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Nieve y Hambre, capítulo 1: La silueta entre los árboles

8.10 - El origen

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06/07/2017, 09:12
Director

Puede que estas sean mis últimas líneas.

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06/07/2017, 09:14
El encuentro con el horror

Perdone el lector si, en ellas, divago un poco más de lo adecuado. Hace días que solo veo árboles y rocas. La negrura de la noche me engulle, la luz del día me daña. Mi estómago vacío, mi piel, roja y escarchada. Camino en el filo de la locura, y esas ramas que parecen garras se acercan a mí cada vez más y más.

 

No entiendo como he llegado a esto. Puede que estas sean mis últimas líneas. Y las estoy escribiendo en piel humana.

 

Que Dios me perdone...

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06/07/2017, 09:16
Recuerdos

Nací y crecí en Tal der Kestrels, una región poco conocida de las Llanuras Escarlatas, en Togarini. Nunca fui un chico muy brillante. Mi padre era vidriero, y siempre me dijo que cuando creciera heredaría su oficio. Resulté no ser fácil de enseñar, así que al final cambió su opinión, decidiendo legar su negocio al más brillante de sus aprendices. No le culpo, nunca mostré mucho interés. Por aquel entonces yo ya había decidido dedicarme a una carrera más violenta. Si pudiera volver atrás, sin embargo, creo que me esforzaría más. Ahora, al borde de mi muerte, recuerdo aquellas horas interminables moldeando el cristal como algo mágico e irrepetible. Quizás habría sido feliz perdido entre los destellos y reflejos de aquel pequeño mundo de botellas y espejos.

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06/07/2017, 09:17
Encrucijadas

En vez de ello me intenté alistar al ejército. Tras un par de años decidí que aquello no era lo mío, y fui seducido en cambio por la vida del mercenario, más peligrosa aunque también más prometedora. No llegué a destacar como un héroe, pero cumplí mi deber y encontré un propósito. Un trabajo sucio, muchas veces, pero un modo de vida que me llenaba. Allí conocí a Bedelia. No fue la primera chica, pero sí la primera vez que amé. Aún recuerdo su risa, su voz. Era inteligente, y divertida, y bella, tan bella que dolía. Pero creó que la razón por la que la quise fue porque me veía como yo era, traspasando la imagen que yo había intentado forjar a lo largo de los años. Sus ojos contaban historias, historias de nuestro futuro que yo creía descubrir, con ella.

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06/07/2017, 09:19
El frío

Pedimos una excedencia, y compramos una casita en Schank. Fueron años muy felices, los más felices de mi vida. Bedelia se quedó embarazada, y el futuro empezó a plantearse como un sueño. Entonces todo se rompió. Sufrimos un aborto, sin razón alguna, y la pena, la culpa, la desesperación… Echaron raíces en nuestro hogar. No pude soportarlo. Partí hacia el norte. Empecé a trabajar para una mujer llamada Vanna, salvaguardando algunas mercancías en sus transacciones comerciales por los Yermos Gélidos. Es una buena mujer, me ayudó a salir adelante. ¿Pero cómo salir adelante cuando te ocurre algo así?

 

No hay día que no me arrepienta de la decisión cobarde que tomé. Ni siquiera ahora. No creo que importe ya, pero me habría gustado encontrar la paz antes de volver a la tierra. Cuando pienso en Bedelia, volviendo a casa para encontrarla vacía… Quizás merezco todo esto.

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06/07/2017, 09:19
Árboles en la oscuridad

Ocurrió hace unos días. El camino era traicionero, las lluvias del Otoño lo habían dejado embarrado. La carreta resbaló por un terraplén, cayendo hacia la pequeña depresión en la que ahora se encuentra. Volcó, y aunque nadie salió herido, mi pierna quedó atrapada por una de las ruedas. Anthom, el comerciante al que acompañaba, intentó ayudarme a salir, pero era imposible moverla. Era de noche, así que decidimos que al día siguiente, buscaría ayuda. Improvisó un refugio para cubrirnos a los dos para sobrevivir al penetrante frío del norte, utilizando algunas lonas que traíamos con nosotros. Hicimos una pequeña fogata, para calentar la comida y nuestros cuerpos. Quizás eso fue lo que le atrajo.

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06/07/2017, 09:23
Ojos blancos

Llegó por la noche. Una figura, un demonio. Salido de la peor pesadilla. Su cabeza, rematada por una cornamenta animalesca, sus ojos blancos como la nieve. Nunca creí en los cuentos de terror o en los demonios de la iglesia, pero aquella cosa no era de este mundo. Despedazó a Anthom sin piedad, antes de que este pudiera levantarse siquiera. No mostró piedad. Incluso se recreó en el proceso, como si disfrutara con su agonía, con sus estertores. Sin embargo, no hizo lo mismo conmigo.

 

¿Por qué? ¿Acaso vio algo en mí? ¿O quizás se sació con la muerte del pobre Anthom, y decidió reservarme otro destino? No lo sé. Se limitó a mirarme durante un rato, en silencio, sin inmutarse ante mis gritos y llantos. No me averguenza reconocerlo. Lloré. Sentí miedo. Quizás debería haberme matado en ese momento. Hubiera sido lo mejor.

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06/07/2017, 09:24
La criatura

Luego se fue. Volvió al día siguiente, sin embargo, esta vez bajo la luz del día. Hambriento, rodeado de mis deposiciones, junto al cadáver de Anthom y completamente desesperado, mi aspecto debía de ser horrible. Pero la criatura no se mostró agresiva o repelida por mí. Sabía lo que había venido a hacer. Fue entonces cuando decidí que aquello no era un simple animal. Hay una consciencia maligna, astuta, latiendo tras esa horrible mirada. No entendí lo que buscaba hasta que se agachó junto al cuerpo de mi amigo y empezó a despiezarlo, como si fuera un simple trofeo de caza. Observé como empezaba a devorarlo, pero eso no fue lo peor. Lo peor fue cuando se acercó a mí y me ofreció un pedazo de carne, con un gesto casi amable. Quizás perdí la cordura entonces.

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06/07/2017, 09:26
El hambre

Aguanté dos días más. La criatura volvió a visitarme otras dos veces, y las dos veces volvió a ofrecerme la carne de Anthom, cada vez más descompuesta y putrefacta. ¿Qué me llevó a ceder? El hambre voraz es la puerta de la locura, y a mí ya me quedaba bien poco de ello. Atrapado durante interminables horas, el dolor de mi estómago se había vuelto insoportable, y el frío me asediaba sin piedad. Todo se mezclaba, y llegué a ser algo menos que un simple animal atrapado, inmovilizado. No intento excusar lo que hice. No hay perdón para este pecado.

 

La carne de Anthom me devolvió la fuerza. Habría pensado que enfermaría, que terminaría por morir. Comerla fue un acto reflejo, instintivo, bestial. Nadie en su sano juicio habría considerado eso comestible, y el sabor habría sido insoportable de no ser porque había tenido tiempo para acostumbrarme al olor. Sin embargo, no dejé de comer. Continué haciéndolo hasta que acabé con el pedazo entero, todo bajo la atenta mirada de esa abominación. Pero, contra todo pronóstico, mejoré. Mis energías regresaron, la cordura que había creído perdida volvió a flote.

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06/07/2017, 09:28
La silueta entre los árboles

Sin embargo, he cambiado. Mi mente está embotada, pero mis sentidos parecen estar más afinados. Noto como el cuerpo de Anthom ha dejado de parecer repulsivo, y por el contrario ahora se me antoja apetecible, casi magnético… Un ansia horrible, que me aterra, crece dentro de mí. Mis músculos están tensos, mis dientes duelen, mi respiración se ha vuelto pesada. He conseguido resistir el impulso hasta ahora… Pero sé que la criatura volverá. Sé que volverá a ofrecerme esa carne impura… Y sé que no tendré fuerzas para volver a negarme. Tengo miedo de ella, de sus ojos helados, del símbolo que decora su espalda (he intentado reproducirlo más abajo). Tengo miedo de perder otra vez la cordura, y tengo miedo de en lo que puedo llegar a convertirme. Pero, sobre todo, tengo miedo de mí mismo. Tengo miedo de lo que he hecho.

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08/07/2017, 00:51
La silueta de los dioses

Aprovecho mis últimos coletazos de humanidad para escribir estas líneas. A cualquiera que esté leyendo esto: Abandonad estos bosques. Están malditos. El norte está maldito. Si encontráis este horrible testamento, por favor haced saber de mi destino en Togarini. Entregad a Bedelia mi última carta. Decidle que enfermé y morí plácidamente en la cama, en una aldea lejana del norte. Este último favor te pido, extraño. Nunca nos conoceremos, nunca podré pagártelo. Si decides ignorar esta última voluntad, al menos entrega esta carta en algún pueblo cercano, pues es posible que alguien quiera llevar a cabo esta ardua tarea. Si hay otra vida y en ella nos encontramos, tendrás mi eterna gratitud. Si, por el contrario, la nieve entierra cualquier rastro de este texto, que el mundo me olvide. Es un destino que quizás merezco. No sé si hay algún dios allí arriba… Pero pido perdón. Pido perdón por todo lo que he hecho.

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08/07/2017, 00:52
Encrucijadas

A mi querida Bedelia.

 

No creo que llegues a leer esto nunca. Pero no podía acabar esta despedida sin dedicarte mis últimas palabras. Debes saber que los años en Schank fueron los más felices de mi vida. Que te amo, que te amé, como nunca creí que se pudiera amar a alguien. El dolor me volvió débil, la cobardía me alejó de ti. La vergüenza me impidió volver a tu lado. Ahora, moribundo, me doy cuenta de lo imperdonable de mi traición.

 

No pediré tu perdón, no seré tan arrogante. Rehaz tu vida. Encuentra a alguien que te ame como yo te amé, y que sea lo suficientemente fuerte como para no fallar donde yo lo hice. Que te haga reír, que te cuide. Cuídale. Como nos cuidamos nosotros hace ya tantos años. Olvídame, si eso lo hace más fácil.

 

Pero sé feliz. Este es el favor que te pido. Pues yo encontré la felicidad en ti. Quizás encuentre a nuestro hijo allá donde voy, si es que voy a algún lado. El sueño de nuestra familia habría sido algo indescriptible, pero lo cierto es que al romperse, olvidé lo que realmente importaba. Lo que había importado todos esos años. Y es que mi sueño eras tú.

Con amor, Fredrick.