Partida Rol por web

La comitiva regresa a Sultünge. Varios de los allí presentes observan a los dos Yormef con inquietud, otros se meten rápidamente en sus casas. Decenas de ojos se clavan en ellos mientras avanzan hacia la casa de Einar. Una gran mancha negra en la linde del pueblo, acompañada por decenas de escombros y tapada parcialmente por la nieve, señala donde se encontraba el granero, antes de que el incendio cayera sobre Sultünge. De alguna manera, aquella marca parece señalar el principio de la caída. O quizás los habitantes de Sultünge estuvieron condenados desde mucho antes.

Un hombre rubio, que habla con la autoridad de un líder, recibe al grupo.

-Así que estos son los Yormef -Mira a Thorir que, ayudado por Sigbjörn, ha realizado todo el camino a pie, por su propia fuerza de voluntad, movido por su honor y su orgullo. Luego su mirada se dirige a Drunfo, que apoyado en el caballo, parece haber optado por una opción más inteligente, reservando algo de fuerzas y aceptando el destino que ha acaecido sobre él-. No parecéis tan peligrosos, en este estado.

-Se han entregado voluntariamente, Thaldein.

El norteño ayuda a Drunfo a bajar del caballo.

Thaldein asiente.

-Tampoco es que tuvieran otra opción.

Da unos pasos hacia delante y se encara al gigante. Su actitud no es agresiva, pero su tono es acusatorio.

-Se escuchará vuestra versión, y habrá un juicio. Pero debéis saber que Halki y Poika eran amigos míos -Se gira para mirar a Thorir, frunciendo el ceño en lo que quizás podría interpretarse como un leve indicio de ira-. Eran buenos hombres, los dos. No se merecían lo que les hicisteis. Si en mí recayera la decisión, el juicio no duraría más de diez minutos.

El camino fue duro, pero ya estaban allí, de vuelta en Sultünge. Thorir miró a los ojos a Thaldein, pero no dijo nada, se limitó escuchar y a mostrarse lo más firme posible, no quería demostrar más debilidad. Tras escuchar todo lo que tenían que decir Thorir asintió y dijo -Está bien, ¿Cuándo será ese juicio?-

Thaldein da un paso atrás.

-Pronto. Quizás mañana.

-No eres tú el que lo decidirá -Dice uno de los norteños, frunciendo el ceño-, ni tampoco el que dicte la sentencia en el juicio. Esa responsabilidad corresponde a Eskol, no lo olvides.

Dándose por aludido, Thaldein alza una mano en gesto diplomático.

-Lo sé, Lamont. Era una forma de hablar.

Se gira y señala a la casa de Einar.

-Vamos, les dejaremos en la despensa trasera, atados.

Thorir observaba atentamente la escena, parecía que con la falta de Einar el pequeño Clan se había dividido, eso le pareció una buena noticia, ya que por lo menos no estaban todos unidos contra ellos, sino que por el contrario habría más opiniones y quien sabe lo que podría pasar. Thorir no decía nada, permanecía callado y observaba alrededor por si había algo que le llamara la atención, en el fondo, a parte de buscar alguna prueba con la que demostrar su inocencia o saber que diablos había pasado buscaba a Saga y Bedelia, no las veía, y eso era cuanto menos extraño. 

Aun con el leve resfriado que acarreaba, poder respirar el aire fresco había calmado el temperamento del gigante. Ahora simplemente veía las cosas pasar, sin apenas intervenir. No quería precipitar ningún acontecimiento estando en este estado, si algo tenia que pasar pasaría cuando él estuviera listo.

En cuanto se bajó del caballo apenas emitió sonido. Un norteño rubio le espetó algo y continuó con Thorir. Luego le acompañaron al granero.

Los Yormef son escoltados hasta la despensa, situada en la parte trasera de la casa del jarl, en donde se les deja atados y encerrados. Sus pertenencias son confiscadas y el propio Sigbjörn, por petición voluntaria, queda encargado de vigilarlos. Ahí dentro hace bastante frío debido al poco aislamiento que ofrecen los tablones de madera, pero los Yormef pueden conservar sus pieles y abrigos, lo que hace las bajas temperaturas más soportables.