Partida Rol por web

Permanezco callado durante el conflicto entre los tres hombres: Thorir, Drunfo y Rorar. Por lo que parecía Thorir estaba empezando a sobrepasarse al acercarse al Jarl.

¿Es posible que no se de cuenta de que está armado y que su guardaespaldas no iba a permitirle acercase?

La situación se tornaba extraña, brusca y divertida; en otras ocasiones en las que Resmit fue hospedado durante este largo año se daba la bienvenida a los invitados y tras una breve conversación se comía y se contaban historias mutuamente, y si eran buenos tiempos y el Jarl era generoso montaba un pequeño espectáculo como entretenimiento, lo cual era de agradecer.

Y yo que pensaba que el que tendría problemas iba a ser yo... - se ríe por dentro. - con eso de tener al heredero de los Yormef.

La intervención de Einar es definitiva, a la cual sonrío y bebo un trago de cerveza observando la cara de Thorir para ver como reacciona a la orden de que se marche. No puedo contener la sonrisa en mi rostro, la situación me parece cómica mientras veo como el "heredero de los Yormef" se retira cabizbajo asumiendo su inevitable paseo por la estepa.

Observo incrédulo, como Saga y Drunfo defienden a Thorir ante el Jarl para que no se valla. Saga parece que atrae la curiosidad del Jarl, pero es algo que Drunfo tira por la borda al mostrar aun más su insolencia.

¿Por que lo defienden? Ella lo acaba de conocer, pero si es una adivina y puede hacer algo aún lo entiendo, pero Drunfo hace un momento iba a pelear con él... es más, ambos han formado la disputa que puede que les eche a los dos.

Tras la última actuación del Jarl, apenas puedo evitar la risa con un espectáculo tan divertido, iba a suponer una molestia dormir bajo el mismo techo que Thorir, pero que los dos Yormef se fueran era casi mejor. Echo un último vistazo a Thorir, el cual parece que será expulsado y a Drunfo para ver la cara que se le queda mientras el jarl decide, ya que el que de verdad atrae mi interés ahora es el "hombre quemado", que no ha dicho nada ni se ha inmutado durante el conflicto. Lo miro vagamente por encima de la jarra mientras doy otro trago, aunque al apoyar la jarra en la mesa de me doy cuenta.

Esta casi vacía, apenas me quedan dos tragos, a ver si esto se resuelve para que pueda pedir otra.

-En ese caso, Einar Morizung, le insto a que decida aquí y ahora mi "destino"

Drunfo se mantiene erguido, con las manos cruzadas intentando parecer lo más solemne posible.

-Si tanta prisa tenéis, podéis ir a hacer compañía a vuestro compatriota. No dudo de que agradecerá vuestra presencia.

Drunfo recogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta sin decir nada.

Tras las palabras del Jarl Thorir cambia la cara, la torna algo más oscura, hace una mueca y dice, -Volveremos a vernos Einar-, ​acto seguido sale de la sala.

Drunfo sigue a Thorir saliendo el siguiente.

Había estado a punto de aplacar la ira del jarl y lograr que todos pudiesen descansar de forma apacible. Pero no, tenían que abrir la boca sin conocer bien las tradiciones para recordarle unas leyes que les ponían en una posición muy débil, sin olvidar que la última palabra la tenía Einar. Así que allí estaban, recogiendo para marcharse en busca de un cobijo donde ahuyentar el frío.

-Thorir -llamó una última vez-. Si alguna vez deseas limpiar tu nombre y dar a conocer la verdad, búscame.

Dicho aquello volvió a tomar asiento. No estaba en condiciones de aventurarse en la noche o de ofender más a Einar. No con lo que la oscuridad traía.

Justo antes de salir de aquella sala Thorir escuchó la voz de Saga Olrik, "si alguna vez deseas limpiar tu nombre y dar a conocer la verdad, búscame" Thorir se giró y llevándose el puño al pecho asintió. Aquella mujer le ofrecía su ayuda, era algo que en los últimos meses apenas había oído, aquel mensaje le dio energía, al menos había alguien que estaba dispuesta a escuchar e intentar ayudar a Thorir.

Aad Madow fue un mero espectador de toda la disputa que se había formado en aquella sala. Pero eso no le impidió atender y observar con detalle el comportamiento de aquellos individuos. A medida que la situación iba cogiendo temperatura, no literalmente (POR PUTA DESGRACIA), el asombro del historiador aumentaba proporcionalmente.

- Apenas he recuperado la sensibilidad de los pies y las manos- pensó Aad mientras observaba el contenido de su jarra- y ya están deseando volver a ese inhóspito páramo helado. Todo por una triste inutilidad en el uso de la razón y la imposibilidad de usar la espada para resolver un simple intercambio de opiniones.

- ¿Estará esta tierra plagada de bárbaros anhelando batirse en duelo con la excusa del honor de por medio?

- ¿O quizás sea eso que llaman honor tan importante como para defenderlo con la propia vida?

Tantas preguntas y tan poco tiempo para buscar las respuestas. Sea como sea, lo único que el "hombre quemado" quería era comer pollo frito y sandía, dormir plácidamente en un cálido lecho y seguir con su viaje en busca del conocimiento y el saber que esa tierra le pudiera brindar. ¿Quién sabe?, posiblemente consiga descubrir el valor de ese tal honor.

-¡No!

Que Bedelia estaba incómoda con aquella situación era algo evidente. Se revolvía en el sitio, y ahora que estaba levantada y apoyada en la mesa sus manos agarraban los bordes con fuerza.

-Jarl. Einar...señor-Bedelia ni siquiera sabía cuál era la forma correcta para dirigirse en aquellas circunstancias-Entiendo vuestra actuación y la respaldo. Una falta de respeto de semejante nivel ante la hospitalidad bienintencionada es insultante como poco, pero el frío es demasiado en esta época, incluso para unos norteños.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la mujer como una descarga. Los nudillos empezaban a blanquear.

-Y el frío trae consigo...bestias.

Bajó la mirada, visiblemente avergonzada. Estaba hablando de frío en mitad de un pueblo perdido de Los Yermos. ¿Por qué no les explicaba también cómo combatir?

Suspiró profundamente.

-Si así lo deseáis, y confiando en reparar parte de los agravios aquí causados, puedo tratar de hablar con Drunfo y Thorir a solas. Que su orgullo es fuerte resulta evidente-Clavó la mirada en los norteños, confiando en que entendieran su mediación-pero quizás, si consigo hacerles entrar en razón, entenderán que en esta sala no hay enemigos, y una disculpa a tiempo os beneficiará a todos.

Bedelia terminó su discurso volviendo a mirar a los dos hombres. Se estaba arriesgando por ellos, estaba intentando que no durmieran al raso. Sólo esperaba que no hubiera otra salida de tono, porque entonces nada ni nadie les evitaría el frío.

El frío...

Einar alza una mano, pidiendo silencio. La puerta, abierta, muestra un exterior frío y ventoso, en el que la nevada que ya empezaba a caer al mediodía empieza a convertirse en una ventisca. Los dos norteños del clan Yormef, con medio cuerpo fuera y medio dentro, apenas ya si escuchan lo que dice el jarl cuando este responde a las súplicas de Bedelia.

-Ninguna disculpa hará que cambie de decisión. Por el bien de los míos, no acogeré a proscritos en este hogar.

La puerta se cierra, y el sonido del viento se vuelve algo más apagado y lejano. Drunfo y Thorir han salido. Afuera, el ruido de la tormenta que se avecina insinúa un destino funesto para los dos norteños.

Y, sin embargo, pareciera que el frío es mayor ahí dentro.