendrá a beber al lago y podré cazarlo.

Una vez encuentre donde situar el campamento buscaré leña, encenderé una hoguera y revisaré si he pescado algo. También quiero estar atento por si se acerca una animal o incluso una persona a la que poder preguntar.

Aun no se nada del tal Baklar ni ese clan de la calavera, su rastro se enfría y debo encontrarles para limpiar mi nombre.

La pesca no va tan bien como habías esperado. Los consejos que antaño te dieran tus compañeros han quedado algo borrosos en tu mente, y la trampa para peces que montas junto a la orilla está tan vacía cuando llegas a recogerla como cuando la terminaste de montar. Tampoco es que veas muchos peces en esta laguna, que es relativamente pequeña. Resignado, revisas las raciones de viaje que pudiste reunir antes de partir la última vez. Todavía te quedan unas cuantas, y debería darte de sobra para llegar al próximo asentamiento, pero ya te habías hecho ilusiones respecto a cenar pescado caliente, recién pescado.

Por lo menos la recogida de leña ha ido bien, y has encontrado una zona relativamente recogida a un par de decenas de metros de la laguna. Los árboles y el follaje crean un muro natural que te protegerá contra el viento, y una pequeña depresión en el terreno, completamente libre de nieve, te permitirá protegerte del frío tapándote con tus pieles. Tras recoger algo de leña, preparas la hoguera, aunque no la enciendes todavía. Luego cortas un par de ramas frondosas, algo resecas y con las hojas salpicadas de manchas negras, para colocarlas a la entrada de tu refugio improvisado, y tras unos minutos te separas para contemplar, satisfecho, tu obra. Puede que lo de obtener alimento no se te dé también, pero al menos puedes afirmar con orgullo que las muchas noches al raso te han vuelto un superviviente en otros aspectos.

Miras al cielo: Todavía hay luz. De hecho, dirías que esta vez te has pasado de precavido, puede que si hubieras apurado más te hubiera dado tiempo a avanzar varios kilómetros antes de que empezara a oscurecer. Habiendo montado el refugio y recogido la leña, sin embargo, continuar con tu viaje ahora supondría perder todo el trabajo, y tener que volver a repetirlo más tarde, con menos luz. Bueno, al día siguiente te levantarás pronto y apretarás el paso, para compensar.

Se te ocurren varias ideas para pasar el resto de la tarde, como explorar la zona o intentar conseguir comida por otros medios. Quizás hacer algo de ejercicio, entrenando tus movimientos de combate. O, simplemente, descansar un rato. Te lo has ganado...

La brisa helada traza suaves ondas sobre la superficie del agua. Todo está en calma.

Tendría que aprovechar la tarde ya que aun tengo luz. - pensó Resmit acariciando su barbara castaño-rojiza observando el cielo. - Podría acercarme a los tres caminos en busca de pistas hacia donde se dirigen o si alguien pasó hace poco, además, siempre puedo encontrar huellas de algún animal cerca de la orilla de la laguna y si se terciara poder cazar algo, espero que se me de mejor que la pesca. Aunque ya se sabe que en la supervivencia no siempre puede salir bien...

Resmit se fija en el camino para después encontrar el refugio, esperando volver antes de que oscurezca, aun tiene provisiones para el viaje, pero éste será largo y tiene que alargar sus suministros todo lo posible por si acaso, ademas que un poco de ejercicio y practica de caza no viene mal para entrar en calor y tiene que distraerse para no volverse loco en la soledad de la montaña. Una vez atraviesa la maleza se acerca a la laguna  y la bordea por la derecha fijándose en el suelo por si encontrara huellas de animales hasta llegar al primer camino. Mira si hay algún indicador y observa los otros dos caminos.

¿Hacia donde se dirigirán? ¿Norte, Sur, Este, Oeste...? ¿A la montaña? ¿Una llanura, un bosque, un poblado...?

¿Donde estoy yo? ¿Que laguna es esta?

 Si no ve nada significativo que diferencie los caminos los recorre brevemente en busca de una posición alta que le permita ver algo característico o en que dirección van.

Caminas durante unos minutos por la zona, fijándote en los alrededores. En cierto momento, subes a unas rocas que hay en un extremo de la laguna, y echas un vistazo sobre los árboles más bajos, divisando una lejana columna de humo, apenas perceptible, que parece sobresalir en la lejanía. No sabrías decir la distancia, pero no deberías de tardar más de un día en alcanzarla. Probablemente sea la chimenea de alguna casa, lo que indica que no muy lejos de allí debe de haber una aldea o asentamiento. Uno de los tres caminos sale en esa dirección, aunque partir ahora podría ser peligroso, porque dudas que vayas a poder recorrer esa distancia en lo que queda de tarde. Si apresuras el paso y está más cerca de lo que parece, quizás tienes suerte, pero en caso de que hayas calculado mal la noche te pillaría en medio de la espesura, sin refugio y sin hoguera. Quizás lo más sensato sea esperar al día siguiente.

Echas también un vistazo rápido a los otros dos caminos. Uno parece salir en dirección sur, pero rápidamente gira, tras unos metros, en dirección este, hacia la cordillera Miürenheim. El último sale en dirección oeste, y es bastante estrecho, apenas una senda de montaña, por lo que transitar por ella será, seguramente, más complicado. Sin embargo, te suena que al este el bosque se vuelve menos espeso, hasta desaparecer en una gran llanura. Sin embargo, los últimos mapas que has ojeado no eran muy fiables, así que de nuevo tu información al respecto es limitada.

Mientras meditas sobre lo que has visto y bajas de las rocas, algo más capta tu atención. Al principio tu mente asocia el montón de hojas revueltas a una simple jugarreta del viento, pero rápidamente algo encaja en tu cabeza: ¡Un rastro! No solo las hojas y la tierra removida lo indican, si no que, tras buscar un poco, reconoces una huella medio borrada. No sabrías decir de qué animal es, pero probablemente signifique buenas noticias. Parece ser que el animal se adentró en la espesura, probablemente después de beber del lago. No es que seas muy bueno siguiendo rastros, pero quizás podrías probar suerte, si no te importa perder algo de tiempo. Quien sabe, puede que en vez de pescado esa noche comas carne de venado asada...

Tu estómago ruge solo de pensarlo.

- Aaaagggg... - dije con la boca abierta y con cara orgásmica - venado... asado... - creo que se me escapa la babilla.

Estaba claro, había que intentar cazar ese animal antes de irse a dormir y preparar un buen asado, con suerte aun me quedaría algunas especias de la última vez. Mañana será un largo camino, no iba a volver a la cordillera puesto que llevo vagando por allí todo el año y no encontré ninguna pista. Y volver adentrarse en el bosque sin rumbo, aunque acabe encontrado la llanura que indican los mapas es algo arriesgado.

Mañana partiré hacia la casa con la columna de humo y allí me orientaré, pero lo primero será comer algo.

Miró las hojas y observo las huellas fijándome bien en su tamaño y forma, estaría bien saber como son las huellas de este animal y así las encontraré mas facilmente, sigo con la mirada el rastro y tras sacar la maza lo sigo con cuidado. No obstante, no quiero perderme, así que rompo ramitas a la altura de la cabeza cada cierto metros para poder volver a la laguna antes de que oscurezca. 

Pero al avanzar unos metros en la espesura del bosque las pisadas desaparecen entre los confusos matojos de follaje del suelo y tampoco parece que halla senderos naturales...

Será mejor volver antes de perderme... aun tengo que encender la hoguera y hay que saber cuando te vence la naturaleza.

Ya como último recurso me fijo en los arboles mientras vuelvo, podría haber piñones que sirvan de aperitivo e incluso para futuros guisos.

La tarde transcurre sin incidentes, y por la noche acabas con parte de las raciones que te habías traído para el viaje, no sin antes aderezarlas con algunas especias para darles algo de sabor. Luego te tumbas junto a los restos de la hoguera, con la tripa llena y cubierto con tus pieles, que te protegen del intenso frío. Tras unos minutos, el sueño te atrapa.

Te despiertas en mitad de la noche por un ruido leve. Está oscuro y los árboles proyectan sombras danzantes a la tenue luz de una luna mortecina. Aunque estás a cierta distancia del lago, puedes distinguir como el sonido procede de esa dirección. Parece un chapoteo de algo pequeño...

- ¿Pero que..? -  digo con los ojos entre abiertos y refunfuñando - ¿Que es ese ruido? Parece que viene de la laguna.

 La hoguera hace unas horas que se apagaría, no creo que sepan que estoy aquí. 

Cojo mi maza que tenía ya amano e intentando hacer el menor ruido posible y llendo de árbol en árbol avanzo lo más sigiloso posible y una vez pueda ver que es lo produce el sonido del lago dejo de avanzar ocultándome entre los árboles.

Las ramas crujen bajo tus pies, pero el sonido es amortiguado por la suerte y tu destreza natural, que se combinan con la oscuridad de la noche para permitirte convertirte en una sombra acechante entre los arbustos. Tras unos segundos, la laguna aparece frente a ti, iluminada tenuemente por la luz mortecina de una luna siniestra. Una sombra se inclina sobre las aguas, y lo que había parecido un chapoteo ahora se perfila como una lengua que se introduce en la superficie de las aguas, apuñalando a la laguna en busca de agua con la que refrescarse.

El frío es intenso, pero aquella sombra no parece advertirlo. Entonces, un claro entre las nubes permite que la silueta se recorte claramente frente a tus ojos.

Un lobo.

El animal alza la cabeza la gira para mirar a un punto indefinido, hacia su derecha. Sus ojos brillan en la oscuridad como dos pálidos luceros, pero su postura es relajada. Parece que no ha advertido tu presencia.

Un lobo... lo más probable es que no esté solo ya que suelen ir en manada, pero ¿donde están el resto...?

Miro en la dirección en la que mira el lobo y si no veo nada cambio de mano mi maza a la izquierda. Doy un par de pasos para salir de entre la espesura de  los  árboles para llegar al claro de la laguna. Cuando abandone la protección del bosque miro fijamente al lobo como si su fiera mirada quisiera decirme algo. Aprieto los dientes, parece que no se oye nada salvo una suave brisa que levanta la nieve en polvo dándole un toque blanquecino al aire.

Carne fresca y una buena piel - mientras reía en mi interior. 

En ese momento, ya en posición de combate, esperando a que la fiera embista contra mi, con un movimiento de mi brazo derecho como si golpeara el aire, saco una maza de energía que hace brillar la mitad derecha de mi cuerpo en la noche.

Por fin me encuentras bestia, parece que esta noche uno de los dos dormirá para siempre. - Digo en posición de combate y espero a ver como reacciona el lobo mi entras le miro a los ojos.

La bestia gruñe al verte, y el vello se le eriza. Cuando el martillo de energía aparece de la nada, da un salto hacia atrás y enseña los dientes. Visto así, agazapado y preparado para atacar, parece más grande que antes, pero tú no sientes miedo. Sois dos cazadores, cuyos caminos se han encontrado. Uno de los dos se convertirá en presa.

Mientras el martillo que acabas de generar despide chispas de luz que iluminan la noche, los dos empezáis a moveros en círculo, tanteando a vuestro adversario. Dos sombras en la noche, reflejadas por la superficie de la laguna cercana, que parece un espejo oscuro repleto de estrellas.

Viéndose arrinconado, y habiendo descartado la posibilidad de huir, el animal se lanza contra ti.

El animal se acerca hacia mi intimidante, cada paso que lo acerca me enfurece más y me prepara para la inminente batalla y en el momento en el que esta a medio camino de su inevitable muerte RUJO como si fuera una bestia para igualar las tornas. En ese momento las chispas que emanaban de mi maza se convierten en ligeros rayos que envuelven mi antebrazo. 

Cuento los pasos que da para que llegue hasta mi... 1, 2, 3, estoy ansioso por la encarnizada batalla que me espera esta noche y no puedo evitar compararlo con aquel lobo que maté siendo joven y que ahora cubre mi cuerpo.

Te mataré vil bestia, como ya hice con tu antecesor.

Está casi a mi altura, la lucha ya va empezar, alzo ambas mazas y a la que salta hacia a mi intento golpearlo en el costado, pero el lobo es mucho más rápido en su salto y me muerde en el brazo izquierdo clavando sus colmillos que ahora están cubiertos de mi sangre, pero esto me anima más a luchar. Consigo desengancharlo de mi brazo con el movimiento de estos en lo que pretendía ser ataque, pero ahora se encuentra frente a mi, a la distancia necesaria para poder golpearlo y que sienta el daño que me a provocado hace solo un instante.

Alzo la maza de energía y me dispongo a golpearlo con todas mis fuerzas esperando que un estallido de chispas lo mate de un golpe.

Lanzas tu brazo, como un resorte, contra el animal, que se lanza de nuevo a por ti con las fauces abiertas, dispuesto a volver a probar tu sangre. Sin embargo, calculas mal, y antes de que puedas golpearle este cae sobre ti. El peso de su embate es demasiado, así que caes hacia atrás viendo como el abismo negro que hay en el interior de su boca se acerca a tu rostro.

Logras interponer un brazo en el último momento, sujetando a la criatura del cuello, mientras oyes como la maza que estaba en esa mano cae al suelo y se hunde en la tierra. Los dos rodáis junto a la orilla del lago, envueltos en una maraña de pelo y músculo, él golpeando con sus dientes, intentando morder tu piel, tú intentando evitar que lo haga, forcejeando desesperado.

Tras un par de vueltas logras interponer una pierna entre los dos, y extendiéndola mandas a tu enemigo volando en una dirección aleatoria. Oyes una zambullida, por lo que deduces que ha debido caer en el agua, e intentas aprovechar el tiempo de ventaja para incorporarte y orientarte.

A unos pocos metros, tu arma secundaria. Siguiendo el destello que desprende tu maza de rayos, la localizas y corres hacia ella. Cuando la recoges del suelo, oyes unos chapoteos. Al girarte, distingues a la bestia, saliendo del agua y encarándose hacia ti lentamente, como si te estuviera midiendo. En la oscuridad, sus ojos brillan como dos antorchas, y en ellos se distingue la voluntad del cazador, que evalúa a su contrincante, indeciso a la hora de considerarle una presa o un peligro.

Empieza a nevar.

El contacto visual dura apenas un segundo. El lobo da una dentellada al aire, y acto seguido se vuelve a lanzar contra ti, desprendiendo gotas de agua helada mientras su pelo ondea a la pálida luz de las estrellas.

Los dientes se cierran con un chasquido, cerca de tu brazo, pero con un rodillazo consigues apartar a la criatura. Girando sobre ti mismo, golpeas con tu brazo izquierdo, pero la maza pierde fuerza en el aire, y solo roza a la criatura, que corre hacia un lado, asustada. Recuperas el equilibrio y te colocas en posición de combate.

El lobo empieza a rodearte, de nuevo, caminando con lentitud sin perderte de vista. Parece que está buscando de nuevo el mejor momento de atacar. Sus ojos, brillando en la oscuridad, fijos en ti. El instinto asesino que se refleja en ellos, el mismo que debe de verse ahora mismo en los tuyos. Pero no piensas en ello, porque ahora solo hay tres cosas en el mundo: Tu enemigo, tus mazas y tú.

Cierras los ojos, tomando aire, preparándote para el momento. Es solo una reacción instintiva, un acto reflejo, pero es un error. Por suerte, te das cuenta a tiempo, y vuelves a abrirlos cuando la bestia ya está sobre ti. Te apartas justo en el último momento, y das unos pasos atrás. El lobo empieza a andar hacia ti, haciéndote retroceder hacia el bosque, mordiendo el aire mientras enseña los dientes. A la luz de la luna, parece un demonio que cae lentamente sobre ti, un demonio del que no puedes escapar.

Esgrimes tus dos mazas, y te lanzas hacia delante con un rugido, intentando superar tus temores. Pero el ataque es torpe y lento, y la bestia parece curtida en la pelea. Se esconde detrás de unos arbustos, y la pierdes de vista. Te giras, sobresaltado, intentando encontrarla de nuevo. Sombras oscuras danzan a tu alrededor, y las ramas de los árboles parecen extenderse como garras hacia ti.

Un gruñido, y allí está. Detrás de una roca, caminando lentamente hacia ti, otra vez. No ha atacado aún, y quizás esa es su perdición...

No atacas, simplemente le miras. Encajas tus pies en el barro, esperando la embestida. La criatura te mira, gruñendo y enseñando los dientes, mientras la nieve colorea su negro pelaje de motas blancas. La herida de tu brazo no deja de sangrar, pero la adrenalina impide que sientas dolor. Algo en ti ruge, como si hubiera otro lobo rabioso en tu interior, que ansiara probar la carne de su equivalente. Le desafías, y él acepta.

Corre hacia ti, dispuesto a arrancarte la yugular. Ves sus movimientos, y alzas tu maza. La criatura te empuja, y rodáis de nuevo, sus dientes cerrándose cerca de ti, tu maza volando cerca de él. Una maraña de pelos, sangre y sudor, un avatar de la violencia del que solo puede emerger un solo vencedor.

Esta vez, el vencedor eres tú.

Consigues colocarte encima de la criatura, y con un puñetazo haces que se crispe en el suelo, revolviéndose para escapar. Con la otra mano, alzas tu maza de rayos, que crepita con energía antes de descender hacia la bestia. Esta, en una posición vulnerable, no puede hacer más que soltar un gruñido, desesperada.

La maza se estrella contra la espalda de la criatura, fracturándola con una fuente de chispas que iluminan la noche. La criatura cae al suelo, incapaz de mantenerse erguida. Un nuevo mazazo, esta vez en las costillas, y luego otro en la cabeza. Golpeas al animal hasta que este deja de retorcerse, convertido en un bulto inerte. Oyes los huesos crujir, los espasmos de dolor, la vida que se escapa de aquella majestuosa criatura. Los músculos, que se tensan y luego, finalmente, se relajan para no volverse a contraer nunca. Los ojos, que pierden el brillo del depredador y adquieren la borrosa capa de la muerte. La boca, abierta, exhala el último suspiro.

Muere.

Me levanto lentamente observado el rostro sin vida de la ilustre criatura, ahora ya con un aspecto mucho menos amenazador, me quedo completamente embobado observado sus ojos vacíos y mientras jadeo fuertemente por el esfuerzo del combate. Un último fuerte suspiro me hace reponerme, echo un vistazo a mi alrededor, como si alguien estuviera observando la escena y vuelvo la vista al cadáver apaleado de la bestia.

"A sido divertido, espero encontrar mas rivales como tu en el futuro y recordare este día con nostalgia" - hinco una rodilla en el suelo, y la que era una maza de rayos ahora se convierte en un pequeño cuchillo mientras guardo la otra maza. - No se si quedara mucho para que amanezca, pero creo que le despellejare y le dejare cerca del campamento unas horas antes de partir para que que se desangre y así podré dormir un poco más.

Cojo con respeto el cuerpo del animal con ambos brazos  y lo acerco al lago para que la luz que se refleje en el agua me permita ver mejor. A cada paso, gotas de sangre van cayendo por la bola del lobo, dejando un camino carmesí que destaca en la blanca nieve invernal.

Una vez en la orilla, noto un escozor en el brazo - Es cierto, me hirió -  apoyo el cuerpo en el suelo y lavo la herida de mi brazo. 

Es hora de empezar

Cojo en cuchillo de luz y rajo a la bestia por la garganta y le hago un corte entre las patas hasta la cola. Poco a poco voy separando la gruesa y oscura piel el cuerpo inerte del animal, corte tras corte, tirón tras tirón; el charco de sangre ya inunda mis pies y llega al agua, entornándola rojiza. 

No puedo evitar comparar con la primera vez que lo hice, cuando mate a aquel lobo con 16 años y despelleje su blanca piel, gruesa, cálida y especial, especial por que aquel día mi clan valoró lo fuerte y valiente que fui, y aunque hoy no hay nadie que lo tenga en cuenta, el peletero me honrará con un buen precio.

Cada vez queda menos, un par de corte más y estará listo. Una vez termino limpio la piel en el lago y la cuelgo de mi hombro y tras darle un agua al animal para no dejar un rastro de sangre hasta el campamento, lo cojo y me pongo en pie. 

La luna ilumina el claro, el cuchillo de luz ya ha desaparecido, el ambiente es algo más oscuro, pero la tenue luz lunar entre un claro de nubes es suficiente para ver que el lago a perdido su toque cristalino tornándose ahora en sangre, junta a una gran mancha en la orilla. La escena es algo macabra, pero entonces recuerdo el por que está así:

Ha habido una lucha... y he ganado... la naturaleza no puede vencerme, al menos por hoy, tengo una buena piel y comida para desayunar mañana, ahora unas horas de sueño me vendrán bien antes de partir, Thuriz me sonríe.

Tras observar unos segundos la ensangrentada escena me doy la vuelta y me dirijo al campamento, una vez allí cuelgo el cuerpo de un árbol para que termine de desangrarse y estiro la piel para que se airee antes de irme a dormir lo que queda de noche.

El resto de la noche es fría e incómoda, pero la satisfacción de la victoria te mantiene en calor. La satisfacción, tu refugio, tus pieles y los restos de la hoguera, claro. Cuando despunta el alba te despiertas, renovado y descansado. También algo empapado: Ha empezado a nevar, y anoche sonaba ventisca, por lo que a pesar de lo recogido de tu refugio no consigues evitar que sobre tu ropa haya un montón de puntos blancos. La nieve sigue cayendo, así que, después de estirarte y comer algo para desayunar, decides ponerte en camino sin más demora, para llegar cuanto antes al pueblo que viste el día anterior.

Arriba, el cielo sigue cubierto de nubes, y no parece que el tiempo vaya a mejorar...

Noto calor en la nariz, aun esta oscuro, abro los ojos poco a poco con un par de parpadeos, veo todo de lateral, estoy tumbado de costado y observo como poco a poco cae la delicada y esponjosa nieve lentamente. Los copos apenas se cuelan entre los árboles y tras incorporarme y ponerme de rodillas con una sacudida quito las motas de nieve que aun se suspenden en mi abrigo.

Me pongo de pie y hago unos ejercicios para entrar en calor, unos saltos, agito los brazos y un par de puñetazos al aire.

Parece que a sido una mala noche, menos mal que tenía el refugio - sonrío -  Bueno, es hora de prepararse para partir. 

Me acerco al lobo que cacé la noche anterior, con el frío se mantendrá unos días pero tendré que tratarlo o sazonarlo  cuando llegue al pueblo para que se conserve. Ya habrá terminado de desangrarse asique es el momento de extraerle un colmillo para añadirlo al collar. Cojo el resto del cuerpo y lo acerco a la hoguera, ahora apagada, aunque no por mucho tiempo. 

Le corto una pata después de encender el fuego, - que alivio y que gusto da un buen fuego tras una tormenta. - la preparo con un par de especias y la pongo al fuego con un par de palos para que se valla asando, momento que aprovecho para incorpora el colmillo a mi collar mientras se cocina.

Que bien huele -  Aaarrgggg

Después de comer es la hora de partir, recojo el campamento, apago la hoguera, troceo el lobo para poder trasportarlo mejor, enrollo la piel del lobo azabache, la ato a la parte superior de mi mochila y me dirijo al lago. Una vez allí veo que el rastro de mi combate de la noche anterior a desaparecido y a sido sepultado por la nieve, cuando salgo de la protección de los árboles el viento gélido azota mi cara, cada vez más intenso.

Lo único que podría decir que aquella noche hubo un temible combate entre dos cazadores es el leve tono rojizo que ya apenas mantiene el lago. No obstante recordaré esta noche toda mi vida, como aquella vez cuando mate al lobo siendo joven, esta noche a marcado un antes y después. Avanzo hacia el camino del pueblo. 

He perdido el rastro del grupo de la calavera y del tal Baklar, sin embargo quizás en el pueblo puedan darme algún atisbo de esperanza y una pista que marque mi siguiente destino para no seguir dando vueltas en estas turbias y frías montañas.

CROZG, CROZG, CROZG....

A cada paso mis pies se hunden en la nieve dentro del claro, se nota que están bajo la protección de los árboles. Ya falta poco, me encuentro delante del camino, me paro un instante observando el camino que aun no muestra mi destino, me giro y echo un último vistazo al claro, para quedarme con la imagen del lugar 

No se cual será el nombre de este lugar, pero para mi serás el "claro del lobo azabache".

Me vuelvo a girar lentamente, alzo la vista para mirar el horizonte, lo único que veo es un camino infinito que se interna el bosque cubierto por una espesa capa de nubes oscuras que solo auguran la nevada que está aconteciendo, pero no importa, mi aventura comienza aquí y recuperare mi honor cueste lo que cueste.