Partida Rol por web

Bedelia observó a Ingur y negó lentamente. Se limpió las lágrimas de la cara con el puño.

-No. No todos necesitan un soldado. No mientras exista una posibilidad.

Se levantó y se dirigió hacia el hombre.

-Si ésto no funciona me uniré a la lucha, y será mi última forma de ayudarle.

Le agarró las muñecas y le remontó. Aunque estaba agotada se aseguró de hacerlo con fuerza para que no pudiera volver a tirarse.

-Pero hasta que no le rodeemos y compruebe que no hay salvación para él, hasta que no destruya toda mi esperanza, seguiré intentándolo. Él también merece salvación. Todos la merecemos.

Acto seguido, comenzó a andar.

Apenas unos segundos después de empezar a descender la ladera, Saga se topa con una visión un tanto peculiar: Bedelia ayuda a Ingur a subir por la ladera, con cierta dificultad debido a lo difícil del terreno. Los dos se detienen un segundo para mirarla. Justo entonces, un nuevo chillido por parte de la criatura que bajó de los cielos interrumpe cualquier palabra que fuerais a decir. Súbitamente, una terrible certeza os invade: todo está a punto de acabar.

Bedelia alzó las cejas al toparse con Saga y su mirada descendió hasta el bulto que llevaba en los brazos. Sintió una oleada de alivio al comprobar que era Dag, pero eso no hizo nada por mejorar su aspecto.

Tenía los ojos hundidos e hinchados, no sólo la huella que había dejado el llanto era evidente, sino que el brillo delator de las lágrimas permanecía. Se bamboleaba de izquierda a derecha como si le costara mantener el equilibrio y las ojeras, que casi se habían convertido en un compañero de viaje, eran más exageradas que nunca. Su mirada tampoco parecía la misma, y aunque era difícil explicar qué había cambiado sin duda había sido para peor.

El chillido actuó como un resorte que la impelió a seguir andando sin mediar palabra. Cuando pasó al lado de la norne le dirigió una mirada suplicante.

Saga se detuvo conteniendo el aliento, mirando a uno y a otro. Su rostro era una mezcla de éxtasis y nervios, atosigado por la carrera y a la vez resuelto en su mirada. Estaba colocando cada pieza donde debía estar y lo que acababa de pasar había revivido su entusiasmo y también su esperanza.

-Bedelia…

Dejó a Dag en el suelo manteniéndolo cerca como una madre con sus cachorros, y se acercó con cuidado de no resbalar.

-Bedelia -pronunció con firmeza buscando sus ojos; tomó su rostro entre las manos-. Estamos juntas en esto. Te prometí que iba a estar aquí y estoy aquí. Y que te iba a sacar de este lugar. Mira, Dag está a salvo y está bien... -Se contuvo un isntante y después la abrazó con fuerza, bajando la voz a un quedo susurro-. Sé que… tenías que intentarlo. Sé fuerte. Te necesitamos ahí arriba; Fredrick también. Ahora más que nunca. No le hagas cargar con más muertes sobre su conciencia. Confío en ti. I have your back.*

Bedelia recibió el abrazo con sorpresa y, aunque en un primer momento Saga podía notar la tensión de su cuerpo, no pasó demasiado hasta que se rindió completamente. Exhausta, convulsionó un par de veces y apretó a la hedende antes de susurrar.

-Una última cosa. Un último intento,
el ritual de la bestia original, pero con él. Si eso también fracasa yo... cumpliré mi deber.

Saga apretó los labios y la miró con aprensión.

-Ahmel está en la cueva, atado. Está medio transformado o algo. No sé si va a servir... -Dudó un instante-. Corre. No mires, sólo entra y sácalo de allí. ¡Ve!

Bedelia maldijo en silencio pero no se planteó nada más, salió corriendo. Sin embargo, antes de eso besó la mejilla de Saga en un intento por hacerle comprender lo mucho que valoraba su apoyo.

Parecía una ilusión, algo en su corazón le decía que no podía ser, ¿Había terminado todo?, Thorir se tomó su tiempo, se quedó parado frente al cuerpo de la bestia, contemplado su rostro, antes fiero e irreductible, ahora, ..., Ahora nada.

Tras unos segundos que parecieron días Thorir envainó sus espadas y tomó aire, ahora mucho más relajado, volvió su mirada a los allí presentes, Resmit, Yngrid y Will, no dijo nada, se limitó a mirarles a los ojos a cada uno de ellos, había silencios que expresaban mucho y para aquello no había palabras.

Entonces avanzó y les dijo, -Busquemos al resto- con tono relajado y sereno.

Yngrid asiente.

-Vale. Pero antes...

Empieza a andar hacia la criatura, con la espada en alto.

-¡No!

Will se interpone entre ella y la criatura.

Yngrid alza una ceja.

-Hay que rematarla. Mírala.

La criatura, en el suelo, respira con dificultad, mientras su sangre oscura se vierte sobre la nieve. Aún le queda un hálito de vida en su interior, pero sus heridas le impiden moverse.

-Está moribunda.

La cazadora se encara a la sureña, frunciendo el ceño.

-Lo parece. ¿Estás de coña? No podemos permitirnos el lujo de compr...

Es interrumpida por un ruido seco, cuando el águila desciende sobre la nieve, a solo unos metros de vosotros. Su cuerpo irradia luz pura, y su tamaño, aunque algo menos llamativo al estar posada en tierra, sigue siendo impactante. Un animal glorioso.

Dirige una mirada atenta a las dos mujeres, y luego a Thorir. Por último, gira su cabeza hacia la criatura, pero sin dejar de prestaros atención.

Dag observa como Bedelia se aleja, en silencio. Aunque sigue teniendo un aspecto lamentable, la visión de la sureña parece haberle infundado nuevos ánimos, y se coloca frente a la hedense, dispuesto a ayudar a cargar con Ingur. Al principio parecía que iba a salir corriendo detrás de la espadachina, pero parece habérselo pensado mejor.

Una vez Bedelia ha subido por la ladera, Ingur se gira hacia ti. La verdad es que su aspecto es lamentable: está cubierto de sudor, a pesar del frío, y tiene la ropa llena de nieve y barro. Probablemente se ha hecho la subida él solo entre arrastrándose y saltando a la pata coja, lo cuál es toda una proeza teniendo en cuenta lo rápido que ha sido.

-Vamos, ayúdame a subir.

La hedense se quedó un instante mirando como Bedelia se iba. Después se restregó la cara, donde le había dejado el beso en un gesto ni discreto ni considerado. No se había olvidado de Will, ni de que había desoído todo lo que le había dicho para que ahora volviese con su idea original. Había sacado fuerzas para decir lo que quería escuchar, y en algún lugar de su ser sentía lo mismo, solo que ahora estaba inundado por la rabia. Pero estaba hecho; se estaba moviendo y en breves estarían todos arriba. Dag había convocado a las criaturas, aunque Xier no había aparecido todavía. Suficiente por el momento.

Tenía cosas que hacer más importantes que dejar la rabia fluir. Will se había despertado, después de todo. Cabeza fría y adelante.

Se situó al lado de Ingur sin decir nada, pasándose el brazo por los hombros. Estaban casi arriba.

Mis heridas hicieron que mi cuerpo pidiera un respiro, un hálito de aire para poder seguir luchando. El resto sin embargo, mucho más frescos y menos heridos se abalanzan sobre el monstruo. El águila asesta un golpe brutal, haciendo incluso que yo, en la distancia me estremezca. EL resto, con golpes sucesivos, acaban por debilitarla y derribándola asestando Thorir el golpe final.

Aliviado, me siento con una sonrisa en la cara, intentando soportar el dolor que viene de los costados; entre unas cosas y otras a sido un duro día de batallas. Miro al resto, especialmente a Thorir para acabar observando los resto de la bestia.

Ya podrán... entre Yngrid y yo se lo hemos dejado bien blandito, aunque si no fuese por el pajarraco no lo habríamos contado.

Acabo por tumbarme y hecho algo de nieve para limpiar la herida, con la esperanza de que eso disminuya el dolor, cosa que no fue así. Sin embargo, por habíamos vengado a Einar, a Hadar y a Thaldein, era la razón por la que vinimos aquí. Ahora solo quedaba el asunto del circulo.

Alzo la cabeza ligeramente para ver por que tantas voces, al parecer las dos mujeres están discutiendo, como podría sorprenderme eso a estas alturas después de conocer un poco a Yngrid. Sin embargo, tendría que tomar mi trofeo cuando rematemos a la bestia, una astilla de cuerno o un colmillo bastarán.

Al fin podremos volver victoriosos... Un Solvguiftanden vuelve victorioso,... o no vuelve. - sonrío mirando al cielo mientras los copos de nieve caen en mi cara poco a poco.

Thorir ya se alejaba del lugar en busca del resto de la compañía cuando escuchó la discusión entre Will e Yngrid, y se volvió sobre sí mismo, tardo unos segundos en reaccionar tras ver al águila posarse, con suavidad y elegancia, sobre la nieve. 

Al sentir como el águila le miraba sintió algo, como si quisiera decirles algo, y de repente aquel ser miró a la bestia moribunda, pero Thorir no sabía que querría decirles así que se volvió a acercar al resto del grupo, -Creo que quiere que hagamos algo- 

-Sí, quiere que la matemos. Apártate.